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Voto de gonzafer85:
7

Voto de gonzafer85:
7
5,6
18.426
Comedia
Jon Martello (Joseph Gordon-Levitt), un joven adicto al sexo en general y al porno en particular, intenta ejercer algún tipo de control sobre sí mismo. Jon tiende a deshumanizarlo todo: su apartamento, su coche, su familia, su iglesia y las mujeres. Sin embargo, hasta los ligues más sofisticados no pueden compararse con el placer que obtiene viendo pornografía en su ordenador. Insatisfecho con su vida, decide cambiar. Gracias a la ... [+]
24 de diciembre de 2013
24 de diciembre de 2013
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Grata sorpresa la del joven Gordon-Levitt, director, escritor y protagonista de ‘Don Jon’. Ya desde las primeras imágenes uno sabe que no será la porquería que podría haber sido teniendo en cuenta título y póster, a partir de los cuales uno se imagina la típica comedia romántica donde un “Don Juan” encuentra el verdadero amor luego de noches y noches de sexo casual y desinteresado. Bueno, un poco tiene que ver con esto, pero el film explora además otros lugares de la temática amorosa. Lugares “comunes” por suerte; donde comunes no se refiere a las situaciones y tips en lo que caen muchas comedias románticas, sino lugares en los que caemos los espectadores en nuestra vida cotidiana, y sobre los que esta película nos puede hacer recordar, pensar y proyectar. Claro que, para que esto sea posible, son requisitos fundamentales de forma y contenido la sinceridad, el narrar con franqueza, sin pelos en la lengua y sin la inhibición popular respecto a ciertos temas. ‘Don Jon’ los cumple.
Y va más allá. Detrás de todo, también hay una descripción (subjetiva, como todas las descripciones) y hasta una (auto) crítica -si se quiere- de cómo vivimos en los tiempos que corren. Las primeras imágenes tienen que ver, no sólo con la adicción del personaje central, sino otra cuestión más de fondo: la deshumanización a partir de la cultura de la imagen. Tal vez esa pequeña edición sea chocante como inicio de una película, pero la verdad es que estamos invadidos permanentemente, a través de los medios de comunicación, por imágenes de ese estilo, donde se establecen los estereotipos “válidos” del momento. Y como casi todos nosotros hemos evolucionado a esponjas absorbentes de esas imágenes, probablemente nos sintamos miserables y disconformes con nosotros mismos y/o con nuestras parejas (hace no mucho escuchaba una reflexión sobre este tema del filósofo y ensayista José Pablo Feinmann, mientras presentaba su último libro ‘Filosofía política del poder mediático’, en el cual le dedica 250 páginas a la “hegemonía del culo como medio de dominación en la modernidad informática”). En relación a esto, en ‘Don Jon’ nos encontramos con un personaje que prefiere masturbarse mirando porno al sexo con una mujer de carne y hueso.
Actual, sincero y libre de tabúes, así es este film que, si bien necesita un público acorde, lo consigue más fácil de lo que muchos creerían. Probablemente, el público más “acorde” esté compuesto por personas debajo de una cierta edad (40 diría yo). Más específicamente, creo que la identificación y el disfrute máximo son para la porción masculina. De todas maneras, Gordon-Levitt no se limita a esto y, desde el sarcasmo, la ironía y una mirada ácida y autocrítica de la sociedad occidental, nos hace reír a todos con cuestiones que tienen que ver con las diferencias de género, las relaciones, la conquista, la idealización y la familia (y estas dos últimas, juntas, son dinamita, sobre todo en familias tradicionales y exigentes). Este es el costado más liviano de ‘Don Jon’, hasta que las cosas se van poniendo un poco más profundas cuando empezamos a escuchar el término “unilateralidad”. Y es un poco lo que va haciendo el film, no sólo por los temas que trata, sino por la manera en que lo hace y por las transformaciones que va sufriendo Jon: hay un pasaje paulatino pero evidente desde lo superfluo a lo profundo y desde lo “real-ficcional” a lo “real-real” (es interesante, meta textualmente, cuando habla sobre el cine y la pornografía).
