En la línea de fuego
1993 

6,7
21.213
Intriga. Acción. Drama
Frank Horrigan (Clint Eastwood) es un veterano escolta, que conoció tiempos mejores cuando llegó a ser guardaespaldas del Presidente Kennedy. Muchos años después, a punto de retirarse, está atravesando una crisis profesional y personal, pero decide volver al servicio de la Casa Blanca cuando en una investigación rutinaria descubre que un psicópata llamado Mitch Leary (John Malkovich) está amenazando de muerte al Presidente de los ... [+]
13 de julio de 2009
13 de julio de 2009
64 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
Encontrar un duelo interpretativo en una peli de Petersen es complicado, encontrarlo en una película es ya de por sí difícil, de hecho, y podría decirse que encontrarlo en un thriller es casi un milagro, pero es verles a ellos en pantalla, y hasta parece fácil.
En algún lugar leí que esta película en especial, era un homenaje a la carrera de Clint Eastwood: a sus años de Harry el sucio y a toda esa saga que maravilló a una generación entera, sin embargo, es ver "En la línea de fuego", y el homenaje no es a Clint, no... Es única y exclusivamente de Clint, de Clint a un espectador que se siente entregado a ese pedazo de actor que, desde aquellos antológicos westerns con el maestro Leone, ha evolucionado y ha pasado de resultar el impasible guaperas que daba vida a personajes como 'El rubio', a obtener el respeto, no sólo de crítica internacional, sino de un público que le sigue y le profesa una admiración que sólo se podría verter hacía uno de los más grandes, hacía el inigualable e inestimable Clint Eastwood.
Por otro lado, y trazando un papel que podría resultar tópico, carne de cañón para aquellos que gustan despedazar cada thriller salido de Hollywood, Malkovich sale airoso con increíble pericia y es que, no en vano, siempre ha sido uno de los grandes. Se meta donde se meta, Malkovich está preparado para ofrecer la compostura y enorme presencia de pocos, y otorgar un carisma irresistible, que aquí se ve intensificado con su fría y cortante mirada.
Tras esos dos genios, esos dos magos del celuloide, tan capaces de aparecer en un drama y convencer, maravillar y desentrañar grandes sensaciones, como de cumplir en cualquier otro papel donde los requerimientos no sean tan grandes, nos topamos con Petersen: un tío que un día rodó una de las más grandes obras maestras de la cinematografía europea. Más de 3 horas en un submarino y la calificación de clásico sin paliativos avalaban aquel trabajo y, sin duda, Petersen agarró un guión resultón, transformándolo en algo serio y compacto, sin excesos, con la intensidad que debe tener un film de estas características, y el enorme aplomo de unas secuencias de acción que no se movían entre la decadencia de un cine que se había instaurado en el más puro ostracismo de repetir la mayor, sino entre la tensión de saber dónde y cómo concluiría el siguiente momento, y en que desembocaría todo aquello.
Se puede decir pues, que Petersen fue capaz, con la ayuda de esos dos ases, de trazar dos personalidades psicológicas, y otorgar una propuesta que sólo se vería igualada en años por otra joya como "Insomnia".
Porque cuando se trata de degustar una pieza así, el gusto es poco si nos encontramos con peliculones así.
En algún lugar leí que esta película en especial, era un homenaje a la carrera de Clint Eastwood: a sus años de Harry el sucio y a toda esa saga que maravilló a una generación entera, sin embargo, es ver "En la línea de fuego", y el homenaje no es a Clint, no... Es única y exclusivamente de Clint, de Clint a un espectador que se siente entregado a ese pedazo de actor que, desde aquellos antológicos westerns con el maestro Leone, ha evolucionado y ha pasado de resultar el impasible guaperas que daba vida a personajes como 'El rubio', a obtener el respeto, no sólo de crítica internacional, sino de un público que le sigue y le profesa una admiración que sólo se podría verter hacía uno de los más grandes, hacía el inigualable e inestimable Clint Eastwood.
Por otro lado, y trazando un papel que podría resultar tópico, carne de cañón para aquellos que gustan despedazar cada thriller salido de Hollywood, Malkovich sale airoso con increíble pericia y es que, no en vano, siempre ha sido uno de los grandes. Se meta donde se meta, Malkovich está preparado para ofrecer la compostura y enorme presencia de pocos, y otorgar un carisma irresistible, que aquí se ve intensificado con su fría y cortante mirada.
