Hater
2020 

6,3
4.434
29 de julio de 2020
29 de julio de 2020
42 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me produce sentimientos encontrados porque encuentro que como película me ha emocionado en el peor de los sentidos de la palabra. Te produce impotencia, tristeza, pero también comprensión porque crea unos personajes veraces y con historias detrás que les conforman tal como son en el presente.
Como thriller, lleva bien la tensión, y como experiencia audiovisual es muy intensa y una apuesta innovadora que me recuerda a "Parásitos". La forma con la que es percibida la pobreza a ojos de la clase alta, y el asco que provoca en las clases más bajas que puede hacer que alguien en las condiciones adecuadas (o mejor dicho, inadecuadas) llegue al límite de lo imaginable.
La recomendaría para personas que no sean muy impresionables y que sientan curiosidad por el desarrollo de enfermedades mentales o, mejor dicho, de rasgos psicopáticos, a lo largo de la experiencia vital.
Como thriller, lleva bien la tensión, y como experiencia audiovisual es muy intensa y una apuesta innovadora que me recuerda a "Parásitos". La forma con la que es percibida la pobreza a ojos de la clase alta, y el asco que provoca en las clases más bajas que puede hacer que alguien en las condiciones adecuadas (o mejor dicho, inadecuadas) llegue al límite de lo imaginable.
La recomendaría para personas que no sean muy impresionables y que sientan curiosidad por el desarrollo de enfermedades mentales o, mejor dicho, de rasgos psicopáticos, a lo largo de la experiencia vital.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo que menos me gusta de la película es cómo en una época en la que el fenómeno AMOK es cada vez más popular en las culturas occidentalizadas, se siga dando la imagen de éxito o héroe al final de la película en aquellos que lo perpetran (o en este caso, lo organizan). Considero que el guionista podría haber hecho una mejor labor social ahondando más en la infelicidad real del protagonista pre y post atentado, más que en el éxito superfluo que representa que se le viene al protagonista al final de la película.
1 de agosto de 2020
1 de agosto de 2020
33 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
De reciente estreno en plataformas digitales, la película polaca Sala samobójców. Hejter – Hater (2020), del director Jan Komasa, muestra como las campañas de rencor por redes sociales pueden llegar demasiado lejos.
Por Nicolás Bianchi
Si bien Hater nunca abandona el tono de un drama se podría decir que la película consiste en la construcción de un villano. Se trata de la transformación del joven estudiante de derecho Tomasz Giemsa (Maciej Musialowski), que luego de ser expulsado de la universidad comienza una ascendente carrera en una empresa de marketing digital.
Komasa introduce dinámicamente en el primer acto tres elementos fundamentales que van a ser las vigas de su narrativa. Primero la personalidad de su protagonista. El film abre con Tomasz frente a dos directivos de la facultad de Derecho que le informan que está expulsado por plagiar un trabajo de investigación. El personaje primero intenta defenderse al decir que no es una falta tan grave (‘me olvidé de poner las comillas’), luego apela a la lástima ya que fuerza el llanto y, por último, cuando asume que la decisión es irreversible, le pide a una profesora que le autografíe el libro ya que, según dice, se trata de una gran influencia para él. O sea, se lleva algo que le puede ser útil más adelante. Amoralidad, pragmatismo y control de sus emociones.
El segundo elemento presente en el film es la derechización de la política y la sociedad. Luego de salir de la universidad Tomasz tiene pactada una reunión familiar a la que su prima, la también joven Gabi (Vanessa Alexander) llega retrasada por una manifestación de extrema derecha que, en las calles de Varsovia, pide por una ‘Europa blanca´ y sin inmigrantes ni islam. El tercer componente es la tecnología. Tomasz es un muchacho del interior rural de Polonia y estudia gracias a la ayuda de sus tíos que aportan algo de dinero. Los Krasucka, esta rama de la familia, es parte de una elite cultural urbana progresista que mira a Tomasz con cierta desconfianza. Cuando el personaje deja el hogar luego de la reunión deja allí un celular olvidado a propósito para grabar la conversación posterior a su salida, por el cual confirma que sus engolados tíos y la prima por la que él siente más que afecto lo menosprecian.
