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23 paseos

Romance. Comedia. Drama Dave (Dave Johns) y Fern (Alison Steadman) son dos desconocidos de cierta edad que han sufrido por circunstancias de la vida. Se conocen mientras sacan a sus perros y, durante un total de veintitrés paseos, florece un romance entre los dos. Pero ni Dave ni Fern han sido del todo honestos el uno con el otro y su futuro puede verse comprometido por los secretos que se han guardado.
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
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7
25 de enero de 2021
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando vemos una película romántica, en realidad queremos que nos engañen. Queremos ver a una pareja de jóvenes físicamente agraciados y finales felices acompañados de violines de fondo. Y nos encanta sentirnos partícipes de ese amor "de película", nos hace emocionarnos. Y he de confesar que me gustan mucho ese tipo de historias. Pero hay que reconocer que asumimos que queremos ser engañados. En la vida normal no vemos esas situaciones. La vida normal es otra cosa.
Y por ese motivo, 23 paseos me ha sorprendido gratamente. En ella se nos cuenta la vida normal. Y en ella no se nos engaña. Lo que vemos es la pura realidad: los protagonistas tienen problemas, no hay música de violines, las escenas son cotidianas e identificables, las situaciones son creíbles y nada rebuscadas. Y además, los personajes principales no destacan por su belleza ni sus cuerpos esbeltos ¡Y NI SIQUIERA SON JOVENES!
Pero a pesar de todo eso, la historia que ves te engancha, asistes de la forma más natural a lo que sucede. Y sales del cine sintiendo que has visto una historia de amor real. Seguramente de las más reales que has visto nunca.
Por mi parte, doy mi más sincero aplauso a los creadores de esta película, por tener la valentía de plasmar algo que parece tabú en estos tiempos: la vida más allá de los 60 años. Y por hacernos emocionar con una auténtica historia de amor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Bravo por la secuencia de la perrita muriendo. Emociona el cariño que trasciende de ella.
7
17 de enero de 2021
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dave (Johns) y Fern (Steadman) son dos personas solitarias de edad más que madura y que ya tienen una larga historia a sus espaldas. Se conocen en un encuentro fortuito mientras pasean a sus perros. Los encuentros se irán produciendo en forma continuada, hasta 23 paseos, lo que da título al film. Pero ni Dave ni Fern han sido del todo francos el uno con el otro y su futuro se verá complicado por los secretos que se han guardado para sí.

El director británico Paul Morrison dirige y escribe con oficio este film que nos habla de la pasión amorosa en la fase otoñal. Dos personas mayores que aprenden a amarse, pese a los impedimentos que se sucederán. Morrison elabora un manifiesto sobre la vida que lo es igualmente sobre la muerte. No le falta ternura e incluso impudor, como buen manifiesto.

La película transcurre a través de los paseos por el parque de los protagonistas junto a sus perros respectivos. Con diálogos escritos por Morrison, más en la línea de una conversación sutil, sin grandes conceptos ni palabras rimbombantes ni frases elevadas ni sesudas reflexiones. Los personajes son gente sencilla, que actúan y hablan como la gente de la calle.

Es igualmente meritorio el trabajo de sus dos intérpretes, artistas distintos y a la vez que diferentes, complementarios y compenetrados. Alison Steadman es una mujer de teatro, de mucha tabla y también de televisión; actriz técnica se compagina con el comediante Dave Johns (Yo, Daniel Blake, 2016); Johns hace un trabajo más suelto, espontáneo, directo y cargado de, bondad, amargura, humor y ternura. En realidad ambos protagonistas hacen su trabajo con naturalidad, como si no interpretaran. Además, tras la cordialidad y frescura de los amantes acompañan los dos perros que los acompañan, un pastor alemán y un yorkshire que sin duda ocupan y tienen mucho protagonismo emocional.

Es una obra sencilla que tiene su encanto. Pero que apunta también las complicaciones de los amores tardíos, y transmite el mensaje de que a más edad, más bultos y obligaciones cargamos, más temores, más complicada la espontaneidad para el romance, para el mutuo entendimiento, incluso para ser felices. Esta es una amarga lección de esta cinta, una obra que sin ser es magnífica, sí es digna y actual.

