La llegada
7,4
69.439
Ciencia ficción. Drama
Cuando naves extraterrestres comienzan a llegar a la Tierra, los altos mandos militares piden ayuda a una experta lingüista (Amy Adams) para intentar averiguar si los alienígenas vienen en son de paz o suponen una amenaza. Poco a poco la mujer intentará aprender a comunicarse con los extraños invasores, poseedores de un lenguaje propio, para dar con la verdadera y misteriosa razón de la visita extraterrestre... Adaptación del relato ... [+]
19 de noviembre de 2016
19 de noviembre de 2016
2056 de 2280 usuarios han encontrado esta crítica útil
Arrival es una película sumamente compleja incluso para los entendidos en la ciencia ficción, y merece ser explicada. Por lo tanto, aquí va la sinopsis de principio a fin. Recomiendo que sólo la lean quienes ya la hayan visto y no hayan entendido nada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En primer lugar, Arrival es un palíndromo temporal. ¿Qué significa ésto? Un palíndromo es una palabra que se lee igual empezando de izquierda a derecha y viceversa. El nombre de la hija de la protagonista, Hannah, es un palíndromo, y no por casualidad. Es una pista clarísima que implica algo muy novedoso en el género: la película no es un flashback continuo ni un flashforward. La secuencia de la película es, LITERALMENTE (ojo) no lineal.
¿Por qué?
El objeto de fondo de Arrival es explicar un concepto muy complícado de la física y de la filosofía: el tiempo como dimensión física. Los humanos somos incapaces de participar de la dimensión tiempo. Nuestras dimensiones son las tres físicas que conocemos (ancho, profundidad y altura), pero del tiempo sólo podemos percibir el presente. Nuestra realidad es así. Y a veces nos preguntamos qué pasaría con nuestra existencia, o cómo sería nuestro pensamiento si pudiéramos percibir la dimensión temporal en su conjunto.
Los seres extraterrestres (heptápodos) son seres capaces de percibir esa dimensión de manera física. Para ellos, el tiempo carece de significado, o tiene un significado demasiado diferente al que tiene para nosotros. Ellos saben, por su percepción, que dentro de 3.000 años necesitarán a los humanos y a la Tierra. No se nos explica nada más al respecto, esto es así y punto. Su presencia actual en el mundo es benévola, a pesar del tremendismo de los gobiernos, a pesar de casi desatar una guerra mundial, su interés es claramente benévolo. Si quisieran matarnos no nos habríamos enterado (aquí hay quizás un pequeño error de coherencia, pero es nimio). Como nos necesitan en el futuro, vienen a darnos un "regalo" en el presente. Un regalo que los gobiernos malinterpretan como un arma pero que no es ni más ni menos que esa capacidad de percibir la dimensión temporal de manera física. ¿Cómo? A través de un lenguaje extremadamente complejo, un lenguaje que no sigue reglas lineales de pensamiento. Se menciona en la película en cierto momento la teoría de que, sumergirte completamente en un idioma altera tu forma de ver las cosas. Las estructuras de cada idioma predefinen el carácter, por así decirlo.
Cuando los acontecimientos empiezan a precipitarse (de una manera que para mi gusto le resta el único punto), la lingüista comprende todo, comprende que ella es la única que ha conseguido la capacidad de percibir el tiempo, y usa ésto para obligar al comandante chino a colaborar, yendo hacia el futuro de varios meses, pidiéndole su número privado y las palabras que su esposa fallecida le dijo al morir, lo cual surte efecto y evita la guerra mundial contra los heptápodos.
Todo lo anterior es difícil de entender hasta el último momento: es cuando nos damos cuenta de que la hija aún no ha nacido. La hija nacerá bastante tiempo después de los sucesos con los heptápodos. Ella ya lo sabe todo, sabe quién es el padre (es bastante fácil adivinarlo desde antes), sabe que su hija va a morir, sabe que él la va a abandonar, pero le da igual. Quiere vivirlo. Esta es la explicación que nos da del resto del argumento.
Una historia extremadamente compleja pero muy bien desarrollada. La fotografía es excepcional, y la banda sonora es perfecta, adecuada y estridente sólo en los momentos en los que uno necesita un sonido bien agudo. Amy Adams borda el papel, a ratos pertinaz, brillante, todo el tiempo discreta, fuerte. El resto del reparto no se luce porque no es necesario.
Lo que más me ha gustado, aparte de contar una historia muy compleja de la única forma posible que se puede contar, es el dilema filosófico que encierra: si puedes conocer tu futuro de antemano, ¿intentarías cambiarlo?
Arrival, 9/10.
¿Por qué?
El objeto de fondo de Arrival es explicar un concepto muy complícado de la física y de la filosofía: el tiempo como dimensión física. Los humanos somos incapaces de participar de la dimensión tiempo. Nuestras dimensiones son las tres físicas que conocemos (ancho, profundidad y altura), pero del tiempo sólo podemos percibir el presente. Nuestra realidad es así. Y a veces nos preguntamos qué pasaría con nuestra existencia, o cómo sería nuestro pensamiento si pudiéramos percibir la dimensión temporal en su conjunto.
Los seres extraterrestres (heptápodos) son seres capaces de percibir esa dimensión de manera física. Para ellos, el tiempo carece de significado, o tiene un significado demasiado diferente al que tiene para nosotros. Ellos saben, por su percepción, que dentro de 3.000 años necesitarán a los humanos y a la Tierra. No se nos explica nada más al respecto, esto es así y punto. Su presencia actual en el mundo es benévola, a pesar del tremendismo de los gobiernos, a pesar de casi desatar una guerra mundial, su interés es claramente benévolo. Si quisieran matarnos no nos habríamos enterado (aquí hay quizás un pequeño error de coherencia, pero es nimio). Como nos necesitan en el futuro, vienen a darnos un "regalo" en el presente. Un regalo que los gobiernos malinterpretan como un arma pero que no es ni más ni menos que esa capacidad de percibir la dimensión temporal de manera física. ¿Cómo? A través de un lenguaje extremadamente complejo, un lenguaje que no sigue reglas lineales de pensamiento. Se menciona en la película en cierto momento la teoría de que, sumergirte completamente en un idioma altera tu forma de ver las cosas. Las estructuras de cada idioma predefinen el carácter, por así decirlo.
