Deseando amar
2000 

7,8
41.971
Romance. Drama
Hong Kong, 1962. Chow, redactor jefe de un diario local, se muda con su mujer a un edificio habitado principalmente por residentes de Shanghai. Allí conoce a Li-zhen, una joven que acaba de instalarse en el mismo edificio con su esposo. Ella es secretaria de una empresa de exportación y su marido está continuamente de viaje de negocios. Como la mujer de Chow también está casi siempre fuera de casa, Li-zhen y Chow pasan cada vez más ... [+]
28 de abril de 2007
28 de abril de 2007
294 de 347 usuarios han encontrado esta crítica útil
* La historia de amor más triste del mundo. Para mi, la película más apasionante que de momento la década nos ha dejado.
Wong Kar-Wai pone frente a frente a dos personas, las obliga a amarse, sin escapatoria posible, las retiene con lazos de conciencia, enfrentando la madura certeza de lo efímero de los sentimientos y lo inestable de las inclinaciones con la certidumbre salvaje de la realidad, gobierno y tiranía de estos. Atenaza las almas de sus personajes, los paraliza, los lanza uno contra otro, a un amargo y doliente amor, para retratarnos el desamor como pocas veces antes.
* La historia, que ni así podríamos llamarla, es de una sencillez abrumadora, y con sencillez se nos narra, pero eso sí, con una sensualidad barroca increíble. “Deseando Amar” se vivencia y siente de forma integral, con todos los sentidos. Se nos muestran un par de tobillos, y nos llega un mundo entero; se nos presentan dos personas en una habitación, y ese universo tiene la complejidad que no alcanzan filmografías enteras. La fijación de desenvolver a los personajes siempre en el encierro es despiadada, en cargadas habitaciones, en asfixiantes pasillos, en insidiosos planos, todo, hasta la lluvia, se alía para maltratar la estable paz de espíritu de los protagonistas. Porque no sabemos a ciencia cierta que es lo que hay tan fuerte como para contrarrestar la imperiosa inclinación de la pareja, como para levantar tan sólido muro entre ambos, que en el momento de mayor acercamiento, íntimo y cómplice, la distancia es sideral. Y tampoco tiene Wong Kar-Wai piedad de mi, que con desespero intento desentrañar el mundo interno de los protagonistas, lo ignoto en el corazón de los personajes, el secreto confiado a las ruinas, porque estas son un reflejo de mi mismo, de la historia que me acaban de insinuar. Algunas relaciones se diluyen como el humo que a veces inunda la pantalla, otras perviven y maduran como las ruinas honradas con nuestros secretos.
El más mínimo detalle y elemento de esta película se dedica a dotar de vida y alma a los personajes, y cualquier gesto, mirada, insinuación, inflama los sentimientos, los suyos y los nuestros, estremeciendo todo.
* Sea con el corazón o el cerebro con lo que Kar-Wai proyecte sus films, lo cierto es que sus historias y personajes se incrustan en nosotros y allí cobran vida, y si vida suponen, yo me descubro ante este tipo.
Wong Kar-Wai pone frente a frente a dos personas, las obliga a amarse, sin escapatoria posible, las retiene con lazos de conciencia, enfrentando la madura certeza de lo efímero de los sentimientos y lo inestable de las inclinaciones con la certidumbre salvaje de la realidad, gobierno y tiranía de estos. Atenaza las almas de sus personajes, los paraliza, los lanza uno contra otro, a un amargo y doliente amor, para retratarnos el desamor como pocas veces antes.
