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Voto de Richy:
6

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6
5,2
12.750
Ciencia ficción. Acción
Sarah Connor (Linda Hamilton) y Grace (Mackenzie Davis), una híbrido de cyborg y humano, deberán proteger a una joven del Rev-9, un nuevo Terminator que viene del futuro. (FILMAFFINITY)
21 de junio de 2024
21 de junio de 2024
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueva entrega, y a fecha de esta crítica la última, de la apocalíptica saga que ideó James Cameron de forma tan brillante en sus dos primeras películas, y cuya calidad se vio mermada en las siguientes.
En “Terminator: Destino oscuro”, Cameron hace las labores de productor en la que podría considerarse como secuela directa de “Terminator 2: El juicio final” (1992). Las escenas iniciales dejan un agradable regusto a déjà vu, con unos jóvenes digitalizados Linda Hamilton y Edward Furlong, pero al poco rato comienza lo de siempre: relato convencional, que explota las constantes de la saga y remarca los aspectos más míticos que la han hecho famosa. Tim Miller parece hacer, en todo momento, una especie de reboot de “T2”, cambiando los personajes pero copiando descaradamente los hechos en inicio, nudo y desenlace. Si con eso no fuera suficiente, recupera sus dos viejas glorias (lo de viejas es literal) para goce y deleite de nostálgicos: Linda Hamilton y Arnold Schwarzenegger vuelven a encontrarse 27 años después de “T2”.
Nuestro querido Arnie ya no está para tantos trotes como antaño, por eso se permite el lujo de autoparodiarse en alguna que otra escena que más bien roza el patetismo. Por el contrario, Linda Hamilton sigue tan guerrera como siempre, atreviéndose a llevar armas cada vez más grandes. La relación con el que fuera, primero su perseguidor y luego su aliado, es la de un añejo matrimonio a lo Pimpinela, en el que ella le tira pullas constantes a él.
En reglas generales, el filme resulta trepidante y ofrece momentos de acción muy vistosos, pero sólo convence como entretenimiento nostálgico. Ni el Rev-9 (Gabriel Luna) le llega a la altura al T-1000 de Robert Patrick, por muchas mejoras tecnológicas que tenga, ni Dani Ramos (Natalia Reyes) le llega al John Connor de Edward Furlong, por muy lideresa de la resistencia que sea. Pero no se le puede negar a Miller que haya conseguido hacernos recordar aquella película que tanto nos hizo vibrar, y que nunca encontrábamos disponible para alquilar en los videoclubs, por muchas copias que hubiera.
En “Terminator: Destino oscuro”, Cameron hace las labores de productor en la que podría considerarse como secuela directa de “Terminator 2: El juicio final” (1992). Las escenas iniciales dejan un agradable regusto a déjà vu, con unos jóvenes digitalizados Linda Hamilton y Edward Furlong, pero al poco rato comienza lo de siempre: relato convencional, que explota las constantes de la saga y remarca los aspectos más míticos que la han hecho famosa. Tim Miller parece hacer, en todo momento, una especie de reboot de “T2”, cambiando los personajes pero copiando descaradamente los hechos en inicio, nudo y desenlace. Si con eso no fuera suficiente, recupera sus dos viejas glorias (lo de viejas es literal) para goce y deleite de nostálgicos: Linda Hamilton y Arnold Schwarzenegger vuelven a encontrarse 27 años después de “T2”.
Nuestro querido Arnie ya no está para tantos trotes como antaño, por eso se permite el lujo de autoparodiarse en alguna que otra escena que más bien roza el patetismo. Por el contrario, Linda Hamilton sigue tan guerrera como siempre, atreviéndose a llevar armas cada vez más grandes. La relación con el que fuera, primero su perseguidor y luego su aliado, es la de un añejo matrimonio a lo Pimpinela, en el que ella le tira pullas constantes a él.
En reglas generales, el filme resulta trepidante y ofrece momentos de acción muy vistosos, pero sólo convence como entretenimiento nostálgico. Ni el Rev-9 (Gabriel Luna) le llega a la altura al T-1000 de Robert Patrick, por muchas mejoras tecnológicas que tenga, ni Dani Ramos (Natalia Reyes) le llega al John Connor de Edward Furlong, por muy lideresa de la resistencia que sea. Pero no se le puede negar a Miller que haya conseguido hacernos recordar aquella película que tanto nos hizo vibrar, y que nunca encontrábamos disponible para alquilar en los videoclubs, por muchas copias que hubiera.