La miel
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Drama
Don Agustín, un profesor de escuela, visita la familia de su antiguo alumno Paco. La madre de Paco pide a don Agustín que ejerza influencia sobre su hijo para hacer de él carrera. El viejo profesor acepta el reto presionado por su hermana, deseosa de gastarse todo su dinero jugando al bingo. Pero Agustín pronto empieza a sospechar que la madre de Paco ejerce el oficio más antiguo del mundo... (FILMAFFINITY)
19 de julio de 2010
27 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leo la crítica que de este film aporta "dromedario" y me pregunto... ¿ha visto dromedario la película? Porque si la hubiese visto no habría hablado de ella tal y como lo hace.... ya que lo que él dice que esta película cuenta no es lo que esta película cuenta. No hay humor grueso, porque no es una comedia. No hay interpretación de López Vázquez "de lo de siempre" porque aquí interpreta un papel muy diferente a los que interpretó de forma más repetida a lo largo de su carrera (y recordemos que también protagonizó "Mi querida señorita" o "El bosque del lobo", así como la saga "nacional").
Lo que hay en la miel es un excelente trabajo de guión de Rafael Azcona, muy en la línea de sus trabajos con Berlanga de la época, con un maravilloso personaje, el de Amelia de la Torre, que sólo podía crear el Azcona de finales de los setenta, también en línea con "La grande bouffé" y excesos similares.
A ese guión excelente sin embargo le acompaña una dirección rutinaria de Masó, que sin embargo está muy por encima de los trabajos de dirección que otros más reconocidos hacían en la época (véase la decepcionante "Cinco Tenedores" de FF Gómez).
Sin embargo, la presencia de Jane Birkin ayuda a contrarrestar esa rutinaria dirección, derrochando sensualidad y espontaneidad a partes iguales, mientras vemos como su irrupción altera para siempre el mundo de Don Agustín, el dócil personaje de López Vázquez.
La película estuvo 38 semanas en cartel en EEUU, y en España fue uno de los títulos más aplaudidos del año, cuando todavía no había Goyas.
En suma.... coincidiendo con Dromedario en que la mayoría de los títulos de Masó son bastante flojos, discrepo en que haya que meterlos todos en el mismo saco. "Atraco a las 3", donde producía, o esta "La miel" son entradas de oro en la historia del cine español. La lástima es que por haberse rodado en 1979 ahora se crea que es una más del destape. Los americanos, sin prejuicios, supieron disfrutarla durante 38 semanas.
Lo que hay en la miel es un excelente trabajo de guión de Rafael Azcona, muy en la línea de sus trabajos con Berlanga de la época, con un maravilloso personaje, el de Amelia de la Torre, que sólo podía crear el Azcona de finales de los setenta, también en línea con "La grande bouffé" y excesos similares.
A ese guión excelente sin embargo le acompaña una dirección rutinaria de Masó, que sin embargo está muy por encima de los trabajos de dirección que otros más reconocidos hacían en la época (véase la decepcionante "Cinco Tenedores" de FF Gómez).
Sin embargo, la presencia de Jane Birkin ayuda a contrarrestar esa rutinaria dirección, derrochando sensualidad y espontaneidad a partes iguales, mientras vemos como su irrupción altera para siempre el mundo de Don Agustín, el dócil personaje de López Vázquez.
La película estuvo 38 semanas en cartel en EEUU, y en España fue uno de los títulos más aplaudidos del año, cuando todavía no había Goyas.
En suma.... coincidiendo con Dromedario en que la mayoría de los títulos de Masó son bastante flojos, discrepo en que haya que meterlos todos en el mismo saco. "Atraco a las 3", donde producía, o esta "La miel" son entradas de oro en la historia del cine español. La lástima es que por haberse rodado en 1979 ahora se crea que es una más del destape. Los americanos, sin prejuicios, supieron disfrutarla durante 38 semanas.
8 de junio de 2011
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una comedia más que estimable, que descolla claramente sobre la media propia del cine español coetáneo y que se puede apreciar como una respuesta de buena comedia a la tan de moda por entonces comedia pseudoerótica o de destape.
