El padre
7,7
21.439
Drama
Anthony (Anthony Hopkins), un hombre de 80 años mordaz, algo travieso y que tercamente ha decidido vivir solo, rechaza todos y cada uno de las cuidadoras que su hija Anne (Olivia Colman) intenta contratar para que le ayuden en casa. Está desesperada porque ya no puede visitarle a diario y siente que la mente de su padre empieza a fallar y se desconecta cada vez más de la realidad. Anne sufre la paulatina pérdida de su padre a medida que ... [+]
1 de octubre de 2020
1 de octubre de 2020
279 de 289 usuarios han encontrado esta crítica útil
"The Father" es la adaptación cinematográfica de la obra de teatro homónima del dramaturgo francés Florian Zeller, una de las obras más celebradas de la pasada década, representada en múltiples países (aquí en España con Hector Alterio en el papel principal) y adaptada ahora al cine por el propio autor, que firma el guión en colaboración con Christopher Hampton.
Zeller asegura que escribió la obra de teatro tras perder a su abuela víctima de la demencia. "The father" es una película que aborda esta enfermedad y lo hace en primer plano, exponiendo con un rigor casi quirúrgico los estragos que provoca en el cerebro de un hombre la pérdida progresiva de su propia identidad y de todos los puntos de apoyo y referencia en su día a día. Un hombre que, pese a la ayuda de su hija y sus cuidadores, va perdiéndose poco a poco a sí mismo sin poder hacer nada para evitarlo.
La verdad es que nunca me han gustado las películas sobre enfermedades. La mayoría no suelen aportar nada nuevo, algunas coquetean con la pornografía emocional y otras son meras excusas para intentar conseguir una nominación al Oscar para su intérprete. Sin embargo, "The Father" me sorprendió muy positivamente. La propuesta de Zeller se distingue de tantas otras películas sobre enfermedades degenerativas porque adopta el punto de vista del propio enfermo. Así, el guión y la puesta de escena se llenan de trucos e inesperados desvíos para hacerte sentir en primera persona la confusión, angustia y desorientación del personaje protagonista. El espacio físico cambia constantemente, el tiempo se pliega sobre sí mismo, las caras se mezclan y se confunden. Son artificios muy estimulantes que Zeller traslada desde la obra teatral a la gran pantalla con acierto y buen gusto; recursos narrativos que podrían haber resultado quizá algo cerebrales o artificiosos, pero fluyen con naturalidad en parte gracias a la humanidad y calidez con que Colman y Hopkins enriquecen el texto.
No puedo decir que la presencia de Hopkins en el papel protagonista me inspirara mucha confianza. Le tengo miedo. Y no por ser el escalofriante Hannibal Lecter; le tengo miedo por el resto de su carrera. Es un icono de la cultura popular desde principios de los 90, una estrella y actor de prestigio. Hubo un tiempo en que nos lo tomamos muy en serio, pero lleva viviendo de las rentas desde no se sabe cuándo. Él es así, lo mismo te hace "Tierras de penumbra" que "Leyendas de pasión", "El hombre elefante" o "Misión Imposible 2: la menos buena", cine de tacitas con James Ivory o "Transformers: el último caballero". Quisiera estar un día en su cabeza para saber cómo elige los papeles, si lanza todos los guiones al aire y coge uno al vuelo, o si se los da a oler a su perro y el que huela más a chuletón, ése escoge.
El caso es que el año pasado ya dio indicios de que volvía a tomarse su carrera en serio con su interpretación en "Los dos papas", donde estaba muy creíble como Ratzinger. Y este año ha sobrepasado cualquier expectativa y confirma su regreso por todo lo alto con la que probablemente sea la mejor interpretación de su carrera. Hopkins nunca ha estado mejor. En una sola intervención es capaz de parecer tierno, gracioso, indefenso, terrorífico y terminar poniéndote un nudo en la garganta.
No se le queda atrás Olivia Colman. Aunque sobre el papel tiene menos tiempo en pantalla y menos margen para el lucimiento, su interpretación es igualmente modélica, capaz de iluminar la escena con una sonrisa o transmitir un amplio abanico de estados emocionales solo con la mirada. Zeller asegura que la eligió para el papel por su capacidad para empatizar con el público y porque la considera la mejor actriz de su generación. Se queda corto en sus alabanzas.
