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Las vidas posibles de Mr. Nobody

Ciencia ficción. Drama. Fantástico. Romance En el año de 2092, Nemo Nobody, que tiene 120 años, es el último ser humano mortal de la Tierra y vive rodeado de hombres que han alcanzado la inmortalidad gracias a increíbles avances científicos. Cuando Nemo se encuentra en su lecho de muerte, recuerda varias posibles existencias y matrimonios que no llegó a vivir. (FILMAFFINITY)
Críticas 240
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8
27 de julio de 2010
656 de 729 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película visualmente muy bonita. Con un argumento enredado pero original. A pesar de haberla puntuado con un 8 opino que la cinta podía haber dado mucho más de sí. A continuación me centro en el Spoiler.
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spoiler:
Muchas escenas importantes pueden parecer monótonas y pasar por alto, por eso creo que mucha gente no ha entendido bien la película. La primera escena clave es aquella en la que nace Nemo. Los niños esperan a que los ángeles los elijan y cuando así sucede estos pierden los recuerdos. Sin embargo, el ángel no marca a Nemo, por lo que este cuando nace sabe cuál será su devenir en la tierra. Nemo conoce siempre su futuro.

Cuando se da el Big Bang, se crean todas las dimensiones entre las que se encuentra el tiempo. "El humo nunca vuelve al cigarro". Se puede decir que como consecuencia del Big Bang el tiempo siempre avanza hacia delante, no obstante, cuando se produce el Big Crunch (lo contrario al Big Bang), el tiempo retrocede de forma que el humo sí vuelve al cigarro. El tiempo va hacia atrás. Por lo tanto, se da una bucle de big bang y big crunch. Nacemos y morimos infinitas veces. Nuestra existencia se debe a la creación del universo por la gran explosión y a un cojunto de factores (el efecto mariposa). Si el Big Bang se produce infinitas veces, cabe la posibilidad de que se den los mismos factores que dieron lugar a nuestra existencia. Con cada Big Bang podemos nacer de nuevo si se dan las mismas circunstancias.

Entiendo que Nemo, al no recibir el beso del olvido por el ángel, es capaz de recordar todas sus vidas pasadas. Cuando Anna le pide que vaya a bañarse con ella, él responde que no se baña con idiotas. Ha sido una mala decisión y en la siguiente vida le responde que no sabe nadar.

La película es un compendio de todas las decisiones adoptadas por Nemo en todas las vidas pasadas. La cinta termina con un final abierto, el niño de 9 años no se va ni con su madre ni con su padre, sino que coge un camino que conduce a un árbol, lo que metafóricamente simboliza que en su siguiente vida tomará otro tipo de decisiones. Seguramente se quedará con su padre, pero visitará a su madre donde conocerá a Anna y está vez ella si que irá a buscarlo junto al río.
8
19 de julio de 2010
240 de 282 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Y si me lo permiten, me gustaría quedarme a ver la película con ustedes, ya que aún no estoy del todo seguro de haber entendido el final.” Así terminó Jaco Van Dormael la presentación de su último trabajo en la última edición del Festival de cine de Sitges. Un Auditori abarrotado hasta los topes le rió la broma, pero a los pocos minutos de proyección las sonrisas fueron borrándose paulatinamente de nuestras caras, pues lo que había dicho unos minutos antes nuestro maestro de ceremonias quizás iba más en serio de lo que en un principio parecía. En efecto, cualquier sinopsis que lean del filme podrá ser considerada tan válida como incorrecta, puesto que después de haber visto la película, queda claro que hay incontables maneras de acercarse a ella.

Es más, recuerdo que al salir de la sala de cine mis principales dudas giraban entorno a si ‘Las vidas posibles de Mr. Nobody’ era una película que me había hablado largo y tendido sobre la familia, la memoria, el amor, el azar (lo que va siendo la vida... casi nada) o que simplemente me había tomado el pelo de la forma más espectacular imaginable. Sea como fuere, y poniéndonos en la peor de las situaciones, hay que admitir que es una auténtica gozada el que a uno le enreden como lo hace este gran director belga. Para ello, coge pizcas de sus anteriores filmes (la sensibilidad de ‘El octavo día’ con algunos fragmentos concretos, especialmente los concernientes a la infancia del protagonista, que parecen directamente importados de su brillante ópera prima, ‘Totó el héroe’) para construir un nuevo monstruo, completamente autónomo y fascinante en casi todos los sentidos.

