The Bewilderment of Chile
7 de abril de 2025
7 de abril de 2025
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras algunos dicen que en el cine ya está todo inventado, yo banco los trapos de este estrafalario e inclasificable universo, distinto a todo, que Lucía Seles se atrevió a construir, no solo rompiendo las reglas en cualquiera de sus formas, sino creando las suyas, las propias.
Aquí, 'the bewilderment of chile' viene a continuar los eventos de 'The urgency of death', como si la realizadora hiciera algo similar a lo que llevó a cabo con la hilarante, tierna (¿por qué no?), demencial e insuperable pentalogía que abría el telón con 'Smog en tu corazón'. Son mundos parecidos, con participantes diferentes pero con una esencia que los emparenta.
El absurdo elevado a la enésima potencia es una de mis debilidades. Lo que tal vez pueda irritar y agotar a muchos, a otros nos fascina y nos parte de risa cuando los personajes hacen preguntas ridículas, infantiles, caprichosas e incómodas, en una suerte de sinsentido querible, abrazable.
No importa si los planos están torcidos, al revés, de costado y sin explicación; no interesa si la música se corta de repente sin seguir ninguna línea de lo que se está narrando en ese momento. Justamente de eso se trata: es uno de los tantos secretos, de la particular "magia" que se respira en cada una de las obras de Seles.
¿Se repite? Sí. ¿Molesta? No. O al menos conmigo sigue funcionando.
7,8 Alancitos Dueños de la Ritz sobre 10
Aquí, 'the bewilderment of chile' viene a continuar los eventos de 'The urgency of death', como si la realizadora hiciera algo similar a lo que llevó a cabo con la hilarante, tierna (¿por qué no?), demencial e insuperable pentalogía que abría el telón con 'Smog en tu corazón'. Son mundos parecidos, con participantes diferentes pero con una esencia que los emparenta.
El absurdo elevado a la enésima potencia es una de mis debilidades. Lo que tal vez pueda irritar y agotar a muchos, a otros nos fascina y nos parte de risa cuando los personajes hacen preguntas ridículas, infantiles, caprichosas e incómodas, en una suerte de sinsentido querible, abrazable.
No importa si los planos están torcidos, al revés, de costado y sin explicación; no interesa si la música se corta de repente sin seguir ninguna línea de lo que se está narrando en ese momento. Justamente de eso se trata: es uno de los tantos secretos, de la particular "magia" que se respira en cada una de las obras de Seles.
¿Se repite? Sí. ¿Molesta? No. O al menos conmigo sigue funcionando.
7,8 Alancitos Dueños de la Ritz sobre 10
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