Brokeback Mountain (En terreno vedado)
7,0
80.136
Romance. Drama
Verano de 1963. Dos vaqueros, Ennis Del Mar y Jack Twist, se conocen mientras hacen cola para ser contratados por el ranchero Joe Aguirre. Los dos aspiran a conseguir un trabajo estable, casarse y formar una familia. Cuando Aguirre les envía a cuidar ganado a la majestuosa montaña Brokeback, entre ambos surge un sentimiento de camaradería que deriva hacia una relación íntima. Al concluir el verano, tienen que abandonar Brokeback y seguir caminos diferentes. [+]
20 de enero de 2006
20 de enero de 2006
145 de 169 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quién me iba a decir a mí que una película de Ang Lee, director que hasta ahora no me había llamado mucho la atención, iba a emocionarme de esta manera. Quise ignorar toda la avalancha de elogios que se vertieron sobre esta obra en las semanas anteriores a su estreno para no provocarme expectativas imposibles de cumplir pero, visto lo visto, creo que no hubiesen sido necesarias tantas reticencias. La película es tan buena, tan hermosa, tan brutalmente honesta y sincera en todo lo que cuenta, que por mucho que mi imaginación volase siempre se habría visto recompensada por esta incomparable maravilla que es “Brokeback Mountain”, sin lugar a dudas la mejor historia de amor que han visto estos dos ojos en mucho tiempo. ¿Por qué será que las películas que más perduran en la memoria son aquellas cuyo desarrollo dista mucho de parecerse al esquema rancio y encorsetado que llevan años vendiéndonos desde Hollywood? Tierno, duro y profundamente triste, el film exuda amargura de principio a fin a través del relato de estos dos hombres que se ven forzados a ocultar (e incluso negar) el único sentimiento veraz e irrenunciable que, a lo largo de los años, ha llenado de sentido sus áridas y solitarias vidas. Es estupendo ver como la película trasciende las etiquetas que algunos se empeñan en colgarle, supongo que para poder menospreciar los logros de una obra absolutamente universal y transparente en sus variadas propuestas temáticas.
El film dará mucho que hablar (ya lo lleva haciendo durante meses), pero no por la polémica vuelta de tuerca a los cánones más clásicos y obtusos del western americano, mostrándonos sin dobles lecturas esta desgarrada historia de amores prohibidos, sino porque es bellísima y está narrada con una sobriedad y buen gusto (algunos la tacharán de fría) que para sí quisieran muchos cineastas actuales, tan perdidos en efectismos, truculencias y excesos visuales de todo tipo. Ang Lee da toda una lección de narrativa clásica que hoy en día apenas puede verse entre tanta artificiosidad formal, propia de realizadores pretenciosos con permanente vocación de arte y ensayo.
Es muy valiente por su parte abordar temas (¡aún hoy!) tan controvertidos y hacerlo además abandonando los absurdos clichés que rodean los filmes de temática (directa o indirectamente) homosexual. El resultado es, ni más ni menos, una de las películas más logradas, contundentes y demoledoras del año. Para quitarse el sombrero de cowboy.
El film dará mucho que hablar (ya lo lleva haciendo durante meses), pero no por la polémica vuelta de tuerca a los cánones más clásicos y obtusos del western americano, mostrándonos sin dobles lecturas esta desgarrada historia de amores prohibidos, sino porque es bellísima y está narrada con una sobriedad y buen gusto (algunos la tacharán de fría) que para sí quisieran muchos cineastas actuales, tan perdidos en efectismos, truculencias y excesos visuales de todo tipo. Ang Lee da toda una lección de narrativa clásica que hoy en día apenas puede verse entre tanta artificiosidad formal, propia de realizadores pretenciosos con permanente vocación de arte y ensayo.
Es muy valiente por su parte abordar temas (¡aún hoy!) tan controvertidos y hacerlo además abandonando los absurdos clichés que rodean los filmes de temática (directa o indirectamente) homosexual. El resultado es, ni más ni menos, una de las películas más logradas, contundentes y demoledoras del año. Para quitarse el sombrero de cowboy.
24 de marzo de 2008
24 de marzo de 2008
95 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existen 2 posiblidades de adaptación al cine. Adaptar un material extenso, que inevitablemente deberá ser sintetizado para ser transferido a celuloide, y por otra parte, y aunque no sea muy común, cabe la posibilidad de adaptar un material reducido que deberá ser amplificado por los guionistas del filme en cuestión. Este último tipo de adaptación fue la realizada por Larry McMurtry y Diana Ossana tomando como punto de partida un relato breve de la ganadora del premio Pullitzer, Annie Proulx, titulado Brokeback Mountain. Desde su génesis, el guión fue vagando de despacho en despacho, de cajón en cajón, hasta que unos productores tuvieron los suficientes cojones como para enfrentarse al establishment y sacar al western del armario.
