Audrey: Más allá del iconoDocumental
6,3
412
Documental
Documental sobre la icónica actriz Audrey Hepburn, una de las mayores estrellas de Hollywood de la historia del cine. Una mirada a su faceta más íntima, la de una persona que dedicó gran parte de su vida a cuidar de los demás.
23 de julio de 2021
23 de julio de 2021
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aprobado el documental porque la indulgencia me puede ante cualquier imagen de Audrey. De hecho, si no dejamos de ver este producto audiovisual –lo de documental le queda lejos– es por ella, por escuchar su voz y ver su inmensa sonrisa. Ver a Audrey transmite una tranquilidad difícil de encontrar en cualquier otra persona, y mucho menos en cualquier otra estrella del firmamento hollywoodiense. Por ello, por todo el amor que profeso a Audrey, como icono, como mujer, como madre, como activista humanitaria, como personaje idealizado, me duele especialmente que se la trate como a un personaje desangelado escondido tras una glamurosa pompa diseñada por Givenchy.
"Audrey: Más allá del icono" apenas nos habla de la carrera cinematográfica de Audrey Hepburn, saltándose incluso algunas de sus películas más memorables ("Two for the road"; "The Children's Hour"; "Robin and Marian"), para hablarnos de su "faceta" como actriz apenas contamos con Peter Bogdanovich (ojalá se hubiera hecho cargo del documental) y Richard Dreyfuss. Todo esto porque se pretende conocer a la mujer, a la Audrey que era "más que un icono". Para ello contamos con su hijo Sean, su nieta Emma y a todo el servicio de "La Paisible", su casa en Suiza, que cuentan algunas anécdotas entrañables –escasas–, que solo hacen más extraña la ausencia de otras personas relevantes en su vida, empezando por Luca Dotti, segundo hijo de Audrey, que siempre ha mostrado una cara amable a la hora de hablar de su madre. De hecho hace poco publicó un interesante –y muy bien editado– libro llamado "Audrey en casa".
La narración del documental salta de forma extraña sin involucrarnos en la historia, un error que ya se cometió en la fatídica "La vida de Audrey Hepburn" (Steven Robman, 2000). Su vida tiene todos los ingredientes para hacernos reír, llorar y formar una vida narrativamente interesante e incluso con sentido argumental. Basta con echar un ojo a la fantástica biografía de Donald Spoto, el mejor acercamiento –en mi humilde opinión– a la vida de Audrey.
Las recreaciones ficcionadas que ofrece "Audrey: Más allá del icono" son un despropósito, bailarinas que entre sombras pretenden asemejarse a Audrey, y una carrera focalizada en el baile, sólo para dar sentido a estas imágenes. Otras recreaciones son las del abandono de su padre, una parte esencial para comprender la infancia y el carácter de Audrey y que en el documental es tratado tarde y de esta extraña forma que sólo banaliza la realidad. Como ese pase rápido y sesgado por su madre, Ella van Heemstra, a quien se tacha de nazi y poco más. Una información completamente descontextualizada, olvidando lo importante que fue su madre en la vida de Audrey. Pero entre una cosa y otra volvemos a ver a Audrey, tomando un té, casándose, asistiendo a un estreno, caminando por Roma, en Somalia o enferma por los jardines de Tolochenaz. Por ella siempre vale la pena.
"Audrey: Más allá del icono" apenas nos habla de la carrera cinematográfica de Audrey Hepburn, saltándose incluso algunas de sus películas más memorables ("Two for the road"; "The Children's Hour"; "Robin and Marian"), para hablarnos de su "faceta" como actriz apenas contamos con Peter Bogdanovich (ojalá se hubiera hecho cargo del documental) y Richard Dreyfuss. Todo esto porque se pretende conocer a la mujer, a la Audrey que era "más que un icono". Para ello contamos con su hijo Sean, su nieta Emma y a todo el servicio de "La Paisible", su casa en Suiza, que cuentan algunas anécdotas entrañables –escasas–, que solo hacen más extraña la ausencia de otras personas relevantes en su vida, empezando por Luca Dotti, segundo hijo de Audrey, que siempre ha mostrado una cara amable a la hora de hablar de su madre. De hecho hace poco publicó un interesante –y muy bien editado– libro llamado "Audrey en casa".
