Breve encuentro
8,0
13.632
Romance. Drama
Laura Jesson es un ama de casa algo aburrida de la rutina que vive con su marido y familia. Una vez a la semana, suele ir a la ciudad de compras. En uno de esos viajes rutinarios, Laura coincide con el Dr. Alec Harvey en la sala de espera de la estación de ferrocarril. Ambos son de mediana edad, casados y tienen dos hijos cada uno. Comienzan a hablar, y tras disfrutar cada uno de la compañía del otro, ambos continúan reuniéndose ... [+]
12 de agosto de 2006
12 de agosto de 2006
162 de 196 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quinta película de David Lean. Adapta al cine la pieza de teatro en un acto "Still Life" (1936), de Noel Coward. Se rodó en Carnforth (Lancashire) y en estudio, con un presupuesto ajustado, propio de tiempos de guerra. Ganó la Palma de oro de Cannes y obtuvo 3 nominaciones a los Oscar (director, actriz y guión adaptado). Se estrenó el 26-XI-1945.
La acción principal tiene lugar en el bar de la estación ficticia de Milford Junction en 1944/45, a lo largo de unos 8 meses. Narrada en flashback por la protagonista, rememora una historia de amor entre una mujer y un hombre casados. Ella es Laura (Celia Johnson), de unos 35 años, casada con un maestro rural, Fred Jesson (Cyril Raymond), madre de una hija encantadora, que tiene por costumbre visitar la ciudad todos los jueves para realizar compras e ir al cine. Él es Alec Harvey (Trevor Howard), de unos 40 años, médico internista, que los jueves acude a un Hospital próximo. Se conocen accidentalmente, comparten en varias ocasiones una taza de té en el bar de la estación y, sin darse cuenta, se enamoran. A partir de entonces, furtivamente, pasan más tiempo juntos, mientras emergen los problemas y la relación se ve perturbada.
La película explora las dificultades de una relación amorosa extramatrimonial en el RU en los años 40. La fuerza del amor que se profesan entra en conflicto con sentimientos de culpa y la toma de conciencia de los problemas sociales que deberían afrontar en el marco de una sociedad puritana que condena el divorcio. La tensión que se produce en el ánimo de Laura convierte en turbadora y dolorosa una experiencia llamada a generar felicidad. Los encuentros fortuitos con amigas, en la ciudad y en la estación, crean en ella un estado de inquietud insoportable. La película se sitúa en un momento en el que la mujer británica había alcanzado niveles insospechados de independencia a raíz de su participación activa en el esfuerzo de guerra, de ahí la oportunidad del tema. Son escenas destacadas la de Laura deambulando sin rumbo por la ciudad, la interrupción de la despedida final y la salida de Laura al andén con propósitos suicidas.
La música está tomada del Concierto nº 2 de Rachmaninoff, de ricos matices románticos. Billy Wilder hace uso de un fragmento del mismo en "La tentación vive arriba" (1955). La fotografía, de Robert Krasker ("El tercer hombre", 1949), crea composiciones de extraordinaria belleza plástica, que incluyen ambientes desolados, fríos e inquietantes. El guión construye una trama sencilla, llena de matices, sugerencias y sutilezas. La interpretación de Johnson y Howard es de gran nivel. La dirección crea una obra que hace de la sencillez fuente de belleza narrativa. Confiere fuerza simbólica a los trenes a gran velocidad, relojes, reclamación de las llaves, contacto de la mano de Alec con el hombro de Laura.
La película es una de las más eminentes aportaciones del cine británico. Imprescindible.
La acción principal tiene lugar en el bar de la estación ficticia de Milford Junction en 1944/45, a lo largo de unos 8 meses. Narrada en flashback por la protagonista, rememora una historia de amor entre una mujer y un hombre casados. Ella es Laura (Celia Johnson), de unos 35 años, casada con un maestro rural, Fred Jesson (Cyril Raymond), madre de una hija encantadora, que tiene por costumbre visitar la ciudad todos los jueves para realizar compras e ir al cine. Él es Alec Harvey (Trevor Howard), de unos 40 años, médico internista, que los jueves acude a un Hospital próximo. Se conocen accidentalmente, comparten en varias ocasiones una taza de té en el bar de la estación y, sin darse cuenta, se enamoran. A partir de entonces, furtivamente, pasan más tiempo juntos, mientras emergen los problemas y la relación se ve perturbada.