Tomasz es osado, ambicioso y no tiene reparos morales. Es, por lo tanto, un gran candidato para crecer en la empresa de marketing digital que comanda Beata (Agata Kulesza). Su primer éxito es una campaña diseñada a base de usuarios falsos y fotos trucadas para atacar un producto bebible que promociona una influencer del fitness. Con esa medalla en su chaqueta da el próximo paso. Beata le asigna el combate de la campaña del candidato progresista a la alcadía de Varsovia, que justamente sus tíos y primos también apoyan.
Komasa lleva el relato a una escala de oscuridad y violencia que por momentos se descontrola. El trabajo en horas extras, el esfuerzo, el hacer lo que sea por prosperar, todos mantras neoliberales, jerga de recurso humanos, que atraviesan en la actualidad el mundo del trabajo, son puestos en cuestión por el director. Tomasz es el trabajador ideal, el que va a hacer todo por cumplir sus objetivos. Tomasz, poco a poco, se transforma en un monstruo que utiliza redes sociales, plataformas de video juegos de rol, grabaciones ilegales, todo lo que esté a su alcance para ascender y lograr una posición de éxito, sin perder de vista el interés afectivo por Gabi. Para ello alimentará la violencia, el odio, la homofobia. No dejará conjuro por pronunciar.
Komasa cuenta, para llevar a buen puerto su historia, con un gran trabajo de expresión, sobre todo facial, de Musialowski, un protagonista que da cuenta de su metamorfosis a través de su cara. La película requiere de alguna concesión, suspensión de la incredulidad que le llaman, sobre las capacidades del joven y sus poderes para orquestar campañas y manipular a otras personas para construir un desenlace sorpresivo, lacerante. Si se logra atravesar ese umbral, Hater es una muy buena película. En definitiva se trata de la historia de un Joker sin mitología detrás. Un hombre que aprovecha un contexto de desconcierto y desenfreno social para echar más leña al fuego, y de allí obtener algún diamante.
Por Nicolás Bianchi
Si bien Hater nunca abandona el tono de un drama se podría decir que la película consiste en la construcción de un villano. Se trata de la transformación del joven estudiante de derecho Tomasz Giemsa (Maciej Musialowski), que luego de ser expulsado de la universidad comienza una ascendente carrera en una empresa de marketing digital.
Komasa introduce dinámicamente en el primer acto tres elementos fundamentales que van a ser las vigas de su narrativa. Primero la personalidad de su protagonista. El film abre con Tomasz frente a dos directivos de la facultad de Derecho que le informan que está expulsado por plagiar un trabajo de investigación. El personaje primero intenta defenderse al decir que no es una falta tan grave (‘me olvidé de poner las comillas’), luego apela a la lástima ya que fuerza el llanto y, por último, cuando asume que la decisión es irreversible, le pide a una profesora que le autografíe el libro ya que, según dice, se trata de una gran influencia para él. O sea, se lleva algo que le puede ser útil más adelante. Amoralidad, pragmatismo y control de sus emociones.
El segundo elemento presente en el film es la derechización de la política y la sociedad. Luego de salir de la universidad Tomasz tiene pactada una reunión familiar a la que su prima, la también joven Gabi (Vanessa Alexander) llega retrasada por una manifestación de extrema derecha que, en las calles de Varsovia, pide por una ‘Europa blanca´ y sin inmigrantes ni islam. El tercer componente es la tecnología. Tomasz es un muchacho del interior rural de Polonia y estudia gracias a la ayuda de sus tíos que aportan algo de dinero. Los Krasucka, esta rama de la familia, es parte de una elite cultural urbana progresista que mira a Tomasz con cierta desconfianza. Cuando el personaje deja el hogar luego de la reunión deja allí un celular olvidado a propósito para grabar la conversación posterior a su salida, por el cual confirma que sus engolados tíos y la prima por la que él siente más que afecto lo menosprecian.
