Necronomicon - Geträumte Sünden (AKA Succubus)
Terror
La exuberante Lorna Green (Janine Reynaud) trabaja como bailarina en uno de los nightclubs más "in" de Lisboa, el Nov Club. Caranche participa en un espectáculo sadomasoquista que culmina con un asesinato simulado. Sus actuaciones tienen un gran éxito, pero Lorna empieza a dejarse influenciar mentalmente por su personaje. Su manager Bill Mulligan (Jack Taylor) la intenta ayudar, sin saber que buscar las causas del comportamiento de ... [+]
2 de agosto de 2017
2 de agosto de 2017
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Le tengo un cariño bastante especial a Jess Franco y he visto muchas de sus películas, pero ninguna de ellas me parece buena y muy pocas llegan siquiera a acercarse al aprobado. Sin embargo, casi todas me han aportado algo y por eso sigo buceando en su extensísima filmografía aun sabiendo que probablemente nunca encontraré ninguna que me satisfaga. Sin embargo, la búsqueda de esa quimera de cuya inexistencia soy consciente me resulta una experiencia interesante porque por el camino siempre hallo algo curioso que merece la pena ver, aunque sean detalles.
La película que nos ocupa es posiblemente la más elegantemente filmada de todas las que he visto de Jess, pero ni mucho menos la mejor, ni la más entretenida, ni la más divertida, ni muchísimo menos la más transgresora. De hecho en esta Necronomicón, dada la época primeriza en la que fue filmada, la transgresión está muy comedida y aún en pañales. Este hecho, unido al elegante surrealismo lisérgico y a las múltiples referencias a los clásicos que adornan el metraje, hace que esta sea una de las obras más respetadas y alabadas de Franco a nivel internacional, pero para mi gusto se encuentra en la zona media/baja de su filmografía porque mi Jess favorito es el más transgresor, el más gamberro y el más desenfadado, y también el que reinterpreta a su manera otros iconos del terror más populares y campechanos que el súcubo refinado que protagoniza esta película.
En Necronomicón, como es habitual en muchas otras pelis del autor, tenemos una buena música y algunas escenas interesantes, pero el ritmo es peligrosamente tedioso y la historia carece de golpes de timón que le den amenidad. Hay poca frescura, y eso es un gran defecto teniendo en cuenta que en ese momento la carrera de Jess estaba aún en sus inicios. Creo que esta película es más adecuada para no iniciados en el universo del director que para los que conozcan su obra más en profundidad y disfruten con las absurdeces y gamberradas de sus films más bizarros.
Evidentemente Jess tiene bastantes películas muchísimo peores que esta en todos los aspectos, pero a mí esta me parece demasiado sosa y comedida, y no he disfrutado viéndola en ningún momento.
Me gustaría saber qué opinarían los medios que en su día alabaron Necronomicón si vieran algunas de las muchas barrabasadas que perpetró Jess en décadas posteriores, seguramente las pondrían verdes sin piedad, pero para mí el verdadero Jess Franco es el de esas barrabasadas y no este.
Larga vida al tío Jess. Nunca me perdonaré no haber asistido al estreno de la última película que rodó, que tuvo lugar pocos días antes de su fallecimiento en una sala muy cercana a donde yo vivía. Ese día nadie quiso acompañarme al estreno y por eso desistí, porque yo quería compartir aquella celebración única con alguien, pero los seguidores de Jess en realidad somos pocos y a la hora de la verdad cuando había que mover el culo menos todavía. Mea culpa. Queda muy alternativo y muy friki escribir sobre Jess Franco en internet, pero me gustaría saber qué porcentaje de los que hacemos eso asistió alguna vez a alguna de sus muchísimas películas en una sala y pagó una entrada. Por eso la carrera de Jess con 200 películas a sus espaldas es un auténtico milagro. Que más de la mitad de ellas sean muy malas y muy cutres es lo de menos, porque anda que no hay por el mundo miles de auténticas bazofias que recaudan millones.
