Crossing
7,0
1.390
21 de julio de 2024
21 de julio de 2024
30 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
#58. Crossing. 2024. Levan Akın
Película de una mujer georgiana que va en la búsqueda de su sobrina a Estambul, después de hacerle una promesa a su hermana en su lecho de muerte. La acompañará un joven que busca libertad en otro pais.
Cuando uno pierde a una persona, le queda un gran vacío en el interior y buscamos llenarlo con lo que podamos, buscando ese ser querido que nos ayude a superar esto. Lia es uno de estos seres que tras la muerte de su hermana busca redención en la búsqueda de su sobrina que la sacaron de su pueblo por razones de homofobia. Viaja a Turquía donde no sabe hablar una palabra de turco o Inglés (el idioma universal)
Junto a ella se encuentra Achi, un joven que vive con su hermano, cuya madre viajo a Estambul y no volvió por lo que carece de ese cariño materno. El joven busca salir adelante, trabajar e independizarse. También está en la búsqueda de lo que nunca tuvo, algo de cariño o afecto en toda esa maraña de personas.
Por último, sus vidas se cruzan Evrim, una abogada que trabaja para una fundación, prestando servicio social para sus semejantes y en muchas ocasiones mostrando mucha más empatía que la mayoría de las personas regulares. Ella es alguien quien sufre discriminación debido a que es una mujer transgénero. Algo que me gusta mucho del personaje es que no lo idealizan, ya que también muestran sus defectos.
A todas estas tres personas las une la búsqueda de contacto y cariño, ya sea por su perdida (Lia), la carencia (Achi) o la aceptación (Evrim).
Recorreremos los barrios bajos de Estambul, donde se encuentran prostitutas o niños de la calle, la clase más denigrada de la sociedad. Es impactante mirarlos, pero al final también nos muestran su lado humano y que tienen su propia rutina y cosas por hacer y no por eso carecen de dignidad. Vemos la verdadera cara de la ciudad y no vamos a hacer turismo visual como otras películas.
Creo que los temas que trata son muy profundos y por eso me gustó: discriminación, soledad, paso del tiempo, duelo, búsqueda de amor, son alguno temas de los que trata. Al final quieres que a los personajes les vaya bien en su vida y generan mucha empatía. Una de las escenas que más me gustó son las escenas de baile, donde los personajes se desinhiben, se contorsionan y son libres a través de la danza. Una especie de liberación de todas las cargas y penurias como el Zaratustra de Nietszche.
Actualmente vivimos en una sociedad muy solitaria y egoísta, que sólo nos fijamos en nuestros propios intereses, yo creo que el que mire esta película puede generarse cierta sensación de solidaridad con el sufriente y no ser tan mezquinos con lo que nos rodea, siendo tan indiferentes. Nos muestra el lado más humano de esta gente y no lo malo como las drogas o la prostitución pero que siempre esta implícito.
La película la miré en el Ciclo Rosa de la cinemateca donde se da visibilidad a la población LGBTIQ+. Al principio no me hacía muchas ganas de verla, porque cada vez que he mirado este cine (ya sea en las películas de Almodóvar o las películas colombianas o en Happy Together), o el día del orgullo, miro que son personas extrañas y estrafalarias, casi como extraterrestres, pero me alegro al final de mirar la películas, porque al final adentrándonos en sus vidas son personas como cualquiera de nosotros llenas de sueños, con sentimientos y dignidad.
Película de una mujer georgiana que va en la búsqueda de su sobrina a Estambul, después de hacerle una promesa a su hermana en su lecho de muerte. La acompañará un joven que busca libertad en otro pais.
Cuando uno pierde a una persona, le queda un gran vacío en el interior y buscamos llenarlo con lo que podamos, buscando ese ser querido que nos ayude a superar esto. Lia es uno de estos seres que tras la muerte de su hermana busca redención en la búsqueda de su sobrina que la sacaron de su pueblo por razones de homofobia. Viaja a Turquía donde no sabe hablar una palabra de turco o Inglés (el idioma universal)
Junto a ella se encuentra Achi, un joven que vive con su hermano, cuya madre viajo a Estambul y no volvió por lo que carece de ese cariño materno. El joven busca salir adelante, trabajar e independizarse. También está en la búsqueda de lo que nunca tuvo, algo de cariño o afecto en toda esa maraña de personas.