Tomasz es osado, ambicioso y no tiene reparos morales. Es, por lo tanto, un gran candidato para crecer en la empresa de marketing digital que comanda Beata (Agata Kulesza). Su primer éxito es una campaña diseñada a base de usuarios falsos y fotos trucadas para atacar un producto bebible que promociona una influencer del fitness. Con esa medalla en su chaqueta da el próximo paso. Beata le asigna el combate de la campaña del candidato progresista a la alcadía de Varsovia, que justamente sus tíos y primos también apoyan.
Komasa lleva el relato a una escala de oscuridad y violencia que por momentos se descontrola. El trabajo en horas extras, el esfuerzo, el hacer lo que sea por prosperar, todos mantras neoliberales, jerga de recurso humanos, que atraviesan en la actualidad el mundo del trabajo, son puestos en cuestión por el director. Tomasz es el trabajador ideal, el que va a hacer todo por cumplir sus objetivos. Tomasz, poco a poco, se transforma en un monstruo que utiliza redes sociales, plataformas de video juegos de rol, grabaciones ilegales, todo lo que esté a su alcance para ascender y lograr una posición de éxito, sin perder de vista el interés afectivo por Gabi. Para ello alimentará la violencia, el odio, la homofobia. No dejará conjuro por pronunciar.
Komasa cuenta, para llevar a buen puerto su historia, con un gran trabajo de expresión, sobre todo facial, de Musialowski, un protagonista que da cuenta de su metamorfosis a través de su cara. La película requiere de alguna concesión, suspensión de la incredulidad que le llaman, sobre las capacidades del joven y sus poderes para orquestar campañas y manipular a otras personas para construir un desenlace sorpresivo, lacerante. Si se logra atravesar ese umbral, Hater es una muy buena película. En definitiva se trata de la historia de un Joker sin mitología detrás. Un hombre que aprovecha un contexto de desconcierto y desenfreno social para echar más leña al fuego, y de allí obtener algún diamante.
6 de agosto de 2020
6 de agosto de 2020
31 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un inicio potente, con minutos cargados de sorpresas. Avanza con un guión que parece construido desde la improvisación, como si no hubiese un trazo claro hacia el cual derivar. El resultado convence pues tanto su protagonista como la historia que hilvana cumplen.
No recuerdo si he visto alguna otra película polaca, de ser así, no dejaron demasiada huella en mi. Por su parte Hater, la olvidaré mañana, eso creo... pero durante sus dos horas largas me entretuvo, aunque en algunos tramos, les hubiera venido bien una fuerte poda en la sala de montaje.
No recuerdo si he visto alguna otra película polaca, de ser así, no dejaron demasiada huella en mi. Por su parte Hater, la olvidaré mañana, eso creo... pero durante sus dos horas largas me entretuvo, aunque en algunos tramos, les hubiera venido bien una fuerte poda en la sala de montaje.
11 de agosto de 2020
11 de agosto de 2020
22 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tomas, o "Tomasín" como se refieren a él los que lo conocen, ve frustradas sus chances de entrar en Derecho por cometer plagio. Inmediatamente toma cartas en el asunto, pide dedicatoria de la misma profesora que lo vapuleó y comienza su propia escalada al éxito.
Ya en los primeros compaces de la peli, el prota expone desde su conducta que no le importan los medios: si no es por las buenas, será por las malas.
Vale destacar la forma tan singular que tiene de proceder: es incapaz de crear por sí mismo, arma redes invisibles y despoja a los otros para apropiarse de ideas o recursos. No tarda en caer en una empresa de difamaciones via internet, pero nada de ese entorno empudrecido parece afectarle. Lo toma como tal y se mimetiza casi de inmediato.
Beata le señala su falta de principios morales pero, al igual que los demás, es incapaz de tomar distancia o tan siquiera respetarlo. Es cuestión de apalear a los perros hasta que, tarde o temprano, uno te salte a la yugular. Resulta en un mero cálculo probabilístico.
