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Esplendor en la hierba

Romance. Drama En una localidad rural de Kansas, dos jóvenes que pertenecen a ambientes sociales muy distintos se aman y deciden no separarse jamás; pero la desaprobación de sus familias y ciertos intereses ajenos a sus sentimientos acabarán decidiendo su suerte. (FILMAFFINITY)
Críticas 79
Críticas ordenadas por utilidad
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8
13 de junio de 2008
284 de 296 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Es el retrato de una histérica relación de amor adolescente entre dos atolondrados lo que nos emociona de "Esplendor en la Hierba"? No.

¿Es la forzada separación de unos amantes a causa de la represión sexual y los prejuicios sociales? Desde luego que no.

¿Es la desesperación de Deanie, el distanciamiento de Bud, la supuesta crueldad de los padres de ambos? No y mil veces no.

¿Es la sensación de que hemos contemplado el advenimiento de un amor fuera de lo común? Rotundamente no.

Porque Elia Kazan no habla sobre el amor, aunque la historia que vertebra la película es una historia de amor. Los amores de Bud y Deanie son tan vulgares como otros amores cualesquiera y no superarían jamás la prueba del tiempo: son dos seres perfectamente mediocres perdidos en un mundo que se los va a comer vivos tal y como ha devorado antes a otros mejores que ellos.

No, no se trata de eso. Todo el secreto significado de la película se desvela cuando Deanie lee en voz alta los versos de Woodsworth: "Aunque ya nada pueda devolvernos la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no debemos afligirnos, porque la belleza subsiste en el recuerdo". Porque entonces es cuando nos damos cuenta de que todo cuanto en verdad lamentarán los personajes no es la pérdida de su amor, sino la de su juventud. Y eso es lo que de verdad emociona y duele en "Esplendor en la hierba". La fugacidad del tiempo, el recuerdo de unos instantes que parecieron iluminados por el fulgor de lo recién descubierto por primera vez en la vida: las rosas.

Eso duele. Y por tanto, voy a decir que he visto esta película una sola vez: y no volveré a verla jamás a menos que algún día sea lo suficientemente mayor para haber olvidado lo que significaba ser joven.
10
7 de marzo de 2006
125 de 132 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esplendor en la Hierba es, sin lugar a dudas, la película que más ha influido en mi vida, y, por lo mismo, la que más admiro.

La película, de 1961, fue dirigida por Elia Kazan, autor de La Ley del Silencio, Un Tranvía Llamado Deseo o América, América. También es conocido por delatar a sus compañeros comunistas del séptimo arte en la caza de brujas norteamericana, lo que causó muchísima controversia cuando se le concedió el Oscar Honorífico.

Supuso el debut cinematográfico de Warren Beaty (actor del que su hermana, la actriz Shirley MacLaine, llegó a decir que debía de ser la única mujer en Hollywood que no se había acostado con él), y el resurgimiento de Natalie Wood, la protagonista de West Side Story o Rebelde sin Causa.

La película cuenta la historia de Bud Stamper y Dennie Loomis, dos enamorados que no consuman su amor porque las convenciones sociales estipulan que antes deben casarse. Pero el padre de Bud quiere que su hijo vaya a la universidad, que sea un hombre de provecho (cuando lo que el muchacho realmente ansía es tener un rancho y trabajar el campo).

Un drama de los que ya no se hacen, y con un final que quedará grabado en tu memoria.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Esplendor en la Hierba es de esas películas en las que uno, cada vez que la ve, se cerciora de cosas en las que no había reparado antes, y comprende mejor a cada personaje. En mi opinión, en ella se relatan de magistral forma problemas universales como el conflicto generacional entre los padres y los hijos; las convenciones sociales y el "qué dirán", que reprimen y torturan a los individuos; el amor pasional truncado; la aceptación de las personas de su sino...

En la película, la hija aprende a perdonar a su madre, que tanto y tanto la torturó con que tenía que llegar virgen al matrimonio, pues comprende que al fin y al cabo es una persona, y comete errores. Bud, aunque quiere a Dennie, se resigna con la vida que tiene, con su vulgar mujer y su asqueroso rancho (cuando él era el chico más rico del pueblo), y admite que "no piensa mucho en la felicidad, es mejor aceptar las cosas como vienen". Y Dennie, guapísima, con un esplendoroso (nunca mejor dicho) vestido blanco, de familia humilde, parece estar diciéndole: "¿por esta vida ruin me dejaste?

