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UnorthodoxMiniserie

Unorthodox (Miniserie de TV)
7,2
20.208
Serie de TV. Drama Miniserie de TV (2020). 4 episodios. Una joven judía ortodoxa abandona un matrimonio concertado en Nueva York y pone rumbo a Berlín, donde vive su madre. La historia se inspira en las memorias de Deborah Feldman, en las que narra en primera persona cómo huyó de su estricta comunidad religiosa cuando era joven. (FILMAFFINITY)
Críticas 57
Críticas ordenadas por utilidad
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8
18 de abril de 2020
70 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
A través de flashbacks, la huida y el descubrimiento del nuevo mundo se entrelazan con los recuerdos de la vida en la comunidad. La serie deja ver las fiestas, los rezos, las normas, la convivencia familiar y el omnipresente trauma histórico que componen la cultura ortodoxa. Una cultura fuertemente jerarquizada, sumida en la ignorancia y con un férreo control sobre el acceso al conocimiento, donde la mujer adquiere un papel de madre sometida totalmente al hombre. Es una comunidad llena de dobleces y de dobles raseros.

Es cierto que Unorthodox no es la primera película de la historia sobre sectas opresoras. De hecho, puede que la serie no sea del todo novedosa en el ámbito audiovisual (aunque creo que lo es en cierto modo en el panorama seriófilo actual), pero es moderna y accesible y trata el tema con cierto frescor al situarse entre lo indie y la serie adolescente.

Su éxito viene indudablemente ligado a esta frescura, a su carismática actriz y a su acertada combinación de elementos. La serie mezcla ingredientes de las películas de aventura, del thriller, de las comedias romántica y del cine documental exótico y aplica a todo esto grandes dosis de empoderamiento. Esta mezcla funciona muy bien.

Pero para mí, hay algo más que distingue Unorthodox. Algo que ha despertado mi curiosidad y que creo que hace que merezca la pena verla. Ese algo es el marido de Esty, Yanke.

Lo curioso de Unorthodox es que, pese a las duras condiciones y las estrictas normas de la comunidad, pese a tener una condición de paria y de tener que pasar por un matrimonio concertado, Esty es en cierto modo “afortunada” (al menos si la comparamos con otros casos, como la esposa de Moishe o su propia madre). Desde el principio, Esty parece tener una buena conexión con su marido, que además no parece ser una mala persona. Yanke no es Moishe. Yanke es ingenuo, está enmadrado y es egoísta de una manera casi infantil, pero no parece tener un mal corazón. Aún así, él es el principal causante del sufrimiento de Esty. Los problemas de la pareja son nimios pero se acrecientan debido a la imposibilidad de comunicación y a las severas normas de la comunidad. Yanke acaba por convertirse en un perpetrador, pero es sin duda también víctima. Víctima de una sociedad patriarcal y opresiva que lo ha educado para sólo pensar en su ombligo, para ser un rey sin importar a quién haya que pisar y para someter por cualquier medio a su esposa. Para mí, la fuga de Esty es tanto un proceso de liberación para ella como lo es también de maduración y crecimiento para él.

En definitiva, Unorthodox es amena, corta y liberadora. Nos enseña que el machismo es dañino para hombres y mujeres y es, además, esperanzadora. Al fin y al cabo, no hay alambradas que separen Willensburg del resto de Nueva York. Unorthodox nos enseña que estas barreras están sólo en nuestras cabezas. Muy recomendada.

Más en: https://lasalaroja.wordpress.com/
9
13 de abril de 2020
24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Unorthodox lo tiene todo para triunfar: ser una superproducción de la plataforma con más éxito en el mundo, tratar el fenómeno polémico de las creencias y la fe de una comunidad ultraortodoxa jasídica, basarse en una historia real y estar sublimemente interpretada. Pero no “solo” esto, también aporta aires renovados a las típicas producciones sobre comunidades ultrareligiosas: está escrita y dirigida por mujeres, interpretada en yiddish, con el feminismo como eje transversal, con una estética (a pesar de todo) moderna y en formato de miniserie. Con lo cual, se sitúa en el polo opuesto de los documentales soporíferos sobre judaísmo (u otros ismos). Reconozcámoslo, así no nos hubiera interesado. Por todo esto, Unorthodox es excelente.

Ahora bien, una vez inmersas en la sèrie y cuando ya ha bajado la curva de la gráfica del interés hacia “los otros”, cuando ya hemos aprendido de las costumbres y las hemos criticado desde nuestros ojos eurocéntricos narcisistas, orgullosa y falsamente antipatriarcales, ya podemos empatizar con los personajes como seres humanos. Como iguales, como personas hermanas y no como seres perversos de una colectivo maligno. Es entonces cuando no encontramos con la fenomenal Esty, con el marido sin personalidad con muchos mami issues, con la suegra mala malísima demasiado entrometida, con el primo ludópata que es la vergüenza familiar, con el marido borracho, etc. Además de con los temas transversales: los matrimonios como única opción de proyecto vital, la presión social por el embarazo, los maltratos, el placer femenino, cánones de belleza, etc. Con la ropa y el maquillaje parecía anacrónico.

