La posesión
6,6
6.006
Terror
Berlín, antes de la caída del muro. Cuando Marc regresa de un viaje encuentra a su esposa Anna cambiada, muy nerviosa y perturbada. Por fin, le confiesa que tiene una aventura y lo abandona. Marc cae en una terrible depresión que lo lleva casi al borde de la locura. Poco después Marc se entera de que su mujer también ha abandonado a su amante, y la verdad sobre la aventura secreta de Anna se revelará monstruosa.
20 de septiembre de 2007
20 de septiembre de 2007
188 de 212 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cualquier cosa buena o mala que pueda decirse de "La Posesión" seguramente sea cierta. No es una película fácil, ni tampoco difícil. Es estúpida y brillante a la vez. Ingénua, delirante, ridícula, atroz, terrorífica, soporífera, lírica... Puede que Zulawski necesitara ciertas clases de cine básico, o puede que no, mas personalmente, el hombre este me cae bien, porque con una ingenuidad que roza la tontería, con una descabellada metáfora de "la pareja" construye una de las visiones del infierno psicológico más aterradoras y deprimentes de todos los tiempos.
El Berlín dividido de "La Posesión" es vacío, oscuro, húmedo... la incertidumbre de unas calles que poco a poco se sumen en un infierno cada vez más oscuro y alocado (en el peor de los sentidos de la palabra). Siempre está nublado, hay muros por todas partes, cemento abandonado, mujeres sangrando por la calle, monstruos violando muchachas separadas, niños suicidas, pisos ardiendo, baños ultrajados, gritos, estupidez, automutilación genital, metros vacíos, leche desparramada, sonidos cacofónicos y un larguísimo ETC de detalles y visiones que acaban de completar un marco infernal degradante que una de dos, o te corta el cuello dejándote sin respiración o te provoca risa.
Personalmente, la trama me trae sin cuidado, para buenas metáforas sobre la pareja ya tenemos "Días de vino y rosas", pero el ambiente de "La Posesión", algunas de sus escenas, sus decorados decadentes, su fotografía sucia y grisácea y dos actores MARAVILLOSOS consiguieron cautivarme. Cuando intento pensar y concebir la "idea" de Infierno hago uso de varios detalles y atmósferas de esta película. Me impactó de adolescente y me sigue impactando, ese atractivo olor a putridez y decadencia.
Desde entonces, babeo con Isabelle Adjani y su portentoso talento para la interpretación. La sobreactuación no es un pecado, depende del contexto. Cualquier actor que interprete a un loco, un loco ya en fase terminal como los dos protagonistas, sobreactuará. Tanto es así que algunos se quedan locos de verdad (Tom Cruise o Jack Nicholson), pero Sam Neil e Isabelle Adjani, además de regalarnos unas miradas y sonrisas que HIELAN la sangre, si se presta un poco de atención, veremos que los actores han trabajo duramente su cuerpo para soportar físicamente escenas como el genuino plano secuencia de la bajada al metro. Sin una preparación concienzuda, ni Dios puede soportar semejantes azotamientos reales ni esos espasmos musculares que nada han de envidiar al retorcido esqueleto de la niña de "El Exorcista".
Una película inquietante con un ambiente de lo más decadente con momentos brillantes y otros estúpidos. Cada uno se queda con lo que quiere y con lo que se deja sentir. Yo me quedé con el fétido aroma de la basura humana que emana cada minuto de metraje.
El Berlín dividido de "La Posesión" es vacío, oscuro, húmedo... la incertidumbre de unas calles que poco a poco se sumen en un infierno cada vez más oscuro y alocado (en el peor de los sentidos de la palabra). Siempre está nublado, hay muros por todas partes, cemento abandonado, mujeres sangrando por la calle, monstruos violando muchachas separadas, niños suicidas, pisos ardiendo, baños ultrajados, gritos, estupidez, automutilación genital, metros vacíos, leche desparramada, sonidos cacofónicos y un larguísimo ETC de detalles y visiones que acaban de completar un marco infernal degradante que una de dos, o te corta el cuello dejándote sin respiración o te provoca risa.
Personalmente, la trama me trae sin cuidado, para buenas metáforas sobre la pareja ya tenemos "Días de vino y rosas", pero el ambiente de "La Posesión", algunas de sus escenas, sus decorados decadentes, su fotografía sucia y grisácea y dos actores MARAVILLOSOS consiguieron cautivarme. Cuando intento pensar y concebir la "idea" de Infierno hago uso de varios detalles y atmósferas de esta película. Me impactó de adolescente y me sigue impactando, ese atractivo olor a putridez y decadencia.
