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Un día de furia

Drama En Los Ángeles, durante una jornada especialmente agobiante a causa del calor y del colapso del tráfico, de repente, un ciudadano normal se rebela de manera violenta y destructiva contra todo lo que lo rodea. Bill Foster (Michael Douglas) no es más que un hombre corriente que supera como puede las frustraciones de cada día y que lo único que quiere es regresar a casa. Un oficial del departamento de policía (Robert Duvall) intentará ... [+]
Críticas 128
Críticas ordenadas por utilidad
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8
19 de noviembre de 2007
156 de 168 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera hora de la mañana. Hora punta, para más detalle. Un calor abrasador. Deduzco que no hay aire acondicionado en el coche. Viste camisa y corbata, peinado corto, casi militar y unas gafas de montura negra que le dan un cierto aire intelectual. Está en un monumental atasco en la autovía. Pudiera pensarse que va a trabajar, pero no trabaja desde hace un mes. Él sólo quiere volver a casa... y se lo están impidiendo. ¿Quién? Todos. A su manera. La verdad, no es una opción muy inteligente cruzarse en su camino. Hoy tiene un día "tonto". Un día de esos en los que una mala contestación puede hacerle perder los pocos nervios que le quedan. Y no tarda en perderlos. D-FENS.

Esta es la primera impresión que tengo cuando veo los tres primeros minutos de la película. Michael Douglas no dice nada. Y aún así, lo dice todo.

No quiero desvelar demasiado de la trama, sólo que es una película que prefiere dar mensajes.

Douglas interpreta a un hombre que lo ha perdido todo por culpa, en parte, de una especial propensión que siente hacia la violencia. Es curioso, pero nunca me pareció el personaje más violento de la película. Su furia es, digamos, "defensiva". Es su forma de responder a la violencia que late en cada esquina de la calle. Su forma de vengarse de la sociedad que le ha educado.

La película plantea diversas situaciones en las que Douglas tiene oportunidad de despertar el demonio que lleva dentro, demostrando ser víctima y monstruo a la vez, mientras siembra el caos por toda la ciudad atrayendo tras su pista a un peculiar investigador de la policía que está en su último día de trabajo (Robert Duvall).

La recomiendo en general. Creo que es una película que merece ser vista, ya no sólo por la gran actuación de Michael Douglas, sino por las memorables secuencias que tienen lugar a lo largo del metraje (véase lo que puede hacer un maníaco en una hamburguesería con una TEC-9). Y repito, ojo a su mensaje. Sería un 10 si no tuviera un final tan convencional.

"Nos educan para ser astronautas, sin que nadie nos diga que cuando estemos al otro lado de la luna, estaremos incomunicados".
7
5 de marzo de 2008
137 de 178 usuarios han encontrado esta crítica útil
-La furia de Michael Douglas. O mejor la de Bill Foster (alias D-Fens) contra los problemas de una sociedad demasiado loca. Y es que el personaje te cautiva de principio a fin. Se necesitan muchos tipos así en el mundo y con ese valor. Hablando del filme, lo consideraría una obra maestra absoluta. No hay palabras. En lo más profundo de nuestro corazón siempre estará el loco de Foster aterrorizando a hamburgueserías para que le sirvan el menú del desayuno.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
-Hay momentos que pasarán a la historia del cine: los ataques de Foster.

·La pelea con los navajeros y la posterior venganza de éstos.
·El asesinato del vendedor de armas de fuego.
·El tiroteo en la hamburguesería (uno de los momentos más divertidos).
·La pelea con los viejos en el campo de golf.
·Cuando bombardea la carretera.
·Y que no decir del final, ya mítico. El duelo del sheriff Pendergrast contra el forajido Foster, estilo western. En el fondo nos da pena que se nos muera.
7
20 de agosto de 2009
108 de 130 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía un calor desquiciante. Salí de mi casa, al aparcamiento, 1) coger el coche 2) conducir en hora punta 3) Imaginarme decapitando al cerdo impotente que se empeña en mantener su puto BMW de mierda a menos de dos centímetros de mi coche. Pero después de todo, como todas las jodidas mañanas, llegué al curro, miré a la cara del hijo de la gran puta de mi jefe, a la cara-comadreja de mi compañero de mesa, les dije "buenos días" mientras sostenía el puto vaso de café de mierda con el que todos los días me quemo las mismas putas yemas de los dedos; crucé el pasillo y la zorra inútil que se tira a mi jefe me preguntó si no me importaría "hacerme cargo de...". Oh, claro que no me importa, idiota, al igual que no me importaría echarte este puto café hirviendo que sabe a bilis a tu cara de guarra. Pero no lo hago, sonrío, asiento, como todas las putas mañanas, como todos los putos días de mi puta vida. Odio sonreír, odio dar los buenos días, odio mi vida, odio a mi mujer, odio a mi hija, odio mi trabajo y al mundo y lo que voy a hacer hoy, por fin, es acabar, no con todo, sino CON TODOS. El calor es insoportable y así seguirá siendo durante todo el verano: pero no voy a esperar a que lleguen las tormentas. Yo soy la tormenta.