Cuando los acontecimientos empiezan a precipitarse (de una manera que para mi gusto le resta el único punto), la lingüista comprende todo, comprende que ella es la única que ha conseguido la capacidad de percibir el tiempo, y usa ésto para obligar al comandante chino a colaborar, yendo hacia el futuro de varios meses, pidiéndole su número privado y las palabras que su esposa fallecida le dijo al morir, lo cual surte efecto y evita la guerra mundial contra los heptápodos.
Todo lo anterior es difícil de entender hasta el último momento: es cuando nos damos cuenta de que la hija aún no ha nacido. La hija nacerá bastante tiempo después de los sucesos con los heptápodos. Ella ya lo sabe todo, sabe quién es el padre (es bastante fácil adivinarlo desde antes), sabe que su hija va a morir, sabe que él la va a abandonar, pero le da igual. Quiere vivirlo. Esta es la explicación que nos da del resto del argumento.
Una historia extremadamente compleja pero muy bien desarrollada. La fotografía es excepcional, y la banda sonora es perfecta, adecuada y estridente sólo en los momentos en los que uno necesita un sonido bien agudo. Amy Adams borda el papel, a ratos pertinaz, brillante, todo el tiempo discreta, fuerte. El resto del reparto no se luce porque no es necesario.
Lo que más me ha gustado, aparte de contar una historia muy compleja de la única forma posible que se puede contar, es el dilema filosófico que encierra: si puedes conocer tu futuro de antemano, ¿intentarías cambiarlo?
Arrival, 9/10.
27 de septiembre de 2016
27 de septiembre de 2016
554 de 723 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas experiencias hay en el cine más gratificantes que acudir a la sala con una idea predeterminada de lo que nos espera en su interior y salir descolocados, traspuestos, por la imprevisibilidad de la propuesta. Porque si uno espera con Arrival una buena historia de ciencia ficción, con la garantía de un director infalible como Denis Villeneuve y estimulado por un tráiler que lleva a engaño, terminará embaucado por un relato mucho más rico en matices que una mera invasión alienígena, por un alud de planteamientos vitales, plenamente filosóficos, desde una perspectiva innovadora e intimista, sin alardes de inteligencia no alcanzable para todos los públicos. Una experiencia mucho más placentera que la que nos hayan podido proporcionar otros grandes exponentes del género.
Villeneuve demuestra que no hay reto que se le resista. Porque sin alterar las reglas de la ciencia ficción, demostrando un sumo respeto por el método científico, consigue perfeccionarla con una gran dosis de sensibilidad. El arranque de la película, en el que parece que la trama personal de la protagonista se cruzará de forma chapucera con la extraterrestre, ya advierte que el principio y el final de las historias nunca son claros. Lo que sí es evidente es que un planteamiento sugerente, la llegada de doce naves alienígenas al planeta Tierra, se desarrolla con sumo tacto, sin pasos en falso, con un control absoluto del ritmo y del objetivo que se quiere alcanzar, uno de los climax finales más poderosos de la historia del cine.
Esta vez el punto de vista no corresponde ni a un militar ni a un policía ni a un agente de la CIA. Esta vez es una experta lingüista la que se enfrenta a un reto global, demostrando que resulta más fácil la comunicación con seres extraterrestres que entre seres humanos. Amy Adams representa a la perfección a una protagonista que, en esta ocasión, no es heroína. Es tan sólo una científica, amante de su trabajo y ambiciosa en su carrera, que acepta el reto de intentar mediar entre la clase militar y los recién llegados. Su espíritu curioso, la prudencia con la que sólo una investigadora podría trabajar, se transmite durante buena parte de un metraje que busca crear atmósfera, que sumerge al espectador en un clima de incertidumbre y misterio absolutamente hipnóticos.
Sin recurrir a giros imposibles, a resoluciones aceleradas, Arrival basa su solidez en la fuerza de los sentidos, el de imágenes poderosas, que perdurarán durante largo tiempo, sonidos envolventes, revestidos con una banda sonora impecable, a cargo de Jóhann Jóhannsson y con la delicada aportación de Max Richter, incluso a lo más parecido al tacto que una película en dos dimensiones nos haya podido emular. Un planteamiento cautivador que no sólo emociona y conmueve, también sitúa al espectador en una disyuntiva moral de lo más interesante. Posiblemente, con permiso de Kubrick, la obra de ciencia ficción más redonda y completa.
Villeneuve demuestra que no hay reto que se le resista. Porque sin alterar las reglas de la ciencia ficción, demostrando un sumo respeto por el método científico, consigue perfeccionarla con una gran dosis de sensibilidad. El arranque de la película, en el que parece que la trama personal de la protagonista se cruzará de forma chapucera con la extraterrestre, ya advierte que el principio y el final de las historias nunca son claros. Lo que sí es evidente es que un planteamiento sugerente, la llegada de doce naves alienígenas al planeta Tierra, se desarrolla con sumo tacto, sin pasos en falso, con un control absoluto del ritmo y del objetivo que se quiere alcanzar, uno de los climax finales más poderosos de la historia del cine.