La película que nos ocupa es posiblemente la más elegantemente filmada de todas las que he visto de Jess, pero ni mucho menos la mejor, ni la más entretenida, ni la más divertida, ni muchísimo menos la más transgresora. De hecho en esta Necronomicón, dada la época primeriza en la que fue filmada, la transgresión está muy comedida y aún en pañales. Este hecho, unido al elegante surrealismo lisérgico y a las múltiples referencias a los clásicos que adornan el metraje, hace que esta sea una de las obras más respetadas y alabadas de Franco a nivel internacional, pero para mi gusto se encuentra en la zona media/baja de su filmografía porque mi Jess favorito es el más transgresor, el más gamberro y el más desenfadado, y también el que reinterpreta a su manera otros iconos del terror más populares y campechanos que el súcubo refinado que protagoniza esta película.
En Necronomicón, como es habitual en muchas otras pelis del autor, tenemos una buena música y algunas escenas interesantes, pero el ritmo es peligrosamente tedioso y la historia carece de golpes de timón que le den amenidad. Hay poca frescura, y eso es un gran defecto teniendo en cuenta que en ese momento la carrera de Jess estaba aún en sus inicios. Creo que esta película es más adecuada para no iniciados en el universo del director que para los que conozcan su obra más en profundidad y disfruten con las absurdeces y gamberradas de sus films más bizarros.
Evidentemente Jess tiene bastantes películas muchísimo peores que esta en todos los aspectos, pero a mí esta me parece demasiado sosa y comedida, y no he disfrutado viéndola en ningún momento.
Me gustaría saber qué opinarían los medios que en su día alabaron Necronomicón si vieran algunas de las muchas barrabasadas que perpetró Jess en décadas posteriores, seguramente las pondrían verdes sin piedad, pero para mí el verdadero Jess Franco es el de esas barrabasadas y no este.
Larga vida al tío Jess. Nunca me perdonaré no haber asistido al estreno de la última película que rodó, que tuvo lugar pocos días antes de su fallecimiento en una sala muy cercana a donde yo vivía. Ese día nadie quiso acompañarme al estreno y por eso desistí, porque yo quería compartir aquella celebración única con alguien, pero los seguidores de Jess en realidad somos pocos y a la hora de la verdad cuando había que mover el culo menos todavía. Mea culpa. Queda muy alternativo y muy friki escribir sobre Jess Franco en internet, pero me gustaría saber qué porcentaje de los que hacemos eso asistió alguna vez a alguna de sus muchísimas películas en una sala y pagó una entrada. Por eso la carrera de Jess con 200 películas a sus espaldas es un auténtico milagro. Que más de la mitad de ellas sean muy malas y muy cutres es lo de menos, porque anda que no hay por el mundo miles de auténticas bazofias que recaudan millones.
18 de febrero de 2010
18 de febrero de 2010
18 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mediocre, una vez más, trabajo de Jesús Franco en el que al menos hay que reconocer un estilo que salva en parte el desastre total de una historia típicamente ceñida al espectáculo del efectismo.
Con “Necronomicon” Franco alcanza un cierto estatus dentro del cine de serie B europeo, debido al tratamiento desinhibido de los temas que aborda como el masoquismo o la adicción al sexo, todo ello encubierto con una presunta historia de terror que más bien es un horror.
Ni siquiera la presencia de ese actor hispanizado que es Jack Taylor, y la nostalgia de una época y un cine que no volverá pueden hacer que se sea benevolente con una obra que en realidad define el cine de Jesús Franco: pretenciosidad en el ruido creativo y nula calidad artística.
Nota. 3,7.
Con “Necronomicon” Franco alcanza un cierto estatus dentro del cine de serie B europeo, debido al tratamiento desinhibido de los temas que aborda como el masoquismo o la adicción al sexo, todo ello encubierto con una presunta historia de terror que más bien es un horror.
Ni siquiera la presencia de ese actor hispanizado que es Jack Taylor, y la nostalgia de una época y un cine que no volverá pueden hacer que se sea benevolente con una obra que en realidad define el cine de Jesús Franco: pretenciosidad en el ruido creativo y nula calidad artística.
Nota. 3,7.