Desde entonces, babeo con Isabelle Adjani y su portentoso talento para la interpretación. La sobreactuación no es un pecado, depende del contexto. Cualquier actor que interprete a un loco, un loco ya en fase terminal como los dos protagonistas, sobreactuará. Tanto es así que algunos se quedan locos de verdad (Tom Cruise o Jack Nicholson), pero Sam Neil e Isabelle Adjani, además de regalarnos unas miradas y sonrisas que HIELAN la sangre, si se presta un poco de atención, veremos que los actores han trabajo duramente su cuerpo para soportar físicamente escenas como el genuino plano secuencia de la bajada al metro. Sin una preparación concienzuda, ni Dios puede soportar semejantes azotamientos reales ni esos espasmos musculares que nada han de envidiar al retorcido esqueleto de la niña de "El Exorcista".
Una película inquietante con un ambiente de lo más decadente con momentos brillantes y otros estúpidos. Cada uno se queda con lo que quiere y con lo que se deja sentir. Yo me quedé con el fétido aroma de la basura humana que emana cada minuto de metraje.
21 de diciembre de 2014
21 de diciembre de 2014
78 de 114 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las interpretaciones de ambos son estupendas, haciendo de ellos mismos como pareja que se quiebra y como sus dobles con ojos verdes, o azules, lo que sea, lo hacen bien. ¿Qué más se puede apuntar sobre lo bueno? Nada más, eso es todo, así que no hay nada más correcto y ejemplar que usar un punto y aparte y seguir con lo malo.
Me ha costado una barbaridad escribir el anterior párrafo porque ni siquiera estoy convencido de que las interpretaciones de Sam Neill y la Adjani sean destacables, ¿por qué?, ella hace loca esquizofrénica, de ida, que lo mismo aborta en el metro como se corta la yugular... Y él de marido que unas veces parece lelo y que otras veces parece que le va la marcha más que a nadie.
Voy al grano. La historia del cine ha parido muchísimas películas que provocan fascinación por muchos motivos, entiendo que "La posesión" del polaco Zulawski sea una película que pueda provocar esa fascinación interior y lo respeto, mi enhorabuena a aquellos que lo sienten así. Soy capaz de confesarlo y escribirlo: entiendo que sea fascinante para muchos. Yo, aquí, de eso nada. "La posesión" tiene una atmósfera desasosegante, escenas duras y un significado complejo al que se llega sólo a través del uso de metáforas. De acuerdo, pero a mí no me motiva, no me gusta. Puedo aceptar que los diálogos estén trabajados y sin embargo eso no hace mejor a la película porque lo que sucede no me gusta.
Pues bien, acaba la película tras esos aclamados últimos treinta minutos de (cierto) ritmo acelerado y miro el reloj, observo que han sido dos horas de una suma mala de Lynch y Cronenberg, una película críptica que me ha mosqueado, me ha parecido larga y pesada y de verdad: fascinación cero. Sólo para quienes tengan mucho tiempo y sean fieles seguidores del terror psicológico.
Me ha costado una barbaridad escribir el anterior párrafo porque ni siquiera estoy convencido de que las interpretaciones de Sam Neill y la Adjani sean destacables, ¿por qué?, ella hace loca esquizofrénica, de ida, que lo mismo aborta en el metro como se corta la yugular... Y él de marido que unas veces parece lelo y que otras veces parece que le va la marcha más que a nadie.
Voy al grano. La historia del cine ha parido muchísimas películas que provocan fascinación por muchos motivos, entiendo que "La posesión" del polaco Zulawski sea una película que pueda provocar esa fascinación interior y lo respeto, mi enhorabuena a aquellos que lo sienten así. Soy capaz de confesarlo y escribirlo: entiendo que sea fascinante para muchos. Yo, aquí, de eso nada. "La posesión" tiene una atmósfera desasosegante, escenas duras y un significado complejo al que se llega sólo a través del uso de metáforas. De acuerdo, pero a mí no me motiva, no me gusta. Puedo aceptar que los diálogos estén trabajados y sin embargo eso no hace mejor a la película porque lo que sucede no me gusta.