Tras esos dos genios, esos dos magos del celuloide, tan capaces de aparecer en un drama y convencer, maravillar y desentrañar grandes sensaciones, como de cumplir en cualquier otro papel donde los requerimientos no sean tan grandes, nos topamos con Petersen: un tío que un día rodó una de las más grandes obras maestras de la cinematografía europea. Más de 3 horas en un submarino y la calificación de clásico sin paliativos avalaban aquel trabajo y, sin duda, Petersen agarró un guión resultón, transformándolo en algo serio y compacto, sin excesos, con la intensidad que debe tener un film de estas características, y el enorme aplomo de unas secuencias de acción que no se movían entre la decadencia de un cine que se había instaurado en el más puro ostracismo de repetir la mayor, sino entre la tensión de saber dónde y cómo concluiría el siguiente momento, y en que desembocaría todo aquello.
Se puede decir pues, que Petersen fue capaz, con la ayuda de esos dos ases, de trazar dos personalidades psicológicas, y otorgar una propuesta que sólo se vería igualada en años por otra joya como "Insomnia".
Porque cuando se trata de degustar una pieza así, el gusto es poco si nos encontramos con peliculones así.
20 de mayo de 2006
20 de mayo de 2006
42 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wolfgang Petersen acertó con un thriller de esencia clasicota allá por 1993. Le ayudó muy mucho el paradigmático guión que le brindó Jeff Maguire recompensado con la nominación al Oscar.
Y es que desde sus títulos de crédito y obertura Maguire desarrolla la trama y el conflicto de su personaje principal (Clint Eastwood) de manera repetitiva y exhaustiva aprovechando cada frase y diálogo. Que su ayudante (Dylan McDermott) repita una y otra vez en su primera aparición "I'm dead" no es coincidencia.
Porque el guión de Maguire es ejemplo de esa cosa llamada economía narrativa. De ir directo al grano sin cagarla a las primeras de cambio y aprovechando todos los recursos que ya tiene de por sí la historia.
El filme se sostiene por el duelo interpretativo de Eastwood y Malkovich, por sus numerosos paralelismos y su aroma clásica. También por contener una estupenda secuencia (la persecución en los tejados) donde se resume la película: el hombre que no sabe si podrá parar la bala elige nuevamente el camino equivocado. ¡Y la vuelve a cagar! Aunque a la tercera va la vencida...
Y es que su problema principal es precisamente su virtud: su esencia de thriller clásico. Nos la sabemos y poco o nada puede sorprendernos en la historia y de sus giros requetevistos: "¡Has matado a mi amigo! ¡A mí compañero! ¡Me mearé sobre tu tumba! ¡Caaaaaaaaaabrón!"
También algunas secuencias restan enteros al filme (ver spoiler) pero la sensación general (me gustó más cuando la vi en el cine en su estreno) es de filme comercial con ritmo que se deja ver, bien escrito y notablemente interpretado.
De esas películas de Hollywood que se echan de menos y se disfrutan sin vomitar. Algo habitual en esta década plagada de thrillers lamentables y chabacanos. Abocados al espectáculo más contundente sin fijarse en los personajes ni el guión.
¿O qué thrillers comerciales de la década de los noventa salvaríamos de la quema?
Y es que desde sus títulos de crédito y obertura Maguire desarrolla la trama y el conflicto de su personaje principal (Clint Eastwood) de manera repetitiva y exhaustiva aprovechando cada frase y diálogo. Que su ayudante (Dylan McDermott) repita una y otra vez en su primera aparición "I'm dead" no es coincidencia.
Porque el guión de Maguire es ejemplo de esa cosa llamada economía narrativa. De ir directo al grano sin cagarla a las primeras de cambio y aprovechando todos los recursos que ya tiene de por sí la historia.
El filme se sostiene por el duelo interpretativo de Eastwood y Malkovich, por sus numerosos paralelismos y su aroma clásica. También por contener una estupenda secuencia (la persecución en los tejados) donde se resume la película: el hombre que no sabe si podrá parar la bala elige nuevamente el camino equivocado. ¡Y la vuelve a cagar! Aunque a la tercera va la vencida...
Y es que su problema principal es precisamente su virtud: su esencia de thriller clásico. Nos la sabemos y poco o nada puede sorprendernos en la historia y de sus giros requetevistos: "¡Has matado a mi amigo! ¡A mí compañero! ¡Me mearé sobre tu tumba! ¡Caaaaaaaaaabrón!"