2 de agosto de 2016
2 de agosto de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera película de producción enteramente foránea (Alemania) en la carrera de Jesús Franco. Inicio, en gran medida, de una suerte de automarginación y de un rumbo dónde se combinará el furibundo afán por rodar y rodar (con la consecuente irregularidad en la calidad y una pérdida global en la brújula creativa, repetitividad y vuelta a mismas constantes...) con algún interludio, en ráfagas de películas, o en la totalidad de alguna de ellas, realmente brillante e inspirado. Este es el caso que nos ocupa: "Necronomicon" pasa por ser su perfectamente legítimo film de culto, una de las más turbadoras y fascinantes películas de su autor y un señero título del cine erótico/bizarro de la Historia.
Estamos ante un cocktail viscoso de sexo, violencia, fetichismo y sensualidad, presidido por una imponente, maravillosa y bellísima Janine Reynaud, bajo una atmósfera preñada de insinuación, irrealidad, imaginación y pegajosidad sucia, surrealista y original.
Sin argumento prácticamente, propiamente dicho, puede verse como la historia de una mujer vampirizada por su propio personaje (artista de cabaret) y por un misterioso hombre y, por otro lado, la historia de un amor inasible, peligroso, etéreo, entre esta y su manager (Taylor, muy bien también).
Todo en un mosaico dónde fluye de forma extraña e impresionante todo un carrusel de osadas referencias cinéfilas, que para nada es atrevido reseñar: Buñuel (surrealismo), Resnais ("El año pasado en Marienbad"), Godard (citas cultistas), Fellini... en una película que casi acaba siendo una pura ensoñación, un pensamiento delirante, algo abstracto que se hace espléndidamente fascinante traducido en perversas imágenes llenas de poder magnético. Y dadas las referencias que nos desfilan por la cabeza, Franco, con ese supremo guión de Pier A.Cameccini es posible que dinamite y blasfeme el concepto de "cine de autor" desde dentro, haciendo una obra de semejante sesgo.
Memorable la secuencia de los maniquíes, del acuario, el número del night-club, Reynaud (toda ella)... Arrebato. ¡Oh, Lorna, Lorna!.
Estamos ante un cocktail viscoso de sexo, violencia, fetichismo y sensualidad, presidido por una imponente, maravillosa y bellísima Janine Reynaud, bajo una atmósfera preñada de insinuación, irrealidad, imaginación y pegajosidad sucia, surrealista y original.
Sin argumento prácticamente, propiamente dicho, puede verse como la historia de una mujer vampirizada por su propio personaje (artista de cabaret) y por un misterioso hombre y, por otro lado, la historia de un amor inasible, peligroso, etéreo, entre esta y su manager (Taylor, muy bien también).
Todo en un mosaico dónde fluye de forma extraña e impresionante todo un carrusel de osadas referencias cinéfilas, que para nada es atrevido reseñar: Buñuel (surrealismo), Resnais ("El año pasado en Marienbad"), Godard (citas cultistas), Fellini... en una película que casi acaba siendo una pura ensoñación, un pensamiento delirante, algo abstracto que se hace espléndidamente fascinante traducido en perversas imágenes llenas de poder magnético. Y dadas las referencias que nos desfilan por la cabeza, Franco, con ese supremo guión de Pier A.Cameccini es posible que dinamite y blasfeme el concepto de "cine de autor" desde dentro, haciendo una obra de semejante sesgo.
Memorable la secuencia de los maniquíes, del acuario, el número del night-club, Reynaud (toda ella)... Arrebato. ¡Oh, Lorna, Lorna!.
28 de junio de 2014
28 de junio de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Succubus es una película difícil de seguir, porque las cosas no se explican suficientemente. Es fácil perder el hilo o no saber interpretar lo que está pasando en ese momento en pantalla, porque raya el absurdo.
Es una aproximación de Jesús Franco al sado, en una película que apenas tiene nada ni de erotismo ni de sadismo. Lo que sí llama la atención es la fotografía y los escenarios, de una calidad superior a todo lo que más tarde haría Jesusito. Se ve que en el 68 aún tenía interés por el cine, o al menos más que por la pasta. Eso, o que otros productores exigiesen hacer las cosas bien.
Prescindible.
Es una aproximación de Jesús Franco al sado, en una película que apenas tiene nada ni de erotismo ni de sadismo. Lo que sí llama la atención es la fotografía y los escenarios, de una calidad superior a todo lo que más tarde haría Jesusito. Se ve que en el 68 aún tenía interés por el cine, o al menos más que por la pasta. Eso, o que otros productores exigiesen hacer las cosas bien.