La película explora las dificultades de una relación amorosa extramatrimonial en el RU en los años 40. La fuerza del amor que se profesan entra en conflicto con sentimientos de culpa y la toma de conciencia de los problemas sociales que deberían afrontar en el marco de una sociedad puritana que condena el divorcio. La tensión que se produce en el ánimo de Laura convierte en turbadora y dolorosa una experiencia llamada a generar felicidad. Los encuentros fortuitos con amigas, en la ciudad y en la estación, crean en ella un estado de inquietud insoportable. La película se sitúa en un momento en el que la mujer británica había alcanzado niveles insospechados de independencia a raíz de su participación activa en el esfuerzo de guerra, de ahí la oportunidad del tema. Son escenas destacadas la de Laura deambulando sin rumbo por la ciudad, la interrupción de la despedida final y la salida de Laura al andén con propósitos suicidas.
La música está tomada del Concierto nº 2 de Rachmaninoff, de ricos matices románticos. Billy Wilder hace uso de un fragmento del mismo en "La tentación vive arriba" (1955). La fotografía, de Robert Krasker ("El tercer hombre", 1949), crea composiciones de extraordinaria belleza plástica, que incluyen ambientes desolados, fríos e inquietantes. El guión construye una trama sencilla, llena de matices, sugerencias y sutilezas. La interpretación de Johnson y Howard es de gran nivel. La dirección crea una obra que hace de la sencillez fuente de belleza narrativa. Confiere fuerza simbólica a los trenes a gran velocidad, relojes, reclamación de las llaves, contacto de la mano de Alec con el hombro de Laura.
La película es una de las más eminentes aportaciones del cine británico. Imprescindible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En "Casablanca" (1942), Ilsa decide seguir al marido y dejar de lado la apasionada aventura que le ofrece Rick. En "Breve encuentro" (1945), y por motivos similares, Laura decide romper el romance con Alec y seguir con el marido. Son las decisiones humanamente asumibles en el seno de una sociedad antidivorcista, represora y duramente punitiva, que había comenzado a cambiar.
11 de diciembre de 2007
11 de diciembre de 2007
127 de 143 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una arenilla en un ojo, un cruce de miradas y el Piano Concerto nº2 de Rachmaninoff. Así empieza una de las historias de amor más bellas del cine: Breve encuentro. Un hombre y una mujer, ambos de edad madura, casados y con hijos, se conocen fortuitamente en una estación de tren. La relación entre ambos empieza como una amistad; pero muy pronto desemboca en una romántica historia de amor, intensa pero prohibida, que les saca de su rutinaria existencia. El dilema está claro, aunque la decisión no es fácil: seguir juntos y romper sus respectivos matrimonios... o dejar de verse para siempre.
Breve encuentro está basada en una pieza teatral de un solo acto, Still Life. Verdaderamente revelador. El guión, escrito por el dramaturgo inglés Noel Coward, cuya maestría a la hora de retratar con sutileza la vida cotidiana de la sociedad británica dio maravillas como La vida manda o este encuentro, breve como la vida misma. Un pequeño clásico, de esos pocos conocidos pero que emocionan hasta los corazones más duros. Una historia de amor no sólo sobre historias imposibles, la infidelidad, sino también sobre la importancia de pensar en los demás antes que en uno mismo.
Celia Johnson y Trevor Howard no son actores. Son los desconocidos en el andén, que mientras hablan sobre medicina o carbonilla se lo dicen todo sin palabras. Mención especial para los secundarios de la cafetería de la estación, tan anónimos, y tan reales. La historia de amor se desenvuelve de forma tan natural que la infidelidad se presenta como algo casi razonable, inevitable; y a pesar de todo los protagonistas nos hacen ver que el hombre se rige por los principios morales que él mismo se ha impuesto, y que en el amor todo vale, pero en la vida real no. Diálogos para la eternidad y ese final, tan melancólico, tan despiadado, tan real y a la vez, tan poco convencional.
Una estación de ferrocarril, dos adultos que ya no esperan ningún tipo de aventura existencial y la posibilidad de coger, por última vez, un tren que les dé un nuevo rumbo a sus vidas. Pero el miedo, la fragilidad y el desamparo son obstáculos imposibles de sortear. En esta obra de arte, intimista y triste, tan imitada como inimitable, David Lean supo dar lo mejor de sí mismo antes de lanzarse a aventuras más ambiciosas, aunque nunca de una intensidad semejante, quizás porque allá donde en sus grandes producciones los rostros de los actores se perdían entre multitudes y escenarios de ensueño, en Breve encuentro a la cámara le bastaron los pequeños detalles para que lo real fuese más real.