Y Fue el taiwanés Ang Lee quién entendió que detrás de tanto ruido latía el corazón de una historia descarnada, dolorosa, vibrante. Y a partir de ese momento consiguió la cuadratura del círculo, logrando el milagro: en septiembre se alzaba con el León de Oro en la Mostra de Venecia. Tras 5 meses de premios, Jack Nicholson apareció en el escenario del Kodak Theatre para otorgar el último oscar de la noche, abrió el sobre, esgrimió una de las sonrisas más maquiavélicas que he visto en mi vida, y su gran boca de Joker pronunció “Crash”. Y sí, se produjo una colisión
Brokeback Mountain es en última instancia un espléndido guión engrandecido por la brillante dirección y la infinita sabiduría del que posiblemente sea el último gran clásico (teniendo en cuenta que Clint Eastwood es el penúltimo), una banda sonora preciosa (merecidísimo oscar para Santaolalla por mucho que los puristas se tiraran la manta a la cabeza), que alcanza su cima en el viaje de Gyllenhaal a México, y sobre todo en la última escena, una fotografía nítida, en perfecta sintonía con los hermosos parajes que retrata (Rodrigo Prieto es, de lejos, uno de los mejores directores de fotografía del mundo), un diseño de vestuario cuidadísimo, un reparto arriesgado que resulta perfecto de principio a fin, unos flash-backs demoledores y paradigmáticos, un retrato preciso y efectivo de la familia americana, de la América profunda, de la situación de los homosexuales, de la hermosa decadencia de los cowboys, del paro, de la pobreza, de la clase media-baja, del mundo agrario, del sexo de todos los tipos y colores.
Y Fue el taiwanés Ang Lee quién entendió que detrás de tanto ruido latía el corazón de una historia descarnada, dolorosa, vibrante. Y a partir de ese momento consiguió la cuadratura del círculo, logrando el milagro: en septiembre se alzaba con el León de Oro en la Mostra de Venecia. Tras 5 meses de premios, Jack Nicholson apareció en el escenario del Kodak Theatre para otorgar el último oscar de la noche, abrió el sobre, esgrimió una de las sonrisas más maquiavélicas que he visto en mi vida, y su gran boca de Joker pronunció “Crash”. Y sí, se produjo una colisión
Brokeback Mountain es en última instancia un espléndido guión engrandecido por la brillante dirección y la infinita sabiduría del que posiblemente sea el último gran clásico (teniendo en cuenta que Clint Eastwood es el penúltimo), una banda sonora preciosa (merecidísimo oscar para Santaolalla por mucho que los puristas se tiraran la manta a la cabeza), que alcanza su cima en el viaje de Gyllenhaal a México, y sobre todo en la última escena, una fotografía nítida, en perfecta sintonía con los hermosos parajes que retrata (Rodrigo Prieto es, de lejos, uno de los mejores directores de fotografía del mundo), un diseño de vestuario cuidadísimo, un reparto arriesgado que resulta perfecto de principio a fin, unos flash-backs demoledores y paradigmáticos, un retrato preciso y efectivo de la familia americana, de la América profunda, de la situación de los homosexuales, de la hermosa decadencia de los cowboys, del paro, de la pobreza, de la clase media-baja, del mundo agrario, del sexo de todos los tipos y colores.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y cuando piensas que no te pueden dar más, va el buenazo de Ang Lee y se saca de la manga un final apoteósico, tan triste, tan sencillo, tan… perfecto, en el que la mirada perdida de Heath Ledger (en la mejor interpretación masculina de los últimos 10 o 20 años) abrazado a una camisa raída hace frente a ese rostro destrozado que esbozaba Diane Keaton antes de que Al Pacino le cerrara la puerta en las narices en el final de El Padrino. Brokeback Mountain perdura y mejora con el paso de los años, y su final se clava en esa habitación oscura e inestable a la que llamamos memoria.
21 de enero de 2006
21 de enero de 2006
135 de 194 usuarios han encontrado esta crítica útil
No está mal pero tampoco os paséis. Entiendo que no haya pelis de amor gay y por ello a todo el mundo le parezca que esta película es un peliculón. Lo novedoso en estos tiempos que corren puede ser tanto bueno, como malo, y Brokeback Mountain -el título en castellano es horroroso- no es ni de lejos una obra maestra. Es un buen film de un buen director y con un argumento notable.