Sin entrar en desencriptaciones del mensaje de Van Dormael (quizás por miedo a aventurarnos por terrenos demasiado empantanados), si por algo se caracteriza a primera vista esta formidable película es por el bombardeo sensorial al que somete al público durante más de dos horas. Excelente recopilación musical y un dominio magistral de todos los recursos visuales concebibles. Es como si se nos quisiera sorprender con cada pieza del puzzle, lo cual es ideal para que no aparezca la frustración en el más que probable caso de que éste no nos acabe encajando del todo. Todo parece calculado al milímetro para que el espectador se quede boquiabierto. Ya se nos puede hablar del mágico mundo de donde procedemos todos nosotros con la partitura de Hans Zimmer sonando de fondo, o mezclar uno de los momentos más acaramelados de la temporada con los Pixies (hasta esta combinación imposible sienta bien), o contarnos los deseos caprichosos del destino, mientras la dulce de voz de Buddy Holly acompaña una ilustración del efecto mariposa.
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Ciertamente se podría explicar todo de una manera mucho más sencilla, pero no tendría ni la mitad de gracia. A fin de cuentas, estamos ante una película río (que sin duda lleva este concepto clásico a otro nivel), por eso entra dentro de nuestros planes exigirle al producto un mínimo de ambición. Y a fe que la tiene. La prueba de ello es que tras haber dejado reposar el filme durante meses, todavía no sabría decir qué meta final se fijó Van Dormael con este cuento de proporciones faraónicas. Construir una historia épica de amor (¿recuerdan aquello de “cruzar océanos de tiempo” para encontrar al ser amado? Digamos que de esto el Sr. Nobody sabe mucho); darnos lecciones vitales; invitarnos a perdernos por el espacio y el tiempo en un laberinto colosal cimentado en la constante toma de decisiones que es la vida...

A mí todas las opciones me valen, porque todas dejan un excelente sabor de boca. De modo que no me decanto por ninguna en especial, ya que si algo hemos aprendido de este inconfundible “don nadie”, es que esto significaría darle la espalda a las demás. Y ya habrá tiempo luego para los análisis más profundos. Lo importante ahora es rendirse ante el talento apabullante de Van Dormael, que con los medios necesarios parece haber encontrado el punto perfecto para que su fórmula subjetivista que lleva pregonando durante toda su carrera, carbure al máximo. ¿Ciencia-ficción sesuda o galimatías fantástico? Una pizca de ambos... y un fuertísimo aroma a cinta de culto; a clásico moderno del género. Tengan por seguro que a esta película le saldrán admiradores de debajo de las piedras. Servidor no tiene ningún reparo en confesarse como uno de ellos.
8
1 de agosto de 2010
180 de 204 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo recomiendo ver esta película con calma y sin intentar captarlo TODO. Te puede dar un ataque de epilepsia si fijas demasiado la atención en todo lo que sucede. Creo que se entiende mejor en conjunto que mirando cada escena con lupa, porque hay una cantidad ingente de detalles, todos ellos mezclados e interrelacionados con un solo eje que nos matiene cuerdos: el personaje principal.

Lo mejor es simplemente seguir el hilo que te plantean, por demente que parezca. Hay muchos símbolos que te ayudan a identificar qué vida de Nemo estás viendo en ese momento, y eso hace que no te pierdas. Para cada vida hay una mujer, y han tenido cuidado de que sean bien distintas: una rubia, una castaña y una oriental. También ayuda dejarse llevar de un escenario a otro por la música, que es un elemento imprescindible para no perderse.

Una vez superados los aproximadamente primeros 20 minutos de flipe mental, es posible relajarse. Y luego la cosa va para largo. Te mantiene en vilo el descubrir qué diablos está pasando, aunque en realidad sepas que no importa mucho porque es más simple de lo que parece, y ahí radica su magia: es una película simple presentada como un sueño psicodélico. Pero si pillas el tranquillo y te dejas llevar, como si estuvieras colocado, entras en la onda. A mí, ya cuando iba por el minuto 70, más o menos, me dio por reflexionar sobre mi propia vida, sin por ello dejar de prestar atención al argumento; eso me dio la pauta de que, efectivamente, el film plantea una cuestión que a todos los humanos nos inquieta, algo que todos tenemos en común. El truco es contarlo de un modo que resulte interesante.

Impecables las actuaciones de casi todos los actores. Jared Leto logra ser siempre el mismo ante situaciones muy distintas. Porque siempre es él, tome las decisiones que tome, y eso es lo que hace que uno no desconecte ni se aburra.