Esta vez el punto de vista no corresponde ni a un militar ni a un policía ni a un agente de la CIA. Esta vez es una experta lingüista la que se enfrenta a un reto global, demostrando que resulta más fácil la comunicación con seres extraterrestres que entre seres humanos. Amy Adams representa a la perfección a una protagonista que, en esta ocasión, no es heroína. Es tan sólo una científica, amante de su trabajo y ambiciosa en su carrera, que acepta el reto de intentar mediar entre la clase militar y los recién llegados. Su espíritu curioso, la prudencia con la que sólo una investigadora podría trabajar, se transmite durante buena parte de un metraje que busca crear atmósfera, que sumerge al espectador en un clima de incertidumbre y misterio absolutamente hipnóticos.
Sin recurrir a giros imposibles, a resoluciones aceleradas, Arrival basa su solidez en la fuerza de los sentidos, el de imágenes poderosas, que perdurarán durante largo tiempo, sonidos envolventes, revestidos con una banda sonora impecable, a cargo de Jóhann Jóhannsson y con la delicada aportación de Max Richter, incluso a lo más parecido al tacto que una película en dos dimensiones nos haya podido emular. Un planteamiento cautivador que no sólo emociona y conmueve, también sitúa al espectador en una disyuntiva moral de lo más interesante. Posiblemente, con permiso de Kubrick, la obra de ciencia ficción más redonda y completa.
21 de noviembre de 2016
21 de noviembre de 2016
312 de 368 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asistimos a una interesante mezcla entre una estética surrealista con imágenes y música sugerentes, que por momentos recuerdan en su fotografía a cuadros que bien podría haber firmado Magritte, un argumento que se mueve con soltura entre el drama de la protagonista y el suspense, y un planteamiento de ciencia ficción en el que se asocia el elemento fantástico al lenguaje como filosofía de la inteligencia y de la percepción del tiempo.
En el aspecto estético sobresale la combinación de espacios interiores en perspectiva con exteriores y paisajes casi oníricos, el uso del cambio de foco jugando con la presentación de objetos y personajes a diferentes distancias, y la cámara fija alternando con steadycam no abusivo en escenas donde se quiere aumentar la sensación de acción de modo más realista. En general hay una recreación medida en muchos planos que cuida la presentación dándole un carácter más artístico que funcional, pero sin perderse ni olvidar que está al servicio de contar una historia.
La historia que nos cuentan es por supuesto la esencia del filme, que se basa en un relato corto del escritor estadounidense de ciencia ficción y fantasía Ted Chiang, titulado "Historia de tu vida". Como en el relato, el guión se cuenta como una narración de una madre a su hija sobre unos hechos que marcan sus vidas. En general es una fiel adaptación, aunque con alguna licencia en cuanto a las relaciones y hechos entre los diferentes países del mundo que se enfrentan a los sucesos. Licencia que quizás está algo de más, pero que no interfiere en lo fundamental. Y lo fundamental es presentarnos unos hechos extraordinarios que influyen de manera profunda en la vida de la protagonista, de un modo sobrenatural que se termina explicando mediante la conexión de la lingüística con el desarrollo de la mente y con el conocimiento del tiempo como otra dimensión más, resultando todo ello en la resolución de un drama ante el que sólo cabe la resignación (ver abajo en zona "spoiler").
La interpretación creíble de Amy Adams resulta fundamental, ya que es ella la que carga con el peso de todo el argumento. Es protagonista absoluta, y el resto de personajes son en realidad secundarios que giran en torno a la "historia de su vida", incluido el solvente papel interpretado por Jeremy Renner.
Así que lo mejor es entrar en la sala de proyección sin expectativas, dejándose llevar, desde una secuencia inicial que ya nos resume una vida y nos emociona en apenas minutos hasta un final que se cerrará como un círculo dando sentido a una historia donde los extraterrestres son sólo una excusa para hablarnos de recuerdos del porvenir, sobre el amor como nexo de los tiempos que fueron, son y serán.
"Tu padre está a punto de hacerme la pregunta. Éste es el momento más importante de nuestras vidas, y quiero
prestar atención, captar cada detalle (...) -¿Quieres tener un hijo?" (Ted Chiang, "La historia de tu vida", 1998).
En el aspecto estético sobresale la combinación de espacios interiores en perspectiva con exteriores y paisajes casi oníricos, el uso del cambio de foco jugando con la presentación de objetos y personajes a diferentes distancias, y la cámara fija alternando con steadycam no abusivo en escenas donde se quiere aumentar la sensación de acción de modo más realista. En general hay una recreación medida en muchos planos que cuida la presentación dándole un carácter más artístico que funcional, pero sin perderse ni olvidar que está al servicio de contar una historia.
La historia que nos cuentan es por supuesto la esencia del filme, que se basa en un relato corto del escritor estadounidense de ciencia ficción y fantasía Ted Chiang, titulado "Historia de tu vida". Como en el relato, el guión se cuenta como una narración de una madre a su hija sobre unos hechos que marcan sus vidas. En general es una fiel adaptación, aunque con alguna licencia en cuanto a las relaciones y hechos entre los diferentes países del mundo que se enfrentan a los sucesos. Licencia que quizás está algo de más, pero que no interfiere en lo fundamental. Y lo fundamental es presentarnos unos hechos extraordinarios que influyen de manera profunda en la vida de la protagonista, de un modo sobrenatural que se termina explicando mediante la conexión de la lingüística con el desarrollo de la mente y con el conocimiento del tiempo como otra dimensión más, resultando todo ello en la resolución de un drama ante el que sólo cabe la resignación (ver abajo en zona "spoiler").
La interpretación creíble de Amy Adams resulta fundamental, ya que es ella la que carga con el peso de todo el argumento. Es protagonista absoluta, y el resto de personajes son en realidad secundarios que giran en torno a la "historia de su vida", incluido el solvente papel interpretado por Jeremy Renner.
