A Real Pain
6,4
5.900
2 de enero de 2025
2 de enero de 2025
69 de 94 usuarios han encontrado esta crítica útil
EISENBERG dirige su segundo largometraje, en el cuál también es el encargado del guion y es protagonista.
Respecto a la dirección, da muestras de ser un gran conocedor del séptimo arte, con un ritmo fluido y un equilibrio en todas las facetas, con un resultado sencillo y agradable.
El guion, es sin lugar a dudas, de lo más interesante del film (junto a la actuación de KIERAN CULKIN), con diálogos rápidos y locuaces, que dan una armonía interesante a la trama.
Su actuación, como en toda su filmografía, es correcta y manejada de forma ágil, pero personalmente no veo nada excepcional en sus trabajos.
En cambio, el papel de su primo cinematográfico y hermano real de MACAULAY CULKIN, es excelente. Y es que KIERAN, nos regala su mejor actuación, ante un papel que da mucho juego, pero no siendo fácil de resolver, con un resultado que se convierte en una de las claves del film.
Una idea interesante del director y llevada a cabo de forma inteligente es la manera en la que “marida” la banda sonora, construida con bonitas piezas de piano, para dar sentido a la mayoría de las secuencias, siendo uno de los nexos fundamentales para el espectador.
La historia es interesante y sencilla, relatando simplemente como dos primos judíos totalmente opuestos, viajan a VARSOVIA para conocer las raíces de su abuela fallecida, con el trasfondo del holocausto.
Partiendo de esa trama, la suma de situaciones y diálogos dan cuerpo a “A REAL PAIN”.
Son multitud las alabanzas que el film ha recibido, no es mi caso. Sin lugar a dudas es una película correcta, agradable y con diálogos entretenidos con el trasfondo del triste holocausto, pero personalmente no me dice nada. Siento que recibo lo que me quieren expresar, pero ni me llena, ni me emociona y son contadas las veces que me hace sonreír. Además, no empatizo, todo lo contrario, con ambos protagonistas.
La crítica abordada que más se me acerca (y es lo menos importante de la trama) es la que se realiza de los TOURS TURISTICOS organizados sin alma, que tratan a sus usuarios como a becerros, con el único interés de sacar dinero y alejándose de que los consumidores puedan interactuar y no parecer objetos que van a la velocidad de la luz de un lugar interesante a otro.
Respecto a la dirección, da muestras de ser un gran conocedor del séptimo arte, con un ritmo fluido y un equilibrio en todas las facetas, con un resultado sencillo y agradable.
El guion, es sin lugar a dudas, de lo más interesante del film (junto a la actuación de KIERAN CULKIN), con diálogos rápidos y locuaces, que dan una armonía interesante a la trama.
Su actuación, como en toda su filmografía, es correcta y manejada de forma ágil, pero personalmente no veo nada excepcional en sus trabajos.
En cambio, el papel de su primo cinematográfico y hermano real de MACAULAY CULKIN, es excelente. Y es que KIERAN, nos regala su mejor actuación, ante un papel que da mucho juego, pero no siendo fácil de resolver, con un resultado que se convierte en una de las claves del film.
Una idea interesante del director y llevada a cabo de forma inteligente es la manera en la que “marida” la banda sonora, construida con bonitas piezas de piano, para dar sentido a la mayoría de las secuencias, siendo uno de los nexos fundamentales para el espectador.
La historia es interesante y sencilla, relatando simplemente como dos primos judíos totalmente opuestos, viajan a VARSOVIA para conocer las raíces de su abuela fallecida, con el trasfondo del holocausto.
Partiendo de esa trama, la suma de situaciones y diálogos dan cuerpo a “A REAL PAIN”.
Son multitud las alabanzas que el film ha recibido, no es mi caso. Sin lugar a dudas es una película correcta, agradable y con diálogos entretenidos con el trasfondo del triste holocausto, pero personalmente no me dice nada. Siento que recibo lo que me quieren expresar, pero ni me llena, ni me emociona y son contadas las veces que me hace sonreír. Además, no empatizo, todo lo contrario, con ambos protagonistas.
La crítica abordada que más se me acerca (y es lo menos importante de la trama) es la que se realiza de los TOURS TURISTICOS organizados sin alma, que tratan a sus usuarios como a becerros, con el único interés de sacar dinero y alejándose de que los consumidores puedan interactuar y no parecer objetos que van a la velocidad de la luz de un lugar interesante a otro.
2 de enero de 2025
2 de enero de 2025
33 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jesse Eisenberg tiene alma de cineasta. Está claro.
