Vivir de noche
5,7
5.877
Cine negro. Drama
Ambientada en Boston durante los años 20, en la época de la ley seca, gira en torno a un hombre que se adentra en el mundo del crimen organizado. (FILMAFFINITY)
29 de enero de 2017
29 de enero de 2017
45 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo más alucinante de esta película es que no tenía interés alguno en verla. ¿Otra película de gángsters, ley seca, mafias? ¿Es que nos van a contar algo nuevo, a estas alturas? ¿Sabrá Affleck quiénes son Coppola o Scorsese? Pues señores, se me desencajó la mandíbula como a un dibujo animado de la Warner cuando empecé a ver esta película, porque me encontré con un guión impresionante (basado por cierto en un libro mediocre de Dennis Lehane, segunda parte de una trilogía...) una dirección brillantísima (con dos memorables secuencias que luego comentaremos), una cuidadísima factura y para colmo, una dirección de actores esplendorosa, donde paradójicamente quien únicamente no está al nivel es precisamente el director de la película, que el hombre se había reservado el papel protagonista, nada menos. No sé si es porque el botox le ha alisado tanto la frente que lo ha dejado aún más inexpresivo de lo que era, pero Affleck en esta película está más tieso que un bloque de mármol, y tan expresivo como un lenguado. Y claro, estar así al lado de monstruos como Chris Cooper o Brendan Gleeson chirría un poquito. Bastante, vamos, chirría bastante. Si encima le ponemos a dos bellísimas mujeres como Sienna Miller y Zoe Saldana, que además son grandes actrices, pues aún se nota más el nivel cartón-piedra en la interpretación de Affleck. Aún así, los esfuerzos del de Nueva Jersey son de justicia reconocerlos, y en algunos momentos, es capaz de articular algunos gestos. Venga, va, aprobado raspado.
Ahora bien, lo de este hombre como director es realmente digno de estudio: es capaz de reinventar lo que parece reinventado. Como lo oyes, porque hacer una película de gángsters en la ley seca (¡¡¡que hasta Billy Wilder hizo una comedia en "En faldas y a lo loco"!!!) es un tarea de titanes, y si uno consigue no hacer el ridículo, ya se puede dar con un canto en los dientes. Pero si encima de no cagarla consigue hacer una película apasionante, con un guión brillante (escrito por el propio Ben Affleck) y una dirección excelente, pues se queda uno de piedra.
Un veterano de la Primera Guerra Mundial que vuelve a Boston, donde su padre es Comisario de Policía, decide que ya no va a vivir según las reglas de nadie, y entrará de lleno en el mundo de la delincuencia, sencillamente porque cuando necesita dinero en vez de currar y esperar el sueldo a fin de mes, pues se mete en un banco y lo coge. Por las buenas -que es lo que él prefiere- o si hace falta, por las malas. A hacer puñetas. Claro que las cosas no van a ser siempre tan fáciles, y en poco tiempo se topará de bruces con los que verdaderamente manejan el cotarro de las apuestas, las armas, el alcohol, la prostitución y el juego. Y ahí ya pocas bromas, porque o eres el más bestia de todos, o no te comes una rosca. Como le dice en una magnífica línea de diálogo Zoe Saldana a Affleck: "No te voy a preguntar si vas a ser lo suficientemente violento, sino si vas a ser lo suficientemente cruel". Toma ya.
En esta insólita gesta de ésta rara especie de delincuente idealista y emocionalmente vulnerable, tenemos además la oportunidad de diseccionar sociológicamente los primeros años del siglo XX, desde la integración racial en la sociedad norteamericana (irlandeses, italianos, cubanos, españoles, dominicanos, negros... y el KuKluxKlan haciendo de las suyas, claro) hasta el cambio social, las religiones y fanatismos, la economía o la seguridad ciudadana. El notable esfuerzo que Affleck ha tenido a la hora de crear este fresco en el que pintar su historia es realmente espectacular, articulado con mimo, con acierto, con la precisión de un francotirador.