Por último, sus vidas se cruzan Evrim, una abogada que trabaja para una fundación, prestando servicio social para sus semejantes y en muchas ocasiones mostrando mucha más empatía que la mayoría de las personas regulares. Ella es alguien quien sufre discriminación debido a que es una mujer transgénero. Algo que me gusta mucho del personaje es que no lo idealizan, ya que también muestran sus defectos.
A todas estas tres personas las une la búsqueda de contacto y cariño, ya sea por su perdida (Lia), la carencia (Achi) o la aceptación (Evrim).
Recorreremos los barrios bajos de Estambul, donde se encuentran prostitutas o niños de la calle, la clase más denigrada de la sociedad. Es impactante mirarlos, pero al final también nos muestran su lado humano y que tienen su propia rutina y cosas por hacer y no por eso carecen de dignidad. Vemos la verdadera cara de la ciudad y no vamos a hacer turismo visual como otras películas.
Creo que los temas que trata son muy profundos y por eso me gustó: discriminación, soledad, paso del tiempo, duelo, búsqueda de amor, son alguno temas de los que trata. Al final quieres que a los personajes les vaya bien en su vida y generan mucha empatía. Una de las escenas que más me gustó son las escenas de baile, donde los personajes se desinhiben, se contorsionan y son libres a través de la danza. Una especie de liberación de todas las cargas y penurias como el Zaratustra de Nietszche.
Actualmente vivimos en una sociedad muy solitaria y egoísta, que sólo nos fijamos en nuestros propios intereses, yo creo que el que mire esta película puede generarse cierta sensación de solidaridad con el sufriente y no ser tan mezquinos con lo que nos rodea, siendo tan indiferentes. Nos muestra el lado más humano de esta gente y no lo malo como las drogas o la prostitución pero que siempre esta implícito.
La película la miré en el Ciclo Rosa de la cinemateca donde se da visibilidad a la población LGBTIQ+. Al principio no me hacía muchas ganas de verla, porque cada vez que he mirado este cine (ya sea en las películas de Almodóvar o las películas colombianas o en Happy Together), o el día del orgullo, miro que son personas extrañas y estrafalarias, casi como extraterrestres, pero me alegro al final de mirar la películas, porque al final adentrándonos en sus vidas son personas como cualquiera de nosotros llenas de sueños, con sentimientos y dignidad.
26 de abril de 2024
26 de abril de 2024
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película totalmente simple, pero bellísima, con un mensaje clarísimo.
La protagonista en búsqueda de su sobrina encontrará alguien nuevo, a su vez revivirá su vida; el resto de los personajes también es sus pequeñas historias sin querer encontrarán a sus personas especiales y así el film entre risas y drama nos muestra que siempre hay algo o alguien esperando por nosotros, ocupando el espacio que teníamos vacío.
Muy buena música, llevadera y bella.
Un director que desconocía y me dieron ganas de ver más de él.
Buena
La protagonista en búsqueda de su sobrina encontrará alguien nuevo, a su vez revivirá su vida; el resto de los personajes también es sus pequeñas historias sin querer encontrarán a sus personas especiales y así el film entre risas y drama nos muestra que siempre hay algo o alguien esperando por nosotros, ocupando el espacio que teníamos vacío.
Muy buena música, llevadera y bella.
Un director que desconocía y me dieron ganas de ver más de él.