Con todo, "La miel" tiene un problema esencial: Pedro Masó. Cineasta sin mirada propia, ni capacidad cinematográfica poco más allá de maximizar en dinero cine oportunista y formulario, malogra el muy brillante guión de Azcona, que hace entroncar globalmente a "La miel" con la mejor comedia negro/esperpéntica española de los 50 y 60, de la que el genial guionista fue pilar indispensable.
Azcona pone al servicio de Masó un guión caústico, progresivamente surreal, casi hasta lo delirante, pero afinado y que atina, liquida incluso, con una divertida, oscura y vitriólica simbología de personajes (memorables Agustín González y, sobre todo, Amelia de la Torre) lo que estaba siendo la transición democrática de la sociedad española. Cabe, pues, declarar válida "La miel" no solo como película sino a nivel sociológico y me atrevería a decir también psicológico.
"La miel" es una inteligente comedia pues no adapta el camino genérico fácil que pudiera haber dado su argumento: un seglar (López Vázquez) expulsado del monasterio por líos de faldas es trastornado y seducido por una apuesta prostituta (Birkin), madre de un alumno (Sanz) del seglar, profesor de instituto. Solo la presencia de Birkin daba pie al típico carrusel pseudoerótico para/por/con el típico reprimido español. Sin embargo, no va por ahí "La miel" y se adentra en un tono leve, pero suficientemente profundo, en la comedia agridulce, no muy lejana a lo negro, dónde Masó vuelve a fracasar porque no quiere intentar triunfar siquiera, pues aún cuando el personaje de López Vázquez es comprensiblemente patético, no llega a ser brutal, lo que hubera metido la inyección definitiva de cianuro a la película.
Memorablemente interpretada por Amelia de la Torre, Agustín González y López Vázquez, Jane Birkin suple sus evidentes carencias de actriz con una sensualidad tangible, química, convincente. Sin duda, una notable comedia que los críticos, en un planteamiento reduccionista, hipócrita y rastrero, siguen infravalorando y encasillando en un coto de miopía preocupante. "La miel" para Azcona; "la mielda" para Masó y la Crítica: ¿qúé tal el Berlanga post "Tamaño natural" y la producción para Masó?.
Con todo, "La miel" tiene un problema esencial: Pedro Masó. Cineasta sin mirada propia, ni capacidad cinematográfica poco más allá de maximizar en dinero cine oportunista y formulario, malogra el muy brillante guión de Azcona, que hace entroncar globalmente a "La miel" con la mejor comedia negro/esperpéntica española de los 50 y 60, de la que el genial guionista fue pilar indispensable.
Azcona pone al servicio de Masó un guión caústico, progresivamente surreal, casi hasta lo delirante, pero afinado y que atina, liquida incluso, con una divertida, oscura y vitriólica simbología de personajes (memorables Agustín González y, sobre todo, Amelia de la Torre) lo que estaba siendo la transición democrática de la sociedad española. Cabe, pues, declarar válida "La miel" no solo como película sino a nivel sociológico y me atrevería a decir también psicológico.
"La miel" es una inteligente comedia pues no adapta el camino genérico fácil que pudiera haber dado su argumento: un seglar (López Vázquez) expulsado del monasterio por líos de faldas es trastornado y seducido por una apuesta prostituta (Birkin), madre de un alumno (Sanz) del seglar, profesor de instituto. Solo la presencia de Birkin daba pie al típico carrusel pseudoerótico para/por/con el típico reprimido español. Sin embargo, no va por ahí "La miel" y se adentra en un tono leve, pero suficientemente profundo, en la comedia agridulce, no muy lejana a lo negro, dónde Masó vuelve a fracasar porque no quiere intentar triunfar siquiera, pues aún cuando el personaje de López Vázquez es comprensiblemente patético, no llega a ser brutal, lo que hubera metido la inyección definitiva de cianuro a la película.
Memorablemente interpretada por Amelia de la Torre, Agustín González y López Vázquez, Jane Birkin suple sus evidentes carencias de actriz con una sensualidad tangible, química, convincente. Sin duda, una notable comedia que los críticos, en un planteamiento reduccionista, hipócrita y rastrero, siguen infravalorando y encasillando en un coto de miopía preocupante. "La miel" para Azcona; "la mielda" para Masó y la Crítica: ¿qúé tal el Berlanga post "Tamaño natural" y la producción para Masó?.
