Haz click aquí para copiar la URL

La soledad del corredor de fondo

Drama Colin Smith es un joven de clase obrera que vive en los alrededores de Nottingham. Un día comete un robo en una panadería y es enviado a un reformatorio. Una vez allí empieza a correr, y gracias a sus cualidades como corredor de fondo va ganando puestos en la institución penitenciaria. Durante sus entrenamientos reflexiona sobre su vida anterior y empieza a comprender que se encuentra en una situación privilegiada. (FILMAFFINITY)
Críticas 51
Críticas ordenadas por utilidad
escribe tu crítica
9
12 de marzo de 2006
83 de 92 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producida y dirigida por Tony Richardson, es su tercer largo. Implicó la eclosión del "FreeCinema" en el RU, movimiento próximo a la "Nouvelle vague" francesa, pero de menor duración. Obtuvo el BAFTA al mejor actor principal debutante y el premio al mejor actor del Festival del Mar del Plata.

La acción tiene lugar en Nottingham y alrededores en 1961/62. Narra la historia de Colin Smith (Tom Courtenay), hijo de una familia obrera, el mayor de 4 hermanos, de 15/16 años, que ha vivido la experiencia traumática de la muerte dolorosa del padre y ha sufrido las penurias de la pobreza familiar, gestionada por una madre poco equilibrada y nada cariñosa. La obsesión de la madre por el dinero le lleva al robo y al Ruxton Towers Reformatory, que imparte una educación represiva y punitiva.

La película muestra la realidad de los menores infractores de los años 60; la inadecuación de los métodos de educación y socialización de los reformatorios; y los sentimientos de inconformismo y rebeldía que anida en los muchachos internos. Pese a la ubicación temporal de los hechos en los primeros 60, la película conserva su interés y su frescura en relación al momento actual, en el que muchos menores viven en situaciones de riesgo social. La narración de la historia es sólida, está bien construída y su realización es magnífica. El mundo interior de Colin se ve afectado por la pulsación de experiencias que han dejado en él huellas de dolor y desarrraigo, a causa de la pobreza y la desestructuración familiar, el desafecto de la madre, el egoismo del padastro, el maltrato psicológico y emocional del reformatorio, la arbitrariedad del director. La transgresión es para el chico una vía de obtención de lo que la sociedad le ha quitado, de compensación de la falta de comprensión y afecto que padece y de manifestación de su rebeldía contra la injusticia. No quiere privilegios: quiere lo que merece.

La música, de instrumentos de viento, sobre todo el clarinete, subraya la estridencia de los hechos que se exponen. La fotografía presenta en paralelo, mediante un brillante juego de flashbacks, el presente y los recuerdos del muchacho. Explora con lucidez el interior del reformatorio, el alma de los educadores, el conservadurismo del director, el liberalismo del nuevo educador, la utilización de Colin en provecho de la vanidad personal del director, etc. El guión construye una narración tensa, dramática y conmovedora de la historia de un muchacho que se rebela a la luz de una inteligencia superior a la media de su edad y de unas aptitudes físicas superiores. La interpretación de Tom Courtenay es magnífica y convincente. La dirección impone a la obra un fuerte ritmo, una gran coherencia narrativa y una profundidad psicológica inusual.

Película que mira hacia los problemas reales que afectan a los menores, sus causas y sus secuelas. En los 60 y ahora, la educación de los menores es obligación de todos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La rebeldía del muchacho alcanza el punto culminante cuando advierte que los halagos de que es beneficiario no se los dan por afecto, voluntad de apoyo, generosidad o justa correspondencia por lo que hace, sino por egoismo y vanidad.
9
16 de enero de 2010
43 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Colin Smith corre que se las pela. No en vano, nos dice, su familia tiene experiencia en salir huyendo de la policía. Tiene el tío, además, el perfil del buen fondista: es enjuto y espigado y tiene una poderosa zancada. Es cierto que bebe y fuma y que su estilo es claramente mejorable (bracea mucho y se tambalea tanto que da la impresión de que va a caerse de un momento a otro), pero esa fragilidad es sólo aparente, porque lo cierto es que el tío deja atrás a cualquiera y aguanta lo que le echen.