Buena
9 de octubre de 2024
9 de octubre de 2024
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
ARGUMENTO
Lia, una profesora de historia recién jubilada, se acerca hasta unas casuchas de un suburbio de Tiflis buscando a Tekla, su sobrina. Allí le explican que la chica se exilió a Estambul, y tratan de disuadirla de ir en su busca. Al fin y al cabo, era una transexual, ¿qué necesidad tiene de buscarla? Mucho mejor olvidar su existencia… Pero Lia tiene una muy poderosa razón para dar con Tekla, así que viaja a Estambul aceptando la compañía de Achi, que promete ser su traductor, pero que más bien parece ser una carga.
¿POR QUÉ LA ELEGÍ?
No fue una elección sencilla. Tras varios fines de semana con la cartelera de estrenos en horas bajas, ya el pasado viernes vino mejor dotado (tanto, que de momento se me ha quedado en el tintero ‘La virgen roja’). Y esta semana, nuevamente, se estrenaban diversas propuestas estimulantes.
Pese a la competencia, si terminé eligiendo ‘Crossing’ fue, en primer lugar, desde el lado consciente, tras ver el trailer y sentir cierta llamada, con el poder magnético de Estambul como factor añadido. Pero, sin duda, también me pesó el subconsciente, ya que en innumerables ocasiones me he planteado ver ‘Solo nos queda bailar’, de este mismo director, y nunca he terminado de dar el paso. Si su nueva película me atraía, era casi un deber moral otorgarle mi confianza esta vez…
DESDE MI PUNTO DE VISTA
No puedo por más que mostrarle mi agradecimiento a Akin, porque necesitaba un recordatorio de por qué amo el cine. En realidad, la semana pasada disfruté con ‘Soy Nevenka’ (y aquí lo reflejé), pero es que en estas dos semanas llegaban a las salas dos películas que tenía muchísimas ganas de ver, y la decepción que me había llevado con ellas había sido de tal calibre que amenazaba con hacer tambalear mi cinefilia. Primero, un mito viviente como Francis Ford Coppola, autor de dos artefactos tan sublimes como los dos primeros padrinos, se gasta sus multimillonarios ahorros en un testamento cinematográfico infumable. Y después el mismo director cuyo ‘Joker’ me causó tan honda impresión que me conminó a visitar las legendarias escaleras del Bronx defeca sobre su propia obra perpetrando una segunda parte inane en lo narrativo, y risible en su vertiente musical. Lo de Coppola me entristeció, pero aún fue peor lo de Todd Phillips, que me sulfuró. Con semejante alteración de ánimo me presentaba en la sala al día siguiente para conocer por fin a este director sueco sobre cuyos hombros pesaba una enorme responsabilidad. Un nuevo chasco, y quizá las salas de cine podían empezar a temer por alguien tan fiel como yo…
Pero no, mi problema no es con el cine. Es solo con las películas gilipollezcas. Si ante mis ojos desfila una obra sensible, humanista, coherentemente narrada, bien interpretada y magníficamente escrita, me entrego con deleite. Y todo eso es lo que Akin brinda en ‘Crossing’, desde el principio hasta el maravilloso final.
Un primer mérito del autor es hacerme simpatizar con los dos protagonistas, que van a compartir dos movies consecutivas, primero una road y luego una buddy, pese a que en realidad no pegan ni con cola: la una es una profesora de historia, el otro un ni-ni; ella es tan vieja como digna, él tan joven como patán; nada les une, son polos opuestos, pero las circunstancias les juntan, y pese a que siempre parece que van a partir peras, su relación sobrevive hasta el final. Por afinidad, es poco sorprendente que ella me caiga bien, pero es que también él termina resultándome tierno.
Cuando la extraña pareja llega a Estambul, mis positivas sensaciones iniciales aún se agudizan por este nuevo viaje que hago a esa ciudad que visité en 2018, y que me resultó imponente. Otro elemento tan favorable al director como curioso es que me va a llevar por una Estambul muy diferente de la que yo transité (mi estancia duraba una semana, y evidentemente recorrí todos los escenarios históricos y turísticos). En este regreso no pululo por Istiklal Caddesi, ni bajo desde Pera hasta el Serrallo, sino que me sumerjo en barrios y callejuelas de baja estofa, a menudo en horarios intempestivos. Y, sin embargo, siento perfectamente presente el espíritu estambulí, el mismo que creí inhalar durante mis andanzas por allí.
