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Voto de Grijander:
6

Voto de Grijander:
6
6,0
94.400
Fantástico. Terror. Acción
En un mundo en guerra, en el que cohabitan hombres y vampiros, el caso de Blade es extraordinario: es un vampiro que no se alimenta de sangre humana y que, además, pretende acabar con la raza de "seres superiores" que mordieron a su madre cuando estaba embarazada. (FILMAFFINITY)
23 de marzo de 2012
23 de marzo de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Blade fue la primera gran adaptación al cine de un personaje del universo Marvel. Obtuvo un gran éxito de taquilla, lo que propició que "el que ha visto el Sol" sea más conocido por las películas que por los cómics.
Stephen Norrington no era un director con demasiada experiencia, pero fue el elegido para dirigir Blade. El guion corre a cargo de ese genio llamado David S. Goyer, escritor de éxitos como las versiones de Batman dirigidas por Christopher Nolan y Goyer construye un mundo oculto en las sombras que cobra vida gracias a la enorme cantidad de detalles que existen en las relaciones entre los personajes. Además, el guionista describe a un villano que se hace a sí mismo, viniendo desde abajo de la sociedad vampírica y alzándose con el control. Norrington se encarga de poner todo esto en imágenes y lo hace con bastante oficio. Desde la austeridad del refugio de Blade y Whistler hasta la ostentación visible de todo lo dominado por Deacon Frost, Norrington nos muestra algunos de los peldaños de la escalonada sociedad que despierta cuando el resto del mundo se va a dormir. Esta primera película sobre Blade cuenta, además, con una de mis escenas preferidas de las adaptaciones Marvel: la fantástica pelea final que, coreografiada con esmero, pone la guinda a un clímax vertiginoso. Por último, destacar la banda sonora, que alcanzó un éxito tremendo superando al de la propia película.
Wesley Snipes es un pésimo actor, eso es un hecho. Sin embargo, aunque no sé demasiado del Blade del cómic, el personaje de la película le va como anillo al dedo. Incapaz de mostrar emociones y sobreactuado dentro de su prepotente forma de ver el mundo. Stephen Dorff interpreta al mejor personaje de la saga y lo hace convirtiéndose en todo lo que se asocia al vampirismo: lujuria, odio, falta total de empatía y ansia de poder. El actor, que contaba con apenas 24 primaveras a sus espaldas, hace un papel soberbio, superando su trabajo en Backbeat (su mejor interpretación hasta la fecha). Kris Kristofferson, ese fenómeno multiusos, desempeña una labor vital en la película gracias a que entiende que su personaje existe, en gran parte, para llenar los vacíos del protagonista. Sanaa Lathan no está fina, pero con su personaje, como con el de Blade, se da la ciscunstancia de que las carencias interpretativas de los actores se disimulan bien bajo las características de los personajes.
Resumiendo, que es gerundio: Blade marcó el principio de una era de adaptaciones que sigue todavía hoy por hoy y que tiene pinta de tener todavía mucho camino por delante. Sin ser la mejor película de la Marvel, es una de mis favoritas y, en mi modesta opinión, una de las más entretenidas en todos los sentidos.
Stephen Norrington no era un director con demasiada experiencia, pero fue el elegido para dirigir Blade. El guion corre a cargo de ese genio llamado David S. Goyer, escritor de éxitos como las versiones de Batman dirigidas por Christopher Nolan y Goyer construye un mundo oculto en las sombras que cobra vida gracias a la enorme cantidad de detalles que existen en las relaciones entre los personajes. Además, el guionista describe a un villano que se hace a sí mismo, viniendo desde abajo de la sociedad vampírica y alzándose con el control. Norrington se encarga de poner todo esto en imágenes y lo hace con bastante oficio. Desde la austeridad del refugio de Blade y Whistler hasta la ostentación visible de todo lo dominado por Deacon Frost, Norrington nos muestra algunos de los peldaños de la escalonada sociedad que despierta cuando el resto del mundo se va a dormir. Esta primera película sobre Blade cuenta, además, con una de mis escenas preferidas de las adaptaciones Marvel: la fantástica pelea final que, coreografiada con esmero, pone la guinda a un clímax vertiginoso. Por último, destacar la banda sonora, que alcanzó un éxito tremendo superando al de la propia película.
Wesley Snipes es un pésimo actor, eso es un hecho. Sin embargo, aunque no sé demasiado del Blade del cómic, el personaje de la película le va como anillo al dedo. Incapaz de mostrar emociones y sobreactuado dentro de su prepotente forma de ver el mundo. Stephen Dorff interpreta al mejor personaje de la saga y lo hace convirtiéndose en todo lo que se asocia al vampirismo: lujuria, odio, falta total de empatía y ansia de poder. El actor, que contaba con apenas 24 primaveras a sus espaldas, hace un papel soberbio, superando su trabajo en Backbeat (su mejor interpretación hasta la fecha). Kris Kristofferson, ese fenómeno multiusos, desempeña una labor vital en la película gracias a que entiende que su personaje existe, en gran parte, para llenar los vacíos del protagonista. Sanaa Lathan no está fina, pero con su personaje, como con el de Blade, se da la ciscunstancia de que las carencias interpretativas de los actores se disimulan bien bajo las características de los personajes.
Resumiendo, que es gerundio: Blade marcó el principio de una era de adaptaciones que sigue todavía hoy por hoy y que tiene pinta de tener todavía mucho camino por delante. Sin ser la mejor película de la Marvel, es una de mis favoritas y, en mi modesta opinión, una de las más entretenidas en todos los sentidos.