Con un ritmo sosegado y muy intenso en cada de una de las secuencias, narra el "Via crucis" del Padre James tras recibir una amenaza de muerte en el confesionario por parte de un feligrés que quiere vengar los abusos sufridos por un cura de forma repetida en la infancia entre los 7-12 años. Le emplaza a una muerte en la playa en una semana, sabiendo que va a morir un "justo por un pecador": el padre James nada tiene que ver con ese abuso y su verdugo sabe que es un buen padre, pero de forma perversa de ese modo la venganza será más dura.

Como en Crónica de una muerte anunciada, nada puede hacer contra el destino, y la gran habilidad del director es precisamente contar en esa semana las dudas, los conflictos, la relación de James con su hija (que tuvo con su madre. Al enviudar se ordena sacerdote) que acude a verlo tras un intento de suicdio tras un nuevo fracaso amoroso. Incluso la duda por evitar su muerte emplazada como un acto de defensa propia está en entredicho.

La descripción de los personajes y feligreses de la parroquia, es una muestra de los conflictos actuales de una Irlanda católica y principalmente el ajuste de cuentas de los abusos por parte de seglares. También describe tensiones de pareja, maltrato, violencia, perversión, y los problemas que ha traído la crisis económica. Quizás demasiadas cosas para una película.

Lo mejor el examen de conciencia y el ajuste que el padre James hace con su vida en esta particular crónica de una muerte anunciada.

Buena película, contada con un ritmo teatral de gran intensidad.