El hombre elefante
8,1
44.789
Drama
A finales del siglo XIX, el doctor Frederick Treves descubre en un circo a un hombre llamado John Merrick. Se trata de un ciudadano británico con la cabeza monstruosamente deformada, que vive en una situación de constante humillación y sufrimiento al ser exhibido diariamente como una atracción de feria. (FILMAFFINITY)
11 de agosto de 2005
11 de agosto de 2005
401 de 486 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Pero no era él el monstruo del que todos ríen? ¿No era la atracción del circo científico? ¿Servía para otra cosa que no fuera la exhibición y el negocio? ¿Cómo que no te cambiarías de acera si te cruzases con él? ¿¡QUE TE ENAMORARIAS, QUE TE PODRIAS ACOSTAR CON ESE!?
Se llamaba John Merrick, un hombre joven, educado y compasivo. Solía vestir de modo sobrio, pantalones y abrigos oscuros, saco de tela para la cabeza...Y una noche decidió dormir sin almohada, bajo el marco de una foto.
Hasta las lágrimas de Hopkins parecen esta vez ciertas. Y es que si me cuentas que lloras con algunas historias, te creeré si me dices que fue con ésta.
Se llamaba John Merrick, un hombre joven, educado y compasivo. Solía vestir de modo sobrio, pantalones y abrigos oscuros, saco de tela para la cabeza...Y una noche decidió dormir sin almohada, bajo el marco de una foto.
Hasta las lágrimas de Hopkins parecen esta vez ciertas. Y es que si me cuentas que lloras con algunas historias, te creeré si me dices que fue con ésta.
10 de julio de 2007
10 de julio de 2007
295 de 317 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi esta película con la expectación que me produce siempre cualquier trabajo de David Lynch. En este caso y a mi entender, nos plantea una interesante reflexión sobre la belleza. En personas “normales” el aspecto físico se convierte generalmente en una primera capa que a veces dificulta el conocimiento auténtico del otro. Se interpone. Aquí, cuando la deformidad es llevada al extremo, ya no hay interposición. Uno habla directamente al alma de J. Merrick y a su vez es respondido directamente por ella. El yo, despojado de todo aquello que es pasajero y tantas veces superficial (una mueca, un gesto, un rostro terso y joven), queda al desnudo frente al interlocutor. Surge así un curioso cruce entre el espantoso rostro de Merrick y su mundo interior tan frágil y rico frente a los infames seres de alma negra y rostro mundano, aparentemente normal, que rodean al personaje. Y el espectador no queda indiferente. Se elige ser víctima en lugar de verdugo.
El doctor y su mujer simbolizan el equilibrio entre ambos mundos. Su casa es un pequeño paraíso que Merrick añora desde el primer momento en que es invitado a ella. La sociedad es hostil y solo una excelente Anne Bancroft, en su papel de actriz, es capaz de llegar de manera especial al corazón de nuestro protagonista. Al fin y al cabo ella también usa una máscara cada noche, en cada actuación. Con ella vive uno de los momentos más emotivos de la película, un homenaje a Shakespeare que viene a ser un homenaje a lo eterno, a la palabra sublime que perdura a través del tiempo.
También nosotros, en cierto modo, huimos del espejo. Lynch, sin embargo, juega siempre con él.
El doctor y su mujer simbolizan el equilibrio entre ambos mundos. Su casa es un pequeño paraíso que Merrick añora desde el primer momento en que es invitado a ella. La sociedad es hostil y solo una excelente Anne Bancroft, en su papel de actriz, es capaz de llegar de manera especial al corazón de nuestro protagonista. Al fin y al cabo ella también usa una máscara cada noche, en cada actuación. Con ella vive uno de los momentos más emotivos de la película, un homenaje a Shakespeare que viene a ser un homenaje a lo eterno, a la palabra sublime que perdura a través del tiempo.
También nosotros, en cierto modo, huimos del espejo. Lynch, sin embargo, juega siempre con él.
28 de junio de 2006
28 de junio de 2006
157 de 186 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cuántos hombres y mujeres elefantes hay en nuestras calles y ciudades? ¿Cuántas personas tratadas como animales? ¿Cómo dignificar la vida de los que siempre han sido maltratados? La madre Teresa de Calcuta recogía a "los hombres elefante" de las calles de la India, los cuidaba, alimentaba, los hacía sus amigos y lo más importante, les daba amor. Ojalá seamos como este famoso doctor (magistralmente interpretado por Hopkins), personas que reconozcamos dentro de los guiñapos y piltrafas humanas a seres humanos capaces de dar y recibir amor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Yo digo que soy muy hombre porque nunca lloro. Esta magnífica obra de arte me arrancó las lágrimas y profundos sollozos en la última escena: el hombre elefante, que resultó más humano que los caballeros ingleses y que cualquiera de nosotros, observa el cuadro de un hombre dormido, acostado como Dios manda sobre su cama, mira la fotografía de su amiga amada y de su querida madre, levanta las almohadas que lo detenían una por una, lentamente y se recuesta en el regazo de la muerte, una muerte que él esperaba puesto que la máxima felicidad ya la había conocido.