Prescindible.
28 de febrero de 2025
28 de febrero de 2025
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Una de las más célebres de Franco. Con música de Friedrich Gulda, del que no tengo nada pero sí he oido en Solo Jazz, el programa de radio que escucho en podcast y que tanto me gusta (seguramente llevo oyéndolo más de diez años y no creo que me haya perdido muchos capítulos de los dos que tiene a la semana.
Los protagonistas son: la guapísima Janine Reynaud , y el sempiterno Jack Taylor.
De ella he visto un par de películas, todas rodadas por Franco.
De él he visto muchas cosas, algunas de Franco, otras de Ossorio, de Carlos Aured y de Klimovsky... la tropa. Aunque me salta en la base de datos que también actuó en la Novena puerta (Roman Polansky, 1999)
También actúa Howard Vernon, habitual de Franco y de cintas del oeste, haciendo casi siempre de malo, aunque su papel en El silencio del mar de Melville es brillante.
La cinta es muy bonita, atrapa al espectador, tiene todo el interés, la música se acopla perfectamente y el juego de sombras y luces la hace muy entretenida.
Realmente brillante. De lo mejor de él. Por este tipo de cintas sí será recordado Franco. Antes de empezar a desparramar, a veces sin ningún sentido, únicamente por el placer de rodar. Rodar por rodar.
Rodada en Lisboa, por momentos deja ver la ciudad y.. . qué decir, es de una belleza inconmensurable.
Me ha gustado mucho. No es surrealismo, no es impresionismo, no es oscurantismo.
Es una especie de viaje lisérgico (de hecho hay una escena explícita de consumo y posterior visión de monstruos animales) por la pérdida de conexión con la realidad de la protagonista. Guapa a rabiar, con un pelo rojo que me recuerda al de mi mujer. Es una exposición continuada de imágenes que impactan sin una trama definida, pero atrayente. Por momento recuerda a Buñuel y su claustrofobia en El ángel exterminador (1962), y en otras tiene retazos de un erotismo naif y suave en el que se adentraba.
Me ha gustado mucho la música.
Es curioso, no creo que a ninguna película de Franco La Haya calificado con un 8, pero sigo sin dejar de verlas. Es como un proyecto a largo plazo.
Los protagonistas son: la guapísima Janine Reynaud , y el sempiterno Jack Taylor.
De ella he visto un par de películas, todas rodadas por Franco.
De él he visto muchas cosas, algunas de Franco, otras de Ossorio, de Carlos Aured y de Klimovsky... la tropa. Aunque me salta en la base de datos que también actuó en la Novena puerta (Roman Polansky, 1999)
También actúa Howard Vernon, habitual de Franco y de cintas del oeste, haciendo casi siempre de malo, aunque su papel en El silencio del mar de Melville es brillante.
La cinta es muy bonita, atrapa al espectador, tiene todo el interés, la música se acopla perfectamente y el juego de sombras y luces la hace muy entretenida.
Realmente brillante. De lo mejor de él. Por este tipo de cintas sí será recordado Franco. Antes de empezar a desparramar, a veces sin ningún sentido, únicamente por el placer de rodar. Rodar por rodar.
Rodada en Lisboa, por momentos deja ver la ciudad y.. . qué decir, es de una belleza inconmensurable.
Me ha gustado mucho. No es surrealismo, no es impresionismo, no es oscurantismo.
Es una especie de viaje lisérgico (de hecho hay una escena explícita de consumo y posterior visión de monstruos animales) por la pérdida de conexión con la realidad de la protagonista. Guapa a rabiar, con un pelo rojo que me recuerda al de mi mujer. Es una exposición continuada de imágenes que impactan sin una trama definida, pero atrayente. Por momento recuerda a Buñuel y su claustrofobia en El ángel exterminador (1962), y en otras tiene retazos de un erotismo naif y suave en el que se adentraba.
Me ha gustado mucho la música.
Es curioso, no creo que a ninguna película de Franco La Haya calificado con un 8, pero sigo sin dejar de verlas. Es como un proyecto a largo plazo.
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