Rufus Sewell, Olivia Williams... Todo en "The Father" es impecable y funciona como un reloj. Como un reloj que no sabes dónde lo has puesto pero como un reloj. Y eso también incluye su capacidad de conmover al público sin necesidad de caer en la sensiblería ni buscar la lágrima fácil (salvo quizá en un momento hacia el final que se alarga un poco más de lo estrictamente necesario). No le hace falta. No creo que quedara un ojo seco en toda la sala. Algunos estábamos en serio riesgo de deshidratación.
driveincine.blogspot.com
Zeller asegura que escribió la obra de teatro tras perder a su abuela víctima de la demencia. "The father" es una película que aborda esta enfermedad y lo hace en primer plano, exponiendo con un rigor casi quirúrgico los estragos que provoca en el cerebro de un hombre la pérdida progresiva de su propia identidad y de todos los puntos de apoyo y referencia en su día a día. Un hombre que, pese a la ayuda de su hija y sus cuidadores, va perdiéndose poco a poco a sí mismo sin poder hacer nada para evitarlo.
La verdad es que nunca me han gustado las películas sobre enfermedades. La mayoría no suelen aportar nada nuevo, algunas coquetean con la pornografía emocional y otras son meras excusas para intentar conseguir una nominación al Oscar para su intérprete. Sin embargo, "The Father" me sorprendió muy positivamente. La propuesta de Zeller se distingue de tantas otras películas sobre enfermedades degenerativas porque adopta el punto de vista del propio enfermo. Así, el guión y la puesta de escena se llenan de trucos e inesperados desvíos para hacerte sentir en primera persona la confusión, angustia y desorientación del personaje protagonista. El espacio físico cambia constantemente, el tiempo se pliega sobre sí mismo, las caras se mezclan y se confunden. Son artificios muy estimulantes que Zeller traslada desde la obra teatral a la gran pantalla con acierto y buen gusto; recursos narrativos que podrían haber resultado quizá algo cerebrales o artificiosos, pero fluyen con naturalidad en parte gracias a la humanidad y calidez con que Colman y Hopkins enriquecen el texto.
No puedo decir que la presencia de Hopkins en el papel protagonista me inspirara mucha confianza. Le tengo miedo. Y no por ser el escalofriante Hannibal Lecter; le tengo miedo por el resto de su carrera. Es un icono de la cultura popular desde principios de los 90, una estrella y actor de prestigio. Hubo un tiempo en que nos lo tomamos muy en serio, pero lleva viviendo de las rentas desde no se sabe cuándo. Él es así, lo mismo te hace "Tierras de penumbra" que "Leyendas de pasión", "El hombre elefante" o "Misión Imposible 2: la menos buena", cine de tacitas con James Ivory o "Transformers: el último caballero". Quisiera estar un día en su cabeza para saber cómo elige los papeles, si lanza todos los guiones al aire y coge uno al vuelo, o si se los da a oler a su perro y el que huela más a chuletón, ése escoge.
El caso es que el año pasado ya dio indicios de que volvía a tomarse su carrera en serio con su interpretación en "Los dos papas", donde estaba muy creíble como Ratzinger. Y este año ha sobrepasado cualquier expectativa y confirma su regreso por todo lo alto con la que probablemente sea la mejor interpretación de su carrera. Hopkins nunca ha estado mejor. En una sola intervención es capaz de parecer tierno, gracioso, indefenso, terrorífico y terminar poniéndote un nudo en la garganta.
No se le queda atrás Olivia Colman. Aunque sobre el papel tiene menos tiempo en pantalla y menos margen para el lucimiento, su interpretación es igualmente modélica, capaz de iluminar la escena con una sonrisa o transmitir un amplio abanico de estados emocionales solo con la mirada. Zeller asegura que la eligió para el papel por su capacidad para empatizar con el público y porque la considera la mejor actriz de su generación. Se queda corto en sus alabanzas.
Rufus Sewell, Olivia Williams... Todo en "The Father" es impecable y funciona como un reloj. Como un reloj que no sabes dónde lo has puesto pero como un reloj. Y eso también incluye su capacidad de conmover al público sin necesidad de caer en la sensiblería ni buscar la lágrima fácil (salvo quizá en un momento hacia el final que se alarga un poco más de lo estrictamente necesario). No le hace falta. No creo que quedara un ojo seco en toda la sala. Algunos estábamos en serio riesgo de deshidratación.
