Interesante propuesta sobre la difícil tarea, en algunos casos, de demostrar una violación.
El guión lo da el propio juicio, que tiene su procedimiento. Las películas de juicio ya tienen eso ganado, sobre todo si las interpretaciones, como en este caso, son más que correctas y las declaraciones de testigos, alegatos, etc. tienen calidad jurídica.
En Alemania no hay juicios con jurados. Tampoco se exige el juramento de decir la verdad a testigos, aunque se pena si se demuestra que mienten.
La sentencia es obra de un órgano colegiado de magistrados y técnicos.
Lo digo para salirse de lo que hemos visto tantas veces en las pelis norteamericanas.

Es la primera vez que recomiendo un telefilme en mis redes sociales, pero este lo merecía y así lo he hecho.
Salvando las distancias procedimentales entre la república alemana y el reino borbónico, la historia que nos llega gracias al buen hacer de Matti Geschonneck y del elenco electoral no solo es creíble, sino que también es pedagógica, sobre todo dado el escabroso tema que disecciona. Porque este juicio, que es por una acusación de agresión sexual, nos enseña que no siempre hay verdades puras, tampoco en estos casos, ya que, en ocasiones, hay intereses y emociones en juego que hacen tambalear lo políticamente correcto. ¿Se puede mentir por amor? ¿Por orgullo? ¿Por venganza? No es no y sí es sí.

Mala.
Plana y no muy entretenida.
Se presenta un caso con muy poco interés y con una estrategia defensiva lamentable. Gracias a esto último hay película porque con una buena defensa esto no dura ni 60 minutos. Y por eso es mala, porque en una peli así todo es el guion. Y el caso da realmente para poco.

Lo peor es el giro final que invalida todos los minutos previos. Zona spoiler.

Actuaciones normales a pesar de un personaje histriónico y poco creíble.

Lo mejor: al principio te engaña y crees que merece la pena
Lo peor: el caso que se plantea, el final