Las chicas del balcón
2024 

5,5
83
18 de marzo de 2025
18 de marzo de 2025
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres jovenes marsellesas, aburridas como ostras, pasan los días espiando vecinos desde su balcón, su pasión, juzgar vidas ajenas, pero lo que empieza como un reality show cutre se convierte en un Black Mirror low cost cuando una fiesta con vino barato y verdades incómodas se les va de las manos.
El giro de comedia a thriller es como un chapuzón en una piscina vacía, te golpeas, pero al menos despiertas, eso sí, el guion no desarrolla del todo las subtramas.
Noémie Merlant dirige como si estuviera probando, planos fijos que encuadran la decadencia barrial, colores cálidos que huelen a crema solar rancia y un calor tan palpable que hasta el espectador busca el ventilador.
La cámara es una cuarta compañera de piso, cotilla, curiosa y con mala leche, pero cuando el tono vira hacia el terror, la transición es tan brusca como pasar de un meme a un jumpscare. Acierta en crear claustrofobia pero a medida que avanza la cinta pierde ritmo.
Las protagonistas son el alma de la película, chispeantes, caóticas y con una química que salva hasta los diálogos más flojos, actúan como si llevaran toda la vida compartiendo piso y secretos, se roban miradas, se interrumpen y se ríen de sus propios desastres. El resto de personajes son figurantes de lujo que parecen sacados de un catálogo de personajes random.
La fotografía captura el asfixiante verano marsellés con tonos anaranjados que hacen sudar hasta a las paredes. La banda sonora es como la playlist de una fiesta fallida, pero el montaje es lo que más falla, en la comedia, fluye, en el thriller, tropieza.
Es una película que sabe mezclar humor negro y tensión, aunque su desarrollo no siempre mantiene el equilibrio.
Es una opción recomendable para quienes disfrutan de comedias con un toque de thriller y sátira social, aunque su giro hacia el terror podría haber sido mejor aprovechado.
El giro de comedia a thriller es como un chapuzón en una piscina vacía, te golpeas, pero al menos despiertas, eso sí, el guion no desarrolla del todo las subtramas.
Noémie Merlant dirige como si estuviera probando, planos fijos que encuadran la decadencia barrial, colores cálidos que huelen a crema solar rancia y un calor tan palpable que hasta el espectador busca el ventilador.
La cámara es una cuarta compañera de piso, cotilla, curiosa y con mala leche, pero cuando el tono vira hacia el terror, la transición es tan brusca como pasar de un meme a un jumpscare. Acierta en crear claustrofobia pero a medida que avanza la cinta pierde ritmo.
Las protagonistas son el alma de la película, chispeantes, caóticas y con una química que salva hasta los diálogos más flojos, actúan como si llevaran toda la vida compartiendo piso y secretos, se roban miradas, se interrumpen y se ríen de sus propios desastres. El resto de personajes son figurantes de lujo que parecen sacados de un catálogo de personajes random.
La fotografía captura el asfixiante verano marsellés con tonos anaranjados que hacen sudar hasta a las paredes. La banda sonora es como la playlist de una fiesta fallida, pero el montaje es lo que más falla, en la comedia, fluye, en el thriller, tropieza.
Es una película que sabe mezclar humor negro y tensión, aunque su desarrollo no siempre mantiene el equilibrio.
Es una opción recomendable para quienes disfrutan de comedias con un toque de thriller y sátira social, aunque su giro hacia el terror podría haber sido mejor aprovechado.
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