driveincine.blogspot.com
4 de febrero de 2021
4 de febrero de 2021
183 de 188 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando fui a ver 'El padre' al cine me esperaba ver una película enfocada en la tercera edad, pero no creía que fuera a angustiarme tanto desde los primeros minutos. Siempre nos cuesta empatizar con los ancianos cuando están enfermos porque no entendemos lo que es la demencia; ellos no pueden explicarla y en las películas en las que aparecen generalmente nos producen ternura o lástima, pero no somos capaces de vivir lo que ellos. Pero aquí pasa lo contrario. La película no está narrada como un drama, sino como un thriller contado desde el punto de vista del anciano, y eso hace que nos sintamos tan desorientados como él en todo momento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Además, no solo somos capaces de entender al protagonista, sino que empatizamos con todos los personajes. De hecho, al principio nos muestran a Anthony (genial Anthony Hopkins) como un cascarrabias que le hace la vida imposible a su hija, así que nos aferramos más a Anne (también genial Olivia Colman), nos toca más de cerca, queremos que sea feliz y que sea capaz de dejar a su padre si es necesario. Incluso somos capaces de entender al marido de ella, vemos cómo la apoya, está harto de que el suegro viva en su piso, de que trate mal a su mujer y de que esté quitándole tanto tiempo de vida.
Pero mientras avanza la película van cambiando las tornas. Hay una escena increíble cuando están los tres cenando. El marido está echándose demasiado vino, se le sube a la cabeza tanto el alcohol como la pedantería y empieza a soltar pullas a padre e hija. Ella le manda a callar sin éxito, y entonces Anthony (que a pesar de criticar a Anne en todo momento sabe que la necesita más que a nadie) se hace el bueno, se queda callado, se pone de parte de ella, se levanta de la mesa para evitar conflictos y le acaricia el hombro a su hija justo antes de irse a su habitación. Eso me generó confusión, pensé: ¿La está manipulando para que vea que el malo es el marido y no él? ¿O realmente no es tan cruel con Anne y se quita de en medio para no hacerla sufrir más? ¿Todas esas veces que es tan duro con la gente que le rodea es solo fruto de su enfermedad?
Después llega la última escena, la que me parece más brutal de todas, cuando Anthony ya está en la residencia de ancianos. Una enfermera entra a su habitación y él está completamente desorientado, por fin reconoce que no está bien, que no entiende nada, que no sabe qué hace ahí, ni siquiera está seguro de saber quién es. Y a nosotros nos han dejado tan confundidos mientras avanzaba el guion que tampoco sabemos contestar ninguna de esas preguntas. Ya nos da igual los males o bienes que haya hecho ese anciano en la vida, nos da igual que la hija esté en París y nos da igual ese marido irascible que bebía demasiado vino. Lo único que queremos es que la enfermera le siga abrazando y le diga que no pasa nada, que todo irá bien.
Pero mientras avanza la película van cambiando las tornas. Hay una escena increíble cuando están los tres cenando. El marido está echándose demasiado vino, se le sube a la cabeza tanto el alcohol como la pedantería y empieza a soltar pullas a padre e hija. Ella le manda a callar sin éxito, y entonces Anthony (que a pesar de criticar a Anne en todo momento sabe que la necesita más que a nadie) se hace el bueno, se queda callado, se pone de parte de ella, se levanta de la mesa para evitar conflictos y le acaricia el hombro a su hija justo antes de irse a su habitación. Eso me generó confusión, pensé: ¿La está manipulando para que vea que el malo es el marido y no él? ¿O realmente no es tan cruel con Anne y se quita de en medio para no hacerla sufrir más? ¿Todas esas veces que es tan duro con la gente que le rodea es solo fruto de su enfermedad?
Después llega la última escena, la que me parece más brutal de todas, cuando Anthony ya está en la residencia de ancianos. Una enfermera entra a su habitación y él está completamente desorientado, por fin reconoce que no está bien, que no entiende nada, que no sabe qué hace ahí, ni siquiera está seguro de saber quién es. Y a nosotros nos han dejado tan confundidos mientras avanzaba el guion que tampoco sabemos contestar ninguna de esas preguntas. Ya nos da igual los males o bienes que haya hecho ese anciano en la vida, nos da igual que la hija esté en París y nos da igual ese marido irascible que bebía demasiado vino. Lo único que queremos es que la enfermera le siga abrazando y le diga que no pasa nada, que todo irá bien.
23 de diciembre de 2020
23 de diciembre de 2020
77 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
El alzheimer es una de las enfermedades más cabronas que pueda existir. Poco a poco va borrando tus recuerdos, una memoria que guarda la experiencia de tu existencia. Básicamente, a arañazos, te despoja de tu vida hasta que la arranca de cuajo, y al final no sabes quién fuiste, quién eres, ni quién te rodea. Un verdadero drama, que no solo afecta a quien la padece, sino al que está al lado, que ve como se deteriora lentamente y sin remedio la persona que lo padece.
