Apuesta final

El póker como argumento cinematográfico tiene sus ventajas; el juego en sí es tan atractivo que poco hace falta para mantener la atención del espectador ante el duelo de miradas de los jugadores, la estrategia del farol, la proverbial aparición de la diosa fortuna o la incertidumbre del desenlace de las partidas. Por contra, una grave losa recae sobre las películas con este tema: la emoción de las partidas se pierde sobremanera en posteriores visiones. En el caso de "Rounders" este lastre poco importa, pues tiene un formidable guión donde las relaciones de amistad y amor entre los personajes tienen tanto o más interés que el desenlace de cada "mano". El ambiente de las partidas clandestinas es digno de una película clásica, el ritmo es perfecto y los diálogos tan creíbles como brillantes. Mención aparte merece todo el reparto, en el que destaca un soberbio Edward Norton con un desparpajo impropio de un actor tan joven: tiene la fuerza y la seguridad interpretativa de los más grandes. Entren en esta partida, ganarán un magnífico rato de cine.