Blow-Up (Deseo de una mañana de verano)
1966 

6,9
15.022
Intriga. Drama. Thriller
Adaptación de un cuento de Julio Cortázar que narra la historia de Thomas (David Hemmings), un fotógrafo de moda que, tras realizar unas tomas en un parque londinense, descubre al revelarlas una forma irreconocible que resulta ser algo tan turbador como inesperado. (FILMAFFINITY)
21 de octubre de 2011
21 de octubre de 2011
95 de 110 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que más recuerdo de esta película cuando la dejo reposar con el tiempo son siempre las mismas escenas. David Hemmings fotografiando a Vanessa Redgrave con otro hombre mayor que ella en una zona aislada de un parque de la zona, y por otro lado, la posterior investigación que lleva a cabo el protagonista en su casa, cuando decide intentar desvelar las motivaciones ocultas que rigen ese momento que ha captado con su cámara, revelando las fotografías, ampliándolas y sacando conclusiones cuando cree haber descubierto la preparación de un asesinato y su posterior ejecución. Son siempre esos momentos los que se me graban en la memoria cuando veo “Blow up” y los primeros en los que pienso cuando rememoro la película tiempo después de su visionado.
Es precisamente el discurso que late de fondo en esos momentos lo que más me atrae de toda la obra. El que Antonioni trabaja en esas secuencias, el de la multiplicidad de matices y de puntos de vista que puede generar una misma imagen, dependiendo de si es vista por una u otra persona, cada una con su propia experiencia vital. No es el caso literal de la película que aquí tratamos, pero sí es lo que se transmite. ¿Realmente ha sido Hemmings testigo de un asesinato?, ¿O sencillamente ha visto lo que deseaba ver en ese momento de su vida, en el que necesita de una motivación poderosa que le haga seguir adelante? Las preguntas que surgen no poseen una respuesta clara. Cualquier opción es valida, aunque el director ya nos deja alguna pista sobre su posición en la escena final del filme.
Las ilusiones forman parte del ser humano. Cada persona verá las cosas atendiendo a su propia vida, a su propia educación, a todo lo que la ha hecho ser tal como es hasta ese momento. Y la interpretación que extraiga de unas imágenes con un fondo muy abierto de posibilidades, seguramente difiera bastante de los de otra persona con un mundo diferente. Es una visión que me parece totalmente extrapolable a la propia disciplina del cine, y es precisamente ese el punto que más me atrae del discurso de Antonioni en “Blow up”. Una línea discursiva que comparte con Jose Luis Guerín y su “Tren de Sombras”, puede que con la salvedad de que ésta última tal vez incida más en dicha cuestión, tratándo la misma con más profundidad al girar todo su núcleo argumental alrededor de la interpretación de esas imágenes y el significado oculto que encierran, y que descubrimos en el último tramo de la obra.
(continúo en spoiler)
Es precisamente el discurso que late de fondo en esos momentos lo que más me atrae de toda la obra. El que Antonioni trabaja en esas secuencias, el de la multiplicidad de matices y de puntos de vista que puede generar una misma imagen, dependiendo de si es vista por una u otra persona, cada una con su propia experiencia vital. No es el caso literal de la película que aquí tratamos, pero sí es lo que se transmite. ¿Realmente ha sido Hemmings testigo de un asesinato?, ¿O sencillamente ha visto lo que deseaba ver en ese momento de su vida, en el que necesita de una motivación poderosa que le haga seguir adelante? Las preguntas que surgen no poseen una respuesta clara. Cualquier opción es valida, aunque el director ya nos deja alguna pista sobre su posición en la escena final del filme.
Las ilusiones forman parte del ser humano. Cada persona verá las cosas atendiendo a su propia vida, a su propia educación, a todo lo que la ha hecho ser tal como es hasta ese momento. Y la interpretación que extraiga de unas imágenes con un fondo muy abierto de posibilidades, seguramente difiera bastante de los de otra persona con un mundo diferente. Es una visión que me parece totalmente extrapolable a la propia disciplina del cine, y es precisamente ese el punto que más me atrae del discurso de Antonioni en “Blow up”. Una línea discursiva que comparte con Jose Luis Guerín y su “Tren de Sombras”, puede que con la salvedad de que ésta última tal vez incida más en dicha cuestión, tratándo la misma con más profundidad al girar todo su núcleo argumental alrededor de la interpretación de esas imágenes y el significado oculto que encierran, y que descubrimos en el último tramo de la obra.