Así que lo mejor es entrar en la sala de proyección sin expectativas, dejándose llevar, desde una secuencia inicial que ya nos resume una vida y nos emociona en apenas minutos hasta un final que se cerrará como un círculo dando sentido a una historia donde los extraterrestres son sólo una excusa para hablarnos de recuerdos del porvenir, sobre el amor como nexo de los tiempos que fueron, son y serán.
"Tu padre está a punto de hacerme la pregunta. Éste es el momento más importante de nuestras vidas, y quiero
prestar atención, captar cada detalle (...) -¿Quieres tener un hijo?" (Ted Chiang, "La historia de tu vida", 1998).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
"Recuerdo la idea sobre tu origen que me sugerirás cuando tengas doce años".
"Recuerdo el depósito de cadáveres, todo baldosas y acero inoxidable, el zumbido del aire acondicionado y el olor del antiséptico. Un asistente retirará la sábana para mostrar tu cara. Tu cara tendrá un aspecto indefiniblemente extraño, pero sabré que eres tú."
"Recuerdo una conversación que tendremos cuando estés en el primer año de instituto".
Estos tres fragmentos del relato original de Chiang resumen bien la esencia de la historia y de la película. La protagonista se dirige a su hija en pasado hablando de su futuro. Ella recuerda el futuro. Y es que eso es "La llegada" sobre todo. Se habrá engañado quien quisiese ver una película de marcianos o de acción, o incluso quien quisiese ver una especie de remake de "Encuentros en la tercera fase" . La película es el drama de una mujer que por circunstancias extraordinarias llega a conocer su vida, toda su vida de principio a fin mientras aún la está viviendo.
Las escenas iniciales nos cuentan la vida de su hija desde que nace hasta que muere siendo aún muy joven. Y nos parecen el pasado de ella. Luego nos cuentan la trama con la aparición en la Tierra de diversas naves extraterrestres mientras nos mezclan esos recuerdos de la protagonista sobre su hija. "Recuerdos" que según avanza el hilo del contacto con los seres del espacio y el aprendizaje de una lengua circular, donde el concepto de tiempo es otra dimensión más, vamos viendo que no son el pasado de ella sino su futuro. Algo que se nos muestra con suspense y pistas dosificadas hasta que finalmente se nos confirma en frases concretas. Ella no sabe quién es esa niña que ve, hasta que comprende que ha llegado al manejar ese lenguaje extraterrestre más avanzado a cambiar su propia percepción del tiempo, a conocer su futuro... Es la hija que tendrá, pero lo peor es que sabe que nacerá del amor, que vivirá amándola y que la perderá por una enfermedad amándola. Y no puede evitarlo. No puede modificar su vida, sólo aceptarla.
Detalles difíciles de llevar a la pantalla, pero que tanto el guionista como la realización de Velleneuve saben comunicar con sutileza. Algunas veces en momentos casi imperceptibles, pero que están ahí. Como los que revelan que el padre de la niña será el mismo científico que trabajó con ella, dejando algunos aspectos más introspectivos explicados pero necesitando buscarse en cierto modo. Por ejemplo... ¿Por qué el padre abandona a la madre y a la hija? Las piezas del rompecabezas aparecen dispersas en el metraje, y esa pieza está también ahí, en el "recuerdo" de una conversación entre madre e hija donde ella le dice que las dejó porque no estaba preparado para afrontar lo que tuvo que decirle... Y es que ella tuvo que decirle que la hija que amaban iba a morir pronto, tuvo que revelar ese futuro que no podían cambiar, y él no pudo resistir vivir ese drama.
Así que esto es "La llegada", una película que va más allá que un thriller de marcianos, donde la revelación de que la humanidad se ponga de acuerdo para aprender algo que una vez les llevará a ayudar a seres de otro planeta es algo accesorio, pues el núcleo es hablarnos de cómo una mujer acepta su porvenir aprovechando cada momento sabiendo que durante su vida perderá lo que más quiere: el amor de su esposo y la vida de su hija. Película que en mi modesta opinión, por esa interesante mezcla entre estética, fantasía, filosofía y drama, merece un hueco en la memoria cinematográfica. Y es que ahora recuerdo que no pocos la verán en el futuro.
"Recuerdo el depósito de cadáveres, todo baldosas y acero inoxidable, el zumbido del aire acondicionado y el olor del antiséptico. Un asistente retirará la sábana para mostrar tu cara. Tu cara tendrá un aspecto indefiniblemente extraño, pero sabré que eres tú."
"Recuerdo una conversación que tendremos cuando estés en el primer año de instituto".
Estos tres fragmentos del relato original de Chiang resumen bien la esencia de la historia y de la película. La protagonista se dirige a su hija en pasado hablando de su futuro. Ella recuerda el futuro. Y es que eso es "La llegada" sobre todo. Se habrá engañado quien quisiese ver una película de marcianos o de acción, o incluso quien quisiese ver una especie de remake de "Encuentros en la tercera fase" . La película es el drama de una mujer que por circunstancias extraordinarias llega a conocer su vida, toda su vida de principio a fin mientras aún la está viviendo.
Las escenas iniciales nos cuentan la vida de su hija desde que nace hasta que muere siendo aún muy joven. Y nos parecen el pasado de ella. Luego nos cuentan la trama con la aparición en la Tierra de diversas naves extraterrestres mientras nos mezclan esos recuerdos de la protagonista sobre su hija. "Recuerdos" que según avanza el hilo del contacto con los seres del espacio y el aprendizaje de una lengua circular, donde el concepto de tiempo es otra dimensión más, vamos viendo que no son el pasado de ella sino su futuro. Algo que se nos muestra con suspense y pistas dosificadas hasta que finalmente se nos confirma en frases concretas. Ella no sabe quién es esa niña que ve, hasta que comprende que ha llegado al manejar ese lenguaje extraterrestre más avanzado a cambiar su propia percepción del tiempo, a conocer su futuro... Es la hija que tendrá, pero lo peor es que sabe que nacerá del amor, que vivirá amándola y que la perderá por una enfermedad amándola. Y no puede evitarlo. No puede modificar su vida, sólo aceptarla.
