Sergio Corbucci, un mítico de las películas de la insólita pareja de mamporreros vuelve a deleitarnos con la habitual sucesión de tortazos, moralinas, y humor que suelen acompañar a las películas protagonizadas por estos dos italianos con nombres gringorizados.

En ésta, nuestro afable gordito, tras dejar una vida llena de éxitos basados en los juegos de azar, vive apaciblemente transportando delfines de un lugar a otro en su enorme camión. Sin embargo, nuestro agudo flaquito, convertido en militar, es requerido en una operación para desmantelar una red de fraudes en las apuestas deportivas. Eso le oligará a procurar convencer a su antónimo de ayudarle; lo que disparará toda la sucesión de golpes, tortazos, y divertidos diálogos propios de nuestros Stan Laurel y Oliver Hardy particulares.

Como es habitual, la película se estructura en un tipo bonachon y fuertote que por cuasualidades del destino se junta con un tipo ingenioso y delgaducho para solucionar a base de tortazos un problema. Sin embargo, a pesar de que tiene algún que otro punto ingenioso, tanto las coreografías de peleas como el nivel general de la película dista bastante de las mejores protagonizadas por estos dos simpáticos individuos.

Simpática, sencilla, directa, ingeniosa, agradable, desenfadada, entretenida, divertida, fluida, pasajera y entrañable producción de acción y humor. protagonizada por la pareja inolvidable formada por los reyes del mamporro: Terence Hill y Bud Spencer, repartiendo golpes a mano abierta.
Producto creado por y para el entretenimiento ligero, a partir de una historia en la que los protagonistas llevaran a cabo todo tipo de tretas y jugadas de picaresca para conseguir desmantelar una banda problemática que está dominando el terreno de una localidad.
Sergio Corbucci, se nutre y beneficia de la presencia y carisma de los protagonistas, para desarrollar una trama fácil de seguir en la que hay espacio para la diversión con un humor desenfadado y todo con buenas secuencias de combate en las que el humor predomina por encima de todo.
La banda sonora de la película está a la altura del tono desenfadado del conjunto, encajando a la perfección con el sonido que emiten los golpes y porrazos que reparten los protagonistas, regalando música para los sentidos del público.
Enormes y colosales, Bud Spencer y Terrence Hill, convertidos en auténticos motores de una trama que sin ellos no hubiera funcionado de la misma manera. Reparten auténticos golpes de picaresca, siendo capaces de comunicarse con delfines y gaviotas.

Decir que esta es una de las mejores películas quizás sea decir demasiado y tal vez algo exagerado, pero vista muchas veces a lo largo de muchos años y de hasta saberme los diálogos de memoria la considero una de las mejores del dúo junto con algunas de sus anteriores producciones de los 70.

"Par impar" de principio a fin es entretenida y sumamente divertida, diversión sana en definitiva.

Los golpes a base de sartenazos empiezan al principio, continúan con escenas sumamente divertidas durante el metraje y terminan con una larga traca final de golpes, manotazos y guantazos a los que es difícil no reirse.

Quizás por este último comentario las películas del dúo tenían su popularidad y buenas recaudaciones en su país natal y sobre todo Alemania, en definitiva era lo que el público quería ver en una película del señor Carlo Pedersoli y Mario Girotti.

La historia es simple, pero efectiva y ya vista en otros filmes, trata de como Hill se une al señor Bud Spencer con regañadientes pero dispuestos a pescar a una banda de apostadores clandestinos que operan en Miami.

Sería la segunda vez que nuestros repartidores de justicia a base de golpes rodaban en Miami, la anterior y muy recomendable "Dos superpolicías" de 1.977 había sido también rodada por aquellos lares.

La dirección a cargo de Sergio Corbucci, que ya tenía una amplia trayectoria cinematográfica sobre todo en películas del genero espagueti western y la música a cargo de los grandes Guido y Maurizio de Angelis, habituales en sus filmes, aquí lo que oiremos al principio de los créditos es un tema instrumental bastante pegadizo que se hace agradable al oído y que seguramente a los más pequeños y a los algo más grandes les guste, curiosamente al final de la película a la misma base instrumental se le añadiría parte vocal.

En definitiva y aunque suene algo fuera de lugar hoy en día es cine recomendado para ver en familia, buena forma de iniciarse en el cine de Terence Hill y Bud Spencer, a modo de apunte personal esta película la vi en el lejano año de 1.988 y que pertenecía a un pack de películas VHS que le habían dejado a mis padres unos amigos de ellos, aún no existían las privadas y solo había tres canales de televisión, cine propiedad de una familia que se prestaba a otra familia para así disfrutar, que tiempos aquellos!!.

Par o impar. Una o dos. Tres o cuatro. Lo de menos es cómo si el resultado es un goloso reparto de galletas de Spencer mientras juega a apretar el pulsador con el puño sobre hombros y melones ajenos e ídem con Terence aporreándoles aleatoriamente a los malos o a la máquina de pinball.
Bud vuelve a no querer ver ni en pintura a Terence. Terence vuelve a liar a Bud para que suceda justamente al revés y llevárselo a su terreno, el de las chicas (las monjas contabilizan igual, sobre todo si son tan adorables como Marisa Laurito), la cerveza, los gangsters, habas con cebolla... y liarla parda.
Y el director de 'Django' se olvida de que esto, en principio, no es un western para hacer exactamente lo mismo que habría hecho con este par de habérselos topado anteriormente en un spaghetti pero vistiéndolos de marinero infiltrado entre apostadores clandestinos y gran hermano -por supuesto- camionero. Lo cierto es que Sergio Corbucci no andó desatinado en ninguna de sus dos colaboraciones conjuntas con la pareja con dos de sus más desenfadadas y recordadas incursiones contemporáneas, siendo probablemente ésta la menos exótica, convirtiendo el lapso ruletero de 'Dos misioneros' (1974, Franco Rossi) en una prolongación corregida y aumentada con bromas y malentendidos ante el tapete verde. Aunque antes de llegar a eso, entre pitos y flautas, te llevas de propina una genial carrera de bólidos con parada en boxes para que los matones pasen por mantenimiento, y ningún fanático del Jai alai le hará ascos a unos puntos entre Bud Spencer y los pelotaris Enrique Berrojalbiz o Jabier Gerrika en el Fronton de Miami. Qué puñetas, si de hecho esto es también cine deportivo.
Si la parte que menos te gustó es cuando a Pajares y Esteso les calentaban el morro en 'Los Bingueros' (1979, Mariano Ozores) ten por seguro que preferirás este particular 'Los Liantes' (1981, Mariano Ozores) en la filmografía de los fratellis supermamporreros con un genial Jerry Lester acoplándoseles para un improvisado trío.
En esta apuesta todos cobran.