"Perdóname por haberte conocido, por amarte...". Qué más decir de una de las películas más bellas, románticas y tristes jamás realizadas. Amarga. Intensa. Hermosísima. De la sencillez de un breve momento... Los años pasan, pero todavía seguimos conteniendo la respiración ante tal torrente de emociones. Nunca hemos disfrutando tanto gastando pañuelo tras pañuelo. Personajes, fondo, vivencias, porqués, explicaciones... Vida en estado puro.
Breve encuentro está basada en una pieza teatral de un solo acto, Still Life. Verdaderamente revelador. El guión, escrito por el dramaturgo inglés Noel Coward, cuya maestría a la hora de retratar con sutileza la vida cotidiana de la sociedad británica dio maravillas como La vida manda o este encuentro, breve como la vida misma. Un pequeño clásico, de esos pocos conocidos pero que emocionan hasta los corazones más duros. Una historia de amor no sólo sobre historias imposibles, la infidelidad, sino también sobre la importancia de pensar en los demás antes que en uno mismo.
Celia Johnson y Trevor Howard no son actores. Son los desconocidos en el andén, que mientras hablan sobre medicina o carbonilla se lo dicen todo sin palabras. Mención especial para los secundarios de la cafetería de la estación, tan anónimos, y tan reales. La historia de amor se desenvuelve de forma tan natural que la infidelidad se presenta como algo casi razonable, inevitable; y a pesar de todo los protagonistas nos hacen ver que el hombre se rige por los principios morales que él mismo se ha impuesto, y que en el amor todo vale, pero en la vida real no. Diálogos para la eternidad y ese final, tan melancólico, tan despiadado, tan real y a la vez, tan poco convencional.
Una estación de ferrocarril, dos adultos que ya no esperan ningún tipo de aventura existencial y la posibilidad de coger, por última vez, un tren que les dé un nuevo rumbo a sus vidas. Pero el miedo, la fragilidad y el desamparo son obstáculos imposibles de sortear. En esta obra de arte, intimista y triste, tan imitada como inimitable, David Lean supo dar lo mejor de sí mismo antes de lanzarse a aventuras más ambiciosas, aunque nunca de una intensidad semejante, quizás porque allá donde en sus grandes producciones los rostros de los actores se perdían entre multitudes y escenarios de ensueño, en Breve encuentro a la cámara le bastaron los pequeños detalles para que lo real fuese más real.
"Perdóname por haberte conocido, por amarte...". Qué más decir de una de las películas más bellas, románticas y tristes jamás realizadas. Amarga. Intensa. Hermosísima. De la sencillez de un breve momento... Los años pasan, pero todavía seguimos conteniendo la respiración ante tal torrente de emociones. Nunca hemos disfrutando tanto gastando pañuelo tras pañuelo. Personajes, fondo, vivencias, porqués, explicaciones... Vida en estado puro.
13 de septiembre de 2008
13 de septiembre de 2008
80 de 102 usuarios han encontrado esta crítica útil
Laura y Alec atesoran enormes cantidades de carbono en sus moléculas.
===
Su breve encuentro es triste y luminoso, como una frase de Cernuda
["Tienes la mano abierta como el ala de un pájaro;"] (1)
un párrafo desnudo de Aleixandre
["Se querían.
Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada,
labios saliendo de la noche dura,
labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?
Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz."] (2)
un fragmento de Salinas
["No quiero que te vayas
dolor, última forma
de amar. Me estoy sintiendo
vivir cuando me dueles
no en ti, ni aquí, más lejos:
en la tierra, en el año
de donde vienes tú,
en el amor con ella
y todo lo que fue.
En esa realidad
hundida que se niega
a sí misma y se empeña
en que nunca ha existido,
que sólo fue un pretexto
mío para vivir.
Si tú no me quedaras,
dolor, irrefutable,
yo me lo creería;
pero me quedas tú.
Tu verdad me asegura
que nada fue mentira.
Y mientras yo te sienta,
tú me serás, dolor,
la prueba de otra vida
en que no me dolías.
La gran prueba, a lo lejos,
de que existió, que existe,
de que me quiso, sí,
de que aún la estoy queriendo."] (3)
===
Tres poetas y tres poemarios cuyos títulos contienen, en esencia, los mimbres de esta historia inolvidable:
(1) Los placeres prohibidos
(2) La destrucción o el amor
(3) La voz a ti debida
===
El carbono puede presentarse en forma de diamante o de carbón.