A real pain pasa por ser uno de los debuts en la dirección más inspirados de los últimos tiempos. Con un tono que podríamos haber visto en una cinta de, por ejemplo, Alexander Payne (y es un halago, sin duda), el protagonista de La red social dirige su primera película, y es un viaje físico y emocional de lo más emotivo y significativo.
Tomando como punto de partida a estos dos primos tan peculiares, David y Benji, Eisenberg nos cuenta una historia de perdón, de reconexión con las raíces familiares y, sobre todo, del amor entre dos personas que estaban distanciadas y aprovechan un viaje para volver a encontrarse también emocionalmente. Nada nuevo bajo el sol, y ese es su principal problema, sin duda, la ausencia de sorpresa. Nada nos resulta original, y es bastante sencillo, por tanto, averiguar qué va a ir sucediendo. Sin embargo, el tono es tan sincero, sencillo, y eficaz que el espectador entra en el juego perfectamente. Además, la narración va siempre al grano, aprovechando sus escasos 82 minutos (sin contar créditos) y sin estirar necesariamente la trama, como hacen muchas cintas "nominables" o "premiables" del año.
Además, Eisenberg vuelve a estar fantástico también delante de la cámara, aunque queda algo eclipsado por un fabuloso Kieran Culkin, en su mejor interpretación en el cine, y quizás la mejor a secas junto con la que ha hecho en Succession. Su Benji, totalmente opuesto al serio y formal David, es dinamita, honestidad pura, vitalidad y también dolor, y Culkin lo refleja perfectamente con cada palabra, gesto y mirada.
Hermosa, agradable y sobre todo sincera y honesta.
Lo mejor: Jesse Eisenberg, en su triple faceta, y Kieran Culkin, en la mejor interpretación de su carrera en cine.
Lo peor: El fondo de la historia está ya muy visto.
A real pain pasa por ser uno de los debuts en la dirección más inspirados de los últimos tiempos. Con un tono que podríamos haber visto en una cinta de, por ejemplo, Alexander Payne (y es un halago, sin duda), el protagonista de La red social dirige su primera película, y es un viaje físico y emocional de lo más emotivo y significativo.
Tomando como punto de partida a estos dos primos tan peculiares, David y Benji, Eisenberg nos cuenta una historia de perdón, de reconexión con las raíces familiares y, sobre todo, del amor entre dos personas que estaban distanciadas y aprovechan un viaje para volver a encontrarse también emocionalmente. Nada nuevo bajo el sol, y ese es su principal problema, sin duda, la ausencia de sorpresa. Nada nos resulta original, y es bastante sencillo, por tanto, averiguar qué va a ir sucediendo. Sin embargo, el tono es tan sincero, sencillo, y eficaz que el espectador entra en el juego perfectamente. Además, la narración va siempre al grano, aprovechando sus escasos 82 minutos (sin contar créditos) y sin estirar necesariamente la trama, como hacen muchas cintas "nominables" o "premiables" del año.
Además, Eisenberg vuelve a estar fantástico también delante de la cámara, aunque queda algo eclipsado por un fabuloso Kieran Culkin, en su mejor interpretación en el cine, y quizás la mejor a secas junto con la que ha hecho en Succession. Su Benji, totalmente opuesto al serio y formal David, es dinamita, honestidad pura, vitalidad y también dolor, y Culkin lo refleja perfectamente con cada palabra, gesto y mirada.
Hermosa, agradable y sobre todo sincera y honesta.
Lo mejor: Jesse Eisenberg, en su triple faceta, y Kieran Culkin, en la mejor interpretación de su carrera en cine.
Lo peor: El fondo de la historia está ya muy visto.
14 de enero de 2025
14 de enero de 2025
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
“A real pain” podría ser la respuesta a la pregunta “¿cómo sería una road movie dirigida por Woody Allen?”. Jesse Eisenberg dirige y protagoniza de una forma muy similar al mítico director neoyorquino esta entretenida ¿comedia? sobre el dolor en que dos primos judíos se van de turismo a Polonia.
Si algo destaca es el guión y la conexión entre los dos protagonistas, con un Jesse Eisenberg muy acertado en su ansiosa contención y un Kieran Culkin desmadrado como nos acostumbra pero con unos matices sutiles de un papel difícil al que saca todo el jugo.
Es cierto que, en mi caso concreto, apenas llego a conectar con el trasfondo judío del asunto (salvo una potente escena muy bien rodada) pero es bastante divertida y ligera, aunque pueda no parecerlo.
Si algo destaca es el guión y la conexión entre los dos protagonistas, con un Jesse Eisenberg muy acertado en su ansiosa contención y un Kieran Culkin desmadrado como nos acostumbra pero con unos matices sutiles de un papel difícil al que saca todo el jugo.