* La historia, que ni así podríamos llamarla, es de una sencillez abrumadora, y con sencillez se nos narra, pero eso sí, con una sensualidad barroca increíble. “Deseando Amar” se vivencia y siente de forma integral, con todos los sentidos. Se nos muestran un par de tobillos, y nos llega un mundo entero; se nos presentan dos personas en una habitación, y ese universo tiene la complejidad que no alcanzan filmografías enteras. La fijación de desenvolver a los personajes siempre en el encierro es despiadada, en cargadas habitaciones, en asfixiantes pasillos, en insidiosos planos, todo, hasta la lluvia, se alía para maltratar la estable paz de espíritu de los protagonistas. Porque no sabemos a ciencia cierta que es lo que hay tan fuerte como para contrarrestar la imperiosa inclinación de la pareja, como para levantar tan sólido muro entre ambos, que en el momento de mayor acercamiento, íntimo y cómplice, la distancia es sideral. Y tampoco tiene Wong Kar-Wai piedad de mi, que con desespero intento desentrañar el mundo interno de los protagonistas, lo ignoto en el corazón de los personajes, el secreto confiado a las ruinas, porque estas son un reflejo de mi mismo, de la historia que me acaban de insinuar. Algunas relaciones se diluyen como el humo que a veces inunda la pantalla, otras perviven y maduran como las ruinas honradas con nuestros secretos.
El más mínimo detalle y elemento de esta película se dedica a dotar de vida y alma a los personajes, y cualquier gesto, mirada, insinuación, inflama los sentimientos, los suyos y los nuestros, estremeciendo todo.
* Sea con el corazón o el cerebro con lo que Kar-Wai proyecte sus films, lo cierto es que sus historias y personajes se incrustan en nosotros y allí cobran vida, y si vida suponen, yo me descubro ante este tipo.
25 de septiembre de 2006
25 de septiembre de 2006
313 de 399 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película de gran calidad visual, que, aunque deslumbrante por momentos, no deja "sentir" que estemos viendo una historia especial. Falta algo. Se crea una tensión y una expectativa que luego no se cumple.
El director da la sensación de querer crear en el espectador una tensión emotiva y sobretodo sensual, que creo que no llega a resolver del todo, aunque por momentos se vislumbra.
Tal vez sea el guión o una excesiva atención (por parte del director) hacia el aspecto formal en detrimento del contenido. Parece que, de tanto fijarse en los aspectos técnicos y de composición visual, se llegara olvidar del argumento, como si se dejara en segundo plano para centrarse en recrear la "atmósfera" de lo que acontece.
Los actores están muy bien pero creo, en mi modesta opinión, que falla la manera de contar la historia. Los saltos en el tiempo y los "carteles explicativos" crean algo de confusión y dejan entrever una mala distribución del tempo. En ocasiones se pasa en la relantización, llegando a ser aburrida, y en otras de pronto pum! : salto en el tiempo y el espacio.
Se crea un ambiente de sensualidad que en ningún caso acaba de explotarse. Al final da la sensación de que no ha pasado nada destacable, de que todo ha sido un "quizás, quizás, quizás", de que todo podría haber pasado pero no pasó.
Leyendo las críticas anteriores entiendo que se ha sobrevalorado por un motivo: lo mal que nos ha acostumbrado el cine "occidental" más comercial (y más concretamente el "made in USA" de los últimos años). Y es que nuestra sociedad, nuestro modo de vivir, nos predispone a lo rápido y efímero, a lo superficial, y claro, ante una película de éste calibre nos impresionamos en exceso.
En resumen: un film muy bello visualmente pero que no me acaba de "llenar".
El director da la sensación de querer crear en el espectador una tensión emotiva y sobretodo sensual, que creo que no llega a resolver del todo, aunque por momentos se vislumbra.
Tal vez sea el guión o una excesiva atención (por parte del director) hacia el aspecto formal en detrimento del contenido. Parece que, de tanto fijarse en los aspectos técnicos y de composición visual, se llegara olvidar del argumento, como si se dejara en segundo plano para centrarse en recrear la "atmósfera" de lo que acontece.
Los actores están muy bien pero creo, en mi modesta opinión, que falla la manera de contar la historia. Los saltos en el tiempo y los "carteles explicativos" crean algo de confusión y dejan entrever una mala distribución del tempo. En ocasiones se pasa en la relantización, llegando a ser aburrida, y en otras de pronto pum! : salto en el tiempo y el espacio.