Pues bien, acaba la película tras esos aclamados últimos treinta minutos de (cierto) ritmo acelerado y miro el reloj, observo que han sido dos horas de una suma mala de Lynch y Cronenberg, una película críptica que me ha mosqueado, me ha parecido larga y pesada y de verdad: fascinación cero. Sólo para quienes tengan mucho tiempo y sean fieles seguidores del terror psicológico.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y el niño suicida va a la bañera y se ahoga... Por favor!!! ¿Pero esto qué es? Vamos, venga, va... no debería mandar por ahí a nadie y no lo hago, sólo lo insinuaré....
7 de noviembre de 2009
7 de noviembre de 2009
47 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
No abre «Posesión» vía alguna en clave de apariencias, sino de intimidades. No conviene dejarse arrastrar por su componente inverosímil −por explícito que sea− a partir de un acercamiento puramente material, sino olisquear el fermento de la declaración íntima de Zulawski, somática-visceral, y su perspectiva de crisis personal a través de visiones sensoriales de criaturas, paradójicamente, incorpóreas (por su insistencia en la proyección física de las dolencias del alma).
Evidentemente, ubicar el asunto en un piso del Berlín de primeros 80's (urbanismo minimalista, impávida intimidad hogareña) puede recibirse como la contextualización de la película en la reacción anárquica contra cualquier “institución” despersonalizadora (sociopolítica, matrimonial, paterno-filial, etc.), aunque meterme en esos fangos me parece restarle frescura a la película.
A partir de una fotografía fría, una narrativa hiperactiva, crispada y plano-secuencia, y un histrionismo interpretativo incoherente (los actores deben estar sobreactuados porque la puesta en escena también está hipertrofiada), se ofrece la proyección física (sangres, monstruosidades, rictus esquizofrénicos…) de un psicologismo frenético que repta bajo la recepción de imágenes en forma de metáfora enferma.
Ese quiasmo frágil que es la pareja es la viga que guía la intelección. Pero en cuanto a la multiplicidad de detalles (muchos introducidos, creo yo, con ansias esteticistas), prefiero no cerrar filas en torno a un único camino, y que cada uno se busque en el rechazo que siente la Adjani hacia el marido, en el ataque de mujer imprevisible que sufre Sam Neill, etc.
Desde luego, elementos como la doble de la Adjani, el suicidio del niño, la broma del calcetín rosa…, provocan un ambiente desaforado en el que quizás muchos echen en falta el agarre del punto de vista para encasillar la perturbación en el “cómo, cuándo y quién”. Aunque eso suponga terminar por clasificar lo inclasificable y reducir la cinefilia al periodismo. Además, los defensores de la cinta dirán que el perturbado es Zulawski, claro. Y por ahí el colocón.
Me la tomo como broma macabra, bocanada de aire libre de director que se sujeta poco o nada, zarandeando los límites de la exageración y el despropósito aunque caiga en lo trillado y manido. Más alborotadora que hipnótica, más gratuita que insoldable. Sin embargo, creo yo, susceptible de reivindicación.
Entre «Secretos de un matrimonio», «Al final de la escapada» y «La cosa», por ahí anda, exagerando, «Possession». Película que destaca en su pesimismo cierto de que el amor está en el aire. Y que por eso, a veces, huele como a cadáver.
Evidentemente, ubicar el asunto en un piso del Berlín de primeros 80's (urbanismo minimalista, impávida intimidad hogareña) puede recibirse como la contextualización de la película en la reacción anárquica contra cualquier “institución” despersonalizadora (sociopolítica, matrimonial, paterno-filial, etc.), aunque meterme en esos fangos me parece restarle frescura a la película.
A partir de una fotografía fría, una narrativa hiperactiva, crispada y plano-secuencia, y un histrionismo interpretativo incoherente (los actores deben estar sobreactuados porque la puesta en escena también está hipertrofiada), se ofrece la proyección física (sangres, monstruosidades, rictus esquizofrénicos…) de un psicologismo frenético que repta bajo la recepción de imágenes en forma de metáfora enferma.
Ese quiasmo frágil que es la pareja es la viga que guía la intelección. Pero en cuanto a la multiplicidad de detalles (muchos introducidos, creo yo, con ansias esteticistas), prefiero no cerrar filas en torno a un único camino, y que cada uno se busque en el rechazo que siente la Adjani hacia el marido, en el ataque de mujer imprevisible que sufre Sam Neill, etc.
Desde luego, elementos como la doble de la Adjani, el suicidio del niño, la broma del calcetín rosa…, provocan un ambiente desaforado en el que quizás muchos echen en falta el agarre del punto de vista para encasillar la perturbación en el “cómo, cuándo y quién”. Aunque eso suponga terminar por clasificar lo inclasificable y reducir la cinefilia al periodismo. Además, los defensores de la cinta dirán que el perturbado es Zulawski, claro. Y por ahí el colocón.