Es cierto que, en mi caso concreto, apenas llego a conectar con el trasfondo judío del asunto (salvo una potente escena muy bien rodada) pero es bastante divertida y ligera, aunque pueda no parecerlo.
22 de enero de 2025
22 de enero de 2025
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece al principio la típica película de “colegas” contrapuestos, en el filme dos primos judíos norteamericanos que inician una ruta de recuerdo del holocausto por la Polonia de sus ancestros, en este caso su abuela, junto con otro grupo de judíos norteamericanos que hacen la ruta por razones diversas.
Para mí, lo principal que falla es el personaje del primo “pasado”, el “real pain” (el interpretado por Kieran Culkin), porque está caracterizado con un comportamiento infantil y caprichoso que impide empatizar emocionalmente con él, y la búsqueda de esta sintonía emocional entre lo primos es la base de la película.
No está bien explorado qué es lo que le ocurre realmente a este personaje para comportarse durante tantos momentos simplemente como un mimado; de él sabemos algunas cosas más o menos dramáticas por lo que va contando su primo, pero no la razón principal por la que se ha convertido en lo que parece ser: un fracasado caprichoso con una base depresiva.
El viaje por los restos del holocausto en Polonia que debía de ser la ocasión para conocerlos mejor a ellos y al resto de los personajes, estilo “road movie”, se pierde en la superficialidad de los lugares turísticos y las visitas. El resto de acompañantes en el periplo apuntan emocionalmente, este quizá podría haber sido uno de los caminos de la película, pero lamentablemente quedan todos ellos bastante desdibujados.
El terrible holocausto judío está presente en los personajes, les impresiona, aunque la Polonia moderna parece guardar (salvo los campos de exterminio conservados) escasos vestigios de la presencia judía y de aquellos tiempos sombríos.
Precisamente esta desconexión con la Polonia actual es lo que echa en cara Benji (Culkin) al personaje guía (Will Sharpe). Casi lo más claro es la perspectiva crítica respecto a la conversión de lugares de tragedia en acontecimientos turísticos, pues lo que visitan y hacen durante el viaje es todo demasiado superficial.
Otra lección (obvia) es cómo las supuestas raíces emocionales que creemos que nos sustentan se pierden con el tiempo igual que las personas que desparecen; buen ejemplo es la situación que viven los primos en lo que fue la casa de la abuela.
Por último, se apunta la dificultad de encontrar el sitio en la vida, no todas las personas tienen los mismos niveles de adaptación a las exigencias sociales, abrirse camino es costoso para todos, para algunos, como el primo Benji Kaplan mucho más.
La selección musical, extraordinaria, -es Chopin-, acompaña y subraya emocionalmente las principales escenas de la película.
Película recomendable, agradable, pero no es redonda.
Para mí, lo principal que falla es el personaje del primo “pasado”, el “real pain” (el interpretado por Kieran Culkin), porque está caracterizado con un comportamiento infantil y caprichoso que impide empatizar emocionalmente con él, y la búsqueda de esta sintonía emocional entre lo primos es la base de la película.
No está bien explorado qué es lo que le ocurre realmente a este personaje para comportarse durante tantos momentos simplemente como un mimado; de él sabemos algunas cosas más o menos dramáticas por lo que va contando su primo, pero no la razón principal por la que se ha convertido en lo que parece ser: un fracasado caprichoso con una base depresiva.
El viaje por los restos del holocausto en Polonia que debía de ser la ocasión para conocerlos mejor a ellos y al resto de los personajes, estilo “road movie”, se pierde en la superficialidad de los lugares turísticos y las visitas. El resto de acompañantes en el periplo apuntan emocionalmente, este quizá podría haber sido uno de los caminos de la película, pero lamentablemente quedan todos ellos bastante desdibujados.
El terrible holocausto judío está presente en los personajes, les impresiona, aunque la Polonia moderna parece guardar (salvo los campos de exterminio conservados) escasos vestigios de la presencia judía y de aquellos tiempos sombríos.
Precisamente esta desconexión con la Polonia actual es lo que echa en cara Benji (Culkin) al personaje guía (Will Sharpe). Casi lo más claro es la perspectiva crítica respecto a la conversión de lugares de tragedia en acontecimientos turísticos, pues lo que visitan y hacen durante el viaje es todo demasiado superficial.
Otra lección (obvia) es cómo las supuestas raíces emocionales que creemos que nos sustentan se pierden con el tiempo igual que las personas que desparecen; buen ejemplo es la situación que viven los primos en lo que fue la casa de la abuela.
Por último, se apunta la dificultad de encontrar el sitio en la vida, no todas las personas tienen los mismos niveles de adaptación a las exigencias sociales, abrirse camino es costoso para todos, para algunos, como el primo Benji Kaplan mucho más.