También algunas secuencias restan enteros al filme (ver spoiler) pero la sensación general (me gustó más cuando la vi en el cine en su estreno) es de filme comercial con ritmo que se deja ver, bien escrito y notablemente interpretado.
De esas películas de Hollywood que se echan de menos y se disfrutan sin vomitar. Algo habitual en esta década plagada de thrillers lamentables y chabacanos. Abocados al espectáculo más contundente sin fijarse en los personajes ni el guión.
¿O qué thrillers comerciales de la década de los noventa salvaríamos de la quema?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Malkovich, el gran asesino, ha fallado. Su plan perfecto ha sufrido un traspiés. ¡No es de Minneapolis! Oh my God!!! Decide cepillarse a una pobre y obsesa americana que vive sola (estupendo recurso de la foto del perro). Pero ¿quién coño deja el perro atado en su propia casa? Además, las roturas de cuellos están filmadas de manera ridícula digna de una comedia negra. ¡Este Petersen!
Llega el clímax del filme. Eastwood se dirige corriendo para evitar el asesinato del presidente con un salto con tirabuzón incluido. La banda sonora de Ennio Morricone se dispara en un crescendo incontrolable. ¡Lo hace! ¡Es nuestro héroe! Pero observamos que tanto trauma de Eastwood por parar la bala y al final lleva un chaleco antibalas que no se quita ni para ducharse.
¡Haciendo trampas! ¡Qué vergüenza! ¡Los héroes americanos no llevan chaleco! ¡Paran las balas con los dientes!
Además que Malkovich disponía de otra bala para rematar la faena, pero el tirabuzón de Eastwood era de diez y digno de ovación...
Llega el clímax del filme. Eastwood se dirige corriendo para evitar el asesinato del presidente con un salto con tirabuzón incluido. La banda sonora de Ennio Morricone se dispara en un crescendo incontrolable. ¡Lo hace! ¡Es nuestro héroe! Pero observamos que tanto trauma de Eastwood por parar la bala y al final lleva un chaleco antibalas que no se quita ni para ducharse.
¡Haciendo trampas! ¡Qué vergüenza! ¡Los héroes americanos no llevan chaleco! ¡Paran las balas con los dientes!
Además que Malkovich disponía de otra bala para rematar la faena, pero el tirabuzón de Eastwood era de diez y digno de ovación...
15 de agosto de 2017
15 de agosto de 2017
28 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recomendable película de Wolfgang Petersen: entretenida y dinámica.
Un guión ágil, una película intrigante, rápida y amena.
Las actuaciones: buenas. Si bien la critica suele destacar mucho a Clint Eastwood en su papel de Frank Horrigan (una buena actuación), para el peso central de la película se lo lleva John Malkovich con su personaje del psicópata Mitch Leary, una actuación redonda de Malkovich. El resto del reparto sólo acompaña, sin brillar, a la dupla central, en quienes se centra toda la atención. De hecho, el romance de Frank con Lilly Raines (interpretada por Rene Russo) está completamente demás y es casi irrelevante para el desarrollo.Aquí está una de las debilidades de la película, salvo la intriga entre los protagonistas, el resto de los personajes parecen sobrar, con personajes demasiado planos y poco desarrollados. Definitivamente, el motor de la película y lo que la sostiene, es el duelo interpretativo de Eastwood y Malkovich.
Entretenido thriller, véalo y tendrá un buen rato.
Un guión ágil, una película intrigante, rápida y amena.
Las actuaciones: buenas. Si bien la critica suele destacar mucho a Clint Eastwood en su papel de Frank Horrigan (una buena actuación), para el peso central de la película se lo lleva John Malkovich con su personaje del psicópata Mitch Leary, una actuación redonda de Malkovich. El resto del reparto sólo acompaña, sin brillar, a la dupla central, en quienes se centra toda la atención. De hecho, el romance de Frank con Lilly Raines (interpretada por Rene Russo) está completamente demás y es casi irrelevante para el desarrollo.Aquí está una de las debilidades de la película, salvo la intriga entre los protagonistas, el resto de los personajes parecen sobrar, con personajes demasiado planos y poco desarrollados. Definitivamente, el motor de la película y lo que la sostiene, es el duelo interpretativo de Eastwood y Malkovich.
Entretenido thriller, véalo y tendrá un buen rato.