Me la tomo como broma macabra, bocanada de aire libre de director que se sujeta poco o nada, zarandeando los límites de la exageración y el despropósito aunque caiga en lo trillado y manido. Más alborotadora que hipnótica, más gratuita que insoldable. Sin embargo, creo yo, susceptible de reivindicación.
Entre «Secretos de un matrimonio», «Al final de la escapada» y «La cosa», por ahí anda, exagerando, «Possession». Película que destaca en su pesimismo cierto de que el amor está en el aire. Y que por eso, a veces, huele como a cadáver.
12 de diciembre de 2011
12 de diciembre de 2011
42 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo siento, pero no creo que el hecho de que una película tenga imágenes o escenas difíciles de olvidar la convierta en una mejor película. No es tan complicado. Pones a un tío masturbando a un burro en mitad de cualquier peli vulgar y ya tienes una escena inolvidable.
Y a la inversa, no todo el buen cine se queda pegado a la memoria. Yo ahora mismo no recuerdo ni la mitad de las escenas de la segunda parte de "El Padrino" o de "Uno de los nuestros" pero estoy seguro de que si me pongo a ver esas pelis obtendré más placer estético que si me vuelvo a poner "Posesión".
Lo valioso no es que una escena sea inolvidable sino que sea memorable, es decir, que merezca la pena recordarla. A mí, la verdad, ver a la Adjani aullando durante 10 minutos en el pasillo del metro no me aporta gran cosa. Quizá un poco de vergüenza ajena, eso sí. Ni siquiera es un plano secuencia completo, en la última parte hay un corte para facilitar a los de efectos especiales la labor de esconderle las mangueras con el yogur sangriento en el pelo y en la ropa.
Yo espero olvidar completamente esta película para poder ocupar el espacio con algo más provechoso.
Y a la inversa, no todo el buen cine se queda pegado a la memoria. Yo ahora mismo no recuerdo ni la mitad de las escenas de la segunda parte de "El Padrino" o de "Uno de los nuestros" pero estoy seguro de que si me pongo a ver esas pelis obtendré más placer estético que si me vuelvo a poner "Posesión".
Lo valioso no es que una escena sea inolvidable sino que sea memorable, es decir, que merezca la pena recordarla. A mí, la verdad, ver a la Adjani aullando durante 10 minutos en el pasillo del metro no me aporta gran cosa. Quizá un poco de vergüenza ajena, eso sí. Ni siquiera es un plano secuencia completo, en la última parte hay un corte para facilitar a los de efectos especiales la labor de esconderle las mangueras con el yogur sangriento en el pelo y en la ropa.
Yo espero olvidar completamente esta película para poder ocupar el espacio con algo más provechoso.
28 de agosto de 2013
28 de agosto de 2013
24 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hablar de Posesión, de Andrzej Zulawski es hablar de una de las películas de terror más fascinantes que ha dado la historia del cine. Si alguna vez los tópicos se cumplen es en esta ocasión, porque pese a que la película nos cuenta una historia que ya por aquella época había sido explotada por producciones norteamericanas (la posesión de un ente demoníaco en una mujer), se nota que la película toma unos senderos muy poco habituales para retratar la narración, es decir, la etiqueta de terror europeo le viene ni que pintada.
Y es que Zulawski es un auténtico maestro, que puede recordarnos a otros directores que también crean atmósferas pesadas y casi insoportables como David Lynch (recapacitando, mejor quítenle el casi). Porque es muy cierto que Posesión no es una película de usar y tirar, sino que tiene imágenes que se quedarán para siempre en la mente del espectador, para bien o para mal. Que no significa que Zulawski se vaya por la senda del gore (en ese mismo año se estrena Evil Dead, la película de Sam Raimi que sin duda contiene mucha más violencia explícita que Posesión), sino que consigue dosificar sus ingredientes para crear una historia realmente horripilante.
Ya en su época fue recibida con ambivalencia por los críticos, pese a que fue nominada en Cannes para competir por la palma de oro a la mejor película. Aún así hay que advertir que la película no está hecha para todos los gustos y en muchas ocasiones se desvía hacia una poética casi del mal que puede hacer tirar para atrás a más de uno. Evidentemente, como en la película el bando que sale triunfante es el mal (en realidad habríamos de escribir el MAL en mayúsculas), a más de un iluminado se le ocurrió pensar que la película hacía una apología al satanismo y demás lindezas, cosa totalmente absurda, pero ya sabemos que pasa en el cine cuando un director se atreve a romper el Happy End, y más en una película de estas características.
