The Shrouds
5,5
79
Fantástico. Thriller. Drama
Karsh, de 50 años, es un importante hombre de negocios. Inconsolable desde la muerte de su esposa, inventa GraveTech, una tecnología revolucionaria y controvertida que permite a los vivos vigilar a sus seres queridos difuntos en sus mortajas. Una noche, varias tumbas, incluida la de la esposa de Karsh, son profanadas. Karsh se propone localizar a los autores. (FILMAFFINITY)
14 de marzo de 2025
14 de marzo de 2025
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cronenberg poco a poco nos va revelando sus pensamientos en sus últimas películas y cortos respecto a la muerte, …en sí misma. La muerte conlleva dolor, idealización del mismo, el duelo, la negación, la obsesión, ira, venganza, …el vacío. Su filmografía con el tiempo lo ha convertido en un poeta tecno-romántico que roza de lleno la filosofía científica.
Hay que decirlo, ha realizado un nuevo Neuromante cinematográfico, que diseña un futuro probable de hiper-tecnologías, de seguridad informática, encriptación y hacking, algoritmos, inteligencias artificiales e hiper-vigilancia extrema a través de las redes y el poder.
Su vertiente social es el consumo total, la monitorización social y en todas las dimensiones. Que sirven a valores pueriles de mercado tales como la obtención, en este caso, de gozar el recuerdo de tu sufrimiento personal, en un proyecto de masoquismo tecno, tomografías de cadáveres en alta resolución. ...Por un módico precio, hay tecnología.
Otra vertiente de la tecnología es el control. Religioso, político y militar y que aquí fluyen inteligentemente a través de hackers, biotecnólogos, I.A's, rusos y sectas corporativas con Estados en pugna tecnológica por el control hiper-total, un panóptico en multi-red que lo ve todo, lo extrae todo.
Así, se transforma un dolor personal en un thriller conspirativo (Tesla mediante) cuyo núcleo es el omnipresente poder tecnológico posible, y que deriva en la película más Cyberpunk (con permiso de Gibson y Woods) hasta la fecha.
Es CyberNoir sentimental, con sexo ocasional elegante y final a debate. La música de Howard Shore una maravilla y Vicent Cassel está genial y la fotografía... joder, ni Kubrik.
Ha filmado una tecno-obra maestra, ...plas, plas!!."
Hay que decirlo, ha realizado un nuevo Neuromante cinematográfico, que diseña un futuro probable de hiper-tecnologías, de seguridad informática, encriptación y hacking, algoritmos, inteligencias artificiales e hiper-vigilancia extrema a través de las redes y el poder.
Su vertiente social es el consumo total, la monitorización social y en todas las dimensiones. Que sirven a valores pueriles de mercado tales como la obtención, en este caso, de gozar el recuerdo de tu sufrimiento personal, en un proyecto de masoquismo tecno, tomografías de cadáveres en alta resolución. ...Por un módico precio, hay tecnología.
Otra vertiente de la tecnología es el control. Religioso, político y militar y que aquí fluyen inteligentemente a través de hackers, biotecnólogos, I.A's, rusos y sectas corporativas con Estados en pugna tecnológica por el control hiper-total, un panóptico en multi-red que lo ve todo, lo extrae todo.
Así, se transforma un dolor personal en un thriller conspirativo (Tesla mediante) cuyo núcleo es el omnipresente poder tecnológico posible, y que deriva en la película más Cyberpunk (con permiso de Gibson y Woods) hasta la fecha.
Es CyberNoir sentimental, con sexo ocasional elegante y final a debate. La música de Howard Shore una maravilla y Vicent Cassel está genial y la fotografía... joder, ni Kubrik.
Ha filmado una tecno-obra maestra, ...plas, plas!!."
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Simplificando, una mezcla de Jobs con Musk sufre tanto la muerte de su mujer, que crea una corporación de cementerios digitales high-tech. Él es incapaz de dejar de ver su cadaver pudriéndose tras la pantalla, hasta encontrar elementos extraños no naturales. Va descubriendo extrañas conexiones entre su mujer y la relación de esta con su oncólogo y una experimentaciíón biotecnológica conspirativa. Puro Cyberpunk
6 de abril de 2025
6 de abril de 2025
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En The Shrouds, David Cronenberg se sumerge una vez más en el duelo, la tecnología y la descomposición, pero lo hace desde un enfoque tan cargado de ideas como carente de claridad narrativa. El punto de partida —un empresario que observa en tiempo real cómo se descompone el cuerpo de su esposa gracias a un ataúd de alta tecnología— es potente y perturbador, pero pronto se ve sepultado por un entramado confuso de teorías conspirativas, espionaje internacional, hackers rusos y reflexiones medio cocidas sobre la muerte digital.
Vincent Cassel encarna al protagonista con contención, aunque su interpretación no logra sostener el peso emocional ni existencial que el guion pretende imponer. Diane Kruger y Guy Pearce aparecen también, pero más como figuras decorativas en un relato que parece no saber a dónde va. La película lanza preguntas interesantes —¿cómo convivimos con el dolor en la era de la vigilancia? ¿Puede la tecnología sanar el duelo o solo lo enmascara?—, pero sus respuestas se diluyen entre diálogos crípticos, simbolismos poco desarrollados y una puesta en escena que, pese a su sofisticación estética, acaba resultando fría.
The Shrouds tiene momentos inquietantes y la huella innegable de un autor que ha definido el body horror, pero aquí el discurso se pierde en su propia neblina de ambición. No se si es la peor película de Cronenberg, pero sí una de las más erráticas. Tan obsesionada con el deterioro físico como con las metáforas tecnológicas, termina siendo un cadáver narrativo.
Vincent Cassel encarna al protagonista con contención, aunque su interpretación no logra sostener el peso emocional ni existencial que el guion pretende imponer. Diane Kruger y Guy Pearce aparecen también, pero más como figuras decorativas en un relato que parece no saber a dónde va. La película lanza preguntas interesantes —¿cómo convivimos con el dolor en la era de la vigilancia? ¿Puede la tecnología sanar el duelo o solo lo enmascara?—, pero sus respuestas se diluyen entre diálogos crípticos, simbolismos poco desarrollados y una puesta en escena que, pese a su sofisticación estética, acaba resultando fría.
The Shrouds tiene momentos inquietantes y la huella innegable de un autor que ha definido el body horror, pero aquí el discurso se pierde en su propia neblina de ambición. No se si es la peor película de Cronenberg, pero sí una de las más erráticas. Tan obsesionada con el deterioro físico como con las metáforas tecnológicas, termina siendo un cadáver narrativo.
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