La muchacha de las bragas de oro
1980 

4,6
1.095
25 de febrero de 2016
25 de febrero de 2016
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al estar la película basada en la novela de Juan Marsé, ocurre lo de siempre en estos casos: que es imposible que la primera abarque todo lo que se describe en la segunda. No es nada nuevo, pasa con todas y cada una de las adaptaciones al cine de textos literarios, incluidas las más famosas, como "2001, una odisea del espacio" (salvando los espacios intergalácticos siderales que separaban a Kubrick de Aranda, por supuesto, no es que pretenda compararles).
O sea, que la adaptación cinematográfica tiene que ser necesariamente parcial y muy esquemática, metiendo continuamente a la novela no ya la tijera, sino la guadaña de podar. Y para eso hay que elegir por donde quieres ir, si por lo más íntimo y sustancial o por lo más fácil y comercial. En el 95% de los casos el director/productor eligen lo comercial, faltaría más.
Esta no es una excepción: aprovechando el muy sonoro título y los innegables encantos físicos de una jovencísima Victoria Abril (19 añitos), el calentorro director nos regala unos desnudos de la siempre deshinibida criatura realmente atractivos, nada groseros sino bastante conseguidos. Incluidas las bragas de purpurina pintadas, por supuesto (y es que eso del "body paint" tan de moda ahora entre los fotógrafos de las top-models, esta ya inventado hace mucho). Pero desnudos aparte, Victoria Abril demuestra que ya era una buena actriz a esa edad, notable interpretación.
Y además está la historia del viejo escritor, muy bien interpretado por Lautaro Murúa, con sus neuras, sus recuerdos, sus fustraciones y sus pequeñas ilusiones. Trama que no se puede calificar de márginal ni de relleno, que el director lleva con eficacia, bien desarrollada en paralelo, con puntos convergentes, aunque supeditada a la erótica. Ambas se complementan bien.
Poco más que citar, porque lo de la amiga muda, papel interpretado por la mediocre Perla Vonasek (actriz de tan corta como olvidable carrera) mejor ni comentarlo. Si acaso mencionar a Hilda Vera, que cumple bien con su papel secundario.
En resumen, película interesante que sin ser una obra maestra, ni mucho menos, sí que es mejor de lo que muchos dicen. Merece la pena conocerla.
O sea, que la adaptación cinematográfica tiene que ser necesariamente parcial y muy esquemática, metiendo continuamente a la novela no ya la tijera, sino la guadaña de podar. Y para eso hay que elegir por donde quieres ir, si por lo más íntimo y sustancial o por lo más fácil y comercial. En el 95% de los casos el director/productor eligen lo comercial, faltaría más.
Esta no es una excepción: aprovechando el muy sonoro título y los innegables encantos físicos de una jovencísima Victoria Abril (19 añitos), el calentorro director nos regala unos desnudos de la siempre deshinibida criatura realmente atractivos, nada groseros sino bastante conseguidos. Incluidas las bragas de purpurina pintadas, por supuesto (y es que eso del "body paint" tan de moda ahora entre los fotógrafos de las top-models, esta ya inventado hace mucho). Pero desnudos aparte, Victoria Abril demuestra que ya era una buena actriz a esa edad, notable interpretación.
Y además está la historia del viejo escritor, muy bien interpretado por Lautaro Murúa, con sus neuras, sus recuerdos, sus fustraciones y sus pequeñas ilusiones. Trama que no se puede calificar de márginal ni de relleno, que el director lleva con eficacia, bien desarrollada en paralelo, con puntos convergentes, aunque supeditada a la erótica. Ambas se complementan bien.
Poco más que citar, porque lo de la amiga muda, papel interpretado por la mediocre Perla Vonasek (actriz de tan corta como olvidable carrera) mejor ni comentarlo. Si acaso mencionar a Hilda Vera, que cumple bien con su papel secundario.
En resumen, película interesante que sin ser una obra maestra, ni mucho menos, sí que es mejor de lo que muchos dicen. Merece la pena conocerla.
19 de julio de 2013
19 de julio de 2013
26 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo peor no es tener ni idea de cómo titular una novela, lo peor es no saber qué contar cuando el autor tiene un ataque de melancolía y se pone a escribir.
Cuando se pretende contar una historia de argumento pretencioso los personajes son clave. En el caso del protagonista, un hombre de edad madura que va a escribir un libro sobre su pasado, no es un personaje con el suficiente carisma como para aguantar todo el argumento. Las referencias a su pasado no funcionan. Algún espectador puede encontrar una implicación pero el tema de la postguerra y por otro lado, el atractivo de Victoria Abril desnudándose a cada rato como punto fuerte del guión, no es suficiente para una película.
Trata de la relación del escritor con su sobrina, una muchacha de aires liberales que es en realidad una muchacha absolutamente artificial, como sus bragas. Una típica muchacha idealizada que nace del pensamiento de un escritor maduro (en este caso Juan Marsé), construye el tipo de mujer que desearía para él, una muchacha joven, revolucionaria y dispuesta a mantener relaciones con un hombre maduro, incluyendo en el lote a su propio tío llegado el caso, y plasma de fondo el erotismo objeto del deseo.
