Entrega del nuevo Capitán América que se queda como un buen pasarratos. No destaca en nada pero tampoco tiene tantos puntos oscuros como se le podría presuponer. Es cumplidora y entretenida, aúna las tramas de espionaje con la acción de superhéroes, pero no alcanza las cotas de la segunda o tercera entrega del Capitán América de Steve Rogers. Se hace hincapié en la fragilidad del heredero de este último, Sam Wilson, con el tema de que no use el suero del súper soldado, lo que le da al personaje algo más de humanidad o normalidad con respecto a los diferentes héroes que inundan el mundo del MCU. Y la trama es sencilla aunque parezca lo contrario.

Julius Onah (The Cloverfield Paradox) se pone tras las cámaras para dirigir con diligencia y suficiencia su primera película de gran presupuesto. No destaca, pero cumple lo que se le pide: buenas escenas de acción y tono correcto del drama que nos muestra. Además, hay un puñado de guiños cómicos que le dan cierta frescura al relato. En cuanto a los intérpretes, Anthony Mackie (Los Tres Reyes Malos) cumple con su nuevo rol, Danny Ramírez (Top Gun: Maverick), Shira Haas (Unorthodox), Carl Lumbly (Doctor Sueño), Giancarlo Esposito (The Mandalorian) o Tim Blake Nelson (As I Lay Dying) como villano de la función, secundan bien la acción sin muchas florituras. Pero quien destaca en general es Harrison Ford (El Fugitivo) que se mete en el bolsillo al espectador cada vez que aparece en pantalla.

Brave New World no es la panacea, pero es un buen aperitivo para lo que está por venir en el UCM (esperemos que sea bueno y se corrija el rumbo). No requiere mucho para entretener y la función es muy palomitera, siendo ideal para ver sin tener que pensar mucho. Cumplidora y con buenas escenas de acción que destacan sobre todo lo demás con la humanización del Capitán América como leit motiv de la subtrama personal.