La narración del documental salta de forma extraña sin involucrarnos en la historia, un error que ya se cometió en la fatídica "La vida de Audrey Hepburn" (Steven Robman, 2000). Su vida tiene todos los ingredientes para hacernos reír, llorar y formar una vida narrativamente interesante e incluso con sentido argumental. Basta con echar un ojo a la fantástica biografía de Donald Spoto, el mejor acercamiento –en mi humilde opinión– a la vida de Audrey.
Las recreaciones ficcionadas que ofrece "Audrey: Más allá del icono" son un despropósito, bailarinas que entre sombras pretenden asemejarse a Audrey, y una carrera focalizada en el baile, sólo para dar sentido a estas imágenes. Otras recreaciones son las del abandono de su padre, una parte esencial para comprender la infancia y el carácter de Audrey y que en el documental es tratado tarde y de esta extraña forma que sólo banaliza la realidad. Como ese pase rápido y sesgado por su madre, Ella van Heemstra, a quien se tacha de nazi y poco más. Una información completamente descontextualizada, olvidando lo importante que fue su madre en la vida de Audrey. Pero entre una cosa y otra volvemos a ver a Audrey, tomando un té, casándose, asistiendo a un estreno, caminando por Roma, en Somalia o enferma por los jardines de Tolochenaz. Por ella siempre vale la pena.
6 de agosto de 2021
6 de agosto de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto el documental... Audrey (Movistar+)...
https://www.filmaffinity.com/es/film398959.html
Un 6. Me ha gustado y me ha aportado bastante información. De hecho, me ha dejado claro lo poco que sabía de ella a pesar de que la adoro. Por supuesto, estoy hablando de Audrey Hepburn.
Y con todo, tampoco ma ha parecido un documental para echar cohetes, aunque es correcto y se puede ver tranquilamente. Dura hora y media y se me ha pasado en un pispas. Así que, malo no es.
Mi ignorancia no era simple desconocimiento, sino que, no sé por qué, tenía la idea de que nunca se había casado y no había tenido hijos. Y me he encontrado que se había casado con Mel Ferrer y que tuvo dos hijos... al menos, porque tampoco se concreta, aunque sólo salen su hijo y su hija, así que...
Tampoco sabía que su primera película fuese Vacaciones y Roma, y que, por ella, le dieron un Oscar.
Vamos, que sabía algunas películas en las que había actuado y poco más. Ahora se un poco más que poco más gracias e este documental, que relata su historia desde su niñez.
https://www.filmaffinity.com/es/film398959.html
Un 6. Me ha gustado y me ha aportado bastante información. De hecho, me ha dejado claro lo poco que sabía de ella a pesar de que la adoro. Por supuesto, estoy hablando de Audrey Hepburn.
Y con todo, tampoco ma ha parecido un documental para echar cohetes, aunque es correcto y se puede ver tranquilamente. Dura hora y media y se me ha pasado en un pispas. Así que, malo no es.
Mi ignorancia no era simple desconocimiento, sino que, no sé por qué, tenía la idea de que nunca se había casado y no había tenido hijos. Y me he encontrado que se había casado con Mel Ferrer y que tuvo dos hijos... al menos, porque tampoco se concreta, aunque sólo salen su hijo y su hija, así que...
Tampoco sabía que su primera película fuese Vacaciones y Roma, y que, por ella, le dieron un Oscar.
Vamos, que sabía algunas películas en las que había actuado y poco más. Ahora se un poco más que poco más gracias e este documental, que relata su historia desde su niñez.
14 de marzo de 2024
14 de marzo de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En todas partes al mismo tiempo.
Al principio dicen o informan que sus padres eran nazis y luego se olvidan del tema.
En esa inconsistencia primera o inicial se puede ver o resumir y concentrar la del entero este documento preñado de vaguedades, tonterías y bondades a diestro y siniestro.
Que era belga de familia rimbombante aristocrática y que le pilló la segunda gran guerra en Holanda por bandera o peteneras, por medio, en plena niñez y adolescencia, y que pasó mucha hambre, vale, la pena.
Que quería ser bailarina, pero no le daba.
Que de ahí pasó al cine porque era más fácil e igualmente mundo del espectáculo y necesitaba pasta.