La versión anciana de Nemo es escalofriante y enternecedora a la vez. Por Dios, esa risa cascada qué grima da... yo la he visto en V.O y la voz del viejo Nemo y sus carcajadas te ponen los pelos de punta.

Podría decir mil cosas, porque es una película extremadamente rica en matices; pero como ya he comentado, esos matices tan bien elegidos y tan estratégicamente situados nos vienen a contar una historia que, en el fondo, es muy sencilla.

La recomiendo para gente a la que le hayan gustado películas del tipo "El efecto mariposa" o "Olvídate de mí"; sé que habrá quien la encuentre soporífera, porque puede serlo si no te gusta este estilo narrativo caótico. Yo confieso que creía que me iba a aburrir, pero por suerte me aferré a un hilo de realidad (Nemo) como si en ello me fuera la vida y no me solté hasta el final.
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Al principio sale una explicación de por qué Nemo puede recordar todos sus futuros (véase la paradoja que implica recordar lo que NO ha pasado): porque los ángeles no le dieron el beso del olvido. Así que cada vez que Nemo empieza su vida (porque esta historia es como un bucle, y tiene mucho que ver en ello el Big Crunch, es decir lo opuesto al Big Bang: no me digáis que la idea no mola...) elige diferentes caminos. Pero sólo uno de ellos lo hace feliz, y para lograrlo tiene que cuidar cada detalle porque cualquier detalle nimio lo puede variar todo.

El anciano recuerda varias vidas por lo que he dicho del ángel. Al final parece que se muere, pero luego resulta que todo vuelve hacia atrás (por el tema del Big Crunch y esa especie de rebobinamiento), y el bucle vuelve a empezar.

Destaco el careto de perplejidad del periodista que entrevista al anciano: estoy segura de que yo estaba poniendo ese mismo careto, segurísima.
10
30 de julio de 2010
146 de 164 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que frecuente es evocar como todos y cada uno de los acontecimientos de nuestra vida, provienen de una génesis inicial, que con la misma facilidad que sucedió, pudo no haberlo hecho.

¿Qué concatenación de circunstancias han provocado que naciésemos, que amásemos a alguien en concreto, que muramos en uno u otro momento?.¿Cuántos factores ajenos a nosotros condicionan nuestra vida?. Todo esto se reduce a una gran cuestión, ¿somos dueños de nuestro destino?, y a partir de esta premisa, ¿no da la impresión de que al elegir un camino, cierras otros muchos?, pero ... ¿por qué elegir?, aquí empieza el viaje de Mr.Nobody.

Esta película nos muestra algo que todos tendríamos que tener derecho a sentir ¿qué hubiera pasado si...?, en sus recuerdo, Nobody decide no elegir y vivir intensamente la experiencia que cada camino a escoger, le haya deparado, bien porque lo haya escogido reflexivamente, o porque una hoja posada en el suelo o una gota de lluvia, lo hayan determinado.

Que manera más bella y ejemplar de narrar una vida que son muchas, como todas las nuestras, que podrían haber sido otras diferentes, Van Dormael ha sublimado el auténtico sentido de las cosas, y nos ha colocado a todos delante de un espejo infinito, donde aparecen todos nuestros "yo", lo que somos, y lo que podríamos haber sido.

Me cuesta hablar en términos estrictamente cinematográficos, porque para mí, más que una película, esto es un viaje a nuestro interior, y a toda nuestra vida que no deja de ser un sinfin de piezas de dominó, susceptibles de caer en cada momento y cambiarlo todo.

En cualquier caso, y pasando a lo cinematográfico, si bien el recuerdo de Van Dormael, proviene de "Toto el Héroe" (película lejana que recuerdo con agrado), aquí implanta un tatuaje perenne en la psique, ya que transciende lo cinematográfico para adentrase en el sentido de las cosas. ¿Cómo lo hace?, pues a veces recuerda mucho a Jean Pierre Jeunet, con algunas gotas de Wong Kar Wai. El estilo visual es deslumbrante, el guion brillante, la selección musical muy acertada (que bien queda Satie), y su protagonista prodigioso (puede ser el papel de su vida para cualquier actor).