Lo que sí espero es que nominen a Heath Ledger -el vaquero rubio- a mejor actor y le den uno o dos Oscars porque lo cierto es que lo borda. Pero seguramente la academia nominará o al que interpreta a Capote o al que interpreta a Jonhy Cash, dos actores haciendo biografías. El año pasado se lo dieron al pianista negro. Merito? Ninguno. Interpretar la vida de alguién es mucho más facil que interpretar a un vaquero guaperas y gay. De eso podéis estar seguros. Es parco en palabras pero interpreta fantásticamente la ambigüedad de su personaje: duro y enamorado de un hombre. Y la forma de encarnar su dolor es de diez.
Lo que no me gusta es la manera en que se desatan las hostilidades y los botones del pantalón en la tienda. Antes no ocurre nada significativo para ese salto. La fotografía pudo haber sido mucho más potente en determinados momentos, pero resulta bastante fría en general. También le sobra media hora. El final le sube un punto. Triste film.
PDT: Por cierto chicos... esta peli va del amor entre dos tíos, no? Joder, pues ni me he enterado. El amor es amor. Como si se follan a una oveja. Qué más da?
Lo que sí espero es que nominen a Heath Ledger -el vaquero rubio- a mejor actor y le den uno o dos Oscars porque lo cierto es que lo borda. Pero seguramente la academia nominará o al que interpreta a Capote o al que interpreta a Jonhy Cash, dos actores haciendo biografías. El año pasado se lo dieron al pianista negro. Merito? Ninguno. Interpretar la vida de alguién es mucho más facil que interpretar a un vaquero guaperas y gay. De eso podéis estar seguros. Es parco en palabras pero interpreta fantásticamente la ambigüedad de su personaje: duro y enamorado de un hombre. Y la forma de encarnar su dolor es de diez.
Lo que no me gusta es la manera en que se desatan las hostilidades y los botones del pantalón en la tienda. Antes no ocurre nada significativo para ese salto. La fotografía pudo haber sido mucho más potente en determinados momentos, pero resulta bastante fría en general. También le sobra media hora. El final le sube un punto. Triste film.
PDT: Por cierto chicos... esta peli va del amor entre dos tíos, no? Joder, pues ni me he enterado. El amor es amor. Como si se follan a una oveja. Qué más da?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Me gusta la última escena que tienen en la carretera, así cómo la manera en que la mujer cuenta a Heath Ledger que ocurrió con su marido mientras un acertado flash-back de dos segundos nos dice la verdad. También me gusta el papel que adopta su mujer al descubrir que en realidad no pescaban truchas. Es jodido saber que la persona a la que quieres está con otra. Muy jodido. También la cancioncilla que acompaña el film tiene su punto, sobre todo cuando termina. El final es perfecto y Ang Lee es un gran director.
22 de enero de 2006
22 de enero de 2006
68 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impresionante. Cine en estado puro.
Han hecho falta muchos años para que el cine nos brindara algo así. Mucho tiempo para que el talento y la genialidad de un director como Ang Lee eligiera un tema como la homosexualidad, aún incómodo para un sector del público (que hasta se manifiesta en favor de la familia), y nos ofreciera una de las cimas artísticas del cine universal reciente, una de las mejores películas jamás realizadas y una obra maestra que ya ha entrado a formar parte, con derecho propio, del Olimpo del Séptimo Arte.
Lee construye una historia impecable de pasiones contenidas, de vidas desperdiciadas, de sentimientos enterrados en el alma que luchan por escapar y fluir para alcanzar su plenitud. Una película de miradas fugaces, de matices, de gestos difusos que simbolizan mucho más de lo que son y que se desgranan, como signos difusos, a lo largo del devenir de los años y a través del abrupto camino de la infelicidad. Porque las vidas se acaban, y las oportunidades se van y no vuelven jamás. Y el amor sólo llega a veces, y no hay que dejarlo ir, aunque haya que luchar contra corriente y ser sincero con lo que sientes.
El abrumador trabajo de los actores (y actrices) deslumbra por su pureza, por su desgarrada naturalidad, por su profundo realismo y dotan a la historia de una sensibilidad encomiable.
Bellísima en la forma y desgarrada y deslumbrante en el contenido, estamos, sin duda, ante una de las mejores y más hermosas historias de amor jamás filmadas. Altamente recomendable para cualquiera que, de vez en cuando, sienta latir algo dentro de su pecho. Una auténtica obra maestra.