Y de ahí a la gloria. Bueno, más bien, a la moda que es lo único que aquí parece que les importa o interesa de su carrera (un poco muestran como de pasada algo de Vacaciones en Roma o Sola en la oscuridad o Desayuno con diamantes, pero para hablar de sus vestidos casi solamente), Givenchy y su relación profesional/personal con ella.
Y que siempre echó en falta a su padre que la había abandonado de niña y que con los hombres tuvo mala suerte (no dicen bien* el porqué de las cosas, de esos fracasos, se pierden en frases huecas bienquedas).
Y que le importó mucho más la familia que el cine, sus hijos que las películas (es decir, una demonia, a quién se le ocurre, el colmo, mala gente, peligrosa, revoltosa, insurgente, contrarreforma, enemiga pública número una, en la lista negra, apunta), y que por ello, con el paso de los años, lo fue dejando aparcando casi totalmente en favor de una vida tranquila (qué descansada vida la del que huye del mundanal ruido y sigue la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido) como madre y esposa o pareja (anatema, a galeras), cuidando su huerto o jardín (más allá) del bien y del mal, lechugas, boniatos, tomates, berzas, cocina.
Y que al final le dio por los niños, por salvarlos, de la quema, y (por) Unicef, con la Igleisa hemos topado, de/por algo hay que vivir, o morir.
Y la enfermedad mortal de necesidad la muy perra.
Al principio dicen o informan que sus padres eran nazis y luego se olvidan del tema.
En esa inconsistencia primera o inicial se puede ver o resumir y concentrar la del entero este documento preñado de vaguedades, tonterías y bondades a diestro y siniestro.
Que era belga de familia rimbombante aristocrática y que le pilló la segunda gran guerra en Holanda por bandera o peteneras, por medio, en plena niñez y adolescencia, y que pasó mucha hambre, vale, la pena.
Que quería ser bailarina, pero no le daba.
Que de ahí pasó al cine porque era más fácil e igualmente mundo del espectáculo y necesitaba pasta.
Y de ahí a la gloria. Bueno, más bien, a la moda que es lo único que aquí parece que les importa o interesa de su carrera (un poco muestran como de pasada algo de Vacaciones en Roma o Sola en la oscuridad o Desayuno con diamantes, pero para hablar de sus vestidos casi solamente), Givenchy y su relación profesional/personal con ella.
Y que siempre echó en falta a su padre que la había abandonado de niña y que con los hombres tuvo mala suerte (no dicen bien* el porqué de las cosas, de esos fracasos, se pierden en frases huecas bienquedas).
Y que le importó mucho más la familia que el cine, sus hijos que las películas (es decir, una demonia, a quién se le ocurre, el colmo, mala gente, peligrosa, revoltosa, insurgente, contrarreforma, enemiga pública número una, en la lista negra, apunta), y que por ello, con el paso de los años, lo fue dejando aparcando casi totalmente en favor de una vida tranquila (qué descansada vida la del que huye del mundanal ruido y sigue la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido) como madre y esposa o pareja (anatema, a galeras), cuidando su huerto o jardín (más allá) del bien y del mal, lechugas, boniatos, tomates, berzas, cocina.
Y que al final le dio por los niños, por salvarlos, de la quema, y (por) Unicef, con la Igleisa hemos topado, de/por algo hay que vivir, o morir.
Y la enfermedad mortal de necesidad la muy perra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
* De Mel Ferrer nada apenas, que era la mar de estupendo, a más a más, como ella, del italiano médico tenía que ser segundo marido que era un golfo de Roma de mucho cuidado, que le ponía o puso los cuernos todo el día sin descanso ni freno, con la madre y ciento, regimiento, a toda hora.
Y que, en el momento de la verdad, memento mori, vio fantasmas, los otros, seres del otro lado (del espejo) o mundo o dimensión, que allí estaban para acompañarla en el viaje definitivo, a la laguna Estigia cruzar.
Pasa la hora y media y no sabes nada de ella más allá de un par de datos biográficos, que te puedes encontrar en cualquier sitio, y que era buena y rebuena y muy maja y muy santa, sea, nada, bagatelas, chuminadas, balas, pienso, alfalfa, una estampita, no una persona, loor de santidad.