La película destila poesía por los cuatro costados.
La escena en la que Dennie, ya desequilibrada porque Bud la ha dejado, mira el plato lleno de comida que su madre le ha preparado para que se mejore, y se levanta para irse a su habitación, cuando mencionan a Bud en la conversación:
-Dennie, tienes que sobreponerte -le dice su madre.
-Mamá, no puedo comer, no puedo estudiar, no puedo mirar a mis amigas. Quiero morirme, quiero morirme -le confiesa al oído Dennie.

La escena de la bañera en que Dennie enloquece, gritándole a su madre que es una chica "buena y virgen", como ella quiere, y que por eso mismo su vida se ha ido a la mierda.

El momento en que, cuando quiere recuperar a Bud teniendo sexo con él en un coche, este se niega, preguntándole dónde está su orgullo.
-¿Orgullo? ¿Orgullo? ¡Yo no tengo orgullo! ¡Yo no tengo orgullo! Quiero morirme... sólo quiero morirme -le responde Dennie. [En la VO esta escena gana.]

Y sobre todo el portentoso final, en que Dennie, tras salir del manicomio, corre a ver a Bud Stamper, embutida en un trajo blanco. Ella ya va a casarse con otro chico, pero tiene que verle, necesita verle, por si...

-Ese es mi hijo, el que no tiene plumas - le dice Bud a Dennie en él que es, quizás, el único punto de humor de la película, justo en su momento más acongojante.

Y Dennie coge al niño, como si cogiera sus ilusiones maltrechas, sosteniendo lo que podría haber sido su vida con Bud, lo que podría haber llegado a ser su vida con Bud... si no existiera otra gente en el mundo.
10
30 de septiembre de 2006
64 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
Éstos son algunos de los versos de la oda del poeta británico William Wordsworth titulada "Intimations of mortality from recollections of early childhood" de las que se valió el polémico cineasta de origen griego, Elia Kazan, a la hora de llevar a la gran pantalla esta obra, encargo del propio Kazan para el dramaturgo William Inge, quien posteriormente recibiría el oscar al mejor guión por esta misma cinta...

Sobre amores imposibles en tiempos difíciles...Inge situó la trama en su lugar de juventud, el sureste de Kansas...Ambientada en la transición legendaria de los años 1928 al 1929 y su catastrófico crack bursátil que pobló de suicidios colectivos las calles del país... llegando incluso a generalizarse en aquella época con cierto toque de humor macabro, aquello de que..."...eran tantos los cadáveres en la calles que uno tenía que ir esquivándolos por doquier...".

Es curioso el planteamiento de la obra, máxime si uno está al tanto de lo ocurrido en la azarosa vida de este cineasta considerado durante tanto tiempo y hasta el año de su muerte en 1999 como un felón por los compañeros de profesión...

Pues bien, Kazan en esta obra se ríe de la corriente ortodoxa de la espartana y rígida moral del pueblo americano...aquella que diferenciaba a los hombres ambiciosos de los mediocres y que tan sólo compartían el sonrojo de lo no establecido moralmente...el desliz fuera del matrimonio...la mujer entregada al hombre durante el matrimonio y reprimida antes del mismo para diferenciarse de ese otro prototipo de mujer pecadora...

El hombre condenado a competir en la inmesidad de un mundo en donde guardar las apariencias contribuye a mantener incólume la rectitud moral de una nación indestructible...


Con una espléndida banda sonora a cargo de David Amram y una no menos sorprendente fotografía colorista de Boris Kaufman ("Doce hombres sin piedad" y "La ley del silencio"), kazan ensambló los engranajes de una nueva obra maestra, que entre otras cosas y además de dar continuidad a su famosa difusión de la escuela del método de Lee Strasberg, supuso la presentación en la gran pantalla del hermano menor de la actriz Shirley McLaine, Warren Beatty...el renacimiento de una ex-niña prodigio (21 años contaba cuando se filmó esta cinta) Natalie Wood ( "Centauros del desierto","West side Story" y "Rebelde sin causa)...el propio Inge parece ser que se reservó un pequeño papel como cura (el reverendo Whitman y su discurso sobre la futilidad de almacenar riquezas corroídas por el orín y las polillas en la tierra , y no en el cielo...) con el propósito de permanecer lo más cerca posible de Beatty...

Cotilleos aparte y a pesar de sus errores, uno debe saber también los méritos del artista...y sin duda alguna éste como obra conceptual es uno de ellos...

