Seidl es un documentalista frío que retrata con concisión no exenta de cariño nostálgico la vida de una cultura y sociedad en extinción, la de un pueblo en una república ex soviética.
El ritmo lento del filme, eventualmente en tiempo real, requiere buenas dosis de paciencia para llegar al final del metraje. En las postrimerías, y como premio sorpresa, asistiremos al striptease masculino más extravagante y divertido de la historia del cine.
Retrato del final de la sociedad comunista rural que asiste al descubrimiento del derroche capitalista sin envidiar ni pizca el espejismo de los grandes almacenes y los parques de atracciones modelo USA.
Muchos verán paralelismos con la España de los años 40 y 50 en que la brecha social era tan enorme entre el campo y la ciudad causando en fenómeno migratorio que aún no cesa.
Recomendable para historiadores y amantes del cine documental y/o soviético.