Con la primera escena, Delpy ya nos enseña el tono que más se va a utilizar en esta cinta que, si bien trata un tema duro como el de los refugiados (y cómo son recibidos, con juicios morales y demás), no cae nunca en el golpe bajo (gracias). Simplemente se inclina por un humor que juega con la sátira y que a veces es más ligero (o amable, por llamarlo de algún modo). Los personajes, simpáticos, con carisma, ayudan y refuerzan esta base.

Quizá un poco edulcorada en determinados momentos y sin nada que no se haya visto, pero amena de principio a fin. Cumple.