Bookworm arranca como una pequeña joya escondida entre helechos neozelandeses: una niña repelentemente lista, un padre que parece un hobbit con crisis de identidad (Elijah Wood haciendo de mago cutre) y una pantera legendaria como excusa para largarse de excursión con mochilas mal preparadas y emociones aún peor embaladas.

La película es una coming-of-age invertida, donde es el padre quien tiene que madurar, mientras su hija le lleva la delantera en sarcasmo, brújula moral y sentido común. Elijah Wood está estupendo con cara de no entender nada, pero quien brilla de verdad es Nell Fisher, una revelación de carisma precoz.

Bookworm no sabe muy bien si quiere ser The Goonies, Hunt for the Wilderpeople o una fábula de autoayuda disfrazada de road movie. Pero incluso cuando se desinfla y se dispersa, sigue resultando entrañable. Como un truco de magia que no sale del todo bien, pero acaba sacándote una sonrisa.

Pues la historia comienza con unas premisas muy atrayentes, una ñiña sabelotodo que tiene que entenderse con su inmaduro y ausente padre a causa de un inesperado accidente doméstico de su madre... Un viaje con unos paisajes preciosos y una búsqueda de una criatura que no se sabe siquiera si existe... El problema, es que las ideas son buenas pero si las piensas un poco, no tienen mucho sentido... Una niña que viviendo en Nueva Zelanda nunca ha salido de excursión?? Un padre ausente durante once años pero se presenta con un ánimo encantador?? Las historias que cuentan los dos sobre sus vidas parecen descaradamente escritas para representar los estereotipos de hombre fracasado y niña que no termina de encajar en el mundo por ser demasiado lista...

Bookworm es una delicia.
Una película que no tiene miedo a ser tierna y a apostar por la emotividad, en su mezcla de drama, comedia y fantasía. No por casualidad, la búsqueda de la famosa pantera es una excusa para presentar lo que es el corazón de la historia: el reencuentro de un padre y su hija, y cómo estrechan lazos a través de la magia y de un viaje físico que es también espiritual.
Además, vuelve a reunir a Elijah Wood con Nueva Zelanda y el género fantástico, muy bien acompañado por una estupenda Nell Fisher.
Una cinta realmente encantadora.

En forma de fábula tenemos esta entrañable película familiar de aventuras que nos lleva a contarnos la relación entre una hija y un padre inexistente al que acaba de conocer tras ingresar en coma la madre de la niña tras un accidente doméstico. 

Mildred es una niña precoz de 11 años que tiene a su madre en un hospital en coma, su padre separado al que no conoce se presenta en casa para ocuparse de la niña, él es un mago bastante cutre que se gana la vida medianamente con este tipo de espectáculos. Cuando Mildred le dice de hacer un viaje por las montañas para buscar a la mítica pantera de Canterbury y fotografiarla, ya que dan un premio en metálico bastante considerable para quien consiga demostrar que existe, el padre accede... sin saber donde se va a meter.

El director Ant Timpson que ya trabajo en su anterior película "Ven con papa" de 2019 con Elijah Wood vuelve a contar con él en esta historia; sin embargo, la que deslumbra en su interpretación es la entrañable niña Nell Fisher que pudimos verla en el remake de "Posesión infernal" el año pasado. Con una asombrosa naturalidad la acompañaremos a ella y a su padre  por los magníficos paisajes de Nueva Zelanda.

El choque entre padre e hija que comienzan a conocerse se hace evidente, él intenta darle el toque humorístico mediante juegos de magia y así ganársela, pero ella permanece arrogante y resabiada.

Una fantasía infantil con algún toque de humor negro que no desagrado en su pase en el Festival de Sitges que explora con sensibilidad socarrona este reencuentro familiar.


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