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Críticas ordenadas por utilidad
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6,4
369
7
4 de abril de 2008
4 de abril de 2008
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bruno Dumont pone en marcha una delicada realización, tanto en su forma como en su fondo. A través de una serie de planos pausados, sin prisa, nos va conduciendo por un espacio indeterminadamente reciente hasta una románticamente fría relación entre una pareja de vecinos que sobrevive en la rutinaria vida diaria en la campiña francesa, tan inabarcable y aburrida como el rostro del protagonista. Esta anodina vida se verá alterada el día en que él sea llamado a filas, destinado a una batalla de la que nadie habla, intercambiando la cruda realidad cotidiana por el infierno de la guerra. Su aterradoramente humana experiencia allí será lo único que le permita aclarar sus alelados sentimientos.
Flandres es una historia de personajes, personajes que se hablan con la mirada (cuando lo que en realidad buscaban era, quizá, un no siempre sencillo “te quiero”), personajes que practican el sexo con la indiferencia absoluta de los animales, de unos personajes que sólo a través del sufrimiento y la ausencia confirmarán la imperiosa necesidad de poseerse, la necesidad de amor, porque, en el fondo, desde el momento en que el relato se divide con la marcha de él, son dos las historias de entereza las que se nos ofrecen: la sumisión atemorizada frente a la crueldad de la guerra de él y a la (a veces abusiva) crueldad de los que forman parte del entorno en la confusa vida de ella.
En definitiva, y como decía al comienzo, delicada realización de Bruno Dumont (experto en mostrar el drama humano), al menos tanto como su protagonista, maravillosamente interpretada por Adélaïde Leroux (inolvidable en éste su primer papel).
Precaución para vosotros, los fácilmente sensibles, hay algunas escenas que pueden dar cosica.
FIN.
Flandres es una historia de personajes, personajes que se hablan con la mirada (cuando lo que en realidad buscaban era, quizá, un no siempre sencillo “te quiero”), personajes que practican el sexo con la indiferencia absoluta de los animales, de unos personajes que sólo a través del sufrimiento y la ausencia confirmarán la imperiosa necesidad de poseerse, la necesidad de amor, porque, en el fondo, desde el momento en que el relato se divide con la marcha de él, son dos las historias de entereza las que se nos ofrecen: la sumisión atemorizada frente a la crueldad de la guerra de él y a la (a veces abusiva) crueldad de los que forman parte del entorno en la confusa vida de ella.
En definitiva, y como decía al comienzo, delicada realización de Bruno Dumont (experto en mostrar el drama humano), al menos tanto como su protagonista, maravillosamente interpretada por Adélaïde Leroux (inolvidable en éste su primer papel).
Precaución para vosotros, los fácilmente sensibles, hay algunas escenas que pueden dar cosica.
FIN.

6,0
326
5
4 de marzo de 2008
4 de marzo de 2008
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Austera incursión en el largometraje de Martín Rejtman con un retrato social que narra, con la misma parsimonia e inercia con que marca las horas el reloj del protagonista, las andanzas, muchas de ellas descalzo, de un joven muchacho que, tras serle afanada su motocicleta, tendrá que apañárselas para contrarrestar la pérdida.
Con una inexpresividad e insulsez absolutas, Lucio, el protagonista, y el que aparentemente es su único amigo tratan de paliar por separado el triste incidente en el que Lucio perdió su moto en un atraco y ante el que este solo reacciona en un primer momento, y de forma visible, rapándose la cabeza.
Escasos resultados obtendrá esta pareja protagonista que actúa con la misma desidia y desencanto que inundan las calles del barrio, en el que todos parecen haber perdido la fe en ningún tipo de amparo de las autoridades, donde el único discurso válido parece ser el hazlo tú mismo, y azarosamente salpicado por unos adolescentes aparentemente narcotizados, rapados frente a cualquier posibilidad de protesta (ni pretensiones de ello) e incapaces de ningún tipo de exteriorización social colectiva excepto para los videojuegos.
Una realidad completamente anestesiante.
Con una inexpresividad e insulsez absolutas, Lucio, el protagonista, y el que aparentemente es su único amigo tratan de paliar por separado el triste incidente en el que Lucio perdió su moto en un atraco y ante el que este solo reacciona en un primer momento, y de forma visible, rapándose la cabeza.