O B R A M A E S T R A.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La película arranca en 1928 en el sureste de Kansas. La pareja de novios Bud Stamper(W. Beatty) y Wilma Dean 'Deanie' Loomis (Natalie Wood) se hacen arrumacos dentro de un coche y frente a una pintoresca cascada... Pero Deani fuertemente influída por la represiva educación de su madre, la señora Loomis (Audrey Christie) se resiste a "desflorarse" antes de consumar el sagrado matrimonio...

Deanie es hija de uno tenderos de ultramarinos de clase media-baja. Una madre que intenta inculcar unos valores fuertemente cristianos en su mentalidad..., y un padre más permisivo y comprensible y que no ceja en toda la cinta de recomendar a su hija la constante ingesta de leche ...

Ambos padres están encantados con el novio de su hija, Bud, de una familia adinerada de la zona...Su padre, Ace Stamper (Pat Hingle), es un rico empresario de petróleo cuyas acciones de empresa no cesan de subir en la bolsa...Cojo debido a un reciente accidente por una caída desde lo alto de una plataforma petrolífera, intenta inculcar a su hijo su competitivo carácter de ganador...Su madre, la señora Stamper (Joanna Roos) es una pusilánime mujer que acaba de traer recientemente de Chicago a la hermana pequeña de Bud, Ginny (Barbara Loden), una conflictiva e incomprendida muchacha que acaba de abortar una criatura fruto de una relación esporádica con un mafioso de aquella zona...Ace se siente enormemente avergonzado por la actitud de su hija Ginny, por lo que deposita toda su confianza en su otro hijo Bud...

La vida les separa,y mientras Bud hace su vida en Yale con un rotundo fracaso (ya que su única ilusión es ser granjero)...en un restaurante de New Haven conocerá a Angelina (Zohra Lampert), una camarera de origen italiano con la que terminará casándose y teniendo un hijo y otro en camino en un rancho del sur de Kansas...

Deanie por contra, tras superar su crisis, conocerá a Johhny, un compañero interno también, cirujano de Cincinnati con el que terminará casándose...

En el medio, 1929 un nuevo y catastrófico año, que supuso el desplome bursátil y la subsiguiente ruina y desesperación de una sociedad que comenzó a autodiezmarse con cadáveres por todas las aceras, el señor Ace entre ellos...Los Stamper se arruinan, mientras que los Loomis se enriquecen ya que vendieron por azar (para costear el psiquiátrico de su hija) las acciones a tiempo...

