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Voto de Xavier Vidal:
7
6,1
1.993
Drama. Bélico. Romance
Antes de la guerra de los Balcanes (años 90), Danijel, un policía serbio, y Ajla, una joven artista bosnia de religión musulmana, se conocieron y se enamoraron, pero la guerra y la terrible violencia que asoló el país los cambió para siempre. Al verse involucrados en el conflicto, su relación y la lealtad que se profesaban empezaron a desmoronarse. (FILMAFFINITY)
9 de marzo de 2012
23 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
En tierra de sangre y miel sorprende por el nombre de su responsable: Angelina Jolie. Sorprende que Jolie deje aparcada su rutilante status de estrella en la gran pantalla y su imagen de madre y esposa deseadísima tras los focos para interesarse en las pugnas que mantuvieron a mitad de los 90 serbios, bosnios y musulmanes. Sería muy fácil dilapidar a primera vista la primera incursión en el largometraje de Jolie, pero la sorpresa es mayúscula: estamos ante una historia solidísima que si bien en algunos momentos corre el riesgo de caer en el folletín más sensiblón al final consigue hacernos olvidar la identidad de quien se esconde tras la cámara. Jolie demuestra que más allá del glamour de cierto cine comercial existe una convicción personal, un interés más artesanal que industrial a la hora de entender el cine, un compromiso con un medio que precisa tanto de ídolos adolescentes como de contadores de historias potentes.
Jolie ha rodado su historia en serbocroata, cuando lo habitual es que el cine norteamericano se sirva de hechos ajenos llevados a terrenos locales, y con esto a la lengua inglesa. Una decisión que demuestra la inteligencia de Jolie, en primer lugar porque era consciente de que la película no podía contarse de otra manera, y en segundo término porque al rechazar el inglés como vehículo de comunicación se arriesgaba a crear un producto excesivamente norteamericano para los gustos europeos y descaradamente extranjero para los paladares yanquis. Lo mismo podría decirse de sus elecciones de casting, actores desconocidos y solventes que Jolie dirige con atino. Y también de su resolución final, nada obvia, de un lirismo contenido, de un dramatismo sumamente elegante, prueba de que Jolie es capaz de dotar de identidad pero también de entidad a sus personajes, manteniéndose al margen de cualquier tremendismo o cliché rosa.
En resumidas cuentas, lo más seguro es que En tierra de sangre y miel pelee con desventaja y termine la batalla en tierra de nadie por su aparente no comercialidad, por la poca promoción que viene acompañando a la película en su estreno en Europa, porque retrata una guerra no demasiado conocida y poco tratada en el cine de los últimos quince años, porque tal vez se enmarque dentro de ese cine femenino mil veces puesto en duda, o simplemente porque la crítica de cine más puritana sospecha de antemano sin sopesar el resultado final de una cinta que lleva en sus títulos de crédito el nombre de Angelina Jolie. Resultaría precipitado intuir en los fotogramas de En tierra de sangre y miel los primeros pasos de una futura directora de cine, pero sí dejan entrever a una persona fuerte que ama el cine y la vida más allá de sus posibles empresas humanitarias o derroches propios de diosa del star system. Que el contexto no esconda las virtudes del texto: sin ser sublime, En tierra de sangre y miel es una buena película.
Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities
Jolie ha rodado su historia en serbocroata, cuando lo habitual es que el cine norteamericano se sirva de hechos ajenos llevados a terrenos locales, y con esto a la lengua inglesa. Una decisión que demuestra la inteligencia de Jolie, en primer lugar porque era consciente de que la película no podía contarse de otra manera, y en segundo término porque al rechazar el inglés como vehículo de comunicación se arriesgaba a crear un producto excesivamente norteamericano para los gustos europeos y descaradamente extranjero para los paladares yanquis. Lo mismo podría decirse de sus elecciones de casting, actores desconocidos y solventes que Jolie dirige con atino. Y también de su resolución final, nada obvia, de un lirismo contenido, de un dramatismo sumamente elegante, prueba de que Jolie es capaz de dotar de identidad pero también de entidad a sus personajes, manteniéndose al margen de cualquier tremendismo o cliché rosa.
En resumidas cuentas, lo más seguro es que En tierra de sangre y miel pelee con desventaja y termine la batalla en tierra de nadie por su aparente no comercialidad, por la poca promoción que viene acompañando a la película en su estreno en Europa, porque retrata una guerra no demasiado conocida y poco tratada en el cine de los últimos quince años, porque tal vez se enmarque dentro de ese cine femenino mil veces puesto en duda, o simplemente porque la crítica de cine más puritana sospecha de antemano sin sopesar el resultado final de una cinta que lleva en sus títulos de crédito el nombre de Angelina Jolie. Resultaría precipitado intuir en los fotogramas de En tierra de sangre y miel los primeros pasos de una futura directora de cine, pero sí dejan entrever a una persona fuerte que ama el cine y la vida más allá de sus posibles empresas humanitarias o derroches propios de diosa del star system. Que el contexto no esconda las virtudes del texto: sin ser sublime, En tierra de sangre y miel es una buena película.
Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities