A Different Man
2024 

6,6
1.974
Thriller. Comedia
El ambicioso actor neoyorquino Edward se somete a una intervención quirúrgica radical para transformar drásticamente su aspecto. Como resultado, muchas cosas cambian en su vida y, sin embargo, todo sigue perturbadoramente igual. Aunque haya cambiado exteriormente y pueda empezar una nueva vida, sigue siendo quien es y no quien quiere ser. Entonces se pierde el papel de su vida y su nuevo rostro de ensueño se convierte en una pesadilla. (FILMAFFINITY) [+]
9 de noviembre de 2024
9 de noviembre de 2024
20 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un poco de sinopsis primero.
El director y guionista Aaron Schimberg nos presenta a Edward, un hombre diferente, nos muestra el día a día al que tiene que hacer frente debido a la enfermedad que padece, su cara se encuentra invadida por tumores desfigurando completamente su rostro.
Edward, interpretado por Sebastian Stan, se presta a probar un nuevo fármaco con la esperanza de que los beneficios superen a los riesgos, esperanza que se ve consumada. Ahora el espectador será testigo de como Edward afronta esta nueva y prometedora etapa.
Poco más puedo contar, lo haré en zona spoiler junto con alguna reflexión.
Técnicamente la peli está bien, algo que no es ninguna novedad en el cine actual.
Lo más destacable, sin duda, es lo que llamaríamos la banda sonora. No toda, seguramente, pero hay una pieza que, entre otros momentos, podréis disfrutar sobre el minuto 24 de metraje cuando Edward está sentado en el parque y ve a una pareja pasar anhelando él la posibilidad de poder experimentar algo así, y seguidamente centra su atención en un mimo. Pues bien, esa pieza es absolutamente perfecta para la película y concretamente para esta escena que comento, maravillosa.
En resumen, una cinta diferente, inevitablemente algo desagradable, que, con buenas actuaciones, se deja ver pero con varios comportamientos por parte de los personajes difíciles de creer o entender.
A ver si otras críticas arrojan más luz porque yo me he quedado medio a oscuras.
Un 6, INTERESANTE, como mucho y ya va bien.
Saludos y gracias por la atención.
El director y guionista Aaron Schimberg nos presenta a Edward, un hombre diferente, nos muestra el día a día al que tiene que hacer frente debido a la enfermedad que padece, su cara se encuentra invadida por tumores desfigurando completamente su rostro.
Edward, interpretado por Sebastian Stan, se presta a probar un nuevo fármaco con la esperanza de que los beneficios superen a los riesgos, esperanza que se ve consumada. Ahora el espectador será testigo de como Edward afronta esta nueva y prometedora etapa.
Poco más puedo contar, lo haré en zona spoiler junto con alguna reflexión.
Técnicamente la peli está bien, algo que no es ninguna novedad en el cine actual.
Lo más destacable, sin duda, es lo que llamaríamos la banda sonora. No toda, seguramente, pero hay una pieza que, entre otros momentos, podréis disfrutar sobre el minuto 24 de metraje cuando Edward está sentado en el parque y ve a una pareja pasar anhelando él la posibilidad de poder experimentar algo así, y seguidamente centra su atención en un mimo. Pues bien, esa pieza es absolutamente perfecta para la película y concretamente para esta escena que comento, maravillosa.
En resumen, una cinta diferente, inevitablemente algo desagradable, que, con buenas actuaciones, se deja ver pero con varios comportamientos por parte de los personajes difíciles de creer o entender.
A ver si otras críticas arrojan más luz porque yo me he quedado medio a oscuras.
Un 6, INTERESANTE, como mucho y ya va bien.
Saludos y gracias por la atención.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Vamos a ver, me parece bien que Edward decida que Edward murió y ahora será Guy, pero lo que no es creíble, de ninguna de las maneras, es que Ingrid no lo reconozca solo porque tiene una nueva cara, y además se pone la máscara en la obra, no se, no me cuadra, quizás me he perdido algo.
Y menos creíble todavía que Ingrid, que conocía a Edward y se supone que lo da por muerto o desaparecido, no se sorprenda cuando aparece en escena Oswald, que es idéntico a Edward pero no es Edward sino Oswald, yo no acabo de pillarlo, para mi esto hace flojear muchísimo a una cinta con una primera parte interesante.
Todavía si cabe menos creíble aún es el comportamiento de las chicas, babeando, respecto a Oswald mostrándonos a Guy, que es Edward, completamente abatido, rencoroso, celoso.
Supongo que, entre otras cosas, la peli quiere hacernos reflexionar sobre que lo importante es la actitud más allá de la apariencia. Bueno, eso ayuda pero no te lo compro.
También entiendo que reflexiona sobre que todos llevamos una careta, vemos a esa pareja pasear por el parque y al poquito que avanza la cinta vemos que él se ha suicidado, parecía tan feliz paseando con su chica por el parque. Ok, esto si te lo compro.
Y luego la escena final donde vemos a otra Ingrid, pues que no lo pillo.
Otra vez saludos.
Y menos creíble todavía que Ingrid, que conocía a Edward y se supone que lo da por muerto o desaparecido, no se sorprenda cuando aparece en escena Oswald, que es idéntico a Edward pero no es Edward sino Oswald, yo no acabo de pillarlo, para mi esto hace flojear muchísimo a una cinta con una primera parte interesante.
Todavía si cabe menos creíble aún es el comportamiento de las chicas, babeando, respecto a Oswald mostrándonos a Guy, que es Edward, completamente abatido, rencoroso, celoso.
Supongo que, entre otras cosas, la peli quiere hacernos reflexionar sobre que lo importante es la actitud más allá de la apariencia. Bueno, eso ayuda pero no te lo compro.
También entiendo que reflexiona sobre que todos llevamos una careta, vemos a esa pareja pasear por el parque y al poquito que avanza la cinta vemos que él se ha suicidado, parecía tan feliz paseando con su chica por el parque. Ok, esto si te lo compro.
Y luego la escena final donde vemos a otra Ingrid, pues que no lo pillo.
Otra vez saludos.
8 de diciembre de 2024
8 de diciembre de 2024
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Edward (Sebastian Stan), padece neurofibromatosis, una enfermedad que deforma el rostro de las personas afectadas. Podemos imaginar lo que esto supone para su desenvolvimiento personal y social. Por eso mismo, también podemos suponer lo que significaría que un tratamiento experimental lo curara de repente. Sus relaciones personales, incluidas las afectivas, su afición al teatro, cambiarían completamente. Sería la posibilidad de ser “otro”, de iniciar una nueva vida y alcanzar el éxito y la felicidad. Pero a veces no es así.
Edward (Sebastian Stan) vive con su enfermedad que le deforma el rostro en un apartamento de Nueva York, un tanto destartalado, acorde con sus limitados ingresos. La llegada de una nueva vecina, Ingrid (Renata Reinsve), más allá de una buena relación de vecindad, supondrá para Edward un estímulo, no solo emocional, también vocacional, pues Ingrid es dramaturga y directora teatral y Edward se plantea ser actor.
En ese momento de su vida las investigaciones que se realizan sobre su enfermedad le proporcionan la ocasión de hacer de cobaya humana de un medicamento que puede curarla. Los resultados positivos del tratamiento le permitirán recuperar el rostro que pudo llegar a tener antes de que se desarrollara su enfermedad, de poder volver ver en el espejo a aquel que pudo ser.
La decisión que toma Edward no deja de sorprendernos (habría qua estar en su pellejo), puesto que no es reaparecer con su nuevo rostro, el que pudo ser el suyo antes de la enfermedad, sino convertirse en “otra” persona, e iniciar una nueva biografía, cambiando de nombre, de vivienda y de barrio. Decide dar un corte radical con “aquel otro”, con un pasado que considera una pesadilla. No ha sido el hombre elefante de la película homónima de David Lynch (estamos en otro siglo), pero ha sufrido el aislamiento y la soledad que suponen las enfermedades que afectan a la normalidad, a la belleza, que suponen ser visto como un monstruo, como una bestia (aunque hayamos aprendido a disimular), como en "La bella y la bestia" (1946) de Jean Cocteau: solo la magia del amor, el milagro farmacéutico en este caso, pueden transformar a la bestia en un ser humano. El cuento es viejo, la realidad siguen siendo la que es.
En esa nueva vida Edward va a reanudar su afición al teatro y lo hará, a propósito, en el teatro donde Ingrid está ensayando una obra sobre ese vecino que desapareció de repente y que tenía una enfermedad que le deformaba el rostro. Edward (al que su antigua vecina no reconoce con su nueva cara) intentará como sea ser elegido para representar ese papel, y aceptará ponerse una máscara para poder hacerlo con realismo. La vuelta de tuerca es completa.
Aaron Schimberg ha escrito un guion que explora los giros imprevistos e indeseados de una cadena de decisiones. Las piezas de este rompecabezas van encajando y provocando, a veces, momentos de cierta hilaridad. El humor, a veces negro, es un bálsamo, una forma de evitar lo dramático o lo solemne al tratar estos asuntos. Sobre todo cuando, en un giro copernicano, quien aparece en las vidas de Edward e Ingrid y, por tanto, en los ensayos de la pieza teatral, es Oswald (Adan Pearson), una persona con neurofibromatosis real (el personaje y el actor) que con su saber hacer y su encanto personal supone una competencia para Edward, tanto en la asignación del papel principal como en su enamoramiento por Ingrid.
Más allá de estos giros ingeniosos, bien hilados en el desarrollo de la trama, hay toda una reflexión en torno a la sobrevalorada apariencia externa y a la dictadura del canon de la imagen propia impecable. En contrate total (esa dictadura de la imagen), con el valor real de la personalidad, con ese saber estar y saber hacer que se va labrando cada cual en la vida. El cambio de nombre, de rostro de Edward no supone (viene a decirnos este cuento moral) un cambio de personalidad. Oswald, encarnado por un actor, Adan Pearson, con su rostro real deformado por la neurofibromatosis, parece un candidato más adecuado ante quien solo porta una máscara, aparte de que entra en el corazón de las personas que le rodean con su buen carácter, su labia y su encanto.
La película obtuvo el premio al Mejor guion en Sitges, y Sebastian Sten el Oso de Plata a la mejor interpretación. Unos reconocimientos pertinentes. Como lo es el trabajo excelente de Renate Reinsve en "La tutoría" de Halfdan Ullmann y del mismo Adam Pearson, en el elenco de una de las películas independientes estadounidenses más notables de este año. Adam Schimberg en "Chained for Life" (2018), ya trató el asunto de la aceptación o rechazo a las personas con neurofibrlmatosis, donde también participaba el actor Adam Pearson.
Edward (Sebastian Stan) vive con su enfermedad que le deforma el rostro en un apartamento de Nueva York, un tanto destartalado, acorde con sus limitados ingresos. La llegada de una nueva vecina, Ingrid (Renata Reinsve), más allá de una buena relación de vecindad, supondrá para Edward un estímulo, no solo emocional, también vocacional, pues Ingrid es dramaturga y directora teatral y Edward se plantea ser actor.
En ese momento de su vida las investigaciones que se realizan sobre su enfermedad le proporcionan la ocasión de hacer de cobaya humana de un medicamento que puede curarla. Los resultados positivos del tratamiento le permitirán recuperar el rostro que pudo llegar a tener antes de que se desarrollara su enfermedad, de poder volver ver en el espejo a aquel que pudo ser.
La decisión que toma Edward no deja de sorprendernos (habría qua estar en su pellejo), puesto que no es reaparecer con su nuevo rostro, el que pudo ser el suyo antes de la enfermedad, sino convertirse en “otra” persona, e iniciar una nueva biografía, cambiando de nombre, de vivienda y de barrio. Decide dar un corte radical con “aquel otro”, con un pasado que considera una pesadilla. No ha sido el hombre elefante de la película homónima de David Lynch (estamos en otro siglo), pero ha sufrido el aislamiento y la soledad que suponen las enfermedades que afectan a la normalidad, a la belleza, que suponen ser visto como un monstruo, como una bestia (aunque hayamos aprendido a disimular), como en "La bella y la bestia" (1946) de Jean Cocteau: solo la magia del amor, el milagro farmacéutico en este caso, pueden transformar a la bestia en un ser humano. El cuento es viejo, la realidad siguen siendo la que es.
En esa nueva vida Edward va a reanudar su afición al teatro y lo hará, a propósito, en el teatro donde Ingrid está ensayando una obra sobre ese vecino que desapareció de repente y que tenía una enfermedad que le deformaba el rostro. Edward (al que su antigua vecina no reconoce con su nueva cara) intentará como sea ser elegido para representar ese papel, y aceptará ponerse una máscara para poder hacerlo con realismo. La vuelta de tuerca es completa.
Aaron Schimberg ha escrito un guion que explora los giros imprevistos e indeseados de una cadena de decisiones. Las piezas de este rompecabezas van encajando y provocando, a veces, momentos de cierta hilaridad. El humor, a veces negro, es un bálsamo, una forma de evitar lo dramático o lo solemne al tratar estos asuntos. Sobre todo cuando, en un giro copernicano, quien aparece en las vidas de Edward e Ingrid y, por tanto, en los ensayos de la pieza teatral, es Oswald (Adan Pearson), una persona con neurofibromatosis real (el personaje y el actor) que con su saber hacer y su encanto personal supone una competencia para Edward, tanto en la asignación del papel principal como en su enamoramiento por Ingrid.
Más allá de estos giros ingeniosos, bien hilados en el desarrollo de la trama, hay toda una reflexión en torno a la sobrevalorada apariencia externa y a la dictadura del canon de la imagen propia impecable. En contrate total (esa dictadura de la imagen), con el valor real de la personalidad, con ese saber estar y saber hacer que se va labrando cada cual en la vida. El cambio de nombre, de rostro de Edward no supone (viene a decirnos este cuento moral) un cambio de personalidad. Oswald, encarnado por un actor, Adan Pearson, con su rostro real deformado por la neurofibromatosis, parece un candidato más adecuado ante quien solo porta una máscara, aparte de que entra en el corazón de las personas que le rodean con su buen carácter, su labia y su encanto.
La película obtuvo el premio al Mejor guion en Sitges, y Sebastian Sten el Oso de Plata a la mejor interpretación. Unos reconocimientos pertinentes. Como lo es el trabajo excelente de Renate Reinsve en "La tutoría" de Halfdan Ullmann y del mismo Adam Pearson, en el elenco de una de las películas independientes estadounidenses más notables de este año. Adam Schimberg en "Chained for Life" (2018), ya trató el asunto de la aceptación o rechazo a las personas con neurofibrlmatosis, donde también participaba el actor Adam Pearson.
7 de noviembre de 2024
7 de noviembre de 2024
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy curiosa cinta que combina diversos géneros, como el fantástico, el drama y la intriga.
Y el realizador y guionista, Aaron Schimberg lo hace de forma netamente personal, llevando su historia, extraña, sugestiva, hacia caminos nada trillados en el cine actual, aunque bebe de ciertos realizadores que también tienen, como él, un universo propio.
Precedido de diversos premios en festivales tan consolidados como la Berlinale y nuestro Sitges, a mí me ha parecido sumamente atrayente e interesante, pero sobre todo en su, digamos, primera mitad, aquella donde el protagonista se somete a la intervención y cambia su rostro, que no su personalidad.
Esta primera parte me ha sido incluso apasionante en ciertos tramos, entretenida y sugerente.
Sin embargo, su segunda mitad, con ser, quizás, más importante que la primera me ha parecido distante, no he podido, como se dice hoy en día, cogerle el punto.
Es por ello que la considero irregular, aunque tiene numerosos elementos positivos, como las estupendas interpretaciones (sin duda la mejor interpretación de Sebastian Stan por ahora), un inteligente humor más bien negro en ocasiones y en otro irónico, y la sutil dirección. Pero no me ha llenado y me ha dejado una sensación extraña al finalizar su visión. Quizás la sorpresa del argumento, quizás... no sé.
https://filmsencajatonta2.blogspot.com/
Y el realizador y guionista, Aaron Schimberg lo hace de forma netamente personal, llevando su historia, extraña, sugestiva, hacia caminos nada trillados en el cine actual, aunque bebe de ciertos realizadores que también tienen, como él, un universo propio.
Precedido de diversos premios en festivales tan consolidados como la Berlinale y nuestro Sitges, a mí me ha parecido sumamente atrayente e interesante, pero sobre todo en su, digamos, primera mitad, aquella donde el protagonista se somete a la intervención y cambia su rostro, que no su personalidad.
Esta primera parte me ha sido incluso apasionante en ciertos tramos, entretenida y sugerente.
Sin embargo, su segunda mitad, con ser, quizás, más importante que la primera me ha parecido distante, no he podido, como se dice hoy en día, cogerle el punto.
Es por ello que la considero irregular, aunque tiene numerosos elementos positivos, como las estupendas interpretaciones (sin duda la mejor interpretación de Sebastian Stan por ahora), un inteligente humor más bien negro en ocasiones y en otro irónico, y la sutil dirección. Pero no me ha llenado y me ha dejado una sensación extraña al finalizar su visión. Quizás la sorpresa del argumento, quizás... no sé.
https://filmsencajatonta2.blogspot.com/
15 de octubre de 2024
15 de octubre de 2024
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un drama psicológico estupendo con toques de humor negro y en ciertos momentos incómoda de ver, ya que su protagonista padece neurofibromatosis, una condición que desfigura su rostro (un magnífico maquillaje, ya que el actor Sebastián Stan está debajo de las prótesis), no así la del actor Adam Pearson que luce su verdadera cara desfigurada, ya que padece de esta enfermedad genética (En el film «Under the skin» de 2013 dirigida por Jonathan Glazer aparecía es una secuencia junto a Scarlett Johansson).
Edward es una persona frustrada con su vida, porque su rostro le limita para desempeñar cualquier trabajo y le impide relacionarse con los demás, ya que su aspecto causa rechazo. Cuando le proponen un procedimiento experimental para arreglarle el rostro, acepta sin dudar. Tras la operación adopta una nueva identidad con el nombre de Guy y ve como su mundo cambia radicalmente. Pero cuando su antigua vecina Ingrid (Renate Reinsve) que es dramaturga y había entablado cierta amistad contándole sus penurias, va a llevar al teatro una obra contando su vida, se obsesionara en que tiene que protagonizarla él… Sin embargo, nadie sabe que Guy fue Edward.
Una buena reflexión sobre la identidad de cada persona y como puede influir un cambio radical en nuestras vidas al cambiar nuestro aspecto físico, todo un acierto del director Aaron Schimberg, el cual nos ofrece esta curiosa historia de transformación, ya que está tan de moda las cirugías plásticas de la cara para rejuvenecer y que en muchos casos resulta desastrosa.
Un film desconcertante que va más allá de un simple drama que inquieta mucho al espectador y que dará que hablar por su estética visual y por como la sociedad juzga a las personas por su aspecto.
Producida por A24, una productora independiente que se caracteriza por guiones atrevidos, provocativos y audaces, alejándose de los parámetros del cine comercial con películas arriesgadas interesantísimas.
Destino Arrakis.com
Edward es una persona frustrada con su vida, porque su rostro le limita para desempeñar cualquier trabajo y le impide relacionarse con los demás, ya que su aspecto causa rechazo. Cuando le proponen un procedimiento experimental para arreglarle el rostro, acepta sin dudar. Tras la operación adopta una nueva identidad con el nombre de Guy y ve como su mundo cambia radicalmente. Pero cuando su antigua vecina Ingrid (Renate Reinsve) que es dramaturga y había entablado cierta amistad contándole sus penurias, va a llevar al teatro una obra contando su vida, se obsesionara en que tiene que protagonizarla él… Sin embargo, nadie sabe que Guy fue Edward.
Una buena reflexión sobre la identidad de cada persona y como puede influir un cambio radical en nuestras vidas al cambiar nuestro aspecto físico, todo un acierto del director Aaron Schimberg, el cual nos ofrece esta curiosa historia de transformación, ya que está tan de moda las cirugías plásticas de la cara para rejuvenecer y que en muchos casos resulta desastrosa.
Un film desconcertante que va más allá de un simple drama que inquieta mucho al espectador y que dará que hablar por su estética visual y por como la sociedad juzga a las personas por su aspecto.
Producida por A24, una productora independiente que se caracteriza por guiones atrevidos, provocativos y audaces, alejándose de los parámetros del cine comercial con películas arriesgadas interesantísimas.
Destino Arrakis.com
8 de octubre de 2024
8 de octubre de 2024
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que las producciones de A24, posiblemente, sean de lo más interesante que se realiza a día de hoy, nos es ningún secreto. Como tampoco lo es que esta tendencia va de más a menos y de menos a menos.
Es en ese menos del menos donde yo ubicaría ‘A different man’. Y esto, básicamente, sería así porque en las dos dimensiones donde su director y guionista, Aaron Schimberg, trata de contarnos esta historia con su moraleja vista, revista y revisitada decenas de veces, no termina de encontrar esos gatillos que disparen en el espectador el aviso que separa la dimensión kafkiana, incluso kaufmankiana, si se quiere, de la evidente moraleja que se desprende de la película en su forma más clara y superficial. En este sentido, la cinta va a cara descubierta. Ni tan siquiera cuando se pone la máscara puede ‘ocultar sus defectos’, quedando en evidencia así su descarada pretensión.
A pesar de todo esto, agradezco el ingenio y humor al introducir en el segundo acto al personaje de Oswald.
Es en ese menos del menos donde yo ubicaría ‘A different man’. Y esto, básicamente, sería así porque en las dos dimensiones donde su director y guionista, Aaron Schimberg, trata de contarnos esta historia con su moraleja vista, revista y revisitada decenas de veces, no termina de encontrar esos gatillos que disparen en el espectador el aviso que separa la dimensión kafkiana, incluso kaufmankiana, si se quiere, de la evidente moraleja que se desprende de la película en su forma más clara y superficial. En este sentido, la cinta va a cara descubierta. Ni tan siquiera cuando se pone la máscara puede ‘ocultar sus defectos’, quedando en evidencia así su descarada pretensión.
A pesar de todo esto, agradezco el ingenio y humor al introducir en el segundo acto al personaje de Oswald.
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