Han hecho falta muchos años para que el cine nos brindara algo así. Mucho tiempo para que el talento y la genialidad de un director como Ang Lee eligiera un tema como la homosexualidad, aún incómodo para un sector del público (que hasta se manifiesta en favor de la familia), y nos ofreciera una de las cimas artísticas del cine universal reciente, una de las mejores películas jamás realizadas y una obra maestra que ya ha entrado a formar parte, con derecho propio, del Olimpo del Séptimo Arte.
Lee construye una historia impecable de pasiones contenidas, de vidas desperdiciadas, de sentimientos enterrados en el alma que luchan por escapar y fluir para alcanzar su plenitud. Una película de miradas fugaces, de matices, de gestos difusos que simbolizan mucho más de lo que son y que se desgranan, como signos difusos, a lo largo del devenir de los años y a través del abrupto camino de la infelicidad. Porque las vidas se acaban, y las oportunidades se van y no vuelven jamás. Y el amor sólo llega a veces, y no hay que dejarlo ir, aunque haya que luchar contra corriente y ser sincero con lo que sientes.
El abrumador trabajo de los actores (y actrices) deslumbra por su pureza, por su desgarrada naturalidad, por su profundo realismo y dotan a la historia de una sensibilidad encomiable.
Bellísima en la forma y desgarrada y deslumbrante en el contenido, estamos, sin duda, ante una de las mejores y más hermosas historias de amor jamás filmadas. Altamente recomendable para cualquiera que, de vez en cuando, sienta latir algo dentro de su pecho. Una auténtica obra maestra.
22 de enero de 2008
22 de enero de 2008
54 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Brokeback Mountain lo tiene todo para ser una obra de culto, un clásico menor de principios de siglo. Para mi, en particular, es una bellísima azaña dentro de este todavía joven siglo XXI, cinematográficamente hablando. Es un lujo ese comienzo, de miradas tan esquivas, tan humanas. ¿Quién les iba a decir a Ennis del Mar o a Jack Twist que el vaquero que iban a tener por compañero, para un simple trabajo de temporada, se iba a convertir en la persona de sus vidas? La película desprende amor, sentimentalismo, pasión, humanidad, valor...
Y nostalgia, melancolía, dolor, infidelidad, redención... Con Brokeback Mountain, a lomos de dos jinetes enamorados, se puede respirar vida, porque es, a mi parecer, una lección magistral de cine, un homenaje al Séptimo Arte. Son vaqueros gays. Me la suda. Por dos razones. La primera es que estos dos tíos me desprenden más magia y vida que cualquier culebrón protagonizado por heterosexuales sin sentimiento puro y duro. Y sobre todo, la segunda razón, porque el tipo de amor que viven es el que más me gusta ver reflejado en una película: el amor imposible, el amor por el que hay que engañar a los demás, el amor por el que se sufre de verdad, el amor a escondidas...
Por último destacar el impresionante papel de Heath Ledger, que con el tiempo será digno de estudio. Qué intrepetación más perfecta de nuestro James Dean del siglo XXI, nuestro primer mito del celuloide (para mi generación). El hecho de conocer su muerte hace unos minutos me ha incitado a escribir esta crítica, en señal de pequeño homenaje, desde este rincón de Madrid. Muchas gracias por brindarnos con esa interpretación. Descansa en paz.
Y nostalgia, melancolía, dolor, infidelidad, redención... Con Brokeback Mountain, a lomos de dos jinetes enamorados, se puede respirar vida, porque es, a mi parecer, una lección magistral de cine, un homenaje al Séptimo Arte. Son vaqueros gays. Me la suda. Por dos razones. La primera es que estos dos tíos me desprenden más magia y vida que cualquier culebrón protagonizado por heterosexuales sin sentimiento puro y duro. Y sobre todo, la segunda razón, porque el tipo de amor que viven es el que más me gusta ver reflejado en una película: el amor imposible, el amor por el que hay que engañar a los demás, el amor por el que se sufre de verdad, el amor a escondidas...
Por último destacar el impresionante papel de Heath Ledger, que con el tiempo será digno de estudio. Qué intrepetación más perfecta de nuestro James Dean del siglo XXI, nuestro primer mito del celuloide (para mi generación). El hecho de conocer su muerte hace unos minutos me ha incitado a escribir esta crítica, en señal de pequeño homenaje, desde este rincón de Madrid. Muchas gracias por brindarnos con esa interpretación. Descansa en paz.
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