22 de abril de 2008
22 de abril de 2008
27 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
El thriller de acción es sin lugar a dudas el género que más ha ido decayendo en las últimas décadas dentro del mundo del cine, y desde luego no será por número de ellas, ya que son las más numerosas y populares sobre todo entre los adolescentes.
Pero el problema es que se ha vuelto como sus consumidores, totalmente pueril, y no salen de los coches rápidos, chicas impresionantes pero a cuál más tonta, pistolas automáticas, y chicos malos con jerga de macarra. Aunque su estética puede resultar atractiva, sus guiones suelen ser irrisorios, por eso se olvidan tan fácilmente más allá de las cuatro explosiones de turno.
Por eso hay que valorar de forma generosa cuando en la historia reciente encontramos una decente, y este es el caso de “En la línea de fuego”, que compagina muy bien las moderneces de los noventa, con el aire clásico de toda su factura que recuerda a películas de Frankenheimer como “El mensajero del miedo”.
Evidentemente los grandes culpables de que la cosa salga bien aquí son los actores, tener a Clint Eastwood y a John Malkovich ayuda mucho, que nos ofrecen un tour de force de altos kilates sólo a la altura de los grandes.
Y eso que la historia está cogida con pinzas, tiene unas cuentas inverosimilitudes importantes, además de las consabidas “americanadas” que son habituales en la etapa hollywodiense de Petersen.
Pero no aburre, no molesta y encima tiene clase. Para una película de intriga de tintes policiacos que sea de las dos últimas décadas no es mucho pedir. Y esta lo ofrece.
Más que pasable, una lástima que no limaran un poco más el guión, porque podría haber sido una pequeña joya del género. Pero no defraudará a los que quieran ver cine de hoy con factura de antes.
Nota: 6,8.
Pero el problema es que se ha vuelto como sus consumidores, totalmente pueril, y no salen de los coches rápidos, chicas impresionantes pero a cuál más tonta, pistolas automáticas, y chicos malos con jerga de macarra. Aunque su estética puede resultar atractiva, sus guiones suelen ser irrisorios, por eso se olvidan tan fácilmente más allá de las cuatro explosiones de turno.
Por eso hay que valorar de forma generosa cuando en la historia reciente encontramos una decente, y este es el caso de “En la línea de fuego”, que compagina muy bien las moderneces de los noventa, con el aire clásico de toda su factura que recuerda a películas de Frankenheimer como “El mensajero del miedo”.
Evidentemente los grandes culpables de que la cosa salga bien aquí son los actores, tener a Clint Eastwood y a John Malkovich ayuda mucho, que nos ofrecen un tour de force de altos kilates sólo a la altura de los grandes.
Y eso que la historia está cogida con pinzas, tiene unas cuentas inverosimilitudes importantes, además de las consabidas “americanadas” que son habituales en la etapa hollywodiense de Petersen.
Pero no aburre, no molesta y encima tiene clase. Para una película de intriga de tintes policiacos que sea de las dos últimas décadas no es mucho pedir. Y esta lo ofrece.
Más que pasable, una lástima que no limaran un poco más el guión, porque podría haber sido una pequeña joya del género. Pero no defraudará a los que quieran ver cine de hoy con factura de antes.
Nota: 6,8.
17 de octubre de 2010
17 de octubre de 2010
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Coincidiendo dos gigantes de la interpretación como Clint Eastwood y John Malkovich, cada uno metido en uno de sus roles más repetidos, era difícil imaginarse otro tipo de resultado respecto a la película citada. Más allá de su argumento, bien trabajado a pesar de su aire convencional, son los papeles de estos dos grandes actores los que hacen que se eleve el interés sobre esta cinta, gracias a la fuerza con la que ambos impulsan a sus personajes y al acierto del director, Wolfgang Petersen (“Troya”, 2004) en matizar sus detalles, consiguiendo perfilar la psicología de dos personas muy distintas que, en el fondo, guardan más similitudes de lo que realmente parece.