Hay que obviar la novela porque no tiene nada que ver leerse una novela para ver si una película es buena o mala, eso lo primero. Lo segundo es que también se puede obviar el entramado de referencias políticas a las que nos remiten. Las referencias políticas de la inmediata postguerra no implican la conciencia de los personajes lo más mínimo por tanto, la del espectador menos. Queda ridículo todo.
El caso es que sin quererlo el actor crea a un personaje hueco totalmente, sin temperamento ni carácter, que si cayera muerto en un momento de la película causaría indiferencia total, la misma que si se volviera a levantar. En una escena se echa en la cama con su sobrina, el guión desea crear un personaje de una tolerancia sobrevenida pero al mismo tiempo quiere parecer un hombre íntegro sin ninguna mala intención cuando la verdad es que ya ha quedado como un imbécil, evidentemente tenía que haber rechazado a su sobrina para no terminar siendo un personaje manso del orden de los borregos, que es en lo que se queda definitivamente. Su actitud implica el resultado de la película. Quiere ser transgresora y es meramente anodina.
Es evidente que mucho antes se descubre la estupidez del argumento, apenas en los primeros minutos ya se ve de que va todo. Así es que el actor y su personaje no transmiten nada, un poco el snob y la melancolía inmensa que padece no sabemos por qué.
Victoria Abril se desnuda muy bien, lo hace muy bien con una buena actuación. Insisto en que su personaje es más artificial incluso que el de su amiga la mongólica que toca la flauta. Nada más que decir, lo de las bragas de oro no sé de qué va. Ni interesa. He aguantado bastante y eso que no trago a Victoria Abril, aunque la admiro.
Cuando se pretende contar una historia de argumento pretencioso los personajes son clave. En el caso del protagonista, un hombre de edad madura que va a escribir un libro sobre su pasado, no es un personaje con el suficiente carisma como para aguantar todo el argumento. Las referencias a su pasado no funcionan. Algún espectador puede encontrar una implicación pero el tema de la postguerra y por otro lado, el atractivo de Victoria Abril desnudándose a cada rato como punto fuerte del guión, no es suficiente para una película.
Trata de la relación del escritor con su sobrina, una muchacha de aires liberales que es en realidad una muchacha absolutamente artificial, como sus bragas. Una típica muchacha idealizada que nace del pensamiento de un escritor maduro (en este caso Juan Marsé), construye el tipo de mujer que desearía para él, una muchacha joven, revolucionaria y dispuesta a mantener relaciones con un hombre maduro, incluyendo en el lote a su propio tío llegado el caso, y plasma de fondo el erotismo objeto del deseo.
Hay que obviar la novela porque no tiene nada que ver leerse una novela para ver si una película es buena o mala, eso lo primero. Lo segundo es que también se puede obviar el entramado de referencias políticas a las que nos remiten. Las referencias políticas de la inmediata postguerra no implican la conciencia de los personajes lo más mínimo por tanto, la del espectador menos. Queda ridículo todo.
El caso es que sin quererlo el actor crea a un personaje hueco totalmente, sin temperamento ni carácter, que si cayera muerto en un momento de la película causaría indiferencia total, la misma que si se volviera a levantar. En una escena se echa en la cama con su sobrina, el guión desea crear un personaje de una tolerancia sobrevenida pero al mismo tiempo quiere parecer un hombre íntegro sin ninguna mala intención cuando la verdad es que ya ha quedado como un imbécil, evidentemente tenía que haber rechazado a su sobrina para no terminar siendo un personaje manso del orden de los borregos, que es en lo que se queda definitivamente. Su actitud implica el resultado de la película. Quiere ser transgresora y es meramente anodina.
Es evidente que mucho antes se descubre la estupidez del argumento, apenas en los primeros minutos ya se ve de que va todo. Así es que el actor y su personaje no transmiten nada, un poco el snob y la melancolía inmensa que padece no sabemos por qué.
Victoria Abril se desnuda muy bien, lo hace muy bien con una buena actuación. Insisto en que su personaje es más artificial incluso que el de su amiga la mongólica que toca la flauta. Nada más que decir, lo de las bragas de oro no sé de qué va. Ni interesa. He aguantado bastante y eso que no trago a Victoria Abril, aunque la admiro.
17 de noviembre de 2014
17 de noviembre de 2014
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una coproducción entre España y Venezuela, y lleva al cine una novela del escritor Juan Marsé, reuniendo nada menos que a Victoria Abril con Lautaro Murúa, uno de los actores más interesantes del cine argentino. Murúa interpreta a un escritor ya entrado en años que escribe sus memorias, a lo cual le ayuda su sobrina. En la película se contrapone constantemente el pasado -el del escritor, el de la España de los años 40 y 50- con el presente, situado ya en plena democracia. A los desnudos y provocaciones de la joven interpretada por Abril se contraponen los recuerdos del personaje de Murúa.