Detalles difíciles de llevar a la pantalla, pero que tanto el guionista como la realización de Velleneuve saben comunicar con sutileza. Algunas veces en momentos casi imperceptibles, pero que están ahí. Como los que revelan que el padre de la niña será el mismo científico que trabajó con ella, dejando algunos aspectos más introspectivos explicados pero necesitando buscarse en cierto modo. Por ejemplo... ¿Por qué el padre abandona a la madre y a la hija? Las piezas del rompecabezas aparecen dispersas en el metraje, y esa pieza está también ahí, en el "recuerdo" de una conversación entre madre e hija donde ella le dice que las dejó porque no estaba preparado para afrontar lo que tuvo que decirle... Y es que ella tuvo que decirle que la hija que amaban iba a morir pronto, tuvo que revelar ese futuro que no podían cambiar, y él no pudo resistir vivir ese drama.
Así que esto es "La llegada", una película que va más allá que un thriller de marcianos, donde la revelación de que la humanidad se ponga de acuerdo para aprender algo que una vez les llevará a ayudar a seres de otro planeta es algo accesorio, pues el núcleo es hablarnos de cómo una mujer acepta su porvenir aprovechando cada momento sabiendo que durante su vida perderá lo que más quiere: el amor de su esposo y la vida de su hija. Película que en mi modesta opinión, por esa interesante mezcla entre estética, fantasía, filosofía y drama, merece un hueco en la memoria cinematográfica. Y es que ahora recuerdo que no pocos la verán en el futuro.
19 de noviembre de 2016
19 de noviembre de 2016
262 de 319 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre me he considerado exigente con el cine de ciencia ficción, y más especialmente con el cine sobre extraterrestres. En esta página, si no recuerdo mal, he puesto a parir no solamente pelis de aliens palomiteras como Independence Day, sino también otras consideradas más "profundas" o "inteligentes" como Señales, Prometheus o Encuentros en la Tercera Fase. Desprecio la mayor parte de películas sobre alienígenas, porque el tema que abordan me interesa, y habitualmente lo abordan de forma horriblemente chapucera.
Ayer fui a ver esta película, presuponiendo que iba a ser una decepción, una de esas pelis que algunos idolatran y encumbran como obras maestras pero que a mi juicio no presentan una buena historia ni se sustentan sobre una base científica muy sólida (ejem, Interestelar...). Mi intención era verla, advertir sus múltiples fallos e incoherencias y venir aquí a señalarlos todos y a burlarme de la película (cada uno se divierte como quiere), pero resulta que me equivoqué. Y me alegra haberlo hecho.
Para empezar, la película se sustenta sobre una premisa muy coherente que la mayor parte de pelis de extraterrestres se pasan por los cojones. Me refiero al hecho de que, EVIDENTEMENTE, en el caso de que una civilización extraterrestre un día contactase con nosotros, constataríamos que no hablan nuestra lengua. Esto es una obviedad aplastante, pero podría citar decenas de películas que ignoran esto (por pereza o por auténtica ignorancia) y ponen a los aliens a hablar en inglés sin explicación alguna. Por otra parte, no se trata solamente de que no hablen nuestra lengua, sino de que su forma de comunicación y, probablemente, su forma de pensar y de concebir la realidad, sería también radicalmente distinta a la nuestra. Estamos hablando de una forma de vida que ha evolucionado de forma absolutamente independiente a nosotros; sólo por haber sabido plantear y respetar a la perfección esta premisa, el film ya merece una buena nota.
Cabe añadir que, en muchos aspectos, la película trata de distanciarse de otros films de extraterrestres ya vistos. Tanto en la forma de las naves (alejada de los clásicos platillos voladores) como en otras cuestiones que no puedo desvelar aquí para no hacer spoiler.
No obstante, debo admitir que hay algo en lo que no han sabido distanciarse del resto de películas del género, me refiero al aspecto físico de los extraterrestres (esto no lo considero spoiler, en tanto que puede verse en el trailer). Por lo que he visto entre las pocas críticas negativas que ha recibido la película, esta cuestión ha sido reiteradamente señalada. Sí, efectivamente, bien sabemos que la forma "pulpoide" es un cliché en este tipo de pelis, y en este caso han caído en él con los llamados "heptápodos". Lo habitual en los alienígenas cinematográficos (cuando no tienen la clásica forma humanoide delgada y cabezona) es que se tire por una semejanza con insectos o con calamares. Admito que la estética cefalópoda de las criaturas no es precisamente un alarde de originalidad. Pero, en defensa del film diré ¿Qué otro aspecto físico se os ocurriría para los aliens que sea original y no sea ridículo? Planteo esta duda muy en serio, y creo que la respuesta es tan difícil que por ello en algunos films como Contact o 2001 han optado por NO MOSTRAR en ningún momento a los extraterrestres (una opción poco valiente, pero elegante). A mi realmente no se me ocurre ninguna forma creíble y no ridícula en la que diseñar a un alienígena; hacerlos con forma de mamífero (en alguna crítica he leído que los podrían hacer con forma de vaca) no solamente quedaría estéticamente ridículo, sino que a nivel biológico sería dificilmente explicable como una vida que ha evolucionado de forma aislada pueda asemejarse casualmente a animales terrestres como las vacas con los que no tienen ningún parentesco. Asemejarse a un pulpo parece más plausible, en tanto que son una forma física simple que consta únicamente de cabeza (con la que pensar) y tentáculos (con los que manipular la materia), toda especie que haya desarrollado cierto nivel de tecnología debería contar, en principio, con extremidades hábiles, así que (por muy manida que esté la idea) la forma de pulpo no deja de ser bastante coherente.