Ese dolor lo transmite El padre, opera prima de Florian Zeller. ¡Y vaya debut! Nada más y nada menos que con dos oscarizados actores como Anthony Hopkins y Olivia Colman. Palabras mayores. Padre e hija en la ficción, que brindan un mano a mano emocionante y portentoso. Una exhibición de los dos.
El padre va planteando un abanico de situaciones y cuestiones que no solo llevan al límite a los personajes, sino al espectador, que entra de lleno en la historia. Al menos a mi me ocurrió. Esos dilemas que experimenta Colman, de vivir su vida pero a la vez atormentada por la sensación de abandono del padre, que a su vez la menosprecia siempre que puede. Una dualidad de pensamiento y emoción, que no termina de unificarse, provocando en la actriz un desasosiego, que ella te lanza al otro lado de la pantalla.
Esta Olivia Colman tiene mucho de aquella de Redención (Tyrannosaur), dirigida en 2011 por Paddy Considine, y que soportaba el maltrato de Eddie Marsan, al mismo tiempo que se daba cuenta de la fuerza de su interior. Ella es el daño colateral del alzheimer, que ha venido a empujarla a iniciar una nueva vida, a resolver los conflictos con su padre. ¿Había otra elección? Pues tal vez, pero Zeller decide que sea desde el dolor. Y de verdad que duele.
Pero si la aflicción de Colman es penetrante, la de Anthony Hopkins es bárbara. Qué exhibición, en serio. El oscarizado actor está de diez, protagonizando auténticos momentos de terror. No es necesario recurrir a fantasmas para provocar pánico, cuando uno mismo es capaz de transmitir ese miedo en forma de enfermedad. Estoy seguro que esos estragos del alzheimer no son ni el uno por ciento de un caso real, pero la sola evidencia a de esa demencia y el deterioro al que somete al protagonista, provoca un espanto increíble.
Y aún así, hay momentos en los que Hopkins te saca una sonrisa, para de repente darte un bofetón de realidad, que te deja planchado en la butaca, casi al borde de la lágrima. Una metáfora de este 2020. Una obra para no olvidar, la de Florian Zeller.
Más datos sobre esta y otras películas en www.argoderse.com
Y en Facebook: https://www.facebook.com/argodersecine
Ese dolor lo transmite El padre, opera prima de Florian Zeller. ¡Y vaya debut! Nada más y nada menos que con dos oscarizados actores como Anthony Hopkins y Olivia Colman. Palabras mayores. Padre e hija en la ficción, que brindan un mano a mano emocionante y portentoso. Una exhibición de los dos.
El padre va planteando un abanico de situaciones y cuestiones que no solo llevan al límite a los personajes, sino al espectador, que entra de lleno en la historia. Al menos a mi me ocurrió. Esos dilemas que experimenta Colman, de vivir su vida pero a la vez atormentada por la sensación de abandono del padre, que a su vez la menosprecia siempre que puede. Una dualidad de pensamiento y emoción, que no termina de unificarse, provocando en la actriz un desasosiego, que ella te lanza al otro lado de la pantalla.
Esta Olivia Colman tiene mucho de aquella de Redención (Tyrannosaur), dirigida en 2011 por Paddy Considine, y que soportaba el maltrato de Eddie Marsan, al mismo tiempo que se daba cuenta de la fuerza de su interior. Ella es el daño colateral del alzheimer, que ha venido a empujarla a iniciar una nueva vida, a resolver los conflictos con su padre. ¿Había otra elección? Pues tal vez, pero Zeller decide que sea desde el dolor. Y de verdad que duele.
Pero si la aflicción de Colman es penetrante, la de Anthony Hopkins es bárbara. Qué exhibición, en serio. El oscarizado actor está de diez, protagonizando auténticos momentos de terror. No es necesario recurrir a fantasmas para provocar pánico, cuando uno mismo es capaz de transmitir ese miedo en forma de enfermedad. Estoy seguro que esos estragos del alzheimer no son ni el uno por ciento de un caso real, pero la sola evidencia a de esa demencia y el deterioro al que somete al protagonista, provoca un espanto increíble.
Y aún así, hay momentos en los que Hopkins te saca una sonrisa, para de repente darte un bofetón de realidad, que te deja planchado en la butaca, casi al borde de la lágrima. Una metáfora de este 2020. Una obra para no olvidar, la de Florian Zeller.
