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Voto de glaumorous:
8

Voto de glaumorous:
8
8,1
21.419
Comedia
En una pequeña ciudad provinciana, a unas burguesas ociosas se les ocurre la idea de organizar una campaña navideña cuyo lema es: "Siente a un pobre a su mesa". Se trata de que los más necesitados compartan la cena de Nochebuena con familias acomodadas y disfruten del calor y el afecto que no tienen. Plácido ha sido contratado para participar con su motocarro en la cabalgata, pero surge un problema que le impide centrarse en su trabajo: ... [+]
2 de noviembre de 2010
2 de noviembre de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es Nochebuena y el lema es "Siente un pobre a su mesa".
Con esta idea básica empieza la película, de una manera bastante clara y ordenada, cualidades que irá perdiendo poco a poco para que nos metamos de lleno, en un segundo, en la sociedad española de esos años, en los que el caos, el desconcierto, el alboroto, la desorganización, el follón y el jaleo premeditado, que no llevaba a ninguna parte, se convierten en una parte imprescindible del día a día.
En el final, con un sórdido insulto de cierto individuo que reclama una cesta, el director de la película consigue que nos impliquemos aún más, si cabe, en la desgracia de los pobres, desdicha ésta que resulta potenciada por unos ricos ingratos que carecen de herramientas mentales para distinguir entre el precio de las cosas y su valor, y lo inalcanzable y perfectamente imprescindible que resulta para otros, no tan semejantes como deberían serlo. Todos parecen aceptar esta situación, nadie se queja, nadie dice nada, no hay protestas. Y lo peor de todo es que son nuestras raíces.
Con esta idea básica empieza la película, de una manera bastante clara y ordenada, cualidades que irá perdiendo poco a poco para que nos metamos de lleno, en un segundo, en la sociedad española de esos años, en los que el caos, el desconcierto, el alboroto, la desorganización, el follón y el jaleo premeditado, que no llevaba a ninguna parte, se convierten en una parte imprescindible del día a día.
En el final, con un sórdido insulto de cierto individuo que reclama una cesta, el director de la película consigue que nos impliquemos aún más, si cabe, en la desgracia de los pobres, desdicha ésta que resulta potenciada por unos ricos ingratos que carecen de herramientas mentales para distinguir entre el precio de las cosas y su valor, y lo inalcanzable y perfectamente imprescindible que resulta para otros, no tan semejantes como deberían serlo. Todos parecen aceptar esta situación, nadie se queja, nadie dice nada, no hay protestas. Y lo peor de todo es que son nuestras raíces.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Plácido es un hombre humilde, incluso demasiado, que hace todo lo posible por contrarrestar su suerte con pequeños trabajillos que le salen a cualquier hora de cualquier día. Está muy preocupado por el pago, a tiempo, de una de las letras de su vehículo, extrañamente curioso.
Un desfile, con algún que otro condecorado, se convierte de repente en lo más importante. Apenas han pasado quince minutos y ya estamos viviendo un descontrol total: las conversaciones se superponen, los intereses individuales quedan relegados a un segundo plano, la gente habla y no dice nada...
Y, luego, vendrá el lío que los Galán, familia rica y distinguida del pueblo, debe resolver. Las marchas nocturnas que tendrán que emprender debido al malestar de uno de los pobres de la campaña, que hasta el momento "marchaba tan bien", se confunden varias veces con los paseos de Plácido y su familia, los ricos y los pobres, una vez más. No falta la hospitalidad, eso sí, pero la Navidad está empezando y ellos aún no han probado bocado.
Poco a poco, la situación se irá mejorando para todos los pudientes, porque , claro está, con la crítica social desmesurada que desborda la película, los más humildes no podían salir demasiado bien parados, reflejo de la cochina realidad de apariencias vacías y no demasiado sutiles: Concheta sufre al perder a su -recién proclamado- marido (¿vosotros no pensásteis que finalmente abriría los ojos, ya en su cama?) y el consuelo que recibe es prácticamente nulo y solo por parte de aquellos que no tenían nada que ver, y Plácido no consigue lo que pretendía hasta el final, pero cosnigue transmitirnos su nerviosismo ansioso durante los 90 minutos que dura.
Un desfile, con algún que otro condecorado, se convierte de repente en lo más importante. Apenas han pasado quince minutos y ya estamos viviendo un descontrol total: las conversaciones se superponen, los intereses individuales quedan relegados a un segundo plano, la gente habla y no dice nada...
Y, luego, vendrá el lío que los Galán, familia rica y distinguida del pueblo, debe resolver. Las marchas nocturnas que tendrán que emprender debido al malestar de uno de los pobres de la campaña, que hasta el momento "marchaba tan bien", se confunden varias veces con los paseos de Plácido y su familia, los ricos y los pobres, una vez más. No falta la hospitalidad, eso sí, pero la Navidad está empezando y ellos aún no han probado bocado.
Poco a poco, la situación se irá mejorando para todos los pudientes, porque , claro está, con la crítica social desmesurada que desborda la película, los más humildes no podían salir demasiado bien parados, reflejo de la cochina realidad de apariencias vacías y no demasiado sutiles: Concheta sufre al perder a su -recién proclamado- marido (¿vosotros no pensásteis que finalmente abriría los ojos, ya en su cama?) y el consuelo que recibe es prácticamente nulo y solo por parte de aquellos que no tenían nada que ver, y Plácido no consigue lo que pretendía hasta el final, pero cosnigue transmitirnos su nerviosismo ansioso durante los 90 minutos que dura.