Un niño de esos que fuman porros con el mismo bagaje actoral que una mosca, roba motos y cosas y lo internan, el pobre tiene cara tonto y le ponen a hacer cosas de mongolito, como a cuidar perros y a hacer gilipolladas, entonces... se encariña de un cánido que traen en plan terapia para tontitos y empieza a basar su vida en eso, como si en su cráneo hubiera paja, heno y serrín.

En un principio el guión se sostiene porque ponen de nombre oveja a un perro y parece que eso debe hacer gracia. Aunque el perro ni parece una oveja ni nada, más bien parece el perro de un vagabundo.

Total que alguien adopta al perro.

El hermano del chaval, que tiene las mismas luces que la habitación de un topo, a regañadientes sigue al niño rata en sus tropelías de recuperar a la oveja de los huevos.

Y bueno entre los 2, no hacen uno, pero como ya he pagado netflix, pues por amortizarlo sigo adelante con esta desdicha.
Así pues entre el hermano unicejo y el niño con la gestualidad de un jarrón, se van por ahí en autocaravana, ojo, llevándose a la abuela de 120 años con ellos, en busca del perro, sinceramente, casi me excremento encima del cringe que da la película.
Pero bueno la gente venga a dar 8 y 9 como si esto fuera una fiesta.

Por favor, mi gato rueda mejores películas que esto...