Llegados a este punto, resulta interesantísimo y cautivador el proceso de crecimiento personal de la protagonista que va desde un lugar donde prima lo colectivo a través de la opresión y anulación de la persona como individuo, hacia un espacio de autonomía y libertad individual. Este proceso pasa por tres fases: la conciencia, la huida y la liberación.

La conciencia. La protagonista sabe, casi por intuición, que ella no encaja. Sus intereses naturales, sus inquietudes, su manera de observar el mundo, la sensibilidad hacia la belleza (musical, en su caso). Su esencia. Brillantemente representado en la escena en la que le rapan el pelo mientras llora (¿qué le están arrebatando aquí, a parte del pelo?) Ella lo siente y lo sufre, pero lo no comparte. Miedo.

La huida. El salto importante empieza cuando deja de sentirlo y pasa a exteriorizarlo. No sé si el efecto catártico que desencadena la huida lo produce la violación de la primera vez que la penetran (¿alguien ha podido contenerse las lágrimas aquí?) o del resultado de la prueba de embarazo (¿y aquí?). Pero claramente hay un punto de inflexión. Ella no encaja, lo sabe y, ahora sí, huye. Valentía.

La liberación. La liberación no empieza con la huida, pasa por un proceso de deconstrucción y de construcción personal, fuera de las rígidas normas jasídicas. Este proceso está representado a través de escenas preciosas como el baño en el lago, quitándose la peluca (deconstrucción), o el concierto en el conservatorio cantando una canción judía (construcción). Libertad.

La valentía de Esty no estaba en dejar físicamente su comunidad. Estaba en reconocerse como un ser independiente y autónomo, capaz de pensar y expresar. Capaz de ser, en esencia, sin pertenecer a nada ni nadie; llámale comunidad jasídica, llámale lo que quieras.
10
31 de marzo de 2020
33 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un diez rotundo. Puede que se haya tratado este tema en otras ocasiones pero eso no la hace menos impactante y perturbadora. Tiene un guión controvertido, un ritmo ágil pero que sabe pararse en los detalles que importan y una fotografía que sabe retratar los momentos clave.

Los personajes son muy creíbles a pesar de ser extravagantes para un neófito en el judaísmo ortodoxo. Todo resulta verosímil en esta producción a pesar de relatar unos hechos inverosímiles en una sociedad occidental en pleno s.XXI.

La interpretación de su protagonista es magistral, te contagia su angustia hasta tal punto que hay escenas en que tienes que apartar la mirada de la TV.

La trama es simple, su puntuación se la debe a los matices, a la forma de contarlo. Esty vive en una comunidad ultraortodoxa en Nueva York. Hastiada de sus normas, su modo de vida y su moral, huye para empezar de 0 en Alemania. Enviado por el rabino, quién no sólo es el líder espiritual de la comunidad sino el auténtico dueño y señor de los destinos de sus miembros, el esposo de Esty, Yanky, viaja a Berlín para localizarla y repatriarla. En la comunidad Hasidic en la que viven, nadie se plantea en ningún momento si Esty quiere regresar a NY o por el contrario prefiere quedarse en Alemania.

No les entra en la cabeza que Esty sea un ser humano autónomo e independiente, con anhelos, sueños, miedos, pasiones y frustraciones. No llegan a comprender por qué ha abandonado la comunidad y mucho menos que pueda estar huyendo de la opresión sufrida, de esa atmósfera asfixiante que no le dejaba vivir cómo ella quería.

Para ellos, ella es propiedad de su marido y de la comunidad en la que ha vivido, no puede ni debe tener opinión ni intención propia. Y en todo caso, si las tiene, debe subordinarlas a las de sus dueños.