Colin, sin embargo, tiene un grave problema: no sabe hacia dónde correr. Sus piernas están preparadas, son fibrosas y resistentes, pero no tienen ningún lugar al que dirigirse. Colin no tiene meta alguna. No topa más que con muros. No hay expectativas. Su vida es un asco. Colin quema billetes porque el dinero no sirve para comprar lo que quiere, aunque no sabe lo que quiere. Roba coches y asalta panaderías en busca de una respuesta, pero la sociedad ignora sus preguntas y señala, en cambio, el camino del reformatorio: ahí, jovencito, aprenderás lo que es correcto, sabrás qué esperamos de ti, encontrarás una meta. Oh, y durante un tiempo la encuentra, es cierto que la encuentra: la meta es la libertad y el camino recorre la hermosa campiña inglesa a través de los bosques de Nottingham. Mírala, míra la meta, ahí está, corre, Colin, corre, ¿no oyes cómo vitorea la gente tu nombre? Sólo faltan unos metros, Colin, unos metros y la libertad, unos metros y el derecho a ser considerado un honrado y respetable ciudadano británico. Porque eso es lo que quieres, Colin, ¿verdad? Responde, Colin, decídete, ¿es eso lo que quieres, o no?

Tom Courtenay tenía 25 años cuando encarnó, brillantemente, al adolescente Colin Smith, pero ni esa aparente discordancia ni las chirriantes escenas en cámara rápida empañan la pervivencia de uno de los grandes clásicos del “free cinema” británico, que explora el conflicto entre una sociedad aparentemente plácida y sosegada y el malestar latente y la rebeldía de sus jóvenes, que no encuentran su sitio en un orden social represivo y autoritario, incapaz de entender y asimilar unas demandas que sobrepasan sus rígidas y anquilosadas estructuras. Mediante un uso ejemplar del flashback, que hace que ambas partes del relato encajen a la perfección, Tony Richardson narra con brío, sin sermones y con mucho sarcasmo, una historia de rebeldía que culmina en un desenlace de los que no se olvidan, pero que guarda también otros momentos memorables, como esa tediosa función teatral que acaba con los chicos del correccional cantando a pleno pulmón el poema “Jerusalem” de William Blake, el mismo que nada ociosamente suena también al final de la peli:

¡Traedme mi arco de oro ardiente!
¡Traedme mis flechas de deseo!
¡Traedme mi lanza! ¡Oh nubes, abríos!
¡Traedme mi carroza de fuego!
No cesaré en mi lucha mental,
Ni dormirá mi espada en mi mano
Mientras una nueva Jerusalén no hayamos construido
En la verde y placentera Inglaterra.
7
22 de noviembre de 2005
39 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran título, algo rimbombante pero muy sugestivo, y gran punto de partida. Contar una historia a través de la reconstrucción de hechos que hace un personaje mientras entrena para una carrera o en la propia carrera, como runner impenitente que soy, me parece una fantástica idea.

Richardson, a partir de esos elementos, plantea una historia de resistencias, rebeldías con causa y rechazo contra la escasez de oportunidades y esperanzas. El protagonista es uno de los “excluidos” por el conservador sistema establecido y se rebelará, en el intensísimo final, con un mero gesto algo obvio pero de potente simbología (mejor eso que liarse a tiros como en "If...." de Lindsay Anderson). La temática, por tanto, es la típica del Free cinema inglés, aquí centrándose en los reformatorios y en los problemáticos chicos de clase baja que no encontraban su sitio.

Algunos de los recursos estilísticos de esta cinta han quedado bastante obsoletos (el riesgo de las vanguardias) y la banda sonora está lejos de ser memorable (la música parece a veces de una peli de terror de serie b ¡de los 80!), pero la realización se mantiene a día de hoy como un ejemplo de película bien trazada, contada con talento y nervio.