Si hablamos además del guión, de su faceta como director, es cuando hay que subirlo a hombros y darle dos vueltas al ruedo. Cuando uno piensa en una persecución de coches, piensa en "French Connection", en "Terminator 2" o en macarradas de la saga "Fast and Furious". Pero ¿una persecución con coches de los años 20, de los que había que arrancarlos con una manivela? Pues no veas qué persecución, se te sale el corazón por la boca, aunque sea a 20 kilómetros por hora. Una coreografía memorable, realizada con una habilidad prodigiosa. Y el tiroteo dentro de una casa (del que no haré spoiler) resulta hipnótico, casi ceremonial, esplendoroso de principio a fin, realizado con la caligrafía de un verdadero maestro de la dirección.
Por eso, Affleck debería de dejarse de ponerse delante de la cámara (o bueno, que se ponga como Batman, que la última vez que lo hizo le salió muy bien...seguramente porque llevaba una máscara que ya tenía una expresión en las cejas) y se dedicara a dirigir, porque tiene un talentazo impresionante. Cum Laudem, vamos.
Ahora bien, lo de este hombre como director es realmente digno de estudio: es capaz de reinventar lo que parece reinventado. Como lo oyes, porque hacer una película de gángsters en la ley seca (¡¡¡que hasta Billy Wilder hizo una comedia en "En faldas y a lo loco"!!!) es un tarea de titanes, y si uno consigue no hacer el ridículo, ya se puede dar con un canto en los dientes. Pero si encima de no cagarla consigue hacer una película apasionante, con un guión brillante (escrito por el propio Ben Affleck) y una dirección excelente, pues se queda uno de piedra.
Un veterano de la Primera Guerra Mundial que vuelve a Boston, donde su padre es Comisario de Policía, decide que ya no va a vivir según las reglas de nadie, y entrará de lleno en el mundo de la delincuencia, sencillamente porque cuando necesita dinero en vez de currar y esperar el sueldo a fin de mes, pues se mete en un banco y lo coge. Por las buenas -que es lo que él prefiere- o si hace falta, por las malas. A hacer puñetas. Claro que las cosas no van a ser siempre tan fáciles, y en poco tiempo se topará de bruces con los que verdaderamente manejan el cotarro de las apuestas, las armas, el alcohol, la prostitución y el juego. Y ahí ya pocas bromas, porque o eres el más bestia de todos, o no te comes una rosca. Como le dice en una magnífica línea de diálogo Zoe Saldana a Affleck: "No te voy a preguntar si vas a ser lo suficientemente violento, sino si vas a ser lo suficientemente cruel". Toma ya.
En esta insólita gesta de ésta rara especie de delincuente idealista y emocionalmente vulnerable, tenemos además la oportunidad de diseccionar sociológicamente los primeros años del siglo XX, desde la integración racial en la sociedad norteamericana (irlandeses, italianos, cubanos, españoles, dominicanos, negros... y el KuKluxKlan haciendo de las suyas, claro) hasta el cambio social, las religiones y fanatismos, la economía o la seguridad ciudadana. El notable esfuerzo que Affleck ha tenido a la hora de crear este fresco en el que pintar su historia es realmente espectacular, articulado con mimo, con acierto, con la precisión de un francotirador.
Si hablamos además del guión, de su faceta como director, es cuando hay que subirlo a hombros y darle dos vueltas al ruedo. Cuando uno piensa en una persecución de coches, piensa en "French Connection", en "Terminator 2" o en macarradas de la saga "Fast and Furious". Pero ¿una persecución con coches de los años 20, de los que había que arrancarlos con una manivela? Pues no veas qué persecución, se te sale el corazón por la boca, aunque sea a 20 kilómetros por hora. Una coreografía memorable, realizada con una habilidad prodigiosa. Y el tiroteo dentro de una casa (del que no haré spoiler) resulta hipnótico, casi ceremonial, esplendoroso de principio a fin, realizado con la caligrafía de un verdadero maestro de la dirección.
Por eso, Affleck debería de dejarse de ponerse delante de la cámara (o bueno, que se ponga como Batman, que la última vez que lo hizo le salió muy bien...seguramente porque llevaba una máscara que ya tenía una expresión en las cejas) y se dedicara a dirigir, porque tiene un talentazo impresionante. Cum Laudem, vamos.
3 de febrero de 2017
3 de febrero de 2017
25 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dirigida, interpretada, escrita (basada en una novela de Lehane) y producida por Affleck. Y tiene su sello, a Dios pongo por testigo. Aparatosa, inflada, acartonada, elegante, hueca, interesante, morosa y eficiente. Quizás un tostón o un hermoso melocotón, sin duda una gran superproducción.