Es un film denso, lento, que reflexiona sobre las trampas que hay en el acto de recordar, en la memoria, así como sobre la relación entre pasado y presente, a un nivel tanto individual como colectivo. No es de lo peor de Aranda, aunque aquí ya se vislumbra su cine de viejo verde, que tanto cultivaría más adelante. Murúa está doblado, para que su personaje sea creíble como escritor español; aunque, al menos, está muy bien doblado.
Es un film denso, lento, que reflexiona sobre las trampas que hay en el acto de recordar, en la memoria, así como sobre la relación entre pasado y presente, a un nivel tanto individual como colectivo. No es de lo peor de Aranda, aunque aquí ya se vislumbra su cine de viejo verde, que tanto cultivaría más adelante. Murúa está doblado, para que su personaje sea creíble como escritor español; aunque, al menos, está muy bien doblado.
20 de junio de 2024
20 de junio de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nueva (e imperecedera) musa de Vicente Aranda se metía de nuevo en la cabeza del director, y en la de cualquier espectador que la contemple, sin más coartadas de concienciación y reivindicación LGBT -por la que seguramente hoy la habrían cosido a críticas de intrusismo o apropiación por no ser trans de verdad- que las de su relación con (ella/él) Perla Vonasek compartiendo sustancias y cama mientras Abril cura el enmustiamiento a su tío en la ficción -el actor y cineasta chilenoargentino Lautaro Murúa-, un viejo burgués y solitario, un pelín cambiacasaca -"agotado el tiempo de los ideales, llegó el de los grandes negocios"- que se autorecluye entregado a sus memorias de culebrón y enredos sentimentales en el bando nacional.
Un drama erótico de mimbres rohmerianos con la ecuación de un artista bohemio de pasado falangista: la denuncia y lectura política nunca están de más, para que no parezca solamente una peli de darle al manubrio o con la falta de poesía que Juan Marsé achacaba a las adaptaciones cinematográficas arandinas de su obra.
Para Abril el magnetismo es una cosa que le viene de fábrica y le ocurre un poco lo que a su curiosa, inocente (de mirada al menos) y perspicaz rastreadora de trenes y líbidos durmientes con la ropa interior cuando está pegándose un remojón veraniego capturada por la viva y luminosa fotografía de Jose Luis Alcaine en una ducha improvisada de patio con jardín.
"- Me pregunto si hay algo que no hagas con esas bragas.
- Y yo te respondo que aunque quisiera no puedo quitármelas, están pegadas".
Tanto Juan Marsé -autor de la novela- como su musa por entonces destemplada y risueña (como no lo estaría en otras ocasiones para Aranda) desembarcan en su filmografía para no desaparecer nunca del todo durante tres décadas.
Apunte a pie de página: 45 años han pasado y todavía no he visto a nadie que le extraiga tanta alquimia fotogénica a la mezcla "pelo mojado, fumar como una carretera" como Victoria la Grande (su estatura es lo de menos).
Un drama erótico de mimbres rohmerianos con la ecuación de un artista bohemio de pasado falangista: la denuncia y lectura política nunca están de más, para que no parezca solamente una peli de darle al manubrio o con la falta de poesía que Juan Marsé achacaba a las adaptaciones cinematográficas arandinas de su obra.
Para Abril el magnetismo es una cosa que le viene de fábrica y le ocurre un poco lo que a su curiosa, inocente (de mirada al menos) y perspicaz rastreadora de trenes y líbidos durmientes con la ropa interior cuando está pegándose un remojón veraniego capturada por la viva y luminosa fotografía de Jose Luis Alcaine en una ducha improvisada de patio con jardín.
"- Me pregunto si hay algo que no hagas con esas bragas.
- Y yo te respondo que aunque quisiera no puedo quitármelas, están pegadas".
Tanto Juan Marsé -autor de la novela- como su musa por entonces destemplada y risueña (como no lo estaría en otras ocasiones para Aranda) desembarcan en su filmografía para no desaparecer nunca del todo durante tres décadas.
Apunte a pie de página: 45 años han pasado y todavía no he visto a nadie que le extraiga tanta alquimia fotogénica a la mezcla "pelo mojado, fumar como una carretera" como Victoria la Grande (su estatura es lo de menos).
5 de diciembre de 2023
5 de diciembre de 2023
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Interesante obra que relata la vida de un maduro escritor, aislado del mundo. Buenas interpretaciones, o no interpretaciones.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La debacle temporal de un escritor le lleva a imaginarse su propia vida, mientras escribe recordando fragmentos de lo vivido.
Lo vivido atormenta más que lo sentido, la sobrina-hija, el hermano-padre, la amante-alcahueta de su propia hija, la esposa-infiel.
Cada uno de los dualismos va limando aristas hasta conformar el prisma de una vida guardada en los cajones; con libros que solo tienen polvo y memorias que nunca serán recuerdos. Perder-ganar, suicidarse-drogarse en Ibiza.
Lo vivido atormenta más que lo sentido, la sobrina-hija, el hermano-padre, la amante-alcahueta de su propia hija, la esposa-infiel.
Cada uno de los dualismos va limando aristas hasta conformar el prisma de una vida guardada en los cajones; con libros que solo tienen polvo y memorias que nunca serán recuerdos. Perder-ganar, suicidarse-drogarse en Ibiza.
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