Se crea un ambiente de sensualidad que en ningún caso acaba de explotarse. Al final da la sensación de que no ha pasado nada destacable, de que todo ha sido un "quizás, quizás, quizás", de que todo podría haber pasado pero no pasó.
Leyendo las críticas anteriores entiendo que se ha sobrevalorado por un motivo: lo mal que nos ha acostumbrado el cine "occidental" más comercial (y más concretamente el "made in USA" de los últimos años). Y es que nuestra sociedad, nuestro modo de vivir, nos predispone a lo rápido y efímero, a lo superficial, y claro, ante una película de éste calibre nos impresionamos en exceso.
En resumen: un film muy bello visualmente pero que no me acaba de "llenar".
9 de julio de 2007
9 de julio de 2007
231 de 271 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni la propia cámara de Wong Kar-Wai se atreve a mirar a los ojos de nuestros protagonistas. Quizá por miedo a quebrar cada susurro, cada mirada furtiva que no encuentra respuesta, cada plano de exquisita tensión sexual y doloroso hálito de pasión que se escapa sin tan siquiera haber tenido ocasión de llegar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La composición de esta sublime obra maestra responde a una sensibilidad de poeta inusual en el mundo del cine actual. Su delicada y exquisita banda sonora envuelve unas imágenes que apenas rozan la pantalla, un hombre y una mujer que sin decirse más que cuatro palabras hacen que sintamos todo aquello que quieren decirse y ocultarse... sin que apenas abran la boca, sin que les veamos besarse una sóla vez, tratando de que nadie les descubra, sin saber que sólo los espectadores somos testigos de su dolor, de su yaga solitaria que cura macerando en el seno de su propio infortunio. Por eso Kar-Wai Wong oculta su objetivo entre cortinas, graba reflejos a través de cristales, muestra trazos de amantes sin su otra mitad; porque no quiere inmiscuirse en algo que tan sólo debieran compartir ellos dos, algo espinoso y de triste solución que se les escapa sin que puedan hacer nada por evitarlo, pues no se sienten dueños de ese destino caprichoso que les voltea la vida por completo. Pura poesía audiovisual, virtuosismo de dirección y escuela de interpretación. Los dos actores protagonistas rozan la perfección, pues su actuación nace de una química mutua sólo comparable a la simbiosis necesaria para dar con la idea y el tono exactos que el director tenía en mente. La cinta, a partir de un sencillo guión, se convierte en una experiencia más allá del cine, de arte sensorial estructurado en torno a la música y a las imágenes, cuya suma de sus preciosas partes dan lugar a algo tejido y entrelazado con la fibra de los sentimientos velados que emana dolorosamente a través de sus fotogramas. Kar-Wai se sabe en todo momento conocedor de ese punto exacto donde las emociones fluctúan entre la contención y la visceralidad, y nunca se digna a traspasar una frontera que sería de no retorno para ambos protagonistas. Por eso nunca muestra en pantalla ningún roce que nos invite a pensar en algo parecido al sexo, a la consumación de su amor, ni tan siquiera un beso... nos deja que pensemos lo que queramos de aquel furtivo encuentro, de aquellas horas interminables escribiendo, paseando a solas... pero nunca revela nada. Quiere con ello guardar el secreto de un amor inesperado que ambos desearían no desear tan ardientemente, por el que jamás llegan a luchar de manera abierta, superados por un miedo que no está más allá de ellos mismos, pero al que no tienen el valor suficiente de hacer frente. Al final, cuando él intenta regresar, ya es demasiado tarde, y lo más triste es que intuimos que él ya lo sabía desde el principio. Porque desde un principio sabemos que al final, todo lo deseado más que vivido, quedará relegado a esa intimidad de un muro de piedra perdido entre las ruinas de Camboya, donde cualquier secreto o pasión hiriente pudieran descansar en el letargo momificado del olvido, a pesar de que el olvido abandonado sea un dulce y melancólico veneno que mine lentamente la vida de quien deseó amar pero nunca se atrevió a hacerlo.