Los años gansteriles por definición, los de la ley seca, la década de entreguerras y el crack del 29. Un licenciado de la primera guerra mundial, hijo de un comisario de policía y católico irlandés, llega del frente con todos los valores perdidos, convertido en un cínico militante/diletante. Se tira a la novia del jefe y la película echa a rodar. Lo que sigue es un ejercicio de estilo retro, caro, bien llevado, inofensivo y blandengue; una obra que debe soportar el peso, la presencia constante de Ben con ese careto estreñido, ese aire semidormido que impone carácter a la historia, ese andar pausado y con aires de sobrado que no hay quien se crea, más percha grande para trajes de época que actor con algún fundamento.
Es una película impecable e impoluta, difícil de atacar, ni ganas. Pero al mismo tiempo con poco que destacar o que te llame demasiado la atención, solo un buen acabado y oficio, el narrar adecuado, el vestuario correcto; un conjunto adusto pero sin alma ni fuerza, rutinario, sin sangre ni cuerpo, gastado; pastiche retraído y fallido en su grandiosidad de chichinabo.
Es un antihéroe amoroso que esconde un corazón grande como Groenlandia. Lo previsto. Lo obvio. Lo tópico. Su armazón moral sitúa a la película en su justo lugar. Todo, en verdad, pese a las apariencias y el gran despliegue, no es más que una excusa para el lucimiento, en todos los sentidos, de Affleck. De ahí su poco riesgo y verdad. Por ello el poco peso de su personaje y el poco vuelo de la historia. Todo lastrado por una estrella megalómana y bastante pesada. Una especie de hijo fatuo del Warren Beatty verdadero. Por ahí le anda. O eso quiere.
Sienna Miller, Zoe Saldana, Brendan Gleeson, Elle Fanning, Chris Cooper... Eso está bien. Boston, Florida, baile, peleas, carreras, tiros... También.
Como un gran coche que no tuviera motor. Solo fachada, carrocería.
Una exposición sin cuadros. Un zoo sin animales. Falta algo. Lo más importante. La vida entera. En verdad no es una película. Es un cementerio estupendo, lleno, claro, de muerte y pasado no recuperado. Ejercicio de nostalgia que se queda en la carcasa y la apariencia más vacía y afectada.
Los años gansteriles por definición, los de la ley seca, la década de entreguerras y el crack del 29. Un licenciado de la primera guerra mundial, hijo de un comisario de policía y católico irlandés, llega del frente con todos los valores perdidos, convertido en un cínico militante/diletante. Se tira a la novia del jefe y la película echa a rodar. Lo que sigue es un ejercicio de estilo retro, caro, bien llevado, inofensivo y blandengue; una obra que debe soportar el peso, la presencia constante de Ben con ese careto estreñido, ese aire semidormido que impone carácter a la historia, ese andar pausado y con aires de sobrado que no hay quien se crea, más percha grande para trajes de época que actor con algún fundamento.
Es una película impecable e impoluta, difícil de atacar, ni ganas. Pero al mismo tiempo con poco que destacar o que te llame demasiado la atención, solo un buen acabado y oficio, el narrar adecuado, el vestuario correcto; un conjunto adusto pero sin alma ni fuerza, rutinario, sin sangre ni cuerpo, gastado; pastiche retraído y fallido en su grandiosidad de chichinabo.
Es un antihéroe amoroso que esconde un corazón grande como Groenlandia. Lo previsto. Lo obvio. Lo tópico. Su armazón moral sitúa a la película en su justo lugar. Todo, en verdad, pese a las apariencias y el gran despliegue, no es más que una excusa para el lucimiento, en todos los sentidos, de Affleck. De ahí su poco riesgo y verdad. Por ello el poco peso de su personaje y el poco vuelo de la historia. Todo lastrado por una estrella megalómana y bastante pesada. Una especie de hijo fatuo del Warren Beatty verdadero. Por ahí le anda. O eso quiere.
Sienna Miller, Zoe Saldana, Brendan Gleeson, Elle Fanning, Chris Cooper... Eso está bien. Boston, Florida, baile, peleas, carreras, tiros... También.
Como un gran coche que no tuviera motor. Solo fachada, carrocería.