El guión de la serie es magnífico, consigue transmitir muchas de sus ideas a través de sus silencios, como ocurre con el gran cine. Una grata sorpresa de esta productora, estaré al tanto de sus novedades.
4
30 de marzo de 2020
71 de 128 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada día que pasa aumenta mi convencimiento de que el voluntarioso eslogan que rezaba aquello de “La Edad de Oro de la TV” ha degenerado en tumefacta “Burbuja de las Series”. Porque de un tiempo a esta parte se suceden los novelones en torno a asuntos cuyos interés, necesidad y oportunidad darían, si acaso, para un tweet, y eso siendo generosos. Sobran los ejemplos —insisto— y uno ciertamente conspicuo lo encontramos en esta “Unorthodox”.
Inspirada en una historia real, desconozco qué porcentaje de ficción le habrán sumado sus responsables para hacerla más atractiva. En todo caso, preside su argumento una inverosimilitud difícil de digerir, cuya causa cabe situar en la desproporción existente entre premisas y consecuencias. Me explico: su protagonista escapa de un matrimonio infeliz como quien huye de la Stasi, cuando lo más sencillo, y lógico, hubiera sido hablarlo con su marido —que no parece ningún monstruo maltratador, si acaso un empollón con tirabuzones—, acudir a terapia de pareja o, en última instancia, interponer una demanda de divorcio. Porque, con todas las prevenciones a que inviten los ultramontanos preceptos del jasidismo, Esther Shapiro no vive en Yemen, o en Afganistán, sino en Nueva York, epicentro económico y cultural y capital “de facto” de los Estados Unidos, cuna y patria de los derechos individuales. Mis dificultades para empatizar con ella se agravan cuando, en otra pirueta argumental de muy dudoso gusto, solicita una beca destinada a jóvenes talentos procedentes de regiones conflictivas, como —esta vez sí— Yemen o Afganistán, para a continuación pegarse la gran vida Erasmus a costa de sus nuevos amigos, tan cosmopolitas todos que diríanse recién salidos de una campaña de Benetton.
La miniserie —al menos es corta, eso sí cabe reconocérselo a sus perpetradoras— tampoco encuentra el tono adecuado a lo que cuenta. Porque la solemnidad de las presuntas motivaciones de la heroína, así como la —también supuesta— trascendencia de sus actos suelen verse invadidas y, por ende, invalidadas por momentos de una comicidad me figuro que involuntaria pero definitivamente hilarante, con ese dúo de humoristas ultraortodoxos en que acaban convertidos sus dos perseguidores. Los personajes de Yanky y Moishe se hacen acreedores de un “spin-off” del género bufo, cosa con la que seguramente no contaba nadie en “Unorthodox”.
En fin, sólo desde los parámetros de cierto feminismo cerril, y encima entreverado de antisemitismo, alcanzo a entender el entusiasmo crítico que ha concitado esta historia. Ale, ya pueden crucificarme, que yo pongo los clavos.
6
29 de marzo de 2020
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘Unorthodox’, miniserie de cuatro capítulos producida por Netflix, refleja que el fenómeno de las creencias y la fe continúa siendo una mina para el séptimo arte. Todos tenemos en la retina alguna superproducción con trasfondo religioso detrás. Las valoro, aunque no llego a implicarme en ellas. Quizá sea el escepticismo del agnóstico, o las rarezas de un humilde observador. He preferido aquellas películas que ahondan en la importancia de su presencia en la esfera pública y privada, analizando la impronta que ejerce sobre el colectivo.

Sin remontarnos muy atrás en el tiempo, películas como ‘Paradise Now’ de Hany Abu-Assad y ‘El joven Admed’ de los hermanos Dardenne, desde ópticas diferentes sobrecogen al mostrar lo escalofriante del fanatismo islámico. ‘Corpus Christi’, nominada al Oscar (si la pandemia lo permite se estrenará el 30 de Abril), se adentra en cómo el catolicismo arraiga en lo social y cultural de un país, hasta convertirse en algo institucional. Por el lado protestante me impactó el debutante Daniel Kokotajlo con ‘Apostasy’, crudo retrato surgido al confrontar razón y dogma.

‘Unorthodox’ arranca con una joven, Shira Haas, huyendo de Nueva York. Ciudad cosmopolita por excelencia, sus entrañas aún albergan comunidades cerradas. Una judía ultra ortodoxa parte a Berlín huyendo de su entorno. Ese que le obliga a ser madre, atender a un esposo de encargo, renunciar a cualquier acto social fuera de la comunidad, recibir clases de piano a escondidas. La serie (basada en la novela autobiográfica de Deborah Feldman) sabe a testamento vital. Con reiterados flashbacks como técnica, dibuja una cotidianeidad fosilizada, un ambiente caduco y tosco que concibe la feminidad en términos pecaminosos. Shira Haas acierta con el tono aportado a un personaje complejo. Se empatiza de inmediato con su indefensión y ausencia de recursos (el económico resulta secundario) para enfrentarse al mundo real.

‘Unorthodox’ exhibe un radicalismo diferente al del resto de creencias monoteístas. La imposición es hacia dentro. Las disputas se dirimen en casa y los gentiles juegan un papel marginal. Por ello, cuando su marido vaya en su búsqueda, la apelación al miedo, a la soledad y la marginación serán las armas usadas para que se retracte. Siempre el dichoso miedo. Con algunas imágenes poderosas (el plano cenital de la protagonista bañándose sola en el lago, el primer plano en el que cantar sirve para soltar lastre) la serie hace una sutil oda a la libertad. Sin duda el mejor antídoto hacia el temor y el miedo sectario.

Escrito por Juan Pablo Martínez Corchano para https://rockandfilms.es
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