Dejo para el spoiler lo que hay que dejar para el spoiler
Ayer fui a ver esta película, presuponiendo que iba a ser una decepción, una de esas pelis que algunos idolatran y encumbran como obras maestras pero que a mi juicio no presentan una buena historia ni se sustentan sobre una base científica muy sólida (ejem, Interestelar...). Mi intención era verla, advertir sus múltiples fallos e incoherencias y venir aquí a señalarlos todos y a burlarme de la película (cada uno se divierte como quiere), pero resulta que me equivoqué. Y me alegra haberlo hecho.
Para empezar, la película se sustenta sobre una premisa muy coherente que la mayor parte de pelis de extraterrestres se pasan por los cojones. Me refiero al hecho de que, EVIDENTEMENTE, en el caso de que una civilización extraterrestre un día contactase con nosotros, constataríamos que no hablan nuestra lengua. Esto es una obviedad aplastante, pero podría citar decenas de películas que ignoran esto (por pereza o por auténtica ignorancia) y ponen a los aliens a hablar en inglés sin explicación alguna. Por otra parte, no se trata solamente de que no hablen nuestra lengua, sino de que su forma de comunicación y, probablemente, su forma de pensar y de concebir la realidad, sería también radicalmente distinta a la nuestra. Estamos hablando de una forma de vida que ha evolucionado de forma absolutamente independiente a nosotros; sólo por haber sabido plantear y respetar a la perfección esta premisa, el film ya merece una buena nota.
Cabe añadir que, en muchos aspectos, la película trata de distanciarse de otros films de extraterrestres ya vistos. Tanto en la forma de las naves (alejada de los clásicos platillos voladores) como en otras cuestiones que no puedo desvelar aquí para no hacer spoiler.
No obstante, debo admitir que hay algo en lo que no han sabido distanciarse del resto de películas del género, me refiero al aspecto físico de los extraterrestres (esto no lo considero spoiler, en tanto que puede verse en el trailer). Por lo que he visto entre las pocas críticas negativas que ha recibido la película, esta cuestión ha sido reiteradamente señalada. Sí, efectivamente, bien sabemos que la forma "pulpoide" es un cliché en este tipo de pelis, y en este caso han caído en él con los llamados "heptápodos". Lo habitual en los alienígenas cinematográficos (cuando no tienen la clásica forma humanoide delgada y cabezona) es que se tire por una semejanza con insectos o con calamares. Admito que la estética cefalópoda de las criaturas no es precisamente un alarde de originalidad. Pero, en defensa del film diré ¿Qué otro aspecto físico se os ocurriría para los aliens que sea original y no sea ridículo? Planteo esta duda muy en serio, y creo que la respuesta es tan difícil que por ello en algunos films como Contact o 2001 han optado por NO MOSTRAR en ningún momento a los extraterrestres (una opción poco valiente, pero elegante). A mi realmente no se me ocurre ninguna forma creíble y no ridícula en la que diseñar a un alienígena; hacerlos con forma de mamífero (en alguna crítica he leído que los podrían hacer con forma de vaca) no solamente quedaría estéticamente ridículo, sino que a nivel biológico sería dificilmente explicable como una vida que ha evolucionado de forma aislada pueda asemejarse casualmente a animales terrestres como las vacas con los que no tienen ningún parentesco. Asemejarse a un pulpo parece más plausible, en tanto que son una forma física simple que consta únicamente de cabeza (con la que pensar) y tentáculos (con los que manipular la materia), toda especie que haya desarrollado cierto nivel de tecnología debería contar, en principio, con extremidades hábiles, así que (por muy manida que esté la idea) la forma de pulpo no deja de ser bastante coherente.
Dejo para el spoiler lo que hay que dejar para el spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Bien, el giro final me ha gustado. He leído un par de críticas negativas cuyos autores presumían de que se veía venir desde el principio. No sé si se lo inventan (hay gente muy fantasma) o si realmente han sido capaces de adivinar el final con tanta antelación; pero en todo caso me parece ridículo tachar este final como "previsible".
De hecho, más bien la crítica que yo haría a ese giro está en el "engaño" al espectador que ha sido necesario a lo largo de todo el film sólo para impactarnos con ese final.
Para empezar, vemos supuestos flashbacks de la niña desde el principio de la película; después descubriremos que no eran flashbacks, sino flashforwards; es decir, esas imágenes no mostraban el pasado de la protagonista sino su futuro. No obstante, en principio la protagonista sólo tiene la capacidad de ver el futuro desde que los aliens le dan esa capacidad. Además, la prota solamente al final da a entender que no sabe por qué ve esas imagenes, el momento clave en que esto se revela claramente al espectador es cuando ella grita "¿Quién es esa niña?", durante el resto de la película no ha mostrado confusión alguna al respecto, e incluso parecía bastante triste; dándonos a entender que lo de la hija era algo por lo que ya había pasado.
No obstante, aún con estas objeciones, el giro final sigue pareciéndome bueno, y es otro punto a favor de la película.
De hecho, más bien la crítica que yo haría a ese giro está en el "engaño" al espectador que ha sido necesario a lo largo de todo el film sólo para impactarnos con ese final.