Para terminar, me quedo con otra cuestión que me pareció muy acertada y divertida: el tratamiento ácido y sarcástico del director respecto al lugar de la iglesia en la familia occidental “religiosa”. No sólo es una gran puesta en escena de la hipocresía institucionalizada, sino que también es una genial exposición de lo absurdo de la institucionalización en sí misma y el sistema creado para que “funcione”. La estigmatización del sexo, y la confesión-absolución de pecados mediante una tabla de castigos (rezos del Padre Nuestro y Ave María) que tiene tanta lógica como la que se usa para calcular el impuesto a las ganancias.
www.quecinemirar.blogspot.com
Y va más allá. Detrás de todo, también hay una descripción (subjetiva, como todas las descripciones) y hasta una (auto) crítica -si se quiere- de cómo vivimos en los tiempos que corren. Las primeras imágenes tienen que ver, no sólo con la adicción del personaje central, sino otra cuestión más de fondo: la deshumanización a partir de la cultura de la imagen. Tal vez esa pequeña edición sea chocante como inicio de una película, pero la verdad es que estamos invadidos permanentemente, a través de los medios de comunicación, por imágenes de ese estilo, donde se establecen los estereotipos “válidos” del momento. Y como casi todos nosotros hemos evolucionado a esponjas absorbentes de esas imágenes, probablemente nos sintamos miserables y disconformes con nosotros mismos y/o con nuestras parejas (hace no mucho escuchaba una reflexión sobre este tema del filósofo y ensayista José Pablo Feinmann, mientras presentaba su último libro ‘Filosofía política del poder mediático’, en el cual le dedica 250 páginas a la “hegemonía del culo como medio de dominación en la modernidad informática”). En relación a esto, en ‘Don Jon’ nos encontramos con un personaje que prefiere masturbarse mirando porno al sexo con una mujer de carne y hueso.
Actual, sincero y libre de tabúes, así es este film que, si bien necesita un público acorde, lo consigue más fácil de lo que muchos creerían. Probablemente, el público más “acorde” esté compuesto por personas debajo de una cierta edad (40 diría yo). Más específicamente, creo que la identificación y el disfrute máximo son para la porción masculina. De todas maneras, Gordon-Levitt no se limita a esto y, desde el sarcasmo, la ironía y una mirada ácida y autocrítica de la sociedad occidental, nos hace reír a todos con cuestiones que tienen que ver con las diferencias de género, las relaciones, la conquista, la idealización y la familia (y estas dos últimas, juntas, son dinamita, sobre todo en familias tradicionales y exigentes). Este es el costado más liviano de ‘Don Jon’, hasta que las cosas se van poniendo un poco más profundas cuando empezamos a escuchar el término “unilateralidad”. Y es un poco lo que va haciendo el film, no sólo por los temas que trata, sino por la manera en que lo hace y por las transformaciones que va sufriendo Jon: hay un pasaje paulatino pero evidente desde lo superfluo a lo profundo y desde lo “real-ficcional” a lo “real-real” (es interesante, meta textualmente, cuando habla sobre el cine y la pornografía).
Para terminar, me quedo con otra cuestión que me pareció muy acertada y divertida: el tratamiento ácido y sarcástico del director respecto al lugar de la iglesia en la familia occidental “religiosa”. No sólo es una gran puesta en escena de la hipocresía institucionalizada, sino que también es una genial exposición de lo absurdo de la institucionalización en sí misma y el sistema creado para que “funcione”. La estigmatización del sexo, y la confesión-absolución de pecados mediante una tabla de castigos (rezos del Padre Nuestro y Ave María) que tiene tanta lógica como la que se usa para calcular el impuesto a las ganancias.
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