Las ciencias sociales, sobre todo la Gerontología ha evidenciado la importancia que actualmente cobra la senectud. De un lado, la Psicología afirma justificadamente que los cambios y oportunidades para crecer personalmente y mejorar, son una cualidad a lo largo de toda la vida, no sólo en la infancia o la adolescencia. Existen posibilidades también en la vejez, siempre que haya vida sana y lúcida.

De otro lado, la expectativa de vida ha crecido exponencialmente en las últimas décadas y cualquier jubilado, él o ella, tendrán por delante del orden de 20 ó 30 años por delante para ejercitar aficiones, hacer proyectos o promocionarse a través de cursos o talleres en mil interesantes materias y actividades.

Según la OMS el futuro estará cada vez más poblado por personas que ya han cumplido los 65 años. Ahora hay un poder gris, una importancia de los que peinan canas, incluso la muerte o la consciencia de ella nos define como proyecto en el tiempo, como enunciación de una nueva generación que no se resigna, que conoce sus posibilidades y sus deseos. Hoy sabemos que hay vida en la nueva y joven madurez que va más allá de los sesenta. Esto forma parte de esta película. Recuerdo aquella canción de The Beatles, escrita por Paul McCartney: «When I'm Sixty-Four» («Cuando tenga sesenta y cuatro»). La canción de un hombre joven que le canta a su enamorada sus planes de envejecer juntos.

Avanza el romance a lo largo de la película, que es la energía propulsora de la historia, la fragancia del argumento. Pero hay elementos espinosos, aromas menos agradables como el reproche social, el asedio a que se ven sometidas las personas añosas por los hijos, los vecinos e incluso por sus propios recuerdos; están también los prejuicios y estereotipos sociales “anti-mayor” que se conocen con el nombre de “prejuicios viejistas” (el viejo como caduco, infantil, torpe o roñoso); y cuentan también las suspicacias, escrúpulos y temores que acompañan a la propia vida con la edad; incluso la pobreza, pues tiene la historia una dosis buena de realismo social británico (recuerda a Loach), amenazado el personaje por una orden de desahucio.

Sería pues estúpido imaginar esta película con el mero sello de la amabilidad y la confortabilidad, que la hay también a raudales. Pero la vida larga tiene sus elementos pesados, como los metales pesados. Lo que tiene de bueno este trabajo de Morrison es que evita el avinagramiento y la mala leche.

No es una gran película, incluso es algo cursi o insípida, pero es una película muy oportuna para estos tiempos en que la vejez tiene el valor del que nunca debió carecer.
6
15 de enero de 2021 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paul Morrison escribe y dirige una historia de amistad y amor en la madurez. Los perros son la excusa para provocar la primera, pero también las segundas interacciones. Sin embargo, y al mismo tiempo, su presencia demuestra (por lo habitual que viene siendo en el cine) cómo los canes están adquiriendo un protagonismo mayor en la vida de tantas personas, de manera especial las mayores como una forma de paliar y atemperar la soledad.

Cosas perrunas a parte, la trama abraza un buenismo relajado que relaja también algunas exigencias dramáticas. Por un lado, el relato se convierte en los diálogos o los diálogos en el relato. Morrison aprovecha el espacio para enmarcar y dar aire a las palabras. A parte de la idea de hogar/casa en peligro, la dirección no apunta hacia la imagen como fuente de metáforas que den cuerpo al argumento y le hagan avanzar o caracterizar. Decoran y punto, aunque decoran bien.

Por otro lado, la monotonía y el dolor que ambos protagonistas quieren dejar atrás se “resuelve” con anestesias dramáticas, éticas y afectivas. Para ello, el guion se dedica a dar saltos, con cambios repentinos, excusados en cambios de humor de los personajes y sin trabajo consistente desde el punto de vista narrativo, o con enfermedades que aparecen y desparecen a conveniencia.

