Amor al cine es lo que destila Nosferatu del grandísimo F. W. Murnau por todos y cada uno de sus fantasmales poros.
Fue, es y será el gran pilar fundamental en los orígenes del cine de terror, y eso amigos no hay nota, valoración o palabras que puedan otorgarle o quitarle cualquier mérito, ya sea positivo o negativo.
Tengo entendido los problemas por los que pasó esta obra, por suerte se salvó de la quema total, y se ha conseguido una restauración absolutamente brillante, por lo menos la que tengo yo, es intachable, la majestuosa música de la película (por poner un ejemplo) da buena fe de ello, o las siniestras e hipnotizantes imágenes, casi poéticas que posee, muy limpias y nítidas, un auténtico privilegio.
Max Schreck (el conde Orlok), es el actor más siniestro de la historia del cine, y por lo tanto, también el vampiro más perturbador (famélico, calvo, siniestro, absurdo, delgado, patético, terrorífico, huesudo, con dientes de conejo) que jamás se halla plasmado en una pantalla, su presencia hace que tus ojos no puedan dejar de mirarlo y te hiela la sangre, no se sabe de donde salió este tipo (no me extraña que dijeran que era un vampiro verdadero), es increíble.
No tengo nada más que añadir, un aplauso, un muchísimas gracias y fin de la historia.

Excelentísima obra maestra del séptimo arte, imperdible.