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4,1
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Acción. Thriller
Cuando la cumbre del G20 se ve asediada, la presidenta estadounidense Danielle Sutton se convierte en el objetivo número uno. Después de eludir la captura de los atacantes, debe ser más astuta que el enemigo para proteger a su familia, defender a su país y salvaguardar a los líderes mundiales.
12 de abril de 2025
12 de abril de 2025
8 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Amazon Prime Video sigue consolidando un curioso (y poco envidiable) nicho: el de las superproducciones sin alma. G20 es un ejemplo más de este fenómeno: una cinta que naufraga entre un guion plagado de incoherencias, metáforas fallidas y un tratamiento superficial de los conflictos que plantea.
Lo cierto es que G20 no se hace larga —algo que en estos tiempos ya es una virtud—, aunque hacia su tramo final comienza a volverse tediosa, víctima de su propia falta de dirección. El guion insiste en convertir a Estados Unidos en el único actor con capacidad de respuesta ante una crisis global. La seguridad de las demás potencias del G20 brilla por su ausencia, como si el resto del mundo estuviera allí solo para decorar un escenario diseñado exclusivamente para el lucimiento de la presidenta estadounidense.
Viola Davis, siempre solvente y poderosa, hace lo que puede con un personaje que no está a la altura de su talento. Las escenas de acción, por lo menos, están bien coreografiadas y ofrecen entretenimiento básico, aunque incluso ahí tropieza: el clímax incluye un momento Rambo tan innecesario como ridículo que rompe cualquier intento de verosimilitud o carga dramática.
Curiosamente, el que sí destaca es el villano interpretado por Antony Starr. Su personaje, aunque mal escrito como todo lo demás, tiene carisma, y Starr logra dotarlo de una presencia inquietante que casi compensa los agujeros del libreto. En cambio, el retrato del primer ministro del Reino Unido roza lo caricaturesco, y no creo que haya hecho mucha gracia.
G20 no es un desastre total —se deja ver, entretiene a ratos, y su factura técnica es competente—, pero sí representa otro paso en falso para una plataforma que parece más interesada en producir contenido que en contar buenas historias.
Lo cierto es que G20 no se hace larga —algo que en estos tiempos ya es una virtud—, aunque hacia su tramo final comienza a volverse tediosa, víctima de su propia falta de dirección. El guion insiste en convertir a Estados Unidos en el único actor con capacidad de respuesta ante una crisis global. La seguridad de las demás potencias del G20 brilla por su ausencia, como si el resto del mundo estuviera allí solo para decorar un escenario diseñado exclusivamente para el lucimiento de la presidenta estadounidense.
Viola Davis, siempre solvente y poderosa, hace lo que puede con un personaje que no está a la altura de su talento. Las escenas de acción, por lo menos, están bien coreografiadas y ofrecen entretenimiento básico, aunque incluso ahí tropieza: el clímax incluye un momento Rambo tan innecesario como ridículo que rompe cualquier intento de verosimilitud o carga dramática.
Curiosamente, el que sí destaca es el villano interpretado por Antony Starr. Su personaje, aunque mal escrito como todo lo demás, tiene carisma, y Starr logra dotarlo de una presencia inquietante que casi compensa los agujeros del libreto. En cambio, el retrato del primer ministro del Reino Unido roza lo caricaturesco, y no creo que haya hecho mucha gracia.
G20 no es un desastre total —se deja ver, entretiene a ratos, y su factura técnica es competente—, pero sí representa otro paso en falso para una plataforma que parece más interesada en producir contenido que en contar buenas historias.