Y es que Richardson, más allá de aspiraciones renovadoras, era un realizador bastante eficaz y su pulso acaba imponiéndose a cámaras rápidas, cortinillas con estrella y demás horteradas. La ejecución era lo suficientemente novedosa por sí misma como para apreciar su talento e intenciones. Desde ese punto de vista los travellings, los planos detalle, la a ratos frenética manera de mover la cámara, la forma en definitiva de construir visualmente la película es distinta al clasicismo hollywoodiense más reposado y, además, plenamente coherente con lo que se pretendía contar. No hacía falta rizar el rizo con esos elementos de barraca de feria, sobre todo porque no encajan en absoluto con el tono de la película. En todo caso y como se ha dicho, esos errores son anecdóticos y además comprensibles por la época y las aspiraciones de estos directores.
7
6 de octubre de 2011
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quisiera pedir perdón por adelantado si da la impresión de que me desvío un poco del tema, pero es que el título da pie a ello, es sencillamente precioso. Y es que, en efecto, yo de 'Free Cinema' y demás corrientes cinematográficas vengo a saber lo justo, que es ni más ni menos que lo que Filmaffinity me sopla si me diera por pinchar en cierta pestañita azul, también llamada enlace. Así, mis motivos para elegir ver esta película y no otra fueron puramente azarosos, una extraña sensación de que valdría la pena arriesgarse y lanzarse a la piscina, un antojo de embarazada, vamos. Lo cierto es que no me equivoqué, la cinta, a pesar de los diversos fallos (estilísticos y justificables) que tanto y tan bien se han enumerado en otras críticas, es buena. Cierto es también que su poesía es bastante liviana y no termina de inspirarme, pero que funciona por momentos y que su tratamiento es el correcto es innegable. El cine inglés es bastante fiable en ese sentido.

Ahora, volviendo al título... "La soledad del corredor de fondo"... Uau. No me digan que no es maravilloso, como he dicho. Y es que poco importa que uno no haya corrido en su vida, profesionalmente hablando, o que jamás haya sentido la llamada del podio, literalmente hablando, pues, si nos ponemos perroflautas con el uso del lenguaje, no creo que haya nadie que se libre de tener aspiraciones, de mayor o menor calado, qué más da, si al fin y al cabo las mejores batallas se libran en terrenos pequeños, donde un ligero traspiés te puede desmontar el circo. Temblemos. Del mismo modo, no creo que la soledad sea una característica sólo propia del que corre, buscando cruzar cierta línea blanca dibujada allá en el suelo, buscando apasionado sus aplausos, buscando reinventarse y huir de un pasado oscuro. No, definitivamente no hay que ser un marginado inglés de los 60 para conocer esas prisas por llegar a alguna parte, sin saber muy bien qué será lo que encontremos.

Decía que el título es precioso, y lo sigo repitiendo. Sigo repitiendo que todos somos corredores (sin calzado) de fondo (sin destino) y que más a menudo de lo que quisiéramos, estamos solos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Dependerá de cada uno el cómo rebelarse.
8
7 de diciembre de 2011
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras Melville, Truffaut, Godard, Rivette, Rohmer y Chabrol entre otros daban forma a la “Nouvelle Vague” francesa, en Inglaterra surgía un movimiento paralelo influído por ellos como respuesta de rebeldía ante la artificialidad narrativa de Hollywood y de la dramaturgia británica. Se caracterizaba por implementar una estética realista en el cine de ficción y documental ocupándose de lo cotidiano y del compromiso social ante los problemas de su tiempo. Nació en los años 50 del pasado siglo, su nombre era “Free Cinema” y su película más representativa pudo ser “La soledad del corredor de fondo” de Tony Richardson.

El joven Colin Smith es enviado a un reformatorio tras ser sorprendido robando en una panadería. Su habilidad como corredor de fondo le sitúa, dentro del reformatorio en una posición privilegiada, gracias a la cual realiza una reflexión que le lleva a considerarse como un joven afortunado.
Dentro del marco y la crítica social al que se adscribe, vista hoy resulta una película agradable de ver, entretenida y comprometida con su causa. Se acerca más al estilo de Truffaut o Godard, que a la sordidez del neorrealismo italiano. A pesar de su intención protestataria y rebelde, no deja de la idea del cine como arte o entretenimiento. Recuerda en algunos momentos al estilo de “Ascensor hacia el cadalso” (Ascenseur pour l'Echafaud, 1957) y “Banda aparte” (Bande á part, 1964).

Sus personajes se sienten vivos, realmente tienen algo que contar, su historia es importante y así nos lo hacen sentir. De esto se encarga Tony Richardson, con una dirección artesanal y una cámara vivaz y siempre en movimiento, que le aporta un ritmo dinámico y que gusta de jugar con la profundidad de campo y los sentimientos de los protagonistas.

