Hace mucho que me volví fan de The White Lotus, pero esta ha sido la primera temporada que he vivido semana a semana (aunque he tardado mucho en hacer la crítica, lo sé). Tal vez eso haya influido, pero creo que es mi temporada favorita de toda la serie.
Parece fácil que The White Lotus caiga en la repetición o la exageración, y de momento, en sus tres temporadas, no solo no lo ha hecho, sino que ha sorprendido con su imaginación. Mike White es un genio tanto en su faceta de escritor como en la de director, creador y showrunner. Esta tercera temporada alcanza un nivel de sátira social, política y económica aún más afilada y por momentos más que directa en comparación con sus predecesoras, y nunca se siente que haya perdido el rumbo o esté exagerando; tampoco cuando llegan los avisados momentos de violencia, locura y desenfreno. Unos momentos que está temporada llegan muy lejos, pero perfectamente enmarcados y ejecutados.
Mucho ayuda la química del reparto y los grupos de personajes que tenemos: familia rica llevada por finance bros algo desconectada de la realidad, trío de amigas aparentemente falsas entre ellas mismas, una pareja con una diferencia de edad considerable y algunas caras ya conocidas para los seguidores de la serie entre otros. Este variopinto grupo da pie a reflexiones, diálogos, momentos y en general tramas tremendamente adictivas. Si hay que destacar actores, me quedo con Carrie Coon, Patrick Schwarzenegger y Parker Posey.
Que no os engañen: en cuanto a ritmo no es más lenta que sus predecesoras, simplemente ahora la ve un público más general que ha visto del tirón las anteriores temporadas y que acostumbrado al consumo rápido de Netflix, no puede con el fuego lento de Mike White. Te enganchen más o menos sus tramas, el ritmo es el de siempre. Y se agradecen los dos capítulos de más.
En definitiva, la consagración definitiva de The White Lotus como una posible serie longeva y de Mike White como una de las más brillantes mentes en el audiovisual del momento.