Una exposición sin cuadros. Un zoo sin animales. Falta algo. Lo más importante. La vida entera. En verdad no es una película. Es un cementerio estupendo, lleno, claro, de muerte y pasado no recuperado. Ejercicio de nostalgia que se queda en la carcasa y la apariencia más vacía y afectada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Cosa buena: la conversación final entre los antiguos amantes. Bien. Cosa mala: la exagerada y obvia elección, y "actuación", del actor que interpreta al jefe del "Klan". Imposible ser más repulsivo.
Arrepiéntete, le dice el padre compulsivamente a su hija descarriada y recuperada. En esa historia paralela, en ese hondo dolor lleno de incomprensión y pena podría estar el corazón atormentado y más refulgente de esta obra. Pero el autor prefiere el yo y el celofán. Allá él.
Arrepiéntete, le dice el padre compulsivamente a su hija descarriada y recuperada. En esa historia paralela, en ese hondo dolor lleno de incomprensión y pena podría estar el corazón atormentado y más refulgente de esta obra. Pero el autor prefiere el yo y el celofán. Allá él.
2 de septiembre de 2018
2 de septiembre de 2018
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace tiempo que empecé mi campaña de «no más tráilers de dos minutos y medio que te cuentan toda la película», lo que me impulsó a no ver nunca ningún tráiler, en especial si tienes un interés previo. De todos modos, siempre se cuela algo, ya sea un teaser tráiler o un anuncio en televisión, lo que a veces despierta en ti el interés. Eso me ocurrió con «Vivir de noche». Ahora me siento tan engañada que soy incapaz de confiar en nada ni en nadie.
«Vivir de noche» es tan mala, de verdad que lo es, que he llegado a pensar que Ben Affleck escribió, dirigió, produjo e interpretó esta película completamente borracho. Sería una justificación como cualquier otra para entender que una cinta tan repelente, cursi, pedante, inmoral, fea, aburrida e, insisto, mala, haya salido a la luz, Ben Affleck haya quedado satisfecho y la crítica (¡ay!, la crítica) le dé el visto bueno. También están borrachos, seguro.
La película es una recuperación del cine negro de gánsters, lo que en principio está muy bien, pero ya la cosa te echa para atrás en cuanto oyes a Affleck contándote con voz en off pastelosa sus traumas de ir a la guerra. ¿Solución? Pues se hace delincuente. Una demostración grosera, diría que incluso de mal gusto, de lo que significa ser un hombre libre y una glorificación espantosa de la mafia que podría pasarse por alto si la película, aparte de la ideología, aportara algo más. Algo. Lo que sea.
Pero es que no hay manera: el romance es una cursilería inaguantable, la trama mafiosa a nadie le importa, la crítica antirracista y antirreligiosa es tan burda que te da risa o pena alternativamente y la interpretación de Affleck, pobrecito mío, es lamentable. Quizá los aspecto técnicos pueden salvarse pero nada de eso compensa lo mala que es.
Ni borrachos podemos aguantar esto.
«Vivir de noche» es tan mala, de verdad que lo es, que he llegado a pensar que Ben Affleck escribió, dirigió, produjo e interpretó esta película completamente borracho. Sería una justificación como cualquier otra para entender que una cinta tan repelente, cursi, pedante, inmoral, fea, aburrida e, insisto, mala, haya salido a la luz, Ben Affleck haya quedado satisfecho y la crítica (¡ay!, la crítica) le dé el visto bueno. También están borrachos, seguro.
La película es una recuperación del cine negro de gánsters, lo que en principio está muy bien, pero ya la cosa te echa para atrás en cuanto oyes a Affleck contándote con voz en off pastelosa sus traumas de ir a la guerra. ¿Solución? Pues se hace delincuente. Una demostración grosera, diría que incluso de mal gusto, de lo que significa ser un hombre libre y una glorificación espantosa de la mafia que podría pasarse por alto si la película, aparte de la ideología, aportara algo más. Algo. Lo que sea.
Pero es que no hay manera: el romance es una cursilería inaguantable, la trama mafiosa a nadie le importa, la crítica antirracista y antirreligiosa es tan burda que te da risa o pena alternativamente y la interpretación de Affleck, pobrecito mío, es lamentable. Quizá los aspecto técnicos pueden salvarse pero nada de eso compensa lo mala que es.
Ni borrachos podemos aguantar esto.