Al final, Deanie visita acompañada de sus viejas amigas de instituto el rancho de Bud..."...y aunque sus ojos ya no puedan ver ese puro destello que la deslumbraba, aunque ya nada le pueda devolver la hora del esplendor en la hierba, y de la gloria en las flores, no hay por qué afligirse sino buscar algo mejor...en la fuerza de lo va quedando atrás...".
10
4 de mayo de 2008
59 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello que en mi juventud me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no hay que afligirse, porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo." (William Wordsworth)
No sé por qué este clásico romántico me ha agitado tanto.
No sé por qué he sentido tantas ganas de llorar casi a cada momento, y eso que no me considero especialmente cursi. Pero sí admito que no tengo reparos en llorar a moco tendido cuando una película consigue que se me salten las lágrimas. Será que soy hipersensible a esas emociones, y que estoy abierta a ellas, y que no hay muchas cosas más reparadoras que vaciarte de lágrimas a solas mientras ves un drama que te vapulea sin piedad y te preguntas si la mayoría no tendremos en el fondo más de masoquistas, de cursis o de sensibleros de lo que nos gusta admitir.
Puede que se deba a que mi empatía con la película ha sido máxima y me imagino en la piel de Deanie y de Bud, siento ese rugido que aporrea las cadenas y libra una batalla perdida contra los muros del anquilosamiento.
Puede que se deba a que conecta demasiado con mis sentimientos más profundos, con esa parte de mí misma que disfrazo y disimulo cuando hay gente delante. A que es como un puñado de sal arrojado sobre esa parte que siempre siento en carne viva, que a veces palpita dolorosamente ante los estímulos que me tocan el alma y que me causa unas irreprimibles ganas de llorar sin que yo entienda bien por qué. Y que después alivia el escozor transformándose en una esencia dulce que calma y tonifica, dejando al final un poso melancólico que nunca acaba de disiparse.
Ni yo misma comprendo bien las razones, pero eso suele suceder cuando algo nos roza una parte fundamental de nosotros mismos. Nos llega tan adentro, que no podemos ver hasta dónde llega. Sólo sentirlo.
Para muchos, éste no será más que un drama romántico en aquella época en la que el agonizante "star system" aún daba sus últimos coletazos, encumbrando hasta extremos inauditos a estrellas que, aún sin estar excepcionalmente dotadas para la interpretación (con algunas excepciones, por supuesto), eran resaltadas por una campaña de publicidad y de márketing y por ciertas cualidades como la belleza física. En unos años en los que el público acudía en masa a ver en la pantalla las proezas de su estrella favorita, encumbrada por los mass media, era muy habitual ver desfilar rostros que brillaban durante une época fugaz para apagarse prematuramente. El ejemplo clarísimo lo tenemos en Marilyn, por supuesto. Pero también Natalie Wood, otra de las bellas malogradas de Hollywood, se labró su hueco en ese tortuoso paseo de la fama que se terminó con su pronta muerte.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Para muchos, éste no será más que un film cargado de tópicos y estereotipos que tienden a perpetuarse. Pero para mí es más que eso. Aunque los tiempos cambien, seguirá habiendo Deanies y Buds y familias cegadas por el status social y el qué dirán. Personalmente, no creo que se exagere en gran medida y siempre pienso que, en algún lugar, hay familias que se comportan como lo hacen las de Deanie y Bud. Que anteponen otros intereses a los del amor y hacen todo lo posible para separar a unos jóvenes que no han cometido más delito que enamorarse. Y si eso es un delito, entonces todos tenemos pena de cárcel.
Esta trágica historia de un amor de juventud truncado no es sólo un pastelón azucarado con miraditas de cordero degollado, declaraciones de amor y atontamientos. Es todo un reflejo, llevado hasta extremos crueles, de una doble moral que siempre ha persistido y persistirá. Deanie, una Natalie Wood que me ha apretado la garganta hasta el punto de no dejarme casi ni respirar, expresa con desesperación la terrible y descarnada verdad de esa doble moral en una de las escenas que me han impactado para el resto de mi vida. En esa escena, una de esas escenas famosas de la historia del cine, ella, harta de ser considerada una "chica decente" y sufrir, tanto ella como su novio, las consecuencias de la frustración al tener que reprimir su deseo sexual, grita, sin tener ya nada que perder: "¡Yo no tengo orgullo!"
Confieso que esa parte me convenció de que Natalie Wood llegó a alcanzar su cumbre como actriz, porque me hizo olvidar que Deanie era un personaje de ficción. Porque su grito desaforado era el grito de todos los que alguna vez se han encontrado ante un muro de incomprensión, represión impuesta y malevolencia.
Warren Beatty, sin estar a la altura de su partenaire, también me detuvo en más de una ocasión el aire en el pecho.
A lo mejor es que me duele terriblemente observar cómo se destruye el amor más hermoso y cómo las personas se condenan a ser más infelices.
A lo mejor es el reflejo de mi propio miedo a la fragilidad de los sueños.
8
20 de noviembre de 2010
41 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película está hecha especialmente para gente enamorada, pero no para los que tienen un amor de hojaldre, de chapa o de cartón. Ésos no entenderán completamente a los protagonistas. Está hecha para los que sienten un amor de los puros:
De esos que no te dejan ver nada más que a la otra persona.
De esos que te transportan más allá del cielo.
De esos que te agitan el corazón.
De esos que te hacen entregarte por completo.
De esos que te hacen nombrarla 1000 veces al día.
De esos que no te dejan pensar en otra cosa.
De esos que eres feliz sólo al estar con ella.
De esos que te permiten soñar y hacer unos planes increíbles.
De esos que cuando van mal haces todo lo posible por arreglarlo.
De esos que darías lo que fuera porque funcionase.
De esos que si te dicen que la dejes no les haces ni caso.
De esos que si te dicen que hay millones de chicas sigues pensando en ella.
De esos que crees que van a ser irrepetibles.
De esos que no te los puedes sacar de la cabeza.
De esos que necesitas para seguir existiendo.
De esos que sacrificarías cualquier cosa por mantenerlo.
De esos que te hacen mantener siempre un halo de esperanza.
De esos que te hacen escribir una crítica en Filmaffinity.
De esos que siento yo.
De esos que ojalá sienta ella por mí.
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