29 de enero de 2008
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con ese humor tan negro de Azcona cercano a la melancolía , con López Vázquez en el mejor momento de su carrera , con Amelia de la Torre muy difícil de olvidar después de ver esta película , con Jane Birkin que de tan guapa enamora , esta obra no puede ser otra cosa sino una gran película.
28 de diciembre de 2010
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película interesante del cine español y que recomiendo ver por la sensualidad y por la gran interpretación de sus actores y actrices, además de ver el debú de Jorge Sanz niño. La película refleja una situación muy real de la transición política, entre las antiguas familias con una educación religiosa profunda, con falta de liquidez y las nuevas mujeres liberales, madres solteras y que obtienen un dinero fácil. Está muy bien planteado, el guión, que refleja a la perfección la época. No dejeis de ver a Jane Birkin está que enamora a cualquiera.
29 de septiembre de 2016
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras la forma de comedia burdamente erótica y una ramplonería general que asusta, va irrumpiendo una historia que según avanza se vuelve cada vez más salvajemente vitriólica, revulsiva y sórdida.
El caso del viejo reprimido que se emociona ante la contemplación de cacha joven es muy conocido. La excusa es el vivaracho niño (ya dijimos por ahí que Sanz era mejor actor de infante que de zagal y ya no hablemos como triste señor maduro; a más años, menos pericia y gracia o la increíble historia del actor paradójicamente menguante).
Pero lo que la hace interesante y especial es, qué duda cabe, la mirada azconiana que se ve y se nota por todas partes, esa suma de sorna, sarcasmo, ordinariez, cotidianidad y comprensión total de la realidad, de lo que somos, tan previsibles, básico, zarrapastrosos y vulgares. Quizás sea el personaje de Amelia de la Torre, fantástica en su exceso, el más azconiano de todos; con esa escena antológica, marca de la casa, en la que se da un atracón de mariscos (te dejo las cabezas porque yo, qué pena, no puedo comerlas) después de frenesí binguero. Beata, franquista, pedorra y de un egoísmo, histrionismo y desvergüenza tan reconocibles y perfectamente normales entre la variopinta fauna (como escapada de "La escopeta nacional") salida de la insidiosa y cachonda mente del prestigioso guionista que nos ocupa.
Dirección plana, banda sonora fea, fotografía triste y ambiente cutre. En fin, todo espantoso si no fuera por esa algarabía cínica, por esa fiesta triste en la que acaba convirtiéndose a través de una corrosión que disuelve todos los estamentos más sagrados de la sociedad del momento, ahora casi que sería justo al revés o donde dije digo digo diego, el progreso, dícese de familia, religión, educación, matrimonio, dinero, poder, sexo...
El caso del viejo reprimido que se emociona ante la contemplación de cacha joven es muy conocido. La excusa es el vivaracho niño (ya dijimos por ahí que Sanz era mejor actor de infante que de zagal y ya no hablemos como triste señor maduro; a más años, menos pericia y gracia o la increíble historia del actor paradójicamente menguante).
Pero lo que la hace interesante y especial es, qué duda cabe, la mirada azconiana que se ve y se nota por todas partes, esa suma de sorna, sarcasmo, ordinariez, cotidianidad y comprensión total de la realidad, de lo que somos, tan previsibles, básico, zarrapastrosos y vulgares. Quizás sea el personaje de Amelia de la Torre, fantástica en su exceso, el más azconiano de todos; con esa escena antológica, marca de la casa, en la que se da un atracón de mariscos (te dejo las cabezas porque yo, qué pena, no puedo comerlas) después de frenesí binguero. Beata, franquista, pedorra y de un egoísmo, histrionismo y desvergüenza tan reconocibles y perfectamente normales entre la variopinta fauna (como escapada de "La escopeta nacional") salida de la insidiosa y cachonda mente del prestigioso guionista que nos ocupa.
Dirección plana, banda sonora fea, fotografía triste y ambiente cutre. En fin, todo espantoso si no fuera por esa algarabía cínica, por esa fiesta triste en la que acaba convirtiéndose a través de una corrosión que disuelve todos los estamentos más sagrados de la sociedad del momento, ahora casi que sería justo al revés o donde dije digo digo diego, el progreso, dícese de familia, religión, educación, matrimonio, dinero, poder, sexo...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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