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28 de septiembre de 2020
28 de septiembre de 2020
77 de 87 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente film que tiene como mejor aval el narrar una historia de demencia senil desde el punto de vista del enfermo, algo que no es demasiado habitual en el cine.
Y Florian Zeller lo hace de forma magistral, clara y precisa, gracias a un soberbio guión a cargo de él y de Christopher Hampton.
Diálogos certeros, punzantes, con momentos de humor lacerantes en boca del protagonista, un magistral Anthony Hopkins, en esta ocasión acompañado de un puñados de intérpretes inconmensurables.
Sencilla puesta en escena y drama profundo y desgarrador, expuesto sin tapujos de forma muy entretenida y atractiva para el espectador.
Una película de gran calidad, donde poco a poco vamos viendo el estado de la mente de un ser humano a través de su relación con sus seres más queridos y cercanos.
Muy buena, aunque en el fondo no sea la alegría de la huerta es merecedora de su visión.
https://filmsencajatonta.blogspot.com/
Y Florian Zeller lo hace de forma magistral, clara y precisa, gracias a un soberbio guión a cargo de él y de Christopher Hampton.
Diálogos certeros, punzantes, con momentos de humor lacerantes en boca del protagonista, un magistral Anthony Hopkins, en esta ocasión acompañado de un puñados de intérpretes inconmensurables.
Sencilla puesta en escena y drama profundo y desgarrador, expuesto sin tapujos de forma muy entretenida y atractiva para el espectador.
Una película de gran calidad, donde poco a poco vamos viendo el estado de la mente de un ser humano a través de su relación con sus seres más queridos y cercanos.
Muy buena, aunque en el fondo no sea la alegría de la huerta es merecedora de su visión.
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14 de diciembre de 2020
14 de diciembre de 2020
38 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debo recomendar que para el visionado de esta película se opte por desconocer totalmente su argumento. Adentrarse en el misterio. El efecto emocional se redobla, la angustia se multiplica, la empatía..., y con ello el miedo, verdadero terror. Pocas veces me ha aterrado tanto una película.
La fuerza de sugestión en el espectador, el buen aprovechamiento de la capacidad de la imagen y del montaje para manipular los sentidos del receptor, es el gran elemento efectista de la película. No nos engañemos, esta película es un truco. Y funciona muy bien, y perturba. Bergman nos lo contaba en "Persona": todo lo que veis es mentira, es un juego de engaños, es ilusionismo para que el espectador viva la experiencia emocional por la que ha pagado. Ese es el vehículo, pero el cine es mucho más que un truco, en tanto trasciende. ¿Qué hay en The Father debajo del truco?
Afortunadamente, lo que subyace es pura humanidad, son personajes, seres de carne y hueso, con lo que el ilusionismo tiene una razón de ser, es el vehículo útil de un drama que quizá nunca ha percutido tanto como en esta película. El propósito, la humanidad y la honestidad convierten esta función en una buena película.
No puedo dejar de elogiar a los actores. A todos ellos, aunque destaco la interpretación de Anthony Hopkins (que la verdad no me gusta demasiado y que desde que hizo de Lecter se quedó con tics que ya no se saca de encima), que me ha desgarrado. Por favor, escuchen un último consejo: véanla en versión original subtitulada.
La fuerza de sugestión en el espectador, el buen aprovechamiento de la capacidad de la imagen y del montaje para manipular los sentidos del receptor, es el gran elemento efectista de la película. No nos engañemos, esta película es un truco. Y funciona muy bien, y perturba. Bergman nos lo contaba en "Persona": todo lo que veis es mentira, es un juego de engaños, es ilusionismo para que el espectador viva la experiencia emocional por la que ha pagado. Ese es el vehículo, pero el cine es mucho más que un truco, en tanto trasciende. ¿Qué hay en The Father debajo del truco?
Afortunadamente, lo que subyace es pura humanidad, son personajes, seres de carne y hueso, con lo que el ilusionismo tiene una razón de ser, es el vehículo útil de un drama que quizá nunca ha percutido tanto como en esta película. El propósito, la humanidad y la honestidad convierten esta función en una buena película.
No puedo dejar de elogiar a los actores. A todos ellos, aunque destaco la interpretación de Anthony Hopkins (que la verdad no me gusta demasiado y que desde que hizo de Lecter se quedó con tics que ya no se saca de encima), que me ha desgarrado. Por favor, escuchen un último consejo: véanla en versión original subtitulada.
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