A Laura y Alec les basta un restaurante, un puente, un cine o un andén. Les basta una estación o el humo de los trenes.
Cada vez que una locomotora sale del encuadre, sabemos que ellos dos son el carbón con que alimenta su caldera.
===
Su breve encuentro es triste y luminoso, como una frase de Cernuda
["Tienes la mano abierta como el ala de un pájaro;"] (1)
un párrafo desnudo de Aleixandre
["Se querían.
Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada,
labios saliendo de la noche dura,
labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?
Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz."] (2)
un fragmento de Salinas
["No quiero que te vayas
dolor, última forma
de amar. Me estoy sintiendo
vivir cuando me dueles
no en ti, ni aquí, más lejos:
en la tierra, en el año
de donde vienes tú,
en el amor con ella
y todo lo que fue.
En esa realidad
hundida que se niega
a sí misma y se empeña
en que nunca ha existido,
que sólo fue un pretexto
mío para vivir.
Si tú no me quedaras,
dolor, irrefutable,
yo me lo creería;
pero me quedas tú.
Tu verdad me asegura
que nada fue mentira.
Y mientras yo te sienta,
tú me serás, dolor,
la prueba de otra vida
en que no me dolías.
La gran prueba, a lo lejos,
de que existió, que existe,
de que me quiso, sí,
de que aún la estoy queriendo."] (3)
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Tres poetas y tres poemarios cuyos títulos contienen, en esencia, los mimbres de esta historia inolvidable:
(1) Los placeres prohibidos
(2) La destrucción o el amor
(3) La voz a ti debida
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El carbono puede presentarse en forma de diamante o de carbón.
A Laura y Alec les basta un restaurante, un puente, un cine o un andén. Les basta una estación o el humo de los trenes.
Cada vez que una locomotora sale del encuadre, sabemos que ellos dos son el carbón con que alimenta su caldera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
[Gracias, Raquel, por recomendarme esta película.]
28 de octubre de 2007
28 de octubre de 2007
53 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando una película logra que sienta es grande. Cuando una película logra que me emocione es única. Pero cuando una película logra saberse con asombrosa exactitud lo que ha de decir para sienta escalofríos continuos, para acceder a mis pensamientos más íntimos, para lograr que sienta en mis carnes lo que cuenta, entonces deja de ser una película y se convierte en otra cosa. No sé que es esa cosa, sólo sé que no es sólo una película, que es algo más, que ya forma parte de mí. Y "Breve encuentro" pertenece a ese impagable grupo.
ZONA SPOILER
_______________________________________________________
Todo viene de una mota de polvo en un ojo, una bendita nimiedad que lo forma todo. A partir de ahí vienen conversaciones, miradas, deseo y amor. Un amor que no encuentra su lugar entre chismorreos, obligaciones y frivolidades varias, que sólo tiene cabida en los afortunados corazones de dos almas desdichadas.
Y el amor se vuelve inestable. Llegan los miedos, las dudas, el arrepentimiento. A partir de ahí todo se oscurece y se impone una cercana fecha de caducidad. Por más que estas dos almas intenten negarlo, ya es inevitable. Y ellas lo saben.
Y llega la hora de la despedida, todo aparenta ser normal, se intenta recuperar la esencia de los otros días, pero la certeza de que es la última vez lo empaña todo. De pronto suena la puta sirena. El tren sale, el tren les separa. Los arrastra a el vacío, a la oscuridad.
Y todo queda en un recuerdo que les acompañará el resto de sus vidas, una compañía dulce y amarga, feliz y triste, pero siempre con amor. Y creo que sólo por ese recuerdo ya merece la pena vivir, por tener la certeza de que conociste el amor.
_______________________________________________________
Esta historia, este juego de soledades compartidas, esta breve pero eterna obra maestra, ya digo que no es sólo una película, tiene vida propia. Su honestidad, la verdad que destila, junto con la emoción desbordante, la vuelven... no sé en qué la vuelven. Pero lo que sí sé es que volveré a ella una y otra vez, como estos seres atormentados volverán a ese recuerdo, al esplendor en la hierba, y volverán a ser felices, por poco tiempo, pero felices, qué coño. Pero lo acojonante es que estos seres no existen y yo no me lo creo. Extraordinaria.