La selección musical, extraordinaria, -es Chopin-, acompaña y subraya emocionalmente las principales escenas de la película.
Película recomendable, agradable, pero no es redonda.
11 de enero de 2025
11 de enero de 2025
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
La narrativa sigue a David y Benji, dos primos que emprenden un viaje para honrar el legado de su abuela. Lo que comienza como una peregrinación en su memoria se convierte rápidamente en una confrontación emocional, donde las tensiones entre sus personalidades, David, introspectivo y serio, y Benji, despreocupado y rebelde, salen a la superficie.
A medida que reviven recuerdos de su infancia y descubren más sobre su historia familiar, el viaje se convierte en una exploración de identidad y pertenencia. El guion equilibra la introspección personal de los personajes con revelaciones sobre el legado y cómo este influye en sus vidas. Aunque algunos momentos pueden sentirse predecibles, la sinceridad del relato y la profundidad emocional de los personajes mantienen el interés del espectador.
Jesse Eisenberg, en su segundo proyecto como director, demuestra una capacidad notable para capturar los matices de las dinámicas humanas. La película equilibra momentos de humor seco con escenas profundamente conmovedoras, creando un tono que oscila entre lo ligero y lo reflexivo. Eisenberg utiliza encuadres cerrados para resaltar la intimidad de las conversaciones, mientras que los amplios paisajes subrayan el aislamiento y la desconexión emocional entre los personajes.
El propio Jesse Eisenberg, en el papel de David, ofrece una interpretación contenida pero cargada de emociones, transmitiendo el peso de su introspección y su lucha por reconectar con Benji. Por su parte, Kieran Culkin brilla como el desenfadado y carismático Benji, añadiendo un contraste refrescante y aportando humor al relato.
La química entre ambos actores es natural, y sus interacciones capturan de manera convincente las complejidades de las relaciones familiares: el cariño enterrado bajo capas de resentimiento y las confrontaciones necesarias para sanar heridas del pasado.
La cinematografía utiliza tonos apagados para reflejar la melancolía y el peso emocional del viaje, mientras que los encuadres cuidadosamente compuestos destacan la desconexión entre los personajes y su entorno. Las tomas de los paisajes polacos, tanto urbanos como rurales, añaden un carácter casi documental que enriquece la ambientación.
Es un drama íntimo que combina humor, emoción y una reflexión profunda sobre la identidad y el legado familiar. Jesse Eisenberg entrega una película que, aunque no reinventa el género, logra conmover gracias a su dirección sensible, sus actuaciones matizadas y su enfoque en las dinámicas familiares complejas.
A medida que reviven recuerdos de su infancia y descubren más sobre su historia familiar, el viaje se convierte en una exploración de identidad y pertenencia. El guion equilibra la introspección personal de los personajes con revelaciones sobre el legado y cómo este influye en sus vidas. Aunque algunos momentos pueden sentirse predecibles, la sinceridad del relato y la profundidad emocional de los personajes mantienen el interés del espectador.
Jesse Eisenberg, en su segundo proyecto como director, demuestra una capacidad notable para capturar los matices de las dinámicas humanas. La película equilibra momentos de humor seco con escenas profundamente conmovedoras, creando un tono que oscila entre lo ligero y lo reflexivo. Eisenberg utiliza encuadres cerrados para resaltar la intimidad de las conversaciones, mientras que los amplios paisajes subrayan el aislamiento y la desconexión emocional entre los personajes.
El propio Jesse Eisenberg, en el papel de David, ofrece una interpretación contenida pero cargada de emociones, transmitiendo el peso de su introspección y su lucha por reconectar con Benji. Por su parte, Kieran Culkin brilla como el desenfadado y carismático Benji, añadiendo un contraste refrescante y aportando humor al relato.
La química entre ambos actores es natural, y sus interacciones capturan de manera convincente las complejidades de las relaciones familiares: el cariño enterrado bajo capas de resentimiento y las confrontaciones necesarias para sanar heridas del pasado.
La cinematografía utiliza tonos apagados para reflejar la melancolía y el peso emocional del viaje, mientras que los encuadres cuidadosamente compuestos destacan la desconexión entre los personajes y su entorno. Las tomas de los paisajes polacos, tanto urbanos como rurales, añaden un carácter casi documental que enriquece la ambientación.
Es un drama íntimo que combina humor, emoción y una reflexión profunda sobre la identidad y el legado familiar. Jesse Eisenberg entrega una película que, aunque no reinventa el género, logra conmover gracias a su dirección sensible, sus actuaciones matizadas y su enfoque en las dinámicas familiares complejas.
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