Y eso que en los primeros minutos nada hacer ver que estamos ante una película de Terror. Sam Neill interpreta a un hombre que vuelve después de largo tiempo trabajando en el extranjero a su casa con su mujer (interpretada por Isabelle Adjani) y su hijo. Pero pronto cambiará totalmente al enterarse que su mujer ya no siente nada por él y que ha estado todo el tiempo viéndose con otro hombre. Ahí la película parece tomar los caminos de un drama en toda regla, aunque el director ya nos presenta algunos elementos que nos hacen sospechar que estamos ante una relación totalmente disfuncional. En gran parte es debido a que Zulawski recrea una magnífica atmósfera para definir su película, mediante una gran gamma de tonos grises y azules que transmiten la desesperación que hay entre Adjani y Neill Después de mostrarnos bastantes escenas más que reiterativas entre los dos, la tensión va igualmente en crescendo, hasta que vemos que las cosas empiezan a sobrepasar los límites de lo real. Una gran metáfora es el escenario donde se ubica la historia, en el muro de Berlín, que podría simbolizar perfectamente los límites que siempre bordea la película, entre lo real y lo fantasioso, o entre la relación tortuosa de Sam Neill e Isabelle Adjani.
Después de observar como su matrimonio se evapora, el director polaco adopta una actitud más agresiva, adentrándose en el auténtico terror. Un acierto sin duda de la película es el tempo con el que se articula todo el film, que es el culpable que hace que primero choque tanto al espectador la reiteración de las peleas entre los dos protagonistas (algunos acusarán a la película de aburrida) para más tarde seguir con un espectáculo que podríamos calificar como Dantesco, pero en el sentido más literal de la palabra. Aunque para ser exactos la película nunca exhibe demasiado sus fantasías, sino que las deja en el punto de cocción perfecto para que el espectador ponga de su parte para acabar con el rompe cabezas, como sucede exactamente en el final. A más de uno le provocará dolor de cabeza, pero en realidad es bastante fácil de adivinar por dónde van los tiros.
En realidad, aparte de la fascinante historia de terror que hay en la película, también observamos una historia de amor totalmente retorcida, en la que se nos cuenta hasta donde es capaz el ser humano con tal de amar una persona. No hace falta ni decir que Zulawski tiene una imaginación desbordante y parece que hay momentos en los que el director desvaría, pero aún así, el personaje de Sam Neill está tan encaprichado de su esposa, que es capaz de perdonarle los más terribles actos. No hay que extrañarse, que por algo el director en la primera parte de la película ya nos lo señala como un ateo.
Sigue en Spoiler sin desvelar nada
http://neokunst.wordpress.com/2013/08/28/posesion-1981/
Y es que Zulawski es un auténtico maestro, que puede recordarnos a otros directores que también crean atmósferas pesadas y casi insoportables como David Lynch (recapacitando, mejor quítenle el casi). Porque es muy cierto que Posesión no es una película de usar y tirar, sino que tiene imágenes que se quedarán para siempre en la mente del espectador, para bien o para mal. Que no significa que Zulawski se vaya por la senda del gore (en ese mismo año se estrena Evil Dead, la película de Sam Raimi que sin duda contiene mucha más violencia explícita que Posesión), sino que consigue dosificar sus ingredientes para crear una historia realmente horripilante.
Ya en su época fue recibida con ambivalencia por los críticos, pese a que fue nominada en Cannes para competir por la palma de oro a la mejor película. Aún así hay que advertir que la película no está hecha para todos los gustos y en muchas ocasiones se desvía hacia una poética casi del mal que puede hacer tirar para atrás a más de uno. Evidentemente, como en la película el bando que sale triunfante es el mal (en realidad habríamos de escribir el MAL en mayúsculas), a más de un iluminado se le ocurrió pensar que la película hacía una apología al satanismo y demás lindezas, cosa totalmente absurda, pero ya sabemos que pasa en el cine cuando un director se atreve a romper el Happy End, y más en una película de estas características.