5 de agosto de 2006
5 de agosto de 2006
133 de 151 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta espléndida obra maestra de Lynch, basada en dos relatos sobre la leyenda de John Merrick; "El hombre elefante y otras reminiscencias" de sir Frederick Treves y "El hombre elefante: un estudio sobre la dignidad humana" de Ashley Montagu, podemos apreciar ciertas similitudes con otras obras, tipo "Oliver Twist" de David Lean, "La parada de los monstruos" de Tod Browning o "Cabeza borradora" del propio Lynch.
Y particularmente esta obra guarda bastantes similitudes intencionales en cuanto a la temática principal que Lynch quiso dejar constancia con su ópera prima "Cabeza borradora"; esto es, el choque de culturas transicionales que supusieron el paso de la tradicional idiosioncrasia victoriana decimonónica, a una sociedad industrial contaminante y tremendamente cruel, carente de compasión e inmisericorde...
Con una fotografía algo más que brillante (Freddie Francis) y una banda sonora nostálgica y meláncolica a cargo de John Morris, esta brumosa, dickensiana y tenebrista película, llena de sugerentes claroscuros y conmovedores planos maestros, evoca las grandes películas de siempre, con cierto regusto a clásico añejo pero muy bien conservado...
Como dice el señor Bytes (una especie de personaje dickensiano tipo Fagin) el show de la vida continúa, las corrientes de aire siguen azuzando nuestras banales existencias...
Lo que sí es cierto es que una vez hayas visto esta portentosa película, jamás la olvidarás ni dejarás de conmoverte al recordarla, del personaje de John Merrick(magníficamente interpretado bajo una espesa capa de maquillaje por John Hurt) maltratado por la vida que le tocó vivir, hasta el momento en que conoció al doctor Freddie Treves (Anthony Hopkins en una de sus mejores interpretaciones de su carrera)...
...Aquella obra suya, la catedral de Saint Phillips que Merrick recreó con cartones de la basura del London Hospital, mientras sonaba el adagio para cuerdas de Samuel Barber tocado por la filarmónica de Londres dirigida por John Morris, y mientras Merrick se disponía a acostarse en la cama como lo hacía la gente normal...
M A R A V I L L O S A.
Y particularmente esta obra guarda bastantes similitudes intencionales en cuanto a la temática principal que Lynch quiso dejar constancia con su ópera prima "Cabeza borradora"; esto es, el choque de culturas transicionales que supusieron el paso de la tradicional idiosioncrasia victoriana decimonónica, a una sociedad industrial contaminante y tremendamente cruel, carente de compasión e inmisericorde...
Con una fotografía algo más que brillante (Freddie Francis) y una banda sonora nostálgica y meláncolica a cargo de John Morris, esta brumosa, dickensiana y tenebrista película, llena de sugerentes claroscuros y conmovedores planos maestros, evoca las grandes películas de siempre, con cierto regusto a clásico añejo pero muy bien conservado...
Como dice el señor Bytes (una especie de personaje dickensiano tipo Fagin) el show de la vida continúa, las corrientes de aire siguen azuzando nuestras banales existencias...
Lo que sí es cierto es que una vez hayas visto esta portentosa película, jamás la olvidarás ni dejarás de conmoverte al recordarla, del personaje de John Merrick(magníficamente interpretado bajo una espesa capa de maquillaje por John Hurt) maltratado por la vida que le tocó vivir, hasta el momento en que conoció al doctor Freddie Treves (Anthony Hopkins en una de sus mejores interpretaciones de su carrera)...
...Aquella obra suya, la catedral de Saint Phillips que Merrick recreó con cartones de la basura del London Hospital, mientras sonaba el adagio para cuerdas de Samuel Barber tocado por la filarmónica de Londres dirigida por John Morris, y mientras Merrick se disponía a acostarse en la cama como lo hacía la gente normal...
M A R A V I L L O S A.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Londres, los últimos estertores del siglo XIX...Las calles infestadas por toda una "fauna" dickensiana de pícaros y trabajadores pobres y desastrados...
En una feria de espectáculos circenses plagada de Freaks, payasos, acróbatas y trapecistas, el doctor Frederick Treves, cirujano del London Hospital y profesor de anatomía de la facultad de medicina, se topa con un espectáculo, propiedad de un tal señor Bytes, al que presenta como" "...el terrible hombre elefante...".