Estamos en el año 1993 y un veteranísimo agente del Servicio Secreto de los Estados Unidos, (un departamento que además de tener como misión la seguridad del presidente y otros miembros de la Casa Blanca, tiene competencia en investigaciones sobre falsificación de dinero a nivel federal) Frank Horrigan (Clint Eastwood) es reasignado por petición propia a una tarea que no le es para nada desconocida: la seguridad directa del presidente del país. La razón: evitar que un peligroso e inteligente ser interpretado por Malkovich, lleve a cabo su macabro objetivo de asesinar al mandatario norteamericano. Cumpliendo con los estereotipos del “buen psicópata”, su personaje no va directamente al grano, prefiriendo hacer jugar a aquellos que quieren evitar la catástrofe, mientras deleita con una personalidad arrebatadora por lo enigmático de la misma. Frank Horrigan tendrá entonces la tarea de pararle los pies, teniendo como obstáculo no sólo a la gran inteligencia del psicópata, sino también al jefe del Gabinete del Presidente y a otros agentes del Servicio Secreto, que le reprochan ciertos vicios y actitudes del pasado.
(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
Estamos en el año 1993 y un veteranísimo agente del Servicio Secreto de los Estados Unidos, (un departamento que además de tener como misión la seguridad del presidente y otros miembros de la Casa Blanca, tiene competencia en investigaciones sobre falsificación de dinero a nivel federal) Frank Horrigan (Clint Eastwood) es reasignado por petición propia a una tarea que no le es para nada desconocida: la seguridad directa del presidente del país. La razón: evitar que un peligroso e inteligente ser interpretado por Malkovich, lleve a cabo su macabro objetivo de asesinar al mandatario norteamericano. Cumpliendo con los estereotipos del “buen psicópata”, su personaje no va directamente al grano, prefiriendo hacer jugar a aquellos que quieren evitar la catástrofe, mientras deleita con una personalidad arrebatadora por lo enigmático de la misma. Frank Horrigan tendrá entonces la tarea de pararle los pies, teniendo como obstáculo no sólo a la gran inteligencia del psicópata, sino también al jefe del Gabinete del Presidente y a otros agentes del Servicio Secreto, que le reprochan ciertos vicios y actitudes del pasado.
(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A vueltas con las menciones a los papeles de Eastwood (“Gran Torino”, 2008) y Malkovich (“Quemar después de leer”, 2008), decir que ambos están acertadísimos al exprimir sus mejores cualidades. Mientras el primero da un recital de corrección y trabajo impoluto, dejando ver al personaje frío, con oscuro pasado y métodos cuestionables en sus deberes, que acostumbra a interpretar, el segundo lleva casi al límite uno de los papeles que mejor se le dan, afilando su histrionismo y expresividad hasta un nivel que le valió tres nominaciones a mejor actor -ninguna de ellas se consumó- en los Oscar, Bafta y Globo de Oro. La dirección, con sus también nominados guión y montaje, consigue que su metraje, de más de dos horas, no decaiga en ningún momento y entretenga hasta el último minuto. No veremos un producto increíblemente novedoso ni una película que rompa moldes en Hollywood, pero asistiremos al visionado de una cinta muy bien desarrollada, seria, sin resbalones de consideración y muy buena en lo que intenta representar, consiguiendo ofrecer un cómodo thriller al estilo de una fórmula que se repetiría dos años más tarde, con “Heat” (1995), compitiendo entre sí dos tiburones del cine (en la película de Michael Mann, ya saben, los fabulosos De Niro y Pacino) dentro de un argumento muy distinto pero con unas sensaciones y un pulso que guardan muchas similitudes.
No hace falta ser un gran entendido musical para deducir durante el desarrollo de la cinta, que los compases de la banda sonora que acompañan el paso de los minutos, pertenecen a uno de los mejores compositores del mundo: Ennio Morricone. Sus características notas, a pesar de no buscar un protagonismo que sí le es concedido en otras muchas películas, dejan un agradable y preciosista aroma, que gusta de volver a ser escuchado de nuevo.
En resumen, un gran conjunto que incluye todo lo dicho en las líneas superiores, dentro de un marco clásico, con ritmo moderado y calidad estable. Una fórmula que consigue gustar. Y mucho.
No hace falta ser un gran entendido musical para deducir durante el desarrollo de la cinta, que los compases de la banda sonora que acompañan el paso de los minutos, pertenecen a uno de los mejores compositores del mundo: Ennio Morricone. Sus características notas, a pesar de no buscar un protagonismo que sí le es concedido en otras muchas películas, dejan un agradable y preciosista aroma, que gusta de volver a ser escuchado de nuevo.
En resumen, un gran conjunto que incluye todo lo dicho en las líneas superiores, dentro de un marco clásico, con ritmo moderado y calidad estable. Una fórmula que consigue gustar. Y mucho.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here