(continúo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A este respecto hay una frase que siempre me viene a la cabeza al pensar en estos filmes y es la siguiente: la película está en los ojos del que la observa. La interpretación de Hemmings de esas fotografías no es menos acertada que la que podamos tener nosotros. Pues al final cada uno ve una cosa diferente, personal. Y creo que el cine funciona exactamente de la misma manera. Nadie podrá decir con seguridad qué es cine y qué no lo es, y sentar cátedra en el camino. Cada uno verá una película distinta y de la misma forma, cada persona valorará por sí misma si considera que lo que ve, es o no cine. Las imágenes transmiten algo distinto a cada persona. Y en esa multiplicidad de miradas que pueden surgir, y que creo es una idea que el filme de Antonioni consigue expresar con acierto, es donde radica una de las razones por las que profeso mi amor al Séptimo Arte. Poder ver cosas tan distintas, sacar tantas cosas diferentes, únicamente en base a una imagen que es siempre la misma y no cambia nunca, pero que se transforma continuamente en el interior de cada espectador, evolucionando con el tiempo, y en base a la cual surgirán miles de cosas diferentes, todas ellas validas, simplemente dependiendo de la persona que la observe.
Al final lo único que queda claro, tal como nos cuenta Antonioni, es que todo es una mera ilusión, algo que solo vemos en nuestra cabeza e imaginamos a nuestro antojo. Que en realidad nada es real, y que el cine solo es eso, y que es el propio espectador el que aporta aquello que lo hace mágico.
Al final lo único que queda claro, tal como nos cuenta Antonioni, es que todo es una mera ilusión, algo que solo vemos en nuestra cabeza e imaginamos a nuestro antojo. Que en realidad nada es real, y que el cine solo es eso, y que es el propio espectador el que aporta aquello que lo hace mágico.
22 de noviembre de 2006
22 de noviembre de 2006
149 de 222 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ya algunos años, durante una visita a Londres, también yo tuve la oportunidad de subir las escaleras, para mí míticas, que desembocan, que siguen desembocando, en esa especie de planicie que se encuentra encima de un montículo en medio de Maryon Park. Iba tras la estela de David Hemmings, el actor que interpretando a Thomas, el fotógrafo protagonista de Blow up, subió esos mismos escalones en la primavera de 1966.
Me llamó la atención que la vegetación estuviera tan crecida y silvestre. En cuanto a la blanca valla de madera que, suponía yo, aun flanqueaba el ya no tan verde césped, constaté, no sin decepción, que había desaparecido excepto un diminuto tramo muy deteriorado. Luego me dirigí a la pista de tenis. Me coloqué exactamente en el lugar donde Thomas observa el fantasmagórico partido jugado por la troupe de clowns (incluso puse la mano en la misma zona de la valla de alambre). Y de pronto caí en la cuenta de que el joven y apolíneo Hemmings había muerto, gordo y casi olvidado, en 2003. También me acordé de Michelangelo Antonioni, todavía vivo en ese momento, aunque debía tener unos noventa años y hacía por lo menos veinte que estaba sin habla debido a un derrame cerebral.
Todo eso me hizo reflexionar sobre la fugacidad de esta vida inaprensible y misteriosa. Y pensé que como consuelo nos quedará siempre ese Dios al que no cesamos de reinventar. O Blow Up, interrogándonos hasta el fin de los tiempos sobre la verdadera naturaleza del mundo.
Me llamó la atención que la vegetación estuviera tan crecida y silvestre. En cuanto a la blanca valla de madera que, suponía yo, aun flanqueaba el ya no tan verde césped, constaté, no sin decepción, que había desaparecido excepto un diminuto tramo muy deteriorado. Luego me dirigí a la pista de tenis. Me coloqué exactamente en el lugar donde Thomas observa el fantasmagórico partido jugado por la troupe de clowns (incluso puse la mano en la misma zona de la valla de alambre). Y de pronto caí en la cuenta de que el joven y apolíneo Hemmings había muerto, gordo y casi olvidado, en 2003. También me acordé de Michelangelo Antonioni, todavía vivo en ese momento, aunque debía tener unos noventa años y hacía por lo menos veinte que estaba sin habla debido a un derrame cerebral.
Todo eso me hizo reflexionar sobre la fugacidad de esta vida inaprensible y misteriosa. Y pensé que como consuelo nos quedará siempre ese Dios al que no cesamos de reinventar. O Blow Up, interrogándonos hasta el fin de los tiempos sobre la verdadera naturaleza del mundo.