Y eso afecta también, claro está, a la trayectoria de Fern y Dave, a los que se les comprende por momentos y, por otros, resultan lejanos y caprichosos. A pesar de ello, Dave Johns y Alison Steadman sortean bastante bien los altibajos y demuestran su veteranía con profesionalidad.

Obviando estos aspectos, la película se acerca a una cuestión importante como es la vida en la nueva y joven madurez que son los 60.

www.contraste.info
7
29 de enero de 2021 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El nuevo trabajo del veterano cineasta británico Paul Morrison es un melodrama romántico, que funciona bastante bien gracias al guion escrito por el director y por unas grandes actuaciones de Alison Steadman y Dave Johns, que interpretan a Fern y Dave, que tienen un primer encuentro cuando pasean a sus perros, y a partir de ese momento se verán en ese parque situada a las afueras de Londres e iniciarán una historia de amor, que tendrá sus altibajos y que iremos conociendo con el paso de los minutos, ya que ambos tienen cosas que al principio ocultan.
La película, que está basada en la historia personal del director, es sencilla, no necesita de un gran presupuesto ni un despliegue técnico llamativo, sino que es suficiente con los diferentes diálogos de ese hombre jubilado y esa mujer que trabaja por las mañanas a media jornada, y con unos momentos dramáticos muy bien resueltos, así como algunos enigmas relacionados con el pasado de Fern y Dave, y de mucho romanticismo.

Durante la primera mitad la mayoría de escenas se desarrollan en el parque King George’s Fields, situado en el distrito londinense de Barnet.
El guion está muy bien trabajado, ya que va desvelando poco a poco los diferentes enigmas, y es un ejemplo más del gran nivel de las producciones actuales del Reino Unido, en especial en este género en donde, con pocos elementos y una gran naturalidad en el movimiento de los personajes, consigue emocionar a los espectadores más sensibles como en mi caso. Si a todo ello añadimos la presencia de dos animales que son parte fundamental de la historia, la pastora alemana llamada Tillie y un Yorkshire terrier de nombre Terry, a los que coges cariño desde la primera escena.

En la parte final se introducen algunas situaciones dramáticas que se mezclan con esa amistad entre dos personas que poco tiempo antes eran desconocidas, y que me parecen un acierto, salvo un asunto relacionado con Dave, que es innecesario y que rompe el tono de sencillez y naturalidad. Por contra me hizo sufrir y está bien llevada la situación relativa a Tillie, la perra propiedad del protagonista de esta película.
El otro aspecto destacado es la música compuesta por Gary Yershon, que es ideal para acompañar esos paseos de los personajes de esta película, con unos sonidos de tono clásico muy variados según si la situación es más alegre o dramática.
Una película que gustará sobre todo al público más mayor que se sentirá identificado con las conversaciones de Fern y Dave, pero también a los que tienen perros y que les pasean por los parques españoles o de otros lugares del planeta.

LO MEJOR: Las interpretaciones de Alison Steadman y Dave Johns. Es emotiva sin buscar la lágrima fácil.
LO PEOR: Alguna situación innecesaria en la parte final.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net y https://www.estrenosdecine.online/
7
17 de octubre de 2021 Sé el primero en valorar esta crítica
Desde que su debut, "Solomon & Gaenor" (1999) fue nominada al Oscar como mejor película de habla no inglesa (hablada en galés y yiddish), el director londinense Paul Morrison no se ha prodigado mucho. Viene ahora a contarnos una historia de amor, o de "poliamor": por los perros, por los parques, por uno mismo y por otras personas. Sin florituras formales, descansando en la autenticidad de dos excelentes actores a los que declara a dejado improvisar aparte de sentirse identificado con el personaje de Dave.

Este amor otoñal bajo su aparente simplicidad deja traslucir el bagaje existencial de cada uno de sus protagonistas, una serie de vallas que hay que atreverse a saltar para seguir apurando el vaso de la vida. Dicho bagaje juega a favor y encontra de una relación que no quiere sobresaltos. Añade Morrison unas gotas de crítica social y de integración que complementan una cinta oportuna, necesaria y disfrutable.

cineziete.wordpress.com
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