25 de enero de 2017
25 de enero de 2017
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Monotóna y ligera le ha salido a Ben Affleck su cuarta película como director. Ambientada en plena Ley Seca norteamericana con sus gánsteres, policías corruptos y demás ralea, la historia y su puesta en escena carecen de la fuerza y de la intensidad suficiente como para ser algo más que las manidas peripecias de un delincuente venido a más.
No será por carecer de medios o de una buena base literaria en la novela del prestigioso Dennis Lehane, pero ni el guión, escrito por el mismo realizador, ni el destacado elenco de secundarios logran traspasar la pantalla lo suficiente como para superar el desencanto general.
Más mini críticas en cinedepatio.com
No será por carecer de medios o de una buena base literaria en la novela del prestigioso Dennis Lehane, pero ni el guión, escrito por el mismo realizador, ni el destacado elenco de secundarios logran traspasar la pantalla lo suficiente como para superar el desencanto general.
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17 de enero de 2017
17 de enero de 2017
18 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Live by Night está ambientada en la Prohibición de los años 20, entre los callejones estrechos de Boston y los amplios valles de Tampa. Joe Coughlin ha combatido en la Gran Guerra y regresa dispuesto a no recibir más órdenes. Empieza a robar bancos para cobrarse el tiempo perdido y trabaja de cerca con la mafia local.
Su pareja de atracos es Emma, una hermosa rubia, la amante del jefe de la mafia Albert White. El amorío con Emma lo lleva a participar en la muerte de tres policías. No solo White lo quiere matar por traición, su padre (policía de alto rango) lo mete a la cárcel.
Cuando sale de prisión, la historia escrita por el novelista Dennis Lehane es la venganza y el camino al poder de un mafioso. Sin embargo, la historia escrita por el guionista Ben Affleck es lo más parecido al diario de un héroe típico.
En su intento de falsa biografía, Affleck construye el guión con episodios de la vida de Coughlin contados por él mismo con una insoportable voz en off. En cada fragmento prevalece uno de los cinco personajes secundarios. Esto distrae la atención del propio protagonista. La fatal deficiencia del guión es que el público puede conectar más con cualquier otro personaje que con Joe.
En esa línea, el otro gran error es que Ben Affleck se auto-eligió como el actor protagónico. Su forma de actuar impávida y seria (por no decir plana y estéril) aumenta la lejanía con el personaje. Por ello, sus logros parecen caer por su propio peso y sus adversarios parecen débiles fracasados.
Sin querer (porque asumo que Ben querrá todo lo contrario), Affleck ha destruido al típico hampón antihéroe interpretado antes por Pacino, De Niro, Gazzara, Pitt o Byrne, entre otros. Joe no es un hombre falto de moral y con un enorme ego, capaz de todo para protegerse a él y a los suyos. Al contrario. Es solo un héroe. Sufren más los otros que él y es un experto en lo que hace. Su única caída es ocasionada por un lío amoroso. No falla.
Coughlin, como antes Tony Mendez (Argo) o Doug McRay (The Town), juega a ser Dios dentro de su propio universo. Dice frases como “te lloré durante años” y no hemos visto lágrimas o “me he sacrificado por ti” y apenas ha sudado. Aún cuando está echado en una tragedia, ni se le ve llorar (¿será porque no puede actuar una lágrima?), ni se duda que va a levantarse.
Lo contradictorio es que Ben es un buen director. Conoce la técnica. Su uso del montaje es fluido, la fotografía se luce, el sonido es impecable. Los detalles están finamente cuidados. Y la historia no aburre, hasta entretiene. Sus cuatro películas son hermosas producciones de Hollywood. Sin embargo, poseen escasa creatividad y no abordan reflexiones. Su cine es plástico. No quiere contar una historia trascedente, sino solo ser parte de la historia.
Muchas películas son así, para pasar el rato. El problema con las de Affleck es que están envueltas en un empaque de oro, pretenden ser lo contrario. Y es una caída más profunda no encontrar mucho valor en su interior.