Para terminar, dos últimos apuntes, el primero, la impresión que tengo de estar corriendo todos los días detrás de un tren que no sabes muy bien a donde va, y segundo, una perogrullada que si cumpliésemos nos haría ser felices a todos, "decir te quiero, a las personas que quieres".
4
23 de julio de 2010
130 de 196 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo confieso, esta ha sido una de esas películas que no he podido ver de un tirón. He tenido que dejar de verla, y al día siguiente, he vuelto al cine para terminar de verla. Demasiado empalagosa, demasiado pretenciosa, un verdadero empacho de imágenes fantásticas: unas pocas está bien, y quedan en el recuerdo cuando uno sale de ver una película pero… ¿dos horas y cuarto de esas imágenes? Demasiado, es exagerado. Intenta todas las veces dejar fascinado al espectador con cada plano y la narrativa poética y lírica (mucha música clásica con imágenes alteradas en tiempo y/o espacio, canciones clásicas de los años 50-60-70-80, infografía, preciosos planos publicitarios…) se convierte casi en una tortura. Es como si a un amante del chocolate lo hundieran en una piscina olímpica llena de cacao, y hasta que no se lo bebiera no pudiera salir. Menuda pesadilla, por mucho que a uno le guste el chocolate… Esta sobrecarga, además, se presenta desde el minuto uno, cuando este realizador belga –que dirigió la excelente “El octavo día”, uno de los mejores alegatos de la igualdad, con Daniel Auteil- empieza a contarnos la vida (o mejor dicho, las vidas, en plural) de nuestro protagonista, Nemo (que al igual que el pescadito de Disney, está más perdido que el barco del arroz). A partir de aquí, toda la película parece un intento desesperado de demostrar el dominio absoluto que el director quiere tener sobre el tiempo y el espacio, viajando hacia adelante y hacia atrás con una arbitrariedad que desconcierta al más pintado: todo gira en torno a un niño de 9 años, que elige vivir tres vidas, con tres niñas diferentes y a partir de ahí, agárrate que vienen curvas. (SIGUE EN SPOILER)
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Hay que tener un sentido de la cordura realmente sólido para no desconectar de una historia que más parece un compendio de todos los elementos visuales y narrativos “guais” del último cine (la hojita del destino de “Forrest Gump”, el despliegue visual cuando dos personajes están enamorados de “Amelie”, la confusión del protagonista que no sabe que es observado de “El Show de Truman”, el mundo oculto tras la estética de “Matrix” o “Dark City”, el cambio de la línea temporal cuando se cambia el pasado de “Regreso al Futuro”, la vocación escénica y teatral de “La celda”, y así hasta el infinito…) que una película que te intente contar una historia. La idea del belga Van Dormael de hacer el film definitivo sobre el tiempo y el espacio ha sido un experimento fallido, no ya por el caótico guión que hilvana demasiado finamente la dramaturgia de los personajes, sino porque los saltos temporales y la repetición de las secuencias al ritmo del “y si…” llega a resultar verdaderamente exasperante, al igual que la ridícula interpretación de Jared Leto cuando es un anciano de 118 años, en el futuro. Es verdad que el film contiene muchas (y realmente preciosas, emotivas) imágenes que conmueven a cada segundo de su visionado, pero están tan deslavazadas, tienen tal desconexión, que llegan a conformar un relato cinematográfico coherente. Desde luego, si como director Van Dormael me ha decepcionado, como creativo, como videoartista, me ha dejado con la boca abierta. Hallazgos visuales de gran fuerza, secuencias recreadas con exaltación del ánimo… como ya digo, para hacer un videoclip o un anuncio (que es lo que básicamente hace este señor para ganarse la vida) es sin duda el mejor, uno de los grandes a nivel internacional. Pero como director… debería de aprender de otros compañeros que han saltado de ese mundillo al del cine (como David Fincher, como Ridley Scott…) que aunque sigan teniendo sus pequeños momentos de artistas visuales, han sabido supeditarlos en aras de poder contar una historia. Porque en el cine, como en el teatro, en la novela… hay momentos de gran tensión, de gran barroquismo, y otros de tranquilidad, de laxitud. Igual que le sucedió a Kenneth Branagh hace unos años con su desmesurada versión de “Hamlet” (en la que cada secuencia era tan, tan impresionante que cansaba ver la película entera), le ha sucedido a Van Dormael con este film, que tiene la vocación de ser la obra definitiva de ciencia ficción… y se ha quedado en una galería de imágenes muy, muy chulas, pero poco más. En cualquier caso, merece la pena ser vista por el despliegue tan alucinante de todos los elementos visuales que conforman la película.
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