La actuación de Tom Courtenay en el papel protagonista es memorable, por su habilidad para enfatizar estados de ánimo y las particularidades propias del personaje. Se siente identificado con su personaje de una forma muy especial.

La fotografía en blanco y negro fundida con la climatología típica inglesa, hace de la pantalla un paisaje cinematográfico tremendamente evocador, con aroma a cine clásico, en contraposición a su naturaleza vanguardista.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El trabajo de montaje que gusta de juegos temporales a modo de flashbacks es magnífico, por el ritmo y la cadencia y por su interés narrativo y explicativo del personaje.

Los planos generales cámara en mano son ejemplos claros de esa pretendida ruptura con el orden cinematográfico preestablecido y el entendimiento del cine como un arte tan complejo como libre. La belleza de algunos de esos planos generales en contraposición a la sociedad decadente y tradicionalista que retrata le proporciona una belleza original y diferente. Esa idea de libertad se refleja en cada plano y en cada secuencia formalmente y en cada gesto y frase de un protagonista magníficamente interpretado. Otra cuestión muy distinta sería la de compartir las opiniones y sensibilidades vertidas en una narración puramente liberal. Los valores que rezuma la historia quedan explicados y justificados únicamente bajo la perspectiva de su situación geográfica y temporal, pero que podrían unirse de forma absolutamente lógica con su hermana de sangre, la nouvelle vague.

El uso de recursos como la cámara rápida con música discordante y cómica, le hace perder una seriedad, que creo habría potenciado todas las ideas que plantea. Sin embargo se deja llevar por la pura rebeldía cinematográfica. Esta diferencia patente con la crudeza de la nouvelle vague, hace de la corriente francesa un exponente precisamente de rebeldía bastante más poderoso artística y socialmente.

Navega con agilidad y ritmo entre el drama carcelario, la comedia, el policiaco y el cine social en una fusión de géneros que hace de ella un estilo de cine ácrata que amo profundamente.
En ciertos puntos analiza cualquier revolución social, como un pretexto para que sus líderes de cualquier tipo adquieran los mayores privilegios posibles, cosa que comparto salvo en contadas excepciones. Habla de la hipocresía del poder establecido, así como de los que se rebelan contra ella, con el pretexto de crear un nuevo “orden preestablecido”, idea que me atrae profundamente.
El final de la película cumple con todas nuestras expectativas y hace que este complicado viaje merezca la pena. Es sencillamente espectacular.

El jazz de John Addison le ofrece unas texturas muy agradables, a esos paisajes de campo bajo cielos grises. Mezclado temas más sobrios de clarinete y trompeta, con piezas para orquesta, se presenta por momentos, intensa y dinámica y por momentos llena de excentricidad y comicidad, pero siempre reafirma la idea de las escenas, como plantean los cánones estéticos.

Su carácter transgresor estará siempre vigente y le proporcionará su merecido lugar en la historia, pero sus ideas políticas le privarán de ser en esencia lo que la corriente a la que pertenece predicaba en su sentido más literal, “Free Cinema”. Aún así es por derecho propio un clásico del cine europeo que merece la revisión de cualquiera que guste del séptimo arte.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here

    Últimas películas visitadas
    Malibu High
    1979
    Irvin Berwick
    4,5
    (27)
    Años felices
    1950
    William A. Wellman
    6,2
    (58)
    Phil Spector (TV)
    2013
    David Mamet
    5,6
    (1.255)
    Being Mary Jane (Serie de TV)
    2013
    Mara Brock Akil (Creadora) ...
    Cuerpo de élite
    1989
    Nick Broomfield
    The First Death of Joana
    2021
    Cristiane Oliveira
    6,1
    (28)
    Chaika the Coffin Princess (Serie de TV)
    2014
    Sôichi Masui
    6,3
    (56)
    Still Human
    2018
    Oliver Chan
    Volveremos a vernos (Miniserie de TV)
    1989
    Charles Jarrott
    5,2
    (32)
    A las cinco de la tarde
    2003
    Samira Makhmalbaf
    6,4
    (878)
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para