Live by Night incluye todos los temas importantes: la religión, el racismo y la familia. Las armas, el crimen y el alcohol. Incluso el sexo. Pero son tocados por la superficie, con una inmadura ligereza. Por ejemplo, cuando la bella Graciela, segunda musa de Joe, baila salsa cubana con el ombligo y las piernas al aire, el director debería hacernos sentir placer y pasión. Ben hace todo lo contrario: baja el volumen, apaga la luz y detiene el ritmo. Debería palparla, pero se limita a contemplarla. El sexo es rudimentario incluso con la fría rubia femme fatale. Un escándalo sexual (elemento trascendental de la trama) es solo narrado.
Tras ver Live by Night nada en tu mundo habrá cambiado y nada nuevo habrás aprendido. Solo el ego de Ben Affleck será más grande. Porque quizás él solo ve lo hermoso que es el empaque en el que lo presenta. Y a mí ya no me queda claro si Ben está fallando en algo o él mismo es un humano insípido.
Su pareja de atracos es Emma, una hermosa rubia, la amante del jefe de la mafia Albert White. El amorío con Emma lo lleva a participar en la muerte de tres policías. No solo White lo quiere matar por traición, su padre (policía de alto rango) lo mete a la cárcel.
Cuando sale de prisión, la historia escrita por el novelista Dennis Lehane es la venganza y el camino al poder de un mafioso. Sin embargo, la historia escrita por el guionista Ben Affleck es lo más parecido al diario de un héroe típico.
En su intento de falsa biografía, Affleck construye el guión con episodios de la vida de Coughlin contados por él mismo con una insoportable voz en off. En cada fragmento prevalece uno de los cinco personajes secundarios. Esto distrae la atención del propio protagonista. La fatal deficiencia del guión es que el público puede conectar más con cualquier otro personaje que con Joe.
En esa línea, el otro gran error es que Ben Affleck se auto-eligió como el actor protagónico. Su forma de actuar impávida y seria (por no decir plana y estéril) aumenta la lejanía con el personaje. Por ello, sus logros parecen caer por su propio peso y sus adversarios parecen débiles fracasados.
Sin querer (porque asumo que Ben querrá todo lo contrario), Affleck ha destruido al típico hampón antihéroe interpretado antes por Pacino, De Niro, Gazzara, Pitt o Byrne, entre otros. Joe no es un hombre falto de moral y con un enorme ego, capaz de todo para protegerse a él y a los suyos. Al contrario. Es solo un héroe. Sufren más los otros que él y es un experto en lo que hace. Su única caída es ocasionada por un lío amoroso. No falla.
Coughlin, como antes Tony Mendez (Argo) o Doug McRay (The Town), juega a ser Dios dentro de su propio universo. Dice frases como “te lloré durante años” y no hemos visto lágrimas o “me he sacrificado por ti” y apenas ha sudado. Aún cuando está echado en una tragedia, ni se le ve llorar (¿será porque no puede actuar una lágrima?), ni se duda que va a levantarse.
Lo contradictorio es que Ben es un buen director. Conoce la técnica. Su uso del montaje es fluido, la fotografía se luce, el sonido es impecable. Los detalles están finamente cuidados. Y la historia no aburre, hasta entretiene. Sus cuatro películas son hermosas producciones de Hollywood. Sin embargo, poseen escasa creatividad y no abordan reflexiones. Su cine es plástico. No quiere contar una historia trascedente, sino solo ser parte de la historia.
Muchas películas son así, para pasar el rato. El problema con las de Affleck es que están envueltas en un empaque de oro, pretenden ser lo contrario. Y es una caída más profunda no encontrar mucho valor en su interior.
Live by Night incluye todos los temas importantes: la religión, el racismo y la familia. Las armas, el crimen y el alcohol. Incluso el sexo. Pero son tocados por la superficie, con una inmadura ligereza. Por ejemplo, cuando la bella Graciela, segunda musa de Joe, baila salsa cubana con el ombligo y las piernas al aire, el director debería hacernos sentir placer y pasión. Ben hace todo lo contrario: baja el volumen, apaga la luz y detiene el ritmo. Debería palparla, pero se limita a contemplarla. El sexo es rudimentario incluso con la fría rubia femme fatale. Un escándalo sexual (elemento trascendental de la trama) es solo narrado.
Tras ver Live by Night nada en tu mundo habrá cambiado y nada nuevo habrás aprendido. Solo el ego de Ben Affleck será más grande. Porque quizás él solo ve lo hermoso que es el empaque en el que lo presenta. Y a mí ya no me queda claro si Ben está fallando en algo o él mismo es un humano insípido.
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