ZONA SPOILER
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Todo viene de una mota de polvo en un ojo, una bendita nimiedad que lo forma todo. A partir de ahí vienen conversaciones, miradas, deseo y amor. Un amor que no encuentra su lugar entre chismorreos, obligaciones y frivolidades varias, que sólo tiene cabida en los afortunados corazones de dos almas desdichadas.
Y el amor se vuelve inestable. Llegan los miedos, las dudas, el arrepentimiento. A partir de ahí todo se oscurece y se impone una cercana fecha de caducidad. Por más que estas dos almas intenten negarlo, ya es inevitable. Y ellas lo saben.
Y llega la hora de la despedida, todo aparenta ser normal, se intenta recuperar la esencia de los otros días, pero la certeza de que es la última vez lo empaña todo. De pronto suena la puta sirena. El tren sale, el tren les separa. Los arrastra a el vacío, a la oscuridad.
Y todo queda en un recuerdo que les acompañará el resto de sus vidas, una compañía dulce y amarga, feliz y triste, pero siempre con amor. Y creo que sólo por ese recuerdo ya merece la pena vivir, por tener la certeza de que conociste el amor.
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Esta historia, este juego de soledades compartidas, esta breve pero eterna obra maestra, ya digo que no es sólo una película, tiene vida propia. Su honestidad, la verdad que destila, junto con la emoción desbordante, la vuelven... no sé en qué la vuelven. Pero lo que sí sé es que volveré a ella una y otra vez, como estos seres atormentados volverán a ese recuerdo, al esplendor en la hierba, y volverán a ser felices, por poco tiempo, pero felices, qué coño. Pero lo acojonante es que estos seres no existen y yo no me lo creo. Extraordinaria.
21 de junio de 2009
21 de junio de 2009
60 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada que objetar en un principio. La historia de Alec y Laura, dos adúlteros que viven un breve encuentro encaminado a un largo olvido es una lección de contención y buen gusto de la que algunos podrían aprender bastante. Lo que ocurre es que es tan contenida y tiene tan buen gusto que acaba siendo pelín poco romántica. Los pensamientos de Laura, que narran la historia de forma imaginaria a su cornudo marido, planean como una voz en off cansina e interminable, una voz en off que siente y racionaliza lo que siente de una manera en que toda tentación de dejarse llevar por la historia desaparece. Y el caso es que la película ya cuenta de entrada con las simpatías de cualquier desenamorado que alguna vez haya recibido las paradigmáticas flechas en el lugar y en el momento equivocados...y con la persona equivocada.
Me disgusta no obstante que la pareja resulte, en su pasión, tan sosa que me impide acercarme a ellos cuando sus reacciones y vivencias a priori son muy cercanas. Tan adultos, tan razonables, tan aburridos incluso en el punto álgido de su romance. Observarles actuar es como contemplar un beso furtivo a través de la ventanilla de un tren que pasa; sugerente pero incompleto. Lástima porque por ejemplo, la completa abstracción de Laura cuando trata de seguir con su vida mientras no deja de pensar en el próximo encuentro con Alec es algo que puedo entender muy bien, ya que es algo que yo misma siento todos los días desde hace aproximadamente un año. Pero algo falla cuando no me implico con su amor ni siquiera comprendiendo aquello por lo que está pasando.
Ni el exceso ni el defecto: para hacer una gran historia de amor hay que lograr un equilibrio muy complicado, muy sutil. Aquí echas en falta algo que no se desparrama hasta la última y prodigiosa escena. Una pena.
Me disgusta no obstante que la pareja resulte, en su pasión, tan sosa que me impide acercarme a ellos cuando sus reacciones y vivencias a priori son muy cercanas. Tan adultos, tan razonables, tan aburridos incluso en el punto álgido de su romance. Observarles actuar es como contemplar un beso furtivo a través de la ventanilla de un tren que pasa; sugerente pero incompleto. Lástima porque por ejemplo, la completa abstracción de Laura cuando trata de seguir con su vida mientras no deja de pensar en el próximo encuentro con Alec es algo que puedo entender muy bien, ya que es algo que yo misma siento todos los días desde hace aproximadamente un año. Pero algo falla cuando no me implico con su amor ni siquiera comprendiendo aquello por lo que está pasando.
Ni el exceso ni el defecto: para hacer una gran historia de amor hay que lograr un equilibrio muy complicado, muy sutil. Aquí echas en falta algo que no se desparrama hasta la última y prodigiosa escena. Una pena.
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