23 de enero de 2007
23 de enero de 2007
156 de 210 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo aquello que pudo decirse y no se dijo.
Todo aquello que pudo hacerse y no se hizo.
Todo aquello que pudo ser y no fue.
Todo quedó escondido, a salvo, en un lugar secreto, hermético, hermoso, cálido.
Todo quedó en suspenso, a la espera de un intérprete que lo encuentre y le de forma.
Todo aquello...
Y también mucho más.
Todo aquello que pudo hacerse y no se hizo.
Todo aquello que pudo ser y no fue.
Todo quedó escondido, a salvo, en un lugar secreto, hermético, hermoso, cálido.
Todo quedó en suspenso, a la espera de un intérprete que lo encuentre y le de forma.
Todo aquello...
Y también mucho más.
6 de marzo de 2010
6 de marzo de 2010
88 de 93 usuarios han encontrado esta crítica útil
Séptimo largometraje del realizador chino Wong Kar-wai (Shanghai, 1958). El guión, no escrito, es original del propio realizador. Se rueda en escenarios reales de Thailandia, China (Macao) y Camboya (templo budista de Angkor) y en estudio. Obtiene el premio al mejor actor (Leung) en el Festival de Cannes, el César a la mejor película y otros premios. Producido por Wong Kar-wai para Block2 Pictures, Jet Tone Production y Paradis Films, se proyecta por primera vez en público el 20-V-2000 (Fest. Cannes).
La acción dramática tiene lugar en Hong-Kong, Singapur y Camboya, en 1962, 1963 y 1966. Chu Mo-wan (Leung), redactor-jefe de un diario local de Hong-Kong, alquila un estudio-vivienda de una habitación en un bloque de vecinos de Shanghai deteriorado por el paso del tiempo y el uso. El mismo día alquila el estudio-vivienda contiguo Su Li-zhen (Cheung), secretaria de una compañía naviera. Ambos están casados, pero por razones de trabajo (viajes, horarios incompatibles...) sus parejas están ausentes con frecuencia. Chu y Su, convertidos en vecinos, se saludan y entablan conversación casi cada día. Ella es atractiva, guapa, melancólica, algo enigmática y muy elegante. Le gusta dedicar tiempo, dinero y atención a su cuidado personal. Viste con distinción, discreción y buen gusto, y destila un potente erotismo. Es rigurosa y eficaz en el trabajo y en la organización de su vida personal. Él, de mirada penetrante y triste, viste de modo impecable, le gusta cambiar de traje y corbata con frecuencia. Se evade escribiendo relatos de artes marciales y se siente fuertemente atraído por ella. Los dos están solos y necesitados de amor, comprensión, atenciones y compañía.
El film suma drama y romance. Desarrolla una historia de amistad, amor, desencuentros y recuerdos, llena de melancolía, emociones contenidas, sentimientos profundos, sensualidad y sinceridad. La narración, sencilla y estilizada, se presenta despojada de elementos superfluos. Tienen gran importancia los pequeños gestos, el roce silencioso de las manos, las miradas furtivas, los silencios prolongados, un suspiro, un leve jadeo, una inhalación profunda de aire, el rictus de una mejilla. El espectador es invitado a observar a la pareja a través de una cámara indiscreta que espía la intimidad de los personajes y los secretos de su corazón, tratando de descubrir lo que sucede en el mundo interior de ambos. A tal efecto presta atención a sus miradas fugaces, gestos perdidos, reacciones de descuido, distracciones momentáneas. De ahí que la cámara se sitúe en lugares tan singulares e infrecuentes, como debajo de una cama o una mesa, tras unos visillos, al otro lado de una balaustrada de barrotes, junto a unos cristales empañados o dentro de una densa nube del humo de un cigarrillo.