Y eso que en los primeros minutos nada hacer ver que estamos ante una película de Terror. Sam Neill interpreta a un hombre que vuelve después de largo tiempo trabajando en el extranjero a su casa con su mujer (interpretada por Isabelle Adjani) y su hijo. Pero pronto cambiará totalmente al enterarse que su mujer ya no siente nada por él y que ha estado todo el tiempo viéndose con otro hombre. Ahí la película parece tomar los caminos de un drama en toda regla, aunque el director ya nos presenta algunos elementos que nos hacen sospechar que estamos ante una relación totalmente disfuncional. En gran parte es debido a que Zulawski recrea una magnífica atmósfera para definir su película, mediante una gran gamma de tonos grises y azules que transmiten la desesperación que hay entre Adjani y Neill Después de mostrarnos bastantes escenas más que reiterativas entre los dos, la tensión va igualmente en crescendo, hasta que vemos que las cosas empiezan a sobrepasar los límites de lo real. Una gran metáfora es el escenario donde se ubica la historia, en el muro de Berlín, que podría simbolizar perfectamente los límites que siempre bordea la película, entre lo real y lo fantasioso, o entre la relación tortuosa de Sam Neill e Isabelle Adjani.
Después de observar como su matrimonio se evapora, el director polaco adopta una actitud más agresiva, adentrándose en el auténtico terror. Un acierto sin duda de la película es el tempo con el que se articula todo el film, que es el culpable que hace que primero choque tanto al espectador la reiteración de las peleas entre los dos protagonistas (algunos acusarán a la película de aburrida) para más tarde seguir con un espectáculo que podríamos calificar como Dantesco, pero en el sentido más literal de la palabra. Aunque para ser exactos la película nunca exhibe demasiado sus fantasías, sino que las deja en el punto de cocción perfecto para que el espectador ponga de su parte para acabar con el rompe cabezas, como sucede exactamente en el final. A más de uno le provocará dolor de cabeza, pero en realidad es bastante fácil de adivinar por dónde van los tiros.
En realidad, aparte de la fascinante historia de terror que hay en la película, también observamos una historia de amor totalmente retorcida, en la que se nos cuenta hasta donde es capaz el ser humano con tal de amar una persona. No hace falta ni decir que Zulawski tiene una imaginación desbordante y parece que hay momentos en los que el director desvaría, pero aún así, el personaje de Sam Neill está tan encaprichado de su esposa, que es capaz de perdonarle los más terribles actos. No hay que extrañarse, que por algo el director en la primera parte de la película ya nos lo señala como un ateo.
Sigue en Spoiler sin desvelar nada
http://neokunst.wordpress.com/2013/08/28/posesion-1981/
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En todo caso, la película tiene dos cosas innegables. Una la increíble interpretación de sus actores. Sam Neill cumple perfectamente el papel de hombre herido, que al enterarse de que puede haber perdido a su mujer para siempre, pierde completamente la cabeza, convirtiéndose en otra persona totalmente diferente. Pero sin duda, la mejor interpretación está en el papel de la poseída, de Isabelle Adjani, que cumple de una manera tan impresionante que las palabras se quedan cortas. Sólo hay que recordar una de las mejores secuencias, en la que precisamente los efectos especiales se reducen al mínimo y es la interpretación de Adjani la que nos pone los pelos de punta. Me refiero claro está, a la secuencia del metro, en la que se supone que es la máxima lucha entre la parte benigna de Adjani y la parte demoníaca. Se produce entonces en esa secuencia una lucha que da como resultado algo muy parecido a una posesión. Con sólo este pretexto el director logra realizar una secuencia que por méritos propios puede equipararse a otras grandes secuencias de la historia del terror. Y eso que sólo vemos a una mujer perdiendo la cabeza, mientras la cámara la capta como si se tratará de una danza ritual que hace Adjani para cumplir con Satán. Pero créanme, Adjani ríe y se mueve de tal manera que a uno se le ponen los pelos de punta.
El otro factor indudable es que Zulawski es un director con unas telarañas en la cabeza que resultan tan fascinantes como terribles. La manera como deriva el argumento hasta un final del mundo apocalíptico sólo puede haberse gestado en la mente de un loco. Pero como dijo el bueno de Leonardo Da Vinci, Todos los genios tienen un punto de locura en su interior.
El otro factor indudable es que Zulawski es un director con unas telarañas en la cabeza que resultan tan fascinantes como terribles. La manera como deriva el argumento hasta un final del mundo apocalíptico sólo puede haberse gestado en la mente de un loco. Pero como dijo el bueno de Leonardo Da Vinci, Todos los genios tienen un punto de locura en su interior.
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