Para empezar, vemos supuestos flashbacks de la niña desde el principio de la película; después descubriremos que no eran flashbacks, sino flashforwards; es decir, esas imágenes no mostraban el pasado de la protagonista sino su futuro. No obstante, en principio la protagonista sólo tiene la capacidad de ver el futuro desde que los aliens le dan esa capacidad. Además, la prota solamente al final da a entender que no sabe por qué ve esas imagenes, el momento clave en que esto se revela claramente al espectador es cuando ella grita "¿Quién es esa niña?", durante el resto de la película no ha mostrado confusión alguna al respecto, e incluso parecía bastante triste; dándonos a entender que lo de la hija era algo por lo que ya había pasado.
No obstante, aún con estas objeciones, el giro final sigue pareciéndome bueno, y es otro punto a favor de la película.
9 de diciembre de 2016
9 de diciembre de 2016
217 de 282 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dudo que ‘Arrival’ quede en los anales. Ni sus diálogos, ni alguna disonancia en sus efectos digitales, ni los caracteres retratados superarán la prueba del reloj. Aunque, quién sabe. Su baza principal está en el tono, azul, grisáceo y envolvente, que logra Villeuneuve con maestría.
“Ahí está la bestia” decía el personaje representado por Benicio del Toro en ‘Sicario’ (2015), refiriéndose a Juárez, ciudad-guarida de los narcos mexicanos. El plano –y su sonido sordo y ominoso– aún retumba en mis oídos como un zumbido de terror. El miedo, la extrañeza, lo ‘uncanny’ del universo de H.P. Lovecraft. ‘La parte de los crímenes’ de la monumental ‘2666’, obra definitiva de Roberto Bolaño. Lo oscuro y lo siniestro. La corriente subterránea del horror que aflora en todos esos cuerpos mutilados. Ese plano de Juárez, en ‘Sicario’, justifica por sí mismo el visionado de la cinta.
Lo equivalente a ese plano, en ‘La llegada’, es una sensación.
La película no escapa a los defectos del cine ‘mainstream’ norteamericano. El desempeño verbal de los “superprofesionales” irrita o da vergüenza ajena. Conversaciones de este palo:
EXPERTO MILITAR
Es usted la número uno en nuestra lista, pero si no descifra los borborigmos de la grabación en menos de treinta segundos, recurriremos al número dos. Y nada de trucos, sabemos que tradujo del farsi las palabras de un presunto terrorista islámico.
EXPERTA EN LINGÜÍSTICA
Pero es que yo estoy pez en borborigmos…
Por abreviar, diré que Louise (la experta número uno) sugiere al coronel que vaya a Berkeley y le pregunte al otro candidato –el número dos del 'ranking' de lingüistas– cómo se dice “paz” en lengua sánscrita (lo que dará ocasión a que se luzca cuando vuelvan a por ella). A saber qué resortes abrirá en la mente del espectador promedio en USA la palabra “sánscrito”; un sésamo, quizás, para descifradores desnortados.
Si Champollion levantara la cabeza…
[Aunque la calidad, en cine, no ha de ser fruto ni rehén de los meandros de la trama, prefiero proseguir en zona spoiler.]
“Ahí está la bestia” decía el personaje representado por Benicio del Toro en ‘Sicario’ (2015), refiriéndose a Juárez, ciudad-guarida de los narcos mexicanos. El plano –y su sonido sordo y ominoso– aún retumba en mis oídos como un zumbido de terror. El miedo, la extrañeza, lo ‘uncanny’ del universo de H.P. Lovecraft. ‘La parte de los crímenes’ de la monumental ‘2666’, obra definitiva de Roberto Bolaño. Lo oscuro y lo siniestro. La corriente subterránea del horror que aflora en todos esos cuerpos mutilados. Ese plano de Juárez, en ‘Sicario’, justifica por sí mismo el visionado de la cinta.
Lo equivalente a ese plano, en ‘La llegada’, es una sensación.
La película no escapa a los defectos del cine ‘mainstream’ norteamericano. El desempeño verbal de los “superprofesionales” irrita o da vergüenza ajena. Conversaciones de este palo:
EXPERTO MILITAR
Es usted la número uno en nuestra lista, pero si no descifra los borborigmos de la grabación en menos de treinta segundos, recurriremos al número dos. Y nada de trucos, sabemos que tradujo del farsi las palabras de un presunto terrorista islámico.
EXPERTA EN LINGÜÍSTICA
Pero es que yo estoy pez en borborigmos…
Por abreviar, diré que Louise (la experta número uno) sugiere al coronel que vaya a Berkeley y le pregunte al otro candidato –el número dos del 'ranking' de lingüistas– cómo se dice “paz” en lengua sánscrita (lo que dará ocasión a que se luzca cuando vuelvan a por ella). A saber qué resortes abrirá en la mente del espectador promedio en USA la palabra “sánscrito”; un sésamo, quizás, para descifradores desnortados.
Si Champollion levantara la cabeza…
[Aunque la calidad, en cine, no ha de ser fruto ni rehén de los meandros de la trama, prefiero proseguir en zona spoiler.]
