Era yo un niño cuando vi esta peli por vez primera; pude entrar en la sala porque iba acompañado de mis padres y de mi hermana mayor ¡Una de mayores! -me dije. Y ahí estuve, todo el metraje disfrutando de Marlon Brando y Karl Malden que estaban inconmensurables. Y encima el western era el género que más me gustaba en cine.

La película estuvo al principio dirigida por Stanley Kubrick, dicen, y la acabó Brando al timón y además la firmó (ya nunca más dirigiría cine).

Excelente western de traiciones y venganzas. Quizá demasiado largo, pero de eso me di cuenta las veces que la vi posteriormente, pues la primera vez habría querido incluso más metraje. Con Brando atándose la mano para poder sostener el revólver y cargarse al pérfido Malden.

La cosa es así: después de un atraco a un banco, Johnny Río (Brando) es traicionado por Dad (Malden), su amigo y colega de correrías. Es apresado por la policía mexicana y permanece cinco años en la cárcel con la única idea de la venganza. Cuando queda libre busca a Dad, que se ha convertido en sheriff, esposo de una mujer mejicana (Jurado), que a su vez tiene una bonita hija (Pina Pellicer). Justamente, cuando Dad le presenta a su hijastra, Jonnhy queda encandilado, la seduce y ella queda embarazada.

Excelente reparto con un Brando sensacional, Karl Malden sembrado, la Jurado única y muy bien la bonita Pellicer. Un elenco sensacional y muy acorde con el filme.

Un western que tiene de todo: psicología, abstracciones, odio, imágenes de enorme fuerza y un gran afán de venganza. Como dice Palomo: “Sus barrocas imágenes suponen en su osadía un alarde tal que se le perdona el narcisismo".

A mí me encantó y siempre daré gracias a mis papis que, al igual que otras veces, me permitían acompañarlos a películas de las buenas como esta, películas para mayores, aunque yo apenas había cumplido los once años. Película que se me quedó grabada en la mente y en el corazón, igual que sus actores principales: Brando y Malden.