La acción dramática tiene lugar en Hong-Kong, Singapur y Camboya, en 1962, 1963 y 1966. Chu Mo-wan (Leung), redactor-jefe de un diario local de Hong-Kong, alquila un estudio-vivienda de una habitación en un bloque de vecinos de Shanghai deteriorado por el paso del tiempo y el uso. El mismo día alquila el estudio-vivienda contiguo Su Li-zhen (Cheung), secretaria de una compañía naviera. Ambos están casados, pero por razones de trabajo (viajes, horarios incompatibles...) sus parejas están ausentes con frecuencia. Chu y Su, convertidos en vecinos, se saludan y entablan conversación casi cada día. Ella es atractiva, guapa, melancólica, algo enigmática y muy elegante. Le gusta dedicar tiempo, dinero y atención a su cuidado personal. Viste con distinción, discreción y buen gusto, y destila un potente erotismo. Es rigurosa y eficaz en el trabajo y en la organización de su vida personal. Él, de mirada penetrante y triste, viste de modo impecable, le gusta cambiar de traje y corbata con frecuencia. Se evade escribiendo relatos de artes marciales y se siente fuertemente atraído por ella. Los dos están solos y necesitados de amor, comprensión, atenciones y compañía.
El film suma drama y romance. Desarrolla una historia de amistad, amor, desencuentros y recuerdos, llena de melancolía, emociones contenidas, sentimientos profundos, sensualidad y sinceridad. La narración, sencilla y estilizada, se presenta despojada de elementos superfluos. Tienen gran importancia los pequeños gestos, el roce silencioso de las manos, las miradas furtivas, los silencios prolongados, un suspiro, un leve jadeo, una inhalación profunda de aire, el rictus de una mejilla. El espectador es invitado a observar a la pareja a través de una cámara indiscreta que espía la intimidad de los personajes y los secretos de su corazón, tratando de descubrir lo que sucede en el mundo interior de ambos. A tal efecto presta atención a sus miradas fugaces, gestos perdidos, reacciones de descuido, distracciones momentáneas. De ahí que la cámara se sitúe en lugares tan singulares e infrecuentes, como debajo de una cama o una mesa, tras unos visillos, al otro lado de una balaustrada de barrotes, junto a unos cristales empañados o dentro de una densa nube del humo de un cigarrillo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El espectador ve a los personajes y a los objetos que les rodean con dificultad, fragmentaciones, cortes, obstáculos visuales intermedios, etc. La manera de ver que ofrece la cámara evoca la difuminación del recuerdo, las lagunas de la memoria, el olvido gradual de las cosas del pasado. El relato parece reproducir en 2000 recuerdos de juventud, de acontecimientos sucedidos 40 años antes, de fuertes sentimientos desvanecidos. El ritmo parsimonioso, las imágenes a cámara lenta y los fotogramas congelados, sugieren los mecanismos propios de la memoria puesta a recordar un pasado lejano, perdido parcialmente en el olvido a causa de la flaqueza de la memoria y el paso del tiempo, ese valor preciado que avanza de modo imparable e inexorable, como recuerdan los numerosos relojes que se asoman a la pantalla.
Wong juega con el tiempo, funde en secuencias únicas cortes de escenas diferentes, privadas de referencias temporales. Los cambios de vestido de Su delatan la variedad de tiempos y circunstancias. La repetición de escenas iguales o muy similares corrobora lo dicho. Por ello, cabe decir que el film es deudor de Goddard y de Alain Resnais, de quien cita hacia el final “El año pasado en Marienbad” (1961). Así mismo es deudor de “Breve encuentro” (1945), de David Lean, cuya historia evoca con devoción y admiración.
