Lo nuevo de Marc Foster es un film curioso que no va a gustar a todo el mundo ya que prácticamente no pasa nada en todo el metraje. El personaje que interpreta Blake Lively, tras perder casi totalmente la visión en un accidente, se somete a una intervención quirúrgica que podría devolverle algo de visión. A partir de ahí tendrás que estar muy atento porque todo van a ser pequeños detalles en un film que cuenta poco más que un viaje a España y la acogida de un perro.
Todo esto que podría parece mortalmente aburrido no lo es tanto por una música y una fotografía realmente bien trabajadas que crean la sensación de que algo va a pasar, está pasando o pasó que de pronto lo aclarará todo.

Irregular ha sido el desarrollo de la carrera del director Marc Foster, con títulos muy dispares en cuanto a su género, pero también a su calidad, y la película que nos ocupa no es la excepción.

La película parece estar dividida en dos partes muy diferenciadas, en la primera se construye un efectivo drama de pareja entre dos personas que se complementan de manera adecuada a pesar de que Gina (Blake Lively) es invidente desde chica a causa de un accidente, mientras James (Jason Clarke), es la parte que domina y controla la relación de la pareja.

En su segunda mitad, y tras una operación que parece devolverle la vista a Gina, la película se va tornando en un thriller, pero sin llegar a ser lo suficientemente efectivo que permita atrapar al espectador.

Y es que la manera de narrar de Foster es un tanto mezquina, buscando nuevas formas en su estilo narrativo, va ofreciendo al espectador una realidad fragmentada, quizá buscando emular la percepción de las cosas o el punto de vista de Gina, lo cual se justifica por su ceguera.

Pero después el matrimonio se desmorona de a poco conforme va recobrando la vista sin embargo la narración se mantiene mostrando apenas situaciones en las que pareciera no avanzar la trama, todo dentro de un ritmo muy pausado que no permite que la tensión se construya de manera adecuada, además que el relato no logra madurar ni fortalecerse.

Y es que, en el último acto, justo donde el thriller se apodera del relato, la manera en que se van presentando los conflictos tras las vueltas de tuerca del guion, todo es presentado de manera tal que busca ser compleja pero solo termina por ser confusa, sin llegar a funcionar del todo.

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Una de esas películas donde la trama es solo una excusa para el director se recree en imágenes hermosas, quiere lucirse y mostrar todo lo que es capaz, los colores y sensaciones que puede mostrarnos, el resto no le importa, la historia le da lo mismo, y lo malo es que la premisa era interesante, hubiera podido ser un buen melodrama sobre algo que pasa mucho, las parejas que no superan un cambio, negativo o positivo, a veces la perdida de un hijo, o que uno de los dos tenga una modificación física, muchas veces pasa que el hombre o la mujer adelgaza y al poco tiempo se separa de su pareja. Acá cuando ella recupera la vista, la pareja pierde sentido, el vinculo generado entre ambos con la rutina de años se rompe, podría haber profundizado en eso y no irse hacia el thriller más cliché y seudo erótico que parece una copia mala de las películas de Adrian Lyne.
De paso se hace larguísima de forma innecesaria, todas las secuencias en España están metidas ahí al pedo, hasta tiene ese tono pintoresquista horrible, encima no aporta nada a la trama.

La peli busca que estés dentro de los ojos de la protagonista y lo consigue con acierto. Al ir despacio contando la evolución de la pareja da sentido al argumento, más rápida no hubiera cuajado y no sería un 6 sino un 4. Los dos actores protagonistas también ayudan a que la nota suba y no baje.

Marc Forster, ese director que, un poco como James Mangold, sirve para un roto y para un descosido, que igual te hace un Bond (Quantum of Solace) como una cinta familiar (Christopher Robin), un drama oscarizable (Descubriendo Nunca Jamás), una comedia romántica indie (Más extraño que la ficción), una cinta social (Cometas por el cielo), un alegato contra la pena de muerte (Monster's ball) o un blockbuster (Guerra Mundial Z), y así podríamos seguir, dirige en Dame tus ojos una de sus películas menos logradas.
Un tema tan goloso como el de un ciego de nacimiento que consigue ver tras un milagro médico, explotado en una dirección muy distinta por la famosa (y sobrevalorada, para quien esto firma) The Eye de los hermanos Pang, podría haber dado para mucho más. Forster desaprovecha el potencial de la historia con un drama muy convencional y, podría decirse, soso, con esa luz como de nightclub venido a menos y con unos actores que parece que pasaban por allí, sin demasiadas ganas.
No es horrible, se deja ver más o menos, pero aburre a ratos y no provoca ninguna emoción memorable.

Lo mejor: La premisa inicial
Lo peor: Es sosa