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Decía que lo mejor de ‘La llegada’ es una sensación: la del encuentro –mágico y temible– con lo desconocido. Sólo por el acercamiento y el contacto con la nave y sus dos alienígenas ya merece la pena pagar el precio de la entrada. El cine es el vehículo ideal para transmitir el magnetismo y la fascinación –visual, atmosférica y sonora– que podría producir una visita extraterrestre. Denis Villeneuve prepara el golpe con pericia: primero, el aula en la universidad, con apenas alumnos; luego, la noticia; el reclutamiento; el traslado hasta el “lugar”, tras enfundarse el traje claustrofóbico; el OVNI –de presencia imponente y misteriosa–; ya casi en la antesala, el juego con la gravedad (que da la medida del desarrollo tecnológico de la civilización visitante); el muro acristalado; la bruma blanca; los gruñidos, y, más adelante, los círculos de tinta…
La premura que quieren imprimir políticos y militares para descifrar el lenguaje extraterrestre es de un ridículo feroz. Lo del agente bobo de la CIA es ya mascota o mito nacional. Por no hablar del mensajito “Paolo Coelho” paz y amor con que culmina el argumento. No hay nada malo en ser afectivo y antibelicista, pero de ahí a creer que Winnie the Pooh o el pájaro Piolín pudieran ser los líderes mundiales del espíritu…
La idea de una escritura circular como fruto (u origen) de la no linealidad en la percepción del tiempo es excelente. Un tiempo percibido de forma más o menos simultánea, como una cuarta dimensión, en el que no hay propiamente ni pasado ni presente ni futuro, sino una suerte de tiempo-en-el-espacio. La vida como un cuadro en que uno puede pasear, sin rumbo definido, por los distintos momentos de su vida. Una vida en que, fatalmente, sabemos qué ha de acontecer en cada instante. ¿Si conocieras de antemano los pormenores de toda tu existencia, aún así la vivirías? La pregunta en sí carece de sentido. En tal forma de tiempo no existe la elección. Cualquier contestación sería una impostura, pues todo está fijado, hasta el más mínimo detalle. El doctor Manhattan –de ‘Watchmen’– estaba confinado en la omnisciencia temporal; pero, a diferencia de Louise, comprendió que las implicaciones filosóficas de un tiempo no lineal difícilmente pueden coexistir con la sensiblería.
Villeuneuve juega con la cronología para sorprender. Nos hace suponer que lo que vemos al principio (la muerte de la hija) es anterior a la llegada de las doce naves. Sin embargo, la voz ‘over’ ha de ser necesariamente intemporal (estaríamos autorizados a situarla en cualquier punto, puesto que la protagonista ha recibido el don del tiempo-idioma simultáneo). No sé si me convence la apuesta estructural de hacer que el hilo sean los fragmentos de una conversación-monólogo de Louise con (y acerca de) su hija, Hannah, cuyo nombre, un palíndromo, es ocurrencia que recuerda al no muy atinado 1 + 1 = 1 de ‘Incendies’ (2010). Doy por sentado que la voz y la forma narrativa provienen del relato de Ted Chiang, pero el cine no es literatura.
Las escenas madre-hija parecen rodadas por un Terrence Malick sucedáneo. Cursis, funcionales. Sin profundidad ni estrella.
El diseño de los heptápodos aprueba por los pelos. Imposible no pensar en un puchero transparente de calamares en su tinta. La atmósfera, no obstante, le gana el pulso al chascarrillo.
Pese a los figurantes de cartón, golpes de efecto y trucos de tahúr, la sensación de ese primer contacto perdura en mi memoria.
Tampoco olvidaré el maravilloso léxico de círculos.
Y es que, mientras el cine exista, no dejará de haber extraterrestres.
La premura que quieren imprimir políticos y militares para descifrar el lenguaje extraterrestre es de un ridículo feroz. Lo del agente bobo de la CIA es ya mascota o mito nacional. Por no hablar del mensajito “Paolo Coelho” paz y amor con que culmina el argumento. No hay nada malo en ser afectivo y antibelicista, pero de ahí a creer que Winnie the Pooh o el pájaro Piolín pudieran ser los líderes mundiales del espíritu…
La idea de una escritura circular como fruto (u origen) de la no linealidad en la percepción del tiempo es excelente. Un tiempo percibido de forma más o menos simultánea, como una cuarta dimensión, en el que no hay propiamente ni pasado ni presente ni futuro, sino una suerte de tiempo-en-el-espacio. La vida como un cuadro en que uno puede pasear, sin rumbo definido, por los distintos momentos de su vida. Una vida en que, fatalmente, sabemos qué ha de acontecer en cada instante. ¿Si conocieras de antemano los pormenores de toda tu existencia, aún así la vivirías? La pregunta en sí carece de sentido. En tal forma de tiempo no existe la elección. Cualquier contestación sería una impostura, pues todo está fijado, hasta el más mínimo detalle. El doctor Manhattan –de ‘Watchmen’– estaba confinado en la omnisciencia temporal; pero, a diferencia de Louise, comprendió que las implicaciones filosóficas de un tiempo no lineal difícilmente pueden coexistir con la sensiblería.
Villeuneuve juega con la cronología para sorprender. Nos hace suponer que lo que vemos al principio (la muerte de la hija) es anterior a la llegada de las doce naves. Sin embargo, la voz ‘over’ ha de ser necesariamente intemporal (estaríamos autorizados a situarla en cualquier punto, puesto que la protagonista ha recibido el don del tiempo-idioma simultáneo). No sé si me convence la apuesta estructural de hacer que el hilo sean los fragmentos de una conversación-monólogo de Louise con (y acerca de) su hija, Hannah, cuyo nombre, un palíndromo, es ocurrencia que recuerda al no muy atinado 1 + 1 = 1 de ‘Incendies’ (2010). Doy por sentado que la voz y la forma narrativa provienen del relato de Ted Chiang, pero el cine no es literatura.
Las escenas madre-hija parecen rodadas por un Terrence Malick sucedáneo. Cursis, funcionales. Sin profundidad ni estrella.
El diseño de los heptápodos aprueba por los pelos. Imposible no pensar en un puchero transparente de calamares en su tinta. La atmósfera, no obstante, le gana el pulso al chascarrillo.
Pese a los figurantes de cartón, golpes de efecto y trucos de tahúr, la sensación de ese primer contacto perdura en mi memoria.
Tampoco olvidaré el maravilloso léxico de círculos.
Y es que, mientras el cine exista, no dejará de haber extraterrestres.
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