Focaliza la atención en la exploración del mundo interior de los protagonistas: sentimientos, querencias, principios, deseos, afanes, temores, etc. Nos dice que este mundo es estrecho, íntimo y frágil, como lo son los habitáculos de sus viviendas, de sus lugares de trabajo, de las calles que recorren, siempre cerradas entre fachadas próximas e imponentes.
Los temas principales de la película son el amor, la recuperación de la memoria, el paso del tiempo, la fidelidad conyugal, la renuncia, el desamor, el desencanto, la soledad, la amistad, el carácter efímero de las cosas humanas, la futilidad del esfuerzo y del empeño, la belleza admirable del mundo, el envejecimiento, la muerte, etc.
La banda sonora, de Michael Galasso (“Chungking Express”, 1994), ofrece una partitura prominente y de gran lirismo, de 20 cortes. Entre éstos sobresalen “Angkor Wat Theme Finale”, “Cassanova’s Flaute”, “Li-zhen’s Dialogue” y otros. Como música adaptada añade varios temas románticos de moda en los años 60, a cargo de Nat King Cole, como “Aquellos ojos verdes”, “Quizás, quizás, quizás” y “Te quiero, dijiste”. Añade un tema envolvente y emotivo, el “Yumeji’s Theme”, de Shigeru Umebayashi. La fotografía, de Christopher Doyle (“Hero”, Zhang Yimou, 2002), traspira perfeccionismo, sencillez, elegancia y belleza.
Bibliografía
- Adolfo BELLIDO LÓPEZ, “Deseando amar”, encadenados.org.
- Joshua KLEIN, “Deseando amar”, ‘1.001 películas que hay...’, pág. 905, Grijalbo ed., Barcelona 2006 (6ª edición).
Wong juega con el tiempo, funde en secuencias únicas cortes de escenas diferentes, privadas de referencias temporales. Los cambios de vestido de Su delatan la variedad de tiempos y circunstancias. La repetición de escenas iguales o muy similares corrobora lo dicho. Por ello, cabe decir que el film es deudor de Goddard y de Alain Resnais, de quien cita hacia el final “El año pasado en Marienbad” (1961). Así mismo es deudor de “Breve encuentro” (1945), de David Lean, cuya historia evoca con devoción y admiración.
Focaliza la atención en la exploración del mundo interior de los protagonistas: sentimientos, querencias, principios, deseos, afanes, temores, etc. Nos dice que este mundo es estrecho, íntimo y frágil, como lo son los habitáculos de sus viviendas, de sus lugares de trabajo, de las calles que recorren, siempre cerradas entre fachadas próximas e imponentes.
Los temas principales de la película son el amor, la recuperación de la memoria, el paso del tiempo, la fidelidad conyugal, la renuncia, el desamor, el desencanto, la soledad, la amistad, el carácter efímero de las cosas humanas, la futilidad del esfuerzo y del empeño, la belleza admirable del mundo, el envejecimiento, la muerte, etc.
La banda sonora, de Michael Galasso (“Chungking Express”, 1994), ofrece una partitura prominente y de gran lirismo, de 20 cortes. Entre éstos sobresalen “Angkor Wat Theme Finale”, “Cassanova’s Flaute”, “Li-zhen’s Dialogue” y otros. Como música adaptada añade varios temas románticos de moda en los años 60, a cargo de Nat King Cole, como “Aquellos ojos verdes”, “Quizás, quizás, quizás” y “Te quiero, dijiste”. Añade un tema envolvente y emotivo, el “Yumeji’s Theme”, de Shigeru Umebayashi. La fotografía, de Christopher Doyle (“Hero”, Zhang Yimou, 2002), traspira perfeccionismo, sencillez, elegancia y belleza.
Bibliografía
- Adolfo BELLIDO LÓPEZ, “Deseando amar”, encadenados.org.
- Joshua KLEIN, “Deseando amar”, ‘1.001 películas que hay...’, pág. 905, Grijalbo ed., Barcelona 2006 (6ª edición).
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