Aunque el recrear esa época no va mal, la verdad es que carece de interés, y el intento de entrelazar las historias, se queda en eso, un intento.
Lo único destacable, y en eso está logrado, es la estética.
Todo lo demás carece de sentido en si mismo.
Además de pecar de ser muy autocomplaciente, en eso no tiene excusa.

Irregular película de episodios interconectados, atravesada de cinefilia y nostalgia, y dividida en cuatro capítulos: el primero se titula TA, el segundo RAN, el tercero TI y el cuarto NO. A los 40 minutos estuve a punto de quitarla y devolverla sin rebobinar porque me parecía que no iba a ningún sitio, pero la tercera historia sube el nivel considerablemente, y a partir de ahí uno puede encontrar cierto placer en ver cómo el relato se desboca. No por casualidad, este segundo bloque es el reservado para los morlacos del cartel. La tremenda presencia de Pascal y Mendelsohn, más un sabrosísimo cameo, hacen que la cinta gane enteros, aunque no vuela la cabeza, por más que homenajee a "Scanners". Al menos el toque fantástico la distingue dentro del subgénero pulp fiction, al que hace devotamente su juguetona contribución.

Nos encontramos ante una «frikada» punk de explotación que contrarresta una narración pobre con una magnífica estética «underground». Le cuesta muchísimo arrancar, resultando un coñazo la primera mitad de la película, a duras penas salvable por su estilo, pero luego la cosa mejora ostensiblemente y se convierte en una puta locura cargada de violencia. Como buena ida de olla de bajo presupuesto, hay sangre, desmembramientos, asesinatos, nazis, pandilleros, drogas, humor negro, ocultismo, subculturas, rock, rap… Vamos, que lo tiene todo para ser una película de culto. Además homenajea de forma muy descarada la época de los ochenta, recreando una Oakland de finales de década que es una delicia, tanto visual como musical y cinematográfica. Si las historias hubiesen tenido más chicha y se entrelazasen de forma un poco más natural, hubiese sido el éxtasis.

Sorprende el reparto, pues está formado por actores conocidos, algo insólito en este tipo de extravagancias. Los mejores, sin duda, son Pascal y Mendelsohn; no es casualidad que la cinta se venga arriba cuando ambos aparecen. Ellis también destaca, pues en sus manos está el clímax sangriento. Aunque las dos primeras historias dejen mucho que desear, a nivel interpretativo no se les reprocha nada. También hay una estrella invitada que prefiero no desvelar aquí y que se marca una interesante lista cinéfila, con misterio incluido (salta al spoiler si la quieres).

Me ha gustado la experiencia. Para amantes del videoclub, el baloncesto, los misterios cósmicos, la casquería, los ochenta y la serie B, siempre recordando que la curva de diversión es elevada, pues durante 40 minutos hay que hacer de tripas corazón, un mal trago necesario para poder llegar a la sugestiva hora final.

Me encanta su estilo influenciado por el cine de Alex Cox e incluso de la Troma inicial. Sus diferentes historias son bastante entretenidas, en especial la primera y última. Tiene una energía muy macarra.
Mi única pega es que la subtrama central de que hay una especie de fuerza alienígena detrás de lo que está pasando, no llega a absolutamente nada y podría haber aportado muchísima locura a todo.