Escasos resultados obtendrá esta pareja protagonista que actúa con la misma desidia y desencanto que inundan las calles del barrio, en el que todos parecen haber perdido la fe en ningún tipo de amparo de las autoridades, donde el único discurso válido parece ser el hazlo tú mismo, y azarosamente salpicado por unos adolescentes aparentemente narcotizados, rapados frente a cualquier posibilidad de protesta (ni pretensiones de ello) e incapaces de ningún tipo de exteriorización social colectiva excepto para los videojuegos.
Una realidad completamente anestesiante.

7,3
86 378
4
12 de mayo de 2008
12 de mayo de 2008
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
[Hubiera querido escribir una crítica sobre esta película que dijese más o menos algo así: "Una clásica película en tres actos: previsible, aburrida y empalagosa. FIN"; pero, al parecer, esto no es posible en función de no sé qué criterios de validación, cosa más o menos, así que me plegaré a los preceptos de este fundamentalismo crítico y veremos qué sale].
"El Diario de Noa" es una ¿película? que se fundamenta en tres actos claramente diferenciados.
En primer lugar, PREVISIBILIDAD. A través de la típica historia del, en esta ocasión, chico de clase baja o muy baja que se enamora de la chica de clase alta o muy alta el relato va cayendo, uno tras otro, en todos los tópicos supuestamente románticos para que no quede ninguna duda de que lo que aquí se está contando es una historia de amor y, además, de las profundas.
Todo esto nos lleva al segundo acto, el ABURRIMIENTO, y casi muerte cerebral del espectador. Y poco más que decir.
Por si esto fuera poco, todo el conjunto está bañado por una idea de realismo mágico que le da un aspecto a este conglomerado algo más que EMPALAGOSO.
Así, tenemos un... espectacular (porque resulta realmente increíble hacer tanto y tan mal) diario que, por sus narcóticos efectos descritos, debe conformar lo que se ha venido en llamar "el auténtico sueño americano".
FIN.
"El Diario de Noa" es una ¿película? que se fundamenta en tres actos claramente diferenciados.
En primer lugar, PREVISIBILIDAD. A través de la típica historia del, en esta ocasión, chico de clase baja o muy baja que se enamora de la chica de clase alta o muy alta el relato va cayendo, uno tras otro, en todos los tópicos supuestamente románticos para que no quede ninguna duda de que lo que aquí se está contando es una historia de amor y, además, de las profundas.
Todo esto nos lleva al segundo acto, el ABURRIMIENTO, y casi muerte cerebral del espectador. Y poco más que decir.
Por si esto fuera poco, todo el conjunto está bañado por una idea de realismo mágico que le da un aspecto a este conglomerado algo más que EMPALAGOSO.
Así, tenemos un... espectacular (porque resulta realmente increíble hacer tanto y tan mal) diario que, por sus narcóticos efectos descritos, debe conformar lo que se ha venido en llamar "el auténtico sueño americano".
FIN.

7,3
6 907
6
22 de diciembre de 2008
22 de diciembre de 2008
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde mi consciente ignorancia habitualmente trato de afrontar este tipo de comentarios de un modo…, diré que académico, con información que pueda resultar útil para el lector potencial, pero pasaré por alto (sólo por esta vez) la, por otro lado, reconocida capacidad de Godard para construir esos perennes planos de la turgente Bardot aleteando desnuda en el mar de Capri o el leve trasfondo aleccionador del meta-discurso cinematográfico (excusa ésta para su personal homenaje a la figura de Fritz Lang) para hablar de lo que considero abarca el grueso de la película (aunque si a una película se le priva de sus caprichos estilísticos y se le extirpa su espíritu fundacional lo que nos quede puede que sea… ¿una película porno?).
En este ejercicio de casquería cinematográfica me llama la atención cómo anteriores demostraciones de la capacidad de esta generación de cineastas franceses para convertir el más mínimo conflicto sentimental en toda una vehemente oda al amor y el romanticismo se torna aquí en…, sí, desprecio. Porque Jean-Luc, creo que con este desencuentro amoroso te has pasado.
Personalmente, no acabo de comprender la actitud de unos personajes atrapados en unos cenagosos sentimientos que les impide respirar naturalidad.