Y que, en el momento de la verdad, memento mori, vio fantasmas, los otros, seres del otro lado (del espejo) o mundo o dimensión, que allí estaban para acompañarla en el viaje definitivo, a la laguna Estigia cruzar.
Pasa la hora y media y no sabes nada de ella más allá de un par de datos biográficos, que te puedes encontrar en cualquier sitio, y que era buena y rebuena y muy maja y muy santa, sea, nada, bagatelas, chuminadas, balas, pienso, alfalfa, una estampita, no una persona, loor de santidad.
5 de septiembre de 2023
5 de septiembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante que no soy muy de sobrevalorar a la gente, ni a famosos ni a nadie. También soy bastante escéptico con las biografías...
No conocía mucho de la famosísima Audrey Hepburn, salvo haber visto “Desayuno con diamantes”, “Vacaciones en Roma”, “Funny face”, la música de Henry Mancini, verla en muchos cuadros, que me gustaba su flequillo y que había estado, ya más mayor, en algún viaje de ayuda humanitaria por África (de verla en images del google), y poco más.
Ya al principio del documental, me llegan estas palabras de su propia voz: “Hay una frase muy bonita en el libro de Arthur Rubistein, de hace muchos años, de cuando tuvo un comienzo difícil en su vida. Tuvo que elegir entre rechazar la vida o amarla y decidió amarla de forma incondicional y yo creo lo mismo."
Después de ver este documental me vino a la cabeza Albert Espinosa y su libro “El mundo amarillo” que es algo así, entre otras cosas, que las personas desconocidas, especiales para ti por lo que sea, son personas amarillas, un punto de inflexión en tu vida…
Audrey Hepburn ahora es para mí una persona amarilla más. Me identifico de alguna manera con muchas cosas de este documental (sobre todo en versión original). Creo que es enamorarse platónicamente y por lo que he visto creo que no soy el único (risas).
Gracias Helena Coan por este documental.
No conocía mucho de la famosísima Audrey Hepburn, salvo haber visto “Desayuno con diamantes”, “Vacaciones en Roma”, “Funny face”, la música de Henry Mancini, verla en muchos cuadros, que me gustaba su flequillo y que había estado, ya más mayor, en algún viaje de ayuda humanitaria por África (de verla en images del google), y poco más.
Ya al principio del documental, me llegan estas palabras de su propia voz: “Hay una frase muy bonita en el libro de Arthur Rubistein, de hace muchos años, de cuando tuvo un comienzo difícil en su vida. Tuvo que elegir entre rechazar la vida o amarla y decidió amarla de forma incondicional y yo creo lo mismo."
Después de ver este documental me vino a la cabeza Albert Espinosa y su libro “El mundo amarillo” que es algo así, entre otras cosas, que las personas desconocidas, especiales para ti por lo que sea, son personas amarillas, un punto de inflexión en tu vida…
Audrey Hepburn ahora es para mí una persona amarilla más. Me identifico de alguna manera con muchas cosas de este documental (sobre todo en versión original). Creo que es enamorarse platónicamente y por lo que he visto creo que no soy el único (risas).
Gracias Helena Coan por este documental.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final acaba con su voz (como gran parte del documental) y estas palabras: "Tal vez, la lección más importante que he aprendido en la vida es que todo el sufrimiento te ayuda más adelante. Cuando amo, amo, sin reservas."
11 de noviembre de 2023
11 de noviembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy interesante, saber algo más de ciertos iconos, como Audrey. Un buen repaso de la vida y carrera de esta mujer, que creo que han cogido lo mejor y de una forma clara la vida de esta mujer.
Una mujer, que también quería ser bailarina, aunque nunca se defendió muy bien para dedicarse profesionalmente, pero sí que le sirvió para rodar películas que requerían bailar.
Su vida de más mayor, interesante lo que dedicó a la ONG infantil, fue una locura lo que hizo por la ONG, cuando se sabe o al menos yo sé lo que hay detrás de las ONGs.
Una mujer, que también quería ser bailarina, aunque nunca se defendió muy bien para dedicarse profesionalmente, pero sí que le sirvió para rodar películas que requerían bailar.
Su vida de más mayor, interesante lo que dedicó a la ONG infantil, fue una locura lo que hizo por la ONG, cuando se sabe o al menos yo sé lo que hay detrás de las ONGs.
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