Komasa, por su parte, arma una historia dividida en tres partes: la "familia" de Tomas y su amor por Gabi; la trama del político y la trama del "gamer". A mi gusto, demasiado material para una peli pero gran contenido para una potencial serie que no fue. El gusto estilístico por la depuración rítmica y visual tapa el forcejeo del guión para que cada historia conecte con cierta armonía. Esto se nota sobre todo en las escenas con el videojuego, menuda pasada de rosca para convencer a alguien de volverse terrorista en cuestión de semanas. (esto se sigue en spoilers).
Pese a esto, hay un notorio trabajo detrás de Hater. Un compromiso por hacer algo bien,algo serio y que el público pueda sentir eso mismo. Pese a sus defectos, Hater busca que la disfrutemos, aún desde su amarga e implacable mirada post moderna.
Ya en los primeros compaces de la peli, el prota expone desde su conducta que no le importan los medios: si no es por las buenas, será por las malas.
Vale destacar la forma tan singular que tiene de proceder: es incapaz de crear por sí mismo, arma redes invisibles y despoja a los otros para apropiarse de ideas o recursos. No tarda en caer en una empresa de difamaciones via internet, pero nada de ese entorno empudrecido parece afectarle. Lo toma como tal y se mimetiza casi de inmediato.
Beata le señala su falta de principios morales pero, al igual que los demás, es incapaz de tomar distancia o tan siquiera respetarlo. Es cuestión de apalear a los perros hasta que, tarde o temprano, uno te salte a la yugular. Resulta en un mero cálculo probabilístico.
Komasa, por su parte, arma una historia dividida en tres partes: la "familia" de Tomas y su amor por Gabi; la trama del político y la trama del "gamer". A mi gusto, demasiado material para una peli pero gran contenido para una potencial serie que no fue. El gusto estilístico por la depuración rítmica y visual tapa el forcejeo del guión para que cada historia conecte con cierta armonía. Esto se nota sobre todo en las escenas con el videojuego, menuda pasada de rosca para convencer a alguien de volverse terrorista en cuestión de semanas. (esto se sigue en spoilers).
Pese a esto, hay un notorio trabajo detrás de Hater. Un compromiso por hacer algo bien,algo serio y que el público pueda sentir eso mismo. Pese a sus defectos, Hater busca que la disfrutemos, aún desde su amarga e implacable mirada post moderna.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Estructuralmente, la trama se ve obligada a resolver rápido como Tomás convence al político y luego al gamer. Resulta evidente el "parcheado" final entre historias, sobre todo la de Gabi (que pierde todo sostén hasta recién llegado el desenlace, donde la reune casi in extremis). Por eso mencioné esa potencial serie que no fue, dado que en capítulos separados se hubiera allanado el camino para que cada secundario justificara como accedió al engaño de Tomás.
. Por cierto, ese jóven parece haber nacido para este papel. Su transformación es lo más logrado de Hater.
. Por cierto, ese jóven parece haber nacido para este papel. Su transformación es lo más logrado de Hater.
19 de agosto de 2020
19 de agosto de 2020
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hater, es oscura, tal vez en algunos momentos bastante farragosa, resuelta desde planos secuencia que aportan un diferenciado al conjunto de su narrativa. También he de admitir que me entretuvo pues la trama principal de engaños y trampas se enmarca en una categoría que me seduce.
La capacidad para transmitir emociones de Maciej Musialowski, actor que por supuesto no conozco, me ha sorprendido, pues pese a su juventud, ha logrado desde una discreta introspección del personaje, elaborar un conjunto de actitudes complejas, incluso a veces contradictorias, que la enriquecen.
La capacidad para transmitir emociones de Maciej Musialowski, actor que por supuesto no conozco, me ha sorprendido, pues pese a su juventud, ha logrado desde una discreta introspección del personaje, elaborar un conjunto de actitudes complejas, incluso a veces contradictorias, que la enriquecen.
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