Y recorrí los mismos caminos de siempre, hablé con las mismas personas, comí en el mismo MacDonald's, pero la diferencia es que en mi manso maletín de oficinista llevaba el apocalipsis y sabía que la regla número uno del apocalipsis era que yo también sucumbiría, pero no antes de resarcirme y cuando al final de todo sonreía como un guerrero de antaño sentado sobre una pila de cadáveres, sólo tuve un único pensamiento, pase lo que pase al terminar el día, siempre lo recordaré como el único instante de mi vida en que hice lo que de verdad me salió de los cojones.
6
29 de abril de 2009
76 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
De no ser por el sentido común, tan prudente él, nuestro Bill Foster interno asomaría las narices día sí, día también. Y dan ganas. Uno trata de pasearse por la vida a su rollo y no puede ser. A cada pocos pasos se tropieza con un sistema de carácter corrupto, o a menor escala, con sujetos dispersos merecedores de la mala uva que encierra el ya mencionado Foster de dentro del propio yo. Pero como pocas veces se deja escapar, cuando el cúmulo de putaditas diarias encuentran una grieta en la coraza, siempre, o casi siempre, acaba pagando el pato quien no debiera. Por ello será que en "Un día de furia" nos aliamos de inmediato con Bill. Él representa las agallas bien dirigidas que no tenemos. Esas mismas con las que dirías; -me marcho del mundo, pero lo hago con las botas puestas-. Y claro que sí. Si no te gusta una mala mirada responde con la fuerza. Y si quieres una hamburguesa como la de la foto, qué coño: exígela.


Para rozar la perfección, a Un día de furia le sobran minutos de Robert Duvall y le faltan de Michael Douglas. Desde el minuto uno se intuye que el comisario será quien ponga fin al barullo. ¿Pero es necesario que nos traguemos su vida durante el 50% de la película?... no, hombre, no; no queremos. Bill Foster es tan cojonudo que se apetece él y tan sólo él en todo momento. Y este buen poli, corta el ritmo metiendo los bigotes donde no lo llaman. Que para ser del departamento de robo mucho por saco da, ya que mi amigo Foster no le roba a nadie.

Aun así, en definitiva, se trata de una interesante película que todos deberíamos guardar en nuestra dvdteca, para ponerla, a modo aliento, en la previa de un ajuste de cuentas.
7
29 de enero de 2009
75 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
Igual que existe la canción protesta, voy a practicar la crítica protesta:
Para los usuarios que lean esto y no vivan en Madrid, tal vez el título no les diga nada. Los demás… espero que sí se hagan una idea.
Los Ayuntamientos son esas instituciones que dedican todos sus esfuerzos en dar por saco al sufrido ciudadano. Pero este hombre ya es que se pasa, va a acabar con la cordura de todo el mundo. Desde que sales de tu casa por la mañana para ir a currar, hasta que vuelves por la noche te está tocando los (…. depende del sexo de cada cual) Y aún ya en casa, el tío sigue… que si ahora le tienes que pagar un impuesto nuevo para que te recojan la basura…
Toda esta bonita introducción me sirve para dar a entender lo realmente razonable que me parece el personaje de Douglas y todas sus reacciones. Porque hay un día en el ya no puedes más… A este hombre le tocan la moral los atascos y el aspecto real de las hamburguesas, tan diferente a el que tienen en la foto. A mí me tocan la moral los socavones en el asfalto, tener que pagar un pastón por dejar el coche aparcado en la puta calle, y que al ir andando por la acera te juegues un esguince, tal es el estado deplorable en que se encuentran. Y encima quiere ser olímpico… ojalá te pillara Michael Douglas, ojalá, megalómano de mierda.
….También diré que la peli me gusta mucho. Rara vez un personaje me genera tanta empatía.

Nota personal: Dedicado a Nacho, con cariño.
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