22 de julio de 2010
22 de julio de 2010
54 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Partiendo del relato previo de Julio Cortázar “Las babas del diablo”, Antonioni se permite rodar en el Londres de los 60s, inaugurando de este modo su controvertida etapa de habla inglesa. Impulsado por la atracción que ejerce sobre él la cultura pop propia de la época y la ciudad, rueda su película más popular y rentable; siendo al mismo tiempo, una de las más controvertidas por sus estudiosos y admiradores más acérrimos. Sin embargo, a pesar de la ruptura que supone para con la obra anterior de su autor y de las múltiples acusaciones que le llueven por su “simbología facilista”; es difícil imaginar (dejando de lado La ventana indiscreta) otro film que refleje de manera tan clara las claves propias del arte cinematográfico y su que hacer. El fotógrafo que interpreta David Hemmings, es una clara analogía del cine mismo, un voyeur que comparte la doble condición de espectador y realizador. Aquel capaz de tomar una huella sensible de la realidad, aislarla, reinterpretarla y recontextualizarla para crear un signo; elemento pilar en el desarrollo de realidades lingüísticas que permitan percibir fenómenos que se escapan desde la vivencia directa. Una película con un incalculable valor semiótico, un estudio de la mirada y las posibilidades de que las tecnologías análogas (fotografía y cine) brindan para su pleno desarrollo y comprensión. Revisitada en dos ocasiones por cineastas americanos: Francis Ford Coppola con La conversación y Brian de Palma con Blow Out.
9 de agosto de 2011
9 de agosto de 2011
54 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Quién te caería mejor, un tipo que tiene un Rolls Royce y lo usa con la despreocupación de un utilitario, o bien otro que lo besara en el garaje antes de ir a dormir? A mi, el primero, y es en lo único que me complace el protagonista. Por lo demás, la película es poco más que el retrato de un pijillo prepotente y ye-ye.
Da la pura sensación de que el montador hubiera perdido dos o tres rollos importantes de la pelícua y hubiera estirado como un chicle pasajes intrascendentes. Entonces es cuando aparece alguien y dice algo así como "Antonioni confiere al espectador la oportunidad de crear él mismo la obra de arte".
Todavía me estoy riendo.
Da la pura sensación de que el montador hubiera perdido dos o tres rollos importantes de la pelícua y hubiera estirado como un chicle pasajes intrascendentes. Entonces es cuando aparece alguien y dice algo así como "Antonioni confiere al espectador la oportunidad de crear él mismo la obra de arte".
Todavía me estoy riendo.
22 de abril de 2010
22 de abril de 2010
55 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué es lo que deseas? ¿Qué quieres leer? ¿Qué estás dispuesto a creerte? Vamos al cine para que nos engañen, para que nos hagan creer mentiras que nos remuevan, que nos exciten. Por lo mismo leémos un libro, o escuchamos música o observamos una fotografía. Aunque en realidad no hace falta nada de eso. Cada día, al caminar cabizbajos al trabajo, nos cruzamos con caras, con hechos que nos cuentan historias, las que nos da la gana créernos. La imagen es una arma poderosa para explorar esa idea: la capacidad que tenemos para imaginar, y lo importante que es eso en nuestra minúscula existencia. Es de hecho lo que nos amplifica mucho más allá del contorno de nuestro pequeño cuerpo. Blow Up explora eso.
Esta es una película que se pone al servicio de lo que quiere provocar. Utiliza elementos muy sencillos. El silencio. El ruido del viento en los árboles. Un parque. Las horas del día. Una mujer. Una cámara de fotos y el click sonando sin descanso. Un pez espada. Un hombre que apenas ha dormido. Las carcajadas de unos cómicos locos que corren por la ciudad. Un partido de tenis. El cuerpo de Jane Birkin. De todo eso, ¿qué sacas? Y, leyendo esta crítica, ¿qué imaginas? Las críticas también son un engaño, vienen directamente de la fantasía de quien las escribe. Si vas a ver Blow Up y lees esto, estudiate antes un par de críticas de esta misma web que la puntuen con un 1, para compensar. Luego, ponte cómodo, apaga las luces, y deja volar la imaginación.
Esta es una película que se pone al servicio de lo que quiere provocar. Utiliza elementos muy sencillos. El silencio. El ruido del viento en los árboles. Un parque. Las horas del día. Una mujer. Una cámara de fotos y el click sonando sin descanso. Un pez espada. Un hombre que apenas ha dormido. Las carcajadas de unos cómicos locos que corren por la ciudad. Un partido de tenis. El cuerpo de Jane Birkin. De todo eso, ¿qué sacas? Y, leyendo esta crítica, ¿qué imaginas? Las críticas también son un engaño, vienen directamente de la fantasía de quien las escribe. Si vas a ver Blow Up y lees esto, estudiate antes un par de críticas de esta misma web que la puntuen con un 1, para compensar. Luego, ponte cómodo, apaga las luces, y deja volar la imaginación.
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