Que Poldark (ver serie del mismo título) vuelva a la mansión familiar 200 años después, pero convertido en presentador de televisión, tiene cierta gracia. Al fin y al cabo, buena parte de la serie se sostiene sobre un sólido Aidan Turner y unos paisajes bucólicos que contrastan con la depravación de los personajes que viven en ellos. Esta serie inglesa intenta retratar los entresijos de una cadena privada de televisión en los 80, reflejando las luchas de poder y el machismo imperante, aunque le sobra teatralidad y le falta profundidad.

Aunque es una serie disfrutable, no deja de ser una comedia ligera si la comparamos con series como la australiana The Newsreader, que ofrecía una visión más realista de la televisión de los 80, con mayor carga dramática y un guión más elaborado.

Una serie que recopila la música de los ochenta, añadiendo a su banda sonora los títulos más emblemáticos de la década. Desea ser complaciente con ella misma, auto recreándose en personajes que en cada momento parecen una parodia de si mismos.

No me ha gustado nada. se dispersa en banalidades, ofreciendo una trama que vaga sin asentarse y sin que termines de entender hacia donde se dirige. Son los tiempos de la necesidad creativa a cualquier precio, sin que los productores terminen de entender que lo que deseamos es que nos cuenten lo de siempre bien contadito. Nada más.

Muchos espectadores nos encontramos desolados por los tiempos de disparates, tanto en series como en películas. Esta se suma, progresando de manera ridícula, al ofrecer muchos culos masculinos y un variado de pechos femeninos... En fin.

Su argumento va sobre algo de televisión, pero queda tan desdibujado, que pongo en duda ese despiadado mundo del que hablan en la sinopsis.

Mi valoración es un generoso 2. El doble de lo que tal vez merezca.