En cuanto un primer ferry nos está acercando a Estambul para culminar la road movie inicial, la cámara abandona momentáneamente a Lia y Achi, y se fija en otros dos personajes que, aún siendo secundarios, van a adquirir notable peso narrativo. Y, nuevamente, el director y guionista provoca mi afinidad tanto hacia el espabilado niño cantor como hacia esa abogada recién licenciada, tan dispuesta a pelear por causas perdidas. Es ésta una habilidad indudable de Akin, porque incluso me encariño con el taxista sin licencia, o con el amigo gay de Evrim. Se trata, en general, de personajes perdedores, envueltos en determinados momentos de patetismo, habitantes de los márgenes… pero con quienes resulta muy cómodo pasar el rato.
Lia, una profesora de historia recién jubilada, se acerca hasta unas casuchas de un suburbio de Tiflis buscando a Tekla, su sobrina. Allí le explican que la chica se exilió a Estambul, y tratan de disuadirla de ir en su busca. Al fin y al cabo, era una transexual, ¿qué necesidad tiene de buscarla? Mucho mejor olvidar su existencia… Pero Lia tiene una muy poderosa razón para dar con Tekla, así que viaja a Estambul aceptando la compañía de Achi, que promete ser su traductor, pero que más bien parece ser una carga.
¿POR QUÉ LA ELEGÍ?
No fue una elección sencilla. Tras varios fines de semana con la cartelera de estrenos en horas bajas, ya el pasado viernes vino mejor dotado (tanto, que de momento se me ha quedado en el tintero ‘La virgen roja’). Y esta semana, nuevamente, se estrenaban diversas propuestas estimulantes.
Pese a la competencia, si terminé eligiendo ‘Crossing’ fue, en primer lugar, desde el lado consciente, tras ver el trailer y sentir cierta llamada, con el poder magnético de Estambul como factor añadido. Pero, sin duda, también me pesó el subconsciente, ya que en innumerables ocasiones me he planteado ver ‘Solo nos queda bailar’, de este mismo director, y nunca he terminado de dar el paso. Si su nueva película me atraía, era casi un deber moral otorgarle mi confianza esta vez…
DESDE MI PUNTO DE VISTA
No puedo por más que mostrarle mi agradecimiento a Akin, porque necesitaba un recordatorio de por qué amo el cine. En realidad, la semana pasada disfruté con ‘Soy Nevenka’ (y aquí lo reflejé), pero es que en estas dos semanas llegaban a las salas dos películas que tenía muchísimas ganas de ver, y la decepción que me había llevado con ellas había sido de tal calibre que amenazaba con hacer tambalear mi cinefilia. Primero, un mito viviente como Francis Ford Coppola, autor de dos artefactos tan sublimes como los dos primeros padrinos, se gasta sus multimillonarios ahorros en un testamento cinematográfico infumable. Y después el mismo director cuyo ‘Joker’ me causó tan honda impresión que me conminó a visitar las legendarias escaleras del Bronx defeca sobre su propia obra perpetrando una segunda parte inane en lo narrativo, y risible en su vertiente musical. Lo de Coppola me entristeció, pero aún fue peor lo de Todd Phillips, que me sulfuró. Con semejante alteración de ánimo me presentaba en la sala al día siguiente para conocer por fin a este director sueco sobre cuyos hombros pesaba una enorme responsabilidad. Un nuevo chasco, y quizá las salas de cine podían empezar a temer por alguien tan fiel como yo…
Pero no, mi problema no es con el cine. Es solo con las películas gilipollezcas. Si ante mis ojos desfila una obra sensible, humanista, coherentemente narrada, bien interpretada y magníficamente escrita, me entrego con deleite. Y todo eso es lo que Akin brinda en ‘Crossing’, desde el principio hasta el maravilloso final.
Un primer mérito del autor es hacerme simpatizar con los dos protagonistas, que van a compartir dos movies consecutivas, primero una road y luego una buddy, pese a que en realidad no pegan ni con cola: la una es una profesora de historia, el otro un ni-ni; ella es tan vieja como digna, él tan joven como patán; nada les une, son polos opuestos, pero las circunstancias les juntan, y pese a que siempre parece que van a partir peras, su relación sobrevive hasta el final. Por afinidad, es poco sorprendente que ella me caiga bien, pero es que también él termina resultándome tierno.
Cuando la extraña pareja llega a Estambul, mis positivas sensaciones iniciales aún se agudizan por este nuevo viaje que hago a esa ciudad que visité en 2018, y que me resultó imponente. Otro elemento tan favorable al director como curioso es que me va a llevar por una Estambul muy diferente de la que yo transité (mi estancia duraba una semana, y evidentemente recorrí todos los escenarios históricos y turísticos). En este regreso no pululo por Istiklal Caddesi, ni bajo desde Pera hasta el Serrallo, sino que me sumerjo en barrios y callejuelas de baja estofa, a menudo en horarios intempestivos. Y, sin embargo, siento perfectamente presente el espíritu estambulí, el mismo que creí inhalar durante mis andanzas por allí.
En cuanto un primer ferry nos está acercando a Estambul para culminar la road movie inicial, la cámara abandona momentáneamente a Lia y Achi, y se fija en otros dos personajes que, aún siendo secundarios, van a adquirir notable peso narrativo. Y, nuevamente, el director y guionista provoca mi afinidad tanto hacia el espabilado niño cantor como hacia esa abogada recién licenciada, tan dispuesta a pelear por causas perdidas. Es ésta una habilidad indudable de Akin, porque incluso me encariño con el taxista sin licencia, o con el amigo gay de Evrim. Se trata, en general, de personajes perdedores, envueltos en determinados momentos de patetismo, habitantes de los márgenes… pero con quienes resulta muy cómodo pasar el rato.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Amerizamos en la antigua Constantinopla, y comienza la búsqueda de esa Tekla que parece no haber dejado rastro. Desesperada, Lia suelta ese lapidario “parece que la gente viene a Estambul para desaparecer”. A estas alturas, hemos ido conociendo poco a poco el pasado de Tekla, su determinación transmutadora, la respuesta social con que se encontró, agravada por la actitud de su propia familia… y entendemos perfectamente que decidiera quitarse de en medio. El director, un sueco, ubica en Georgia esta cuita, no sé si dando por sentado que en el occidente más avanzando ya hemos pasado de pantalla, y se ha normalizado la situación de los homosexuales, sea cual sea su condición. Cada vez que una ficción aborda este asunto de la discriminación por razones de condición sexual, bien trasladándola atrás en el tiempo o bien desplazándola lejos en el espacio, me aguijonea la conciencia al ser consciente de que en mi infancia al maricón de mi pueblo se le insultaba por la calle. Un día desapareció, nunca volvimos a saber de él. Confío en que encontrara una mega-ciudad en la que rehacer su vida, lejos de la presión social. Y, ojo, mi pueblo no es un andurrial de la España profunda, ni mi infancia está enclavada en la noche negra del franquismo…
En todo caso, no es necesaria una máquina del tiempo ni tener a mano un mapa mundi para topar con un importante sector del feminismo que se muestra excluyente cuando se trata de hacer ley la defensa de los derechos del colectivo transexual…
Volviendo a la película, que me desvío, he de terminar estas líneas glosando el estupendo desenlace que nos tiene reservado Akin. Y lo dice alguien que detesta las secuencias mentirosas, que se rebrinca ante lo onírico o lo imaginario. En este caso, sin embargo, celebro que el encontronazo que parece conducirnos hacia un happy end cogido con pinzas sea en realidad una fabulación perfecta para que sepamos del arrepentimiento de Lia, para que comprendamos definitivamente a esa Tekla escapista, para que hagamos examen de conciencia sobre situaciones análogas que podamos haber causado. Y, sobre todo, para que nos reconforte que Lia no se vaya a ningún sitio. ¿Dónde va a estar mejor que en Estambul? ¿Haciendo qué, mejor que tratando de cumplir con la última voluntad de su hermana?
https://alliayeraquiahora.wordpress.com/2024/10/06/critica-de-cine-crossing/
En todo caso, no es necesaria una máquina del tiempo ni tener a mano un mapa mundi para topar con un importante sector del feminismo que se muestra excluyente cuando se trata de hacer ley la defensa de los derechos del colectivo transexual…
Volviendo a la película, que me desvío, he de terminar estas líneas glosando el estupendo desenlace que nos tiene reservado Akin. Y lo dice alguien que detesta las secuencias mentirosas, que se rebrinca ante lo onírico o lo imaginario. En este caso, sin embargo, celebro que el encontronazo que parece conducirnos hacia un happy end cogido con pinzas sea en realidad una fabulación perfecta para que sepamos del arrepentimiento de Lia, para que comprendamos definitivamente a esa Tekla escapista, para que hagamos examen de conciencia sobre situaciones análogas que podamos haber causado. Y, sobre todo, para que nos reconforte que Lia no se vaya a ningún sitio. ¿Dónde va a estar mejor que en Estambul? ¿Haciendo qué, mejor que tratando de cumplir con la última voluntad de su hermana?
https://alliayeraquiahora.wordpress.com/2024/10/06/critica-de-cine-crossing/
8 de octubre de 2024
8 de octubre de 2024
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Levan Akin es un realizador sueco de origen georgiano que en los últimos años se ha convertido en un referente del cine activista en defensa de los derechos de las personas homosexuales y transexuales. Su película anterior Solo nos queda bailar fue muy premiada y aclamada por declaración de intenciones.
En Crossing continúa con su activismo queer a través de una historia en la que una profesora jubilada busca a su sobrina trans, a la que su padre echó de casa por su condición sexual y desapareció. La película, sin embargo, se convierte en un interesante documento sobre una parte del mundo desconocida y alejada de las noticias y de las pantallas. Un barrio empobrecido y atrasado de una pequeña ciudad de Georgia y la zona menos favorecida y turística de Estambul. Allí convive una multitud de diferentes generaciones que se debaten entre rígidas tradiciones sociales y culturales ancladas en el pasado y los impactos que los medios de comunicación e internet provocan con los modos de vida occidentales. Esa muchedumbre que se apelmaza en los autobuses, en las calles o en los bares, interactúa, para bien o para mal, en su búsqueda de un ideal: sea una reconciliación familiar o un simple trabajo con el que poder, al menos, malvivir y fumar.
Este paisaje humano se visita gracias al otro gran acierto de Akin: la simbiótica relación de la pareja protagonista. Dos generaciones, con intereses y bagajes distintos, que se desesperan y enriquecen mutua e indistintamente. Un primer e indispensable paso para lograr la ansiada comprensión y tolerancia de la que pretende hacer gala el director. Una muestra del poder del respeto y del cariño mas eficaz que las dramáticas escenas de las colmenas en las que se margina a las personas trans.
El film puede resultar lento en algunos momentos debido a que el guion se esmera en la representación de los ambientes para que podamos conocer de primera mano la realidad de la marginación, la pobreza y las indignas condiciones de vida de las personas trans. Esto ralentiza y hace que el tercer protagonista, la abogada Evrim, tarde en aparecer y entrar en el juego. Sin embargo, parece un mal menor siempre que podamos seguir las andanzas de la profesora Lia y su fiel escudero Achi.
www.contraste.info
En Crossing continúa con su activismo queer a través de una historia en la que una profesora jubilada busca a su sobrina trans, a la que su padre echó de casa por su condición sexual y desapareció. La película, sin embargo, se convierte en un interesante documento sobre una parte del mundo desconocida y alejada de las noticias y de las pantallas. Un barrio empobrecido y atrasado de una pequeña ciudad de Georgia y la zona menos favorecida y turística de Estambul. Allí convive una multitud de diferentes generaciones que se debaten entre rígidas tradiciones sociales y culturales ancladas en el pasado y los impactos que los medios de comunicación e internet provocan con los modos de vida occidentales. Esa muchedumbre que se apelmaza en los autobuses, en las calles o en los bares, interactúa, para bien o para mal, en su búsqueda de un ideal: sea una reconciliación familiar o un simple trabajo con el que poder, al menos, malvivir y fumar.