Treves se interesa por el personaje; John Merrick, ciudadano británico de 21 años, con bronquitis crónica (de ahí que no pueda dormir en posición normal recostada sino ligeramente incorporado en posición harto incómoda para su columna vertebral) y plagado de tubérculos papilomatosos en el 90% de su cuerpo...
Dado la gravedad de su estado, el dr Treves propone llevarlo al hospital de Londres para tratar de recuperarlo...
Merrick no está acostumbrado a que lo traten tan bien... su único contacto con la humanidad en todos estos años atrás fue un retrato fotográfico de su madre que Merrick guarda siempre en su bolsillo... Una madre que según Bytes fue atacada en su cuarto mes de gestación por una manada de elefantes en una isla desierta de África, pero que sin embargo Merrick cree víctima de los excesos del incipiente mundo industrial descarnado en el que estaban inmersos, con efectos asaz perniciosos para la salud del trabajador...
Una vez aceptada su interinidad permanente, patrocinada por la mismísima reina Victoria y concedida por el gobernador del hospital, el señor Carr Gom (John Gielgud), Merrick vivirá su particular odisea dentro del hospital, con personajes aún dickensianos como la señora Mothershead, la enfermera Nord, o el siniestro vigilante nocturno Sony... o las esporádicas visita de una compasiva y humanitaria estrella del West End Londinense, la dama del teatro señora Kendall, interpretada por Anne Bancroft...
Nada, nada morirá jamás... Ni mucho menos esta obra de arte, vital y necesaria en la videoteca de todo buen aficionado al cine.
En una feria de espectáculos circenses plagada de Freaks, payasos, acróbatas y trapecistas, el doctor Frederick Treves, cirujano del London Hospital y profesor de anatomía de la facultad de medicina, se topa con un espectáculo, propiedad de un tal señor Bytes, al que presenta como" "...el terrible hombre elefante...".
Treves se interesa por el personaje; John Merrick, ciudadano británico de 21 años, con bronquitis crónica (de ahí que no pueda dormir en posición normal recostada sino ligeramente incorporado en posición harto incómoda para su columna vertebral) y plagado de tubérculos papilomatosos en el 90% de su cuerpo...
Dado la gravedad de su estado, el dr Treves propone llevarlo al hospital de Londres para tratar de recuperarlo...
Merrick no está acostumbrado a que lo traten tan bien... su único contacto con la humanidad en todos estos años atrás fue un retrato fotográfico de su madre que Merrick guarda siempre en su bolsillo... Una madre que según Bytes fue atacada en su cuarto mes de gestación por una manada de elefantes en una isla desierta de África, pero que sin embargo Merrick cree víctima de los excesos del incipiente mundo industrial descarnado en el que estaban inmersos, con efectos asaz perniciosos para la salud del trabajador...
Una vez aceptada su interinidad permanente, patrocinada por la mismísima reina Victoria y concedida por el gobernador del hospital, el señor Carr Gom (John Gielgud), Merrick vivirá su particular odisea dentro del hospital, con personajes aún dickensianos como la señora Mothershead, la enfermera Nord, o el siniestro vigilante nocturno Sony... o las esporádicas visita de una compasiva y humanitaria estrella del West End Londinense, la dama del teatro señora Kendall, interpretada por Anne Bancroft...
Nada, nada morirá jamás... Ni mucho menos esta obra de arte, vital y necesaria en la videoteca de todo buen aficionado al cine.
6 de junio de 2007
6 de junio de 2007
97 de 111 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué gusto volver a ‘El hombre elefante’ después de recorrer toda la filmografía de David Lynch.
Qué bien sienta reconocer en esta cinta casi primeriza algunos de los rasgos de estilo del maestro: ahí están la oscuridad, la desazón en el sonido, las densidades psicológicas, el mundo subterráneo de los hombres-bestia, lo retorcido y lo deforme. El miedo, en fin. Desnudo y lacerante.
Patetismo, ternura y compasión. Tres palabras que se posan en el hombro del que observa la película.
Aunque quisieras no mirar, no podrás apartar la vista, humedecida, del rectángulo temible al que da vida la pantalla.
Qué bien sienta reconocer en esta cinta casi primeriza algunos de los rasgos de estilo del maestro: ahí están la oscuridad, la desazón en el sonido, las densidades psicológicas, el mundo subterráneo de los hombres-bestia, lo retorcido y lo deforme. El miedo, en fin. Desnudo y lacerante.
Patetismo, ternura y compasión. Tres palabras que se posan en el hombro del que observa la película.
Aunque quisieras no mirar, no podrás apartar la vista, humedecida, del rectángulo temible al que da vida la pantalla.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here