Adapta Polanski una obra de Arturo Pérez Reverte. Y lo hace con coproducción española también. Y actúa como coguionista Enrique Urbizu. Serían hechos para congratularse pues suponen la entrada del genial y monstruoso cineasta polaco en nuestra "paupérrima y dislocada" cinematografía. Pero, sin embargo, al bueno de Roman le ha salido una película que, sino llega a ser por su muy buena primera hora, quedaría para este admirador suyo catalogada ya como mediocre. Y es que la película se va empantanando y envarando lastimosamente desde una perspectiva inicial (cine de intriga terrorífica aderezado con las dosis habituales de perversidad polanskiana, amén de suponer un retorno de éste a sus juegos con el diablo como en la mítica "La semilla del diablo") hacia el batiburrillo inverosímil, desestructurado (¡qué guión tan mal hecho y qué mal explicada está la historia!) e inacabable en que deviene "La novena puerta". Tal es así que hasta los buenos actores parecen francamente despistados (Depp, ese magnífico e inteligente guapo "ex-oficial", pasa de estar convencido de lo que hace al principio a acabar de confundido e incrédulo como su personaje al final; Langella está desmelenado en un muy poco agraciado papel; Olin rebosa cierta sensualidad pero tampoco acaba de creerse ni de comprender lo que hace; Seigner, quién está todavía por ser una buena actriz, es quien mejor parada sale pese a unos abusivos primeros planos con los que nos regala su enamorado Polanski).
No me gusta esta película. Me ha decepcionado, y mucho. Que Polanski apenas pueda hacer un film correcto sobre temas recurrentes a su gran filmografía (el mal, la lujuria, el ansia de poder y dominación...), una película solo ligeramente superior a las memeces terroríficas de Craven y demás adláteres (desde otra perspectiva claro: allí dicen que es en plan broma; aquí diría que es en plan serio, cuando Polanski es la continuación de Buñuel en muchos aspectos) me parece un bagaje pobrísimo.