Este paisaje humano se visita gracias al otro gran acierto de Akin: la simbiótica relación de la pareja protagonista. Dos generaciones, con intereses y bagajes distintos, que se desesperan y enriquecen mutua e indistintamente. Un primer e indispensable paso para lograr la ansiada comprensión y tolerancia de la que pretende hacer gala el director. Una muestra del poder del respeto y del cariño mas eficaz que las dramáticas escenas de las colmenas en las que se margina a las personas trans.
El film puede resultar lento en algunos momentos debido a que el guion se esmera en la representación de los ambientes para que podamos conocer de primera mano la realidad de la marginación, la pobreza y las indignas condiciones de vida de las personas trans. Esto ralentiza y hace que el tercer protagonista, la abogada Evrim, tarde en aparecer y entrar en el juego. Sin embargo, parece un mal menor siempre que podamos seguir las andanzas de la profesora Lia y su fiel escudero Achi.
www.contraste.info
1 de septiembre de 2024
1 de septiembre de 2024
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una mujer que quiere encontrar a su sobrina perdida hace mucho tiempo y un jovencito georgiano que está dispuesto a ayudarla para salir del sitio donde vive. Así, en una especie de road movie, nos subimos a cualquier tipo de transporte, caminamos, nos alojamos en un hostel y de forma tan austera como bohemia, los acompañamos en esa búsqueda.
‘Crossing’ explora la marginalidad en zonas en las que la gente se las rebusca y transita el día a día como puede, mientras que Levan Akin escoge mover la cámara de aquí para allá, permitiendo que la narración nos resulte más cercana, natural y realista, como si el propio espectador estuviese allí abordando los hechos.
“Estambul parecería ser un lugar al que la gente viene a desaparecer” escupe con firmeza Lia (formidable papel de Mzia Arabuli), esa señora orgullosa que se percibe dura, reacia a responder pero a la vez con la apariencia (sobre todo en la expresión de su mirada) de querer sanar un dolor que acumula y arrastra hace tiempo. Aquí me detengo para destacar a los personajes: complejos, queribles y abrazables cuando muestran su lado más empático y tierno.
‘Crossing’ posee una fuerza emotiva tan genuina que no es fácil de hallar en películas de este tipo de temáticas. En ese tono intimista, en ese andar tan sensato y para nada forzado conquista y conmueve.
8 Alancitos Georgianos en Turquía sobre 10
‘Crossing’ explora la marginalidad en zonas en las que la gente se las rebusca y transita el día a día como puede, mientras que Levan Akin escoge mover la cámara de aquí para allá, permitiendo que la narración nos resulte más cercana, natural y realista, como si el propio espectador estuviese allí abordando los hechos.
“Estambul parecería ser un lugar al que la gente viene a desaparecer” escupe con firmeza Lia (formidable papel de Mzia Arabuli), esa señora orgullosa que se percibe dura, reacia a responder pero a la vez con la apariencia (sobre todo en la expresión de su mirada) de querer sanar un dolor que acumula y arrastra hace tiempo. Aquí me detengo para destacar a los personajes: complejos, queribles y abrazables cuando muestran su lado más empático y tierno.
‘Crossing’ posee una fuerza emotiva tan genuina que no es fácil de hallar en películas de este tipo de temáticas. En ese tono intimista, en ese andar tan sensato y para nada forzado conquista y conmueve.
8 Alancitos Georgianos en Turquía sobre 10
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