Siguiendo los mismos pasos que provocan el distanciamiento de la pareja en tu relato he sufrido yo mi particular desengaño. En primer lugar, un contenido fervor personal; después, el frío distanciamiento para, finalmente, descubrir el desprecio. Una historia de amor así, tan virginal, tan cursi, tan inverosímil, es posible que sólo se encuentre en tu mente y, si llegase a producirse en el mundo real, sólo pediría que, por favor, se cuidase de no tornarse banal e inacabable.
No digo que me sorprenda la actitud de ella, al fin y al cabo es mujer y no puede evitar aferrarse a una insustancial situación que finalmente sólo le conduce a su propia insatisfacción personal, pero él, el obstinado marido, al menos podría haberse marchado a ver el fútbol mientras todo se calmaba, o se olvidaba (cosa esta más probable).
Ah, y todo esto Jean Luc, te lo digo sin acritud.
En cuanto a lo de valorar la película, no sé, ponedle un 6, por ejemplo.
FIN.
En este ejercicio de casquería cinematográfica me llama la atención cómo anteriores demostraciones de la capacidad de esta generación de cineastas franceses para convertir el más mínimo conflicto sentimental en toda una vehemente oda al amor y el romanticismo se torna aquí en…, sí, desprecio. Porque Jean-Luc, creo que con este desencuentro amoroso te has pasado.
Personalmente, no acabo de comprender la actitud de unos personajes atrapados en unos cenagosos sentimientos que les impide respirar naturalidad.
Siguiendo los mismos pasos que provocan el distanciamiento de la pareja en tu relato he sufrido yo mi particular desengaño. En primer lugar, un contenido fervor personal; después, el frío distanciamiento para, finalmente, descubrir el desprecio. Una historia de amor así, tan virginal, tan cursi, tan inverosímil, es posible que sólo se encuentre en tu mente y, si llegase a producirse en el mundo real, sólo pediría que, por favor, se cuidase de no tornarse banal e inacabable.
No digo que me sorprenda la actitud de ella, al fin y al cabo es mujer y no puede evitar aferrarse a una insustancial situación que finalmente sólo le conduce a su propia insatisfacción personal, pero él, el obstinado marido, al menos podría haberse marchado a ver el fútbol mientras todo se calmaba, o se olvidaba (cosa esta más probable).
Ah, y todo esto Jean Luc, te lo digo sin acritud.
En cuanto a lo de valorar la película, no sé, ponedle un 6, por ejemplo.
FIN.

7,3
4 181
7
1 de junio de 2007
1 de junio de 2007
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Henry Koster nos presenta esta fantasía en clave de comedia, sin pretensiones, para mayor gloria de su protagonista, un inconmensurable aunque comedido James Stewart en uno de esos papeles diseñados para «regalarse» un Oscar (si no se lo hubiera robado José Ferrer por su dramática «Cyrano de Bergerac»).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Elwood P. Dowd es un agradable y afectivo hombre con cerebro, personalidad y amigos que podría haberse creado una situación en la Sociedad (con ese mayúscula) si no fuera por su querencia al Martini y a un único propósito en la vida: el de sentirse reconfortado por gozar de la compañía de todo aquel que quiera compartir con él y su amigo Harvey sus esperanzas, sus desengaños, sus amores y sus odios mientras toman una copa.
Frente a él, una hermana (entrañable Josephine Hull oscarizada por este papel) que quiere encerrarlo porque su «loco» hermano tiene la mala costumbre de estropear, con su fantasiosa presencia, todas sus recepciones con la alta sociedad; una sobrina empecinada en encontrar (al parecer, bajo ningún criterio) un hombre que le quiera; y un grupo de psiquiatras (que no médicos) capaces de encerrar a cualquiera que se cruce en su camino descubrirán cuán difícil es diferir entre la (entrañable y bondadosa) locura y su (responsable y rutinaria) sensatez. Porque ¿y qué importa si Harvey es un conejo invisible de dos metros?
Frente a él, una hermana (entrañable Josephine Hull oscarizada por este papel) que quiere encerrarlo porque su «loco» hermano tiene la mala costumbre de estropear, con su fantasiosa presencia, todas sus recepciones con la alta sociedad; una sobrina empecinada en encontrar (al parecer, bajo ningún criterio) un hombre que le quiera; y un grupo de psiquiatras (que no médicos) capaces de encerrar a cualquiera que se cruce en su camino descubrirán cuán difícil es diferir entre la (entrañable y bondadosa) locura y su (responsable y rutinaria) sensatez